Archive for: agosto 2017

La venganza es un plato que se come frío

tomado del blog GabyCuba

por: Gabriel Torres Rodríguez

Hoy, navegando en la red, buscando referencias acerca del inobjetable triunfo (7-0) de los Cocodrilos de Matanzas ante los Industriales en el primer choque de la subserie, me encontré esta frase: “La presión de los Cocodrilos se fue detrás de Víctor Mesa, cruzó el puente de Bacunayagua, y ahora respira en el Coloso del Cerro”.


Y puede ser verdad, porque para todos los seguidores del conjunto rojo, este triunfo sabe a gloria, a campeonato, a espina sacada. Y no importa que hoy y mañana nos derroten, ya está marcado el precedente, ya se dio el primer golpe, con contundencia.

Los muchachos salieron al terreno a demostrarle a su ex mentor que sí podían, que iban por más, y tras bambalinas, Víctor Figueroa, arisco a las cámaras y al protagonismo, movió los hilos magistralmente para ganarle la batalla a su ex compañero.

Irandy Castro estuvo movido por fantasmas. Nunca, en 14 años en Series Nacionales, había logrado una lechada. Esa noche lo hizo. Espació seis hits azules y no regaló bases por bolas…y después que se fue Monthiet, la tanda yumurina mordió con furia al débil pitcheo capitalino…no quedó nada que hacer en el noveno…

Víctor Mesa, a través de las cámaras, se veía irritado, eufórico…no sé si por ver cómo sus antiguos “alumnos” le sacaban la carta bajo la manga o causa del culatazo recibido ante más de 10 mil habaneros…vaya usted a saber.

Por supuesto , este choque no representaba nada, y al mismo tiempo, mucho. Es verdad que no decide campeonato, ni clasificación alguna, pero no hay dudas de que fue muy importante para todos aquellos matanceros que se sintieron traicionados por su VM32.

La venganza es un plato que se come frío, dicen por ahí…Cuando Víctor, atrapado por la tv, marchaba apesadumbrado hacia las duchas del Latinoamericano, los habaneros tuvieron que darse cuenta de todo lo que se avecina.

¿Marta Odalys es inocente? (¡el culpable soy yo!)

tomado del Blog Revolución

Es fácil cansarse, mandarlo todo al carajo y dedicarse a cosas de uno. Sería simple, solo tendría que asumir la postura de los tres monos sabios y evitar el saludo de mis vecinos del barrio, ellos que siempre se me acercan para exponerme aquel problema de vieja data y ninguna solución.

Es fácil cansarse, lo sé, y también es permitido el cansancio. Conozco a muchos viejos combatientes a los que les ganó la fatiga y prefirieron pasar sus últimos días ajenos a todo, otros en cambio, continúan luchando a pesar de toda la mierda que reina y apesta en muchos rincones de esta isla.

Lo peor es que abundan quienes les gusta embadurnarse mientras se tapan la nariz asegurando que nada huele mal, y en el caso de que tus fosas nasales capten la fetidez, tu rostro no puede dar muestra de repugnancia. Así pasa con la corrupción en Matanzas. Así sucedió con el caso “Marta Odalys”, la ex presidenta de la asamblea de gobierno municipal liberada de su cargo.

Todavía retumba en mis entrañas aquella frase de: “no tienes pruebas y Marta Odalys te puede demandar por difamación”. Es decir, a mí sí se me puede llevar a juicio por intentar indagar sobre la verdad, y como ya sufrí una vez, ningún argumento podrá protegerme por válido que sea: hace más de un año que estoy exigiendo en todas las reuniones en las que he participado, se den a conocer las circunstancias de la liberación de la funcionaria. Muchos honestos cercanos a mí saben que no miento.

Llevo más de un año exigiendo luces sobre el asunto, porque creo firmemente que los medios de prensa deben jugar un papel más activo en ese flagelo que hoy agobia y perturba a nuestra economía, y desmoviliza a tantos revolucionarios honestos.

Como bien escribiera Julio García Luis en su trascendental obra Revolución, socialismo, periodismo, ningún caso de corrupción ha salido a la luz mediante una investigación periodística por parte de la prensa. Los periodistas cubanos nos hemos convertido en una especie de médicos encargados de la autopsia para dictaminar las causas que llevaron al contagio del occiso, léase corrupto, mas nunca hemos podidos atajar el mal a tiempo.

Y como acabo de comprobar, en torno a los corruptos se está tejiendo en Matanzas una maraña tenebrosa que los hace intocables una vez descubiertos sus desmanes, como sucede con el caso Marta Odalys. Incluso, en este minuto, ella no es culpable de nada, sino el periodista que ose indagar sobre el asunto.

Hace pocos días supe por varios vecinos que la dirigente liberada asumía una nueva tarea como jefa de cuadro en la Empresa Municipal de Mantenimiento y Servicio a la Educación (EPASE). Así como sucedió con el cese de sus actividades como dirigente, su nueva responsabilidad se ha regado como pólvora y a pocos deja indiferente…aunque otros prefieren hacer mutis y desentenderse del asunto (los mismos que la colocaron en el nuevo cargo y silenciam sus errores, me pregunto) .

Por otra parte, me resulta patético que alguien me acuse de tener sentimientos malévolos hacia la señora. “Arnaldo, la tienes cogida con ella”, expresaron. Una frase tan infantil solo puede ser producto de la ignorancia política o el comprometimiento con Marta Odalys. Ignorancia política porque con la corrupción no debe haber medias tintas ni frases plañideras, si fue liberada por “cuestiones de métodos” deben publicarse, darse a conocer, el día que se decida realizar juicios públicos y ejemplarizantes los corruptos sabrán a qué atenerse: nada es más poderoso que el desprecio del pueblo. Y en Cuba, y en el mundo, se desprecian a los corruptos, a los malversadores.

¿Cómo entender o interpretar el silencio en torno a ese caso? Cuando escuché esas dos frases desmovilizadoras que me acusaban de difamación o malos sentimientos hacia Marta Odalys, decidí eliminar mi post. Y para colmo en Cartas desde Cuba lo habían publicado. Y no tengo que decir qué representa para un periodista que Rasberg te publique. Él, que según leo, es el culpable de muchos de nuestros males.

Pero mi intención al eliminar mi post nunca fue darle tierra y pisón. Todo lo contrario, regresé con la misma fuente para indagar sobre la posible inocencia de Marta Odalys. “Es una corrupta” me dijo. Y empezó a enumerar las irregulariades cometidas bajo su mandato en la asamblea municipal.

Y entonces me sentí cansado, cansado de la hipocresía, la falsedad, el ocultamiento de los problemas que navegan a vox populi y quienes deben combatirlo prefieren ocultarlo como ropa sucia. Así es más fácil dirigir, darle la espalda a la realidad, taparse los oídos, no escuchar los reclamos del pueblo, mientras se mira la tarjeta del combustible asignado.

A veces creo que a ciertos jefes, funcionarios y dirigentes solo les preocupa el funcionamiento de su auto. Quizás por eso cierta vez uno me puso cara de alarma cuando le dije que Jesús Menéndez viaja por ferrocarril. Jesús Menéndez es de mis paradigmas como Luchador Comunista. ¿Resulta fatigoso viajar en tren? Pues así viaja el pueblo, y aunque mi planteamientos puede resultar pueril para algunos, pienso que los dirigentes de mi país deben experimentar en carne propia todas las vicisitudes del Soberano: el pueblo.

Y para que se alarmen más, el Che Guevara compartía la idea de que los dirigentes deberían trabajar un mes en el campo para que su mente no se burocratizara, yo no pido tanto, me conformo con que viajen un mes en transporte público para que se empapen de la realidad pura y dura de los cubanos que viajan en guagua. Seguramente también se enterarán de muchos casos de corrupción y otros tantos problemas agobiantes de nuestra sociedad.

A estas alturas me importa un comino lo que piensen de mí; algunos creerán que todo se trata de necesidad de protagonismo, otros, de ansías de victimización, y habrá hasta quienes piensen que estoy luchando el viaje… Por suerte hay personas que me conocen bien y entienden de qué va todo. Ahora que saco cuenta, a lo largo de los años han cambiado poco mis argumentos y forma de pensar.

Me angustia sí, que muchas veces me exijan pruebas y contraste de fuentes sobre la corrupción cuando hay muchos deseosos de ocultarlas, y escasos, casi ningún, entusiasmado en desenmascarar el flagelo.

Sigo creyendo en una Cuba mejor, pero incluso si me doy cuenta que todo lo que he defendido es un espejismo, seguiré aferrado a mi espejismo, gustoso y militante.

Ahora que escribo escuchando el tema Testamento de Silvio, descubro que le debo muchos post en mi blog a mi Cuba de hoy, esa que quiero con el alma, pero nunca escribiré una letra sobre el desarraigo, ni la distancia, porque por muy paralizador que sea el cansancio, permaneceré, es una cuestión de principios conmigo mismo.

¿Y para terminar, exijo me expliquen también qué sucedió con el directivo de Comercio y Gastronomía de Matanzas que defalcó millones de pesos y logró escapar del país? Y nadie dijo nada….

Un desafío ante la guerra cultural: educar al pueblo en una cultura audiovisual.

Por: Yusuam Palacios Ortega

Es muy raro ver a un adolescente o joven en la realidad que vivimos leer un libro impreso (e incluso digital) por el simple deseo de hacerlo, recrearse, aprender; y más difícil aún, que tenga lo que se llama hábito de lectura; y no es que no existan lectores jóvenes o que se haya olvidado la lectura; simplemente esta no es preeminente en el mundo actual, pese a ingentes esfuerzos por promoverla con iniciativas muy válidas de instituciones y promotores culturales a lo largo y ancho del país. La lectura no está en la preferencia de los jóvenes (al menos en buena parte de ellos); y esto se debe, en importante medida, a la gobernanza audiovisual que hoy existe.

No es secreto ni se ha de cubrir con un velo que el consumo audiovisual de propuestas televisivas, cinematográficas u otras de similar rango; prevalece en el gusto y preferencia de los jóvenes (y no sólo de ellos); que se ha generado una incultura audiovisual propia de la crisis humanística, de valores, ideales; que afecta al mundo y sucumbe en el empobrecimiento espiritual a millones de personas que viven bajo los efectos nocivos de la industria del entretenimiento, la cultura chatarra, la enajenación y desideologización que representa el capitalismo.

No se puede negar lo que es un hecho a la luz del siglo XXI, más que libros hay videos, más que el disfrute de excelentes aventuras y novelas (clásicos de la literatura) o la poesía liberadora de las almas, aparecen espectáculos macabros y movidos por la más burda de las farsas. La condición humana se pierde cuando poco a poco se destruye el tejido espiritual que significa la resistencia a la cultura de la banalidad audiovisual que embrutece y enclaustra el pensamiento. Dejamos de observar con ojo crítico lo que ciertamente es hegemónico hoy: la llamada industria del entretenimiento que gusta, pero esclaviza.

Y es un declarado engaño lo que allí se propone; es necesario para continuar sosteniendo un modelo cultural agresivo, dañino, criminal, desprovisto del más mínimo vestigio de dignidad (la del arte y la cultura); que la imposición de la cultura capitalista vaya de la mano de la mediocridad y el antagonismo. La mediocridad del contenido, el vacío de lo culto en sus honduras; lo antagónico responde sencillamente a la incompatibilidad (en ese modelo que destruye) de lo que causa goce, placer y gusto con lo que libera, emancipa y eleva en una propuesta audiovisual de las descritas.

Ese es el propósito del orden cultural impuesto al mundo; penetrar en los pueblos, sobre todo, en aquellos con fuerte tradición e identidad; es el mecanismo ideal para destruir la Revolución cubana, ¿cómo?, devastando nuestra cultura con cañones audiovisuales, desde el ciberespacio, con realitys show, series, novelas, películas; toda una muestra de productos colonizadores que sólo hacen posible que los valores del capitalismo se reproduzcan. ¿Y entonces cómo enfrentar semejante guerra?; donde más que confrontación de pensamiento nos enfrentamos a un enemigo que no quiere que pensemos, que su propuesta es inocular el veneno de la incultura. Quiere entretener y no educar, quiere someter con fútiles armas: las melladas del capitalismo.

Es imprescindible educar al pueblo en una cultura audiovisual; nos quieren dominar y el antídoto es la cultura. No en balde decía Martí que ser culto es el único modo de ser libre; he ahí la cultura como única posibilidad de garantía de la libertad. Hay que promover en las comunidades estudiantiles, laborales y residenciales lo autóctono, lo nuestro; llevar la cultura cubana sin olvidar la universal (lo mejor de ella): “injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el nuestras repúblicas”, a cada joven, niño o adolescente; para que conozcan los valores culturales, identitarios, históricos que tenemos.

Un sujeto crítico resulta medular en tiempos donde la crítica parece enemiga cuando en realidad es una de nuestras mejores aliadas para la formación estética y ética de los individuos. La crítica no es hablar mal de alguien, es colocar a tiempo las dos pesas de la balanza cultural, social, política, económica. Es mostrar, con altura ética y cultural, los valores de las obras, sus antivalores también; es la sinergia entre el látigo y el cascabel para educar, transformar, crear una conciencia crítica en el ciudadano que le permita discernir, porque tiene las condiciones para ello, entre lo que resulta positivo o negativo de lo que se está propagando en materia cultural, de lo que con dolor muchas veces se brinda, de la basura artística o podredumbre intelectual de los nuevos colonizadores.

Hay que insistir más en la enseñanza electiva de la cultura audiovisual de nuestro pueblo, sobre todo en las escuelas. Tenemos una tradición en la Escuela Cubana de Pensamiento que no se puede perder: elegir para integrar como método desde el padre Varela, José de la Luz, el propio Martí. Los métodos de enseñanza tienen que continuar adecuándose al momento presente; el audiovisual se impone y hay que tomarlo para sí como herramienta de formación cultural, política e ideológica en niños, adolescentes y jóvenes.

La batalla cultural ha de distinguirse por la unidad e integración de las instituciones que promueven la cultura, de los organismos cuya misión no es otra que formar y educar en valores, de los intelectuales que tienen ante sí el reto cultural más grande: salvar junto a todo el pueblo, con su orientación clara y revolucionaria, la madre del decoro y la savia de la libertad. Esa propagación de la cultura no se nos puede quedar en intentos aislados y muchas veces sin la debida coherencia por falta de previsión y articulación de cada una de las fuerzas culturales que existen en Cuba.

El prestigioso intelectual cubano y uno de nuestros líderes históricos Armando Hart Dávalos, ha hecho un llamado a trabajar con el pensamiento, a volver a la tradición filosófica, ética y jurídica cubana para la salvaguarda de la Revolución. Ha sido muy claro con la idea de que donde no está la cultura está el camino a la barbarie. Sus reflexiones constituyen un arsenal ideológico para enfrentar la guerra cultural desatada desde hace mucho tiempo, pero que en la actualidad cobra un alcance mayor; donde símbolos de la cultura capitalista, colonizadores, de los valores de esa cultura del tener que promueve el egoísmo y la exaltación por lo material; se reproducen constantemente y es medular denunciarlos desde posiciones revolucionarias; claro está promoviendo con más inteligencia y creatividad los símbolos nuestros, los de la cultura cubana, los del Socialismo; salvando nuestra historia, yendo a ella con el atractivo de los códigos actuales sin renunciar a esencias y principios.

Esto es lo que somos… Sonando en #Cuba

tomado del blog Sin Oropel ni Garufa
Llevar alegría a la vida de las personas a veces es más importante que dar alegría a tu propia vida, así siente Paulo FG cuando con ojos llenos de orgullo y una sonrisa de satisfacción se refiere a lo que ha provocado Sonando en Cuba en su vida profesional y personal. Rescatar nuestras raíces musicales, el son, la guaracha… nuestra identidad, porque en definitiva esto es lo que somos.

El reformismo en Cuba (1898 – 1902): cartas reveladoras

por:Enrique Ubieta Gómez
tomado del Blog http://la-isla-desconocida.blogspot.com/2017/08/el-reformismo-en-cuba-1898-1902-cartas.html
En septiembre de 2001, asistí como ponente a uno de los maratónicos congresos de la Latin American Studies Association (LASA) en Washington. Permanecí en la ciudad otros dos meses, en una fructífera revisión de la papelería manuscrita de José Ignacio Rodríguez, que se conserva en la Biblioteca del Congreso. Se comprenderá por las fechas de mi estancia, que viví el estupor que causó en todos los hombres y mujeres honestos del mundo el desvío de los aviones civiles y el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, y el ataque al Pentágono, en la capital estadounidense.
Viví la histeria belicista que preparó los ánimos para la invasión a Afganistán e Iraq, y el renacimiento del movimiento civil norteamericano contra la guerra.
La pesada puerta de la Biblioteca del Congreso en Washington separaba dos mundos lejanos pero semejantes: afuera, manifestaciones populares que denunciaban la guerra y el terrorismo de Estado, mientras algunos congresistas y políticos cubano-americanos cabildeaban para hacerle más dura la vida a quienes en la Isla de sus orígenes se atrevieron a enarbolar el ideal de independencia absoluta. Adentro, en disímiles caligrafías que transparentaban el temperamento de los autores y en ocasiones, el humor del día, aparecían, desnudos ante mis ojos, personajes y personajillos decimonónicos que conspiraban en Washington y en La Habana para evitar que se produjera la independencia cubana. Las cartas tienen un destinatario: José Ignacio Rodríguez. Y un contexto histórico preciso: los años de la primera ocupación militar norteamericana (1898-1902), después de la derrota de España en la guerra hispano-cubano-americana, aunque algunas misivas son de fechas anteriores y otras de fechas posteriores. El diálogo epistolar se produce entre autonomistas y anexionistas, las dos tendencias políticas del reformismo insular decimonónico.
Cabe una aclaración: en la historiografía cubana se acepta sin dificultad que el autonomismo es una corriente reformista, pero algunos autores dudan al calificar el anexionismo. Dos razones parecen interponerse: la creencia de que toda solución violenta es revolucionaria y la errada suposición de que la anexión es una solución radical. Ni lo uno ni lo otro. Se puede ser violento y reformista (y viceversa), y ninguna solución que apostara por la anexión podía solucionar los problemas de la nación desde su raíz. Creo que el anexionismo, por su dependencia de un poder externo que garantice los límites del cambio al que aspira, es esencialmente reformista. Las décadas que transcurren entre el fin y el inicio de los siglos XIX y XX, ofrecen suficientes evidencias de esta confluencia de propósitos e intereses.
En la intimidad de la correspondencia caen etiquetas y máscaras políticas. Algunos autonomistas de fines del siglo XIX se trasladan sin recato y con inusitada rapidez a las filas del anexionismo. Ante el señalamiento de la inutilidad del esfuerzo autonomista, un amigo de juventud de José Ignacio, Ricardo de Albate, le había escrito el 20 de julio de 1893:
Seguro tengan razón, si solo se atiende al propósito de alcanzar de España la Autonomía; pero no se perdería el trabajo dedicado al fin de ir ganando terreno —¿Para qué, si no viene la Autonomía?
Para preparar a nuestra gente, que mucho lo necesita, y por medio de la doctrina y la disciplina, ensayarla en los hábitos de la política seria, sensata, prosaica, modernista y anti-jacobina de tal manera que —ya que los estadistas de la Casa Blanca mantienen el tradicional precepto de «esperar que madure la fruta» podamos evitar que la nueva generación, incitada por los energúmenos […] que tantas veces han extraviado el patriotismo cubano, no caiga en la tentación de echar abajo la fruta verde a pedradas, como muchachos perversos, por el gusto de que no se la coma el vecino. No vale esto algún esfuerzo?Es el mismo razonamiento que guiaba a José Ignacio Rodríguez –el primer emigrado en autocalificarse como cubano-americano–, anexionista convencido y declarado, en su apoyo y estímulo constante a los autonomistas. Todavía en enero de 1898, Rodríguez escribiría una carta pública de respaldo a la Autonomía que España promulgaba como concesión de última hora, y llamaría a deponer las armas. Esa posición fue repudiada incluso por algunos de sus colaboradores más honestos. Raimundo Cabrera, por ejemplo, respondió de forma pública en la revista Cuba y América, de Nueva York. Cito algunos fragmentos:
Aunque hace muchos meses interrumpió Vd. su larga correspondencia conmigo sobre los sucesos políticos de Cuba, desde que le comuniqué con franqueza mi opinión sobre el deber de todo cubano de apoyar la Revolución, (traída contra nuestra voluntad y los constantes esfuerzos de los autonomistas por la obstinación y la ceguera de España) no creo que haya motivo que me impida escribirle de nuevo […] Tiene usted razón al decir que la política es una ciencia de transacciones prudentes. También lo creo así.
Pero no veo en la carta de usted que se aconseje una transacción, sino una sumisión. Lo que en síntesis dice usted al Sr. Angulo y por ende a todos los cubanos, es que vayan a tomar puesto, a hablar, a hacer azúcar sin más garantía, después de las penosas experiencias del pasado […]. Admitida la posibilidad del hecho que usted enuncia como supremo argumento para sofocar las esperanzas de los revolucionarios y de los que con ellos simpatizan; que los Estados Unidos no favorecerán el planteamiento en Cuba de una República independiente y débil: aún así ¿puede llamarse transacción prudente la aceptación incondicional de un plan de gobierno colonial que los ministros de España promulgan en la Gaceta como acto de magnanimidad, llamando en su apoyo a los enemigos todos de la Revolución y prescindiendo en lo absoluto de ésta […]?Tal toma de posición no le impediría a José Ignacio ser, unos meses después, traductor principal y consejero de la delegación norteamericana en las discusiones del Tratado de París (el único cubano en asistir), y sostener, entre 1899 y 1900, una intensa correspondencia con algunos autonomistas cubanos para propiciar la anexión o impedir al menos «la Absoluta», como le llamaban a la independencia real.
Especialmente reveladora es su correspondencia con José María Gálvez, presidente del Partido Liberal Autonomista. ¿Cómo entender que Gálvez reconociera haber dicho, en la efímera Cámara del Gobierno Autonomista, «que prefería el hundimiento de la bóveda celeste a ver sojuzgado al pueblo cubano por otro pueblo» y después recomendara el protectorado yanqui y la anexión? Él mismo se explica con una elocuencia que hubiese hecho sonreír a Marx. Como el espacio es breve, citaré fragmentos de sus cartas a Rodríguez que no necesitan ser comentados:

No se nos oculta el peso de las razones que exponías contra el avance de un régimen autonómico dentro del sistema americano. Lo indicábamos como medio provisional y transitorio de regularizar la vida del país durante el tránsito á cualquiera de las dos únicas soluciones definitivas posibles, que son la independencia absoluta y la anexión […] Aquella sería la mayor de las calamidades que pudieran venir sobre el país, que ya ha soportado tantas. Prescindiendo de la división en razas hostiles y de la inmoralidad que sembró profusamente la administración española, no es para olvidarlo este dato elocuentísimo: más del 80% de la población de Cuba vive sumida en la más crasa ignorancia. Y fórmese con esto una república libre e independiente! (21 de agosto de 1899).

Estoy de acuerdo contigo en que nos conviene no crear sistemáticamente obstáculos a los interventores; pero también es preciso que ahí adopten una política más definida y clara. McKinley habla a manera de oráculo, y de sus ambigüedades sacan partido estos calientes, interpretando cada palabra del Presidente como una nueva promesa de mandarnos la «absoluta» certificada por el primer correo. (31 de agosto de 1899.)

Siempre creímos que la solución del Protectorado, única viable, necesitaba vencer las resistencias locales y abrirse paso en la opinión americana. Por lo que me dices, y he leído con gusto, veo que podemos continuar la propaganda sin el temor de contrariar los propósitos de ese Gobierno, a quien opino, como tú, que la fórmula ofrece un medio decoroso y seguro de salir de las dificultades creadas por la «resolución conjunta» […] Sin embargo, la campaña será ruda, porque la masa general de este pueblo está grandemente prevenida contra nosotros por las diarias predicaciones que oyen y leen de labios de los oradores y en los editoriales de los periódicos «cubanísimos», acerca de los cuales no emito aquí juicio porque veo que los conoces perfectamente
[…] La independencia absoluta es la ilusión del día, fomentada por los «patrioteros» y acariciada por la turba mulata. Conviene desvanecerla antes de emprender la demostración de que a la anexión ha de llegarse de todos modos.
[…] Creo haberte dicho antes y repito ahora que suspiran por la anexión todos los que tienen algo que perder, los que aspiran a adquirir, y la masa general de españoles. (3 de septiembre de 1899.)

Hemos creído preferible dar a nuestra campaña carácter crítico y de propaganda conservadora en el recto y levantado sentido de la palabra, sin buscar inteligencias, pero sin rechazarlas, a condición de que se basen en los principios que informan nuestra propaganda y que no envuelvan abdicaciones indecorosas.
El negarnos a ellas en el periódico y fuera de él, ha sido y es con frecuencia motivo de recriminaciones por parte de los que a todo trance quieren hacernos gritar «viva la independencia absoluta» y «viva Baire». (28 de febrero de 1900.)

Conservo fotocopias de todas esas cartas. El autonomismo y el anexionismo decimonónicos eran tendencias reformistas en las que confluían aspiraciones individuales diversas (liberales o conservadoras), asociadas a una determinación común: la dependencia a un factor externo (español o estadounidense) que garantizara el cambio sin afectar el statu quo. Desde fines del siglo XIX e inicios del XX, el reformismo —que siempre expresa una desconfianza (o temor) hacia el pueblo— aspirará a conservar los espacios de predominio clasista bajo la tutela del imperialismo norteamericano.

Nota:
Este texto es un fragmento del libro del autor: Cuba ¿revolución o reforma? (Casa Editora Abril, 2012), cuya segunda edición publicada en el 2017 por la Editorial Ocean Sur será presentada en el mes de septiembre.