Archive for: enero 2018

Los años no pasan por gusto

Por Adriel Bosch Cascaret
-Oye ya no quieres hablar con la gente que estudió contigo porque eres periodista- me dijo la muchacha y yo atónito la descubrí entonces casi pasando frente a mí.

La reconocí sin contratiempos y salí a cortarle el paso, le deposité un beso en las mejillas y le repliqué que de eso que me reclamó nada, que creerme cosas no se me da bien.

Ahí mismo construimos una conversación de casi una hora de actualización sobre nuestras vidas y la de los otros 53 compañeros del aula de la secundaria, hace ya 15 años dejados atrás.

Aquello me tomó por sorpresa y fue interesante, casi increíble, sobre todo porque posiblemente en tres años de secundaria no me habló en general más de 60 minutos y casi puedo afirmar que para ella yo apenas existía.

Eran tiempos duros aquellos, de pura adolescencia, cuando ser callado, solitario, estudioso y de pocos amigos, podía ser visto como un pecado para muchos.

Pero en mi aula la cosa era peor. Ya dentro de Guantánamo, mi escuela –la Rafael Orejón- era considerada la de los hijos de “mamá y papá” –descendientes de gente con buenas posibilidades económicas o con excelente posición en la sociedad-, pero al interior del colegio mi grupo era la de los hijos de “mamá y papá”, y eso implicaba que los pocos de origen muy humilde teníamos muchísimos menos puntos de popularidad, y con color de piel negra o mestiza, la cosa se ponía en ocasiones al borde de lo imposible –aunque en algunos casos el dinero los aclaraba a la vista de otros.

Ahí, en el grupo, tuve que aprender por cuenta propia sobre discriminación y diferencias, sobre la violencia que puede acompañar una pregunta sin respuesta, unas palabras colocadas con mala intensión, la burla de quienes no respetan al que no vive o es como ellos, y el único escudo que encontré fue alejarme de la mayoría.

Pero hasta de lo malo puede brotar una flor. Las diferenciaciones provocaron que cada uno tratará de buscar a sus iguales –los de más dinero, lo intermedios, los de menos posibilidades, los más claritos, los oscuritos con dinero y los que no tenían y los inadaptados- y eso permitió que pudiera encontrar algunas de las amistades que me han acompañado toda una vida – sinceras, sencillas, solidarias, presentes aunque se imponga la distancia geográfica y el tiempo que no para.

En esa etapa gris además aprendí a crecerme a los malos tiempos, a confiar más en mi y que no es bueno cerrarse al mundo –aunque todavía hoy en grandes grupos siempre busco refugio en mi mismo, y solo con el tiempo doy a conocer al Adriel chistoso, conversador, discutidor y fiestero, que llevo también conmigo; y no le impongo a nadie lo que quiero pero hago lo que quiero, pese a ir en ocasiones contra todas las corrientes, y eso no siempre es bueno.

Por suerte la secundaria es solo recuerdo y experiencia. Los años han pasado y aquellos 54 muchachos hoy somos hombres y mujeres. Varios viven en tierras lejanas, y entre los que seguimos aquí no han disminuido las diferencias económicas, el color de piel no ha mutado, pero ha llegado para todos la madurez que solo dan los años, y con eso el respeto -y hasta ha crecido un extraño cariño por el resto de aquellos compañeros, sin mirar pieles ni billeteras-, que hace que hoy quienes ni te dirigían la palabra soliciten la tuya si creen que andas “levantando la nariz”.

El “vuelo” de los tatuajes

tomado del blog: Mira Joven (Cuba)

Por Yasel Toledo Garnache

Luego de varios días junto a su novio, Lili decidió tatuarse el nombre de él, como muestra de su amor hacia quien le provocaba sensaciones especiales.

La joven, bella y sensible, no imaginaba que aquello dolería, derramó lágrimas, gritó…, pero soportó, deseosa de mostrar a todos su pasión, definida en apenas siete letras.

Otros también tienen tatuajes, hechos por impulsos, porque quieren lucir diferentes, ser parte de una especie de «moda», impresionar a los demás… Muchos exponen mariposas, frases, animales, rostros, flores, paisajes…, varios de los cuales lucen hermosos y repletos de creatividad, pero, ¿cuán favorables son? ¿En verdad nos hacen más atractivos e interesantes?

Personas famosas, deportistas y músicos, actores y cantantes, los tienen y los muestran a millones de jóvenes y adultos en el planeta, gracias a las fotos e imágenes televisivas, con indudable efecto en sus seguidores.

Esta «tradición» vive desde civilizaciones como las del Antiguo Egipto, el Japón imperial o las culturas precolombinas, en las cuales tuvo diferentes funciones, incluida la de distinguir grupos de personas, como delincuentes, esclavos y prisioneros.

Una de las evidencias más antiguas de tatuajes en momias se encontró en una perteneciente a la cultura Chinchorro, comunidad de pescadores en la costa de Chile, consistente en un bigote delgado sobre el labio superior de un hombre adulto del año 2 000 antes de Cristo.

En 1991 fue descubierta una momia neolítica dentro de un glaciar de los Alpes de Ötztal, con 57 dibujos en la espalda. Durante varias etapas, como la Edad Media, fueron prohibidos, por ser considerados  mutilaciones al cuerpo heredado por Dios.

Cada uno es logrado mediante la modificación permanente del color de la piel, con agujas u otros utensilios que inyectan tinta y más pigmentos bajo la epidermis.

Según investigaciones, el 36 % de los ciudadanos de Estados Unidos, entre 18 y 25 años de edad, posee alguna parte de su cuerpo marcada de la manera señalada, y la cantidad aumenta entre los de 26 y 40. En Europa, al menos cien millones de pobladores los exhiben.

Especialistas explican que las tintas utilizadas suelen provenir de metales, como mercurio, plomo, titanio, cadmio, níquel, cobre, hierro y zinc, todos potencialmente tóxicos en altas dosis.

Agregan que, cuando el «tatuador» las inyecta, el organismo genera una respuesta consistente en enviar glóbulos blancos para limpiar la zona, y durante ese proceso son eliminadas varias partículas, pero otras permanecen atrapadas en el tejido conjuntivo.

Aseguran que esa práctica agresiva al organismo puede provocar infecciones bacterianas, fúngicas y víricas; irritaciones temporales y reacciones alérgicas que podrían convertirse en crónicas; intoxicaciones dérmicas; quemaduras inusuales y sarpullidos en esa parte del cuerpo si recibe luz solar durante un tiempo mínimamente prolongado.

Otros elementos desfavorables son que el tatuaje puede ocultar enfermedades dérmicas graves y dificultar pruebas médicas, por tener en el sitio del dibujo o frase una conductividad eléctrica como resultado de la concentración de metales. A todo eso se suman otros riesgos relacionados con el empleo de las agujas, la posible falta de higiene, tintas inadecuadas y otros aspectos.

Marcar el cuerpo para siempre jamás debe ser cuestión de juego ni impulso. Tal vez, después de varios años la mariposa sobre la piel ya no favorezca el vuelo de la imaginación o el nombre del amado constituya un mal recuerdo, nada de lo cual podrá ser borrado, como con una goma, sin dejar huellas. Lo peor es lacerar la salud.

Cada decisión representa un paso en el camino de la vida, donde lo más hermoso, las mejores pinturas, colores y obras, radican en el alma, en los gestos llenos de amor y bondad.

Tomado del blog Cuba en Fotos

Monumento ecuestre de José Martí en el Parque 13 de Marzo (+ Fotos )

Reproducción fiel, exacta y única de ese monumento ecuestre del Apóstol, cuyo original está en El Parque Central de Nueva York. Ubicada en el Parque 13 de Marzo del Centro Histórico de La Habana. Escultura de la artista estadounidense Anna Hyatt. Fotos: Roberto Suárez 

Ayuden al mediocre

Tomado del blog El adversario cubano

Por: Raúl  Capote

Una persona inteligente se recupera pronto  de  un fracaso.  Una persona mediocre jamás se recupera de  un éxito   (Séneca)

Recuerdo que en los años 90 del pasado siglo, se le atribuía a Mijail Gorbachov, la siguiente frase AYUDEN A LOS TALENTOS QUE LOS MEDIOCRES LLEGAN SOLOS, no he encontrado ninguna fuente escrita que confirme esa autoría, pero si algunas orales fidedignas y creíbles. Pienso que debe haberla dicho inspirado en su propia trayectoria y experiencia. la frase tiene su cosa, para decirlo en buen cubano.

Cabría preguntarse ¿A dónde es que llegan? edican un gran esfuerzo a cerrarle el paso a los demás, conozco varios ejemplos, que el mediocre vive temiendo le derriben el castillo de naipes donde ha refugiado su mediocridad, o que otro más astuto se apropie de su confortable estado de cosas, cargo, puesto, etc, es verdad, conozco unos cuantos ejemplos también, gente que pone su miedo mediocre, porque ni siquiera son capaces de sentir y vivir un miedo entero, auténtico, por encima de los intereses del centro donde laboran, de la organización o incluso del país.

Medias gentes, incapaces de sentir nada completo, temerosos de su flaqueza, que medran a la sombra de sus intereses personales, le temen a todo y a todos, ante el talento actúan con celeridad de serpientes, con perdón de las serpientes.

Pero el talento verdadero tiene luz propia, no necesita que le alumbren el camino, el talento verdadero y completo es revolucionario y audaz por naturaleza, su miedo y su audacia es completa, no se media ante nada, ni por nada, es justo, honorable, compasivo, solidario, entregado al deber.

Así que ayuden al mediocre, que el talento no aspira a llegar, ASPIRA A SERVIR.
Raúl Capote Fernández

De cómo me hice Leñadora: la culpa es de mis padres

tomado del blog Bitacora de Glenda

La culpa de todo la tienen mis padres. Boza chiflaba en el balcón con cada hit o carrera. Yo no solo imitaba la posición de sus labios, sino que con el tiempo aprendí a hacerlo. Luego mi madre me acompañó a cada juego de fin de semana, cuando regresaba de la universidad. Allí, sobre el banco de primera, nos colábamos en la peña del CIMEX, saludábamos a Joan Carlos en primera y también a los rivales.

Allí conocí a Los Gurriel, y mami “luchó” pelotas firmadas por los equipos de Santiago de Cuba, Sancti Spíritus, Guantánamo, Camagüey y Las Tunas. Mami tiene carisma para lograr lo que se propone, no hay dudas.

La culpa de todo la tienen mis padres. Por darme el dinero para aquel pulóver y gorras de Las Tunas que todavía conservo, cuando era fácil conseguir una chamarra con el equipo de tu preferencia.

Si lo soltaba desde mi casa, aquel pulóver iba solo al estadio. Allí, con mi muela de estudiante de periodismo, conocí a Pedroso, Osmani Urrutia, Hermidelio y mi amigo Henry. Jamás los traicioné, ni cuando nos gritaban “Palestinos” en el Cándido González de Camagüey.

Éramos dos o tres muchachitas y como 20 varones. Éramos el apoyo de los Leñadores en aquella temporada cuando clasificaron a play off por primera vez. El equipo salía fuera del dogout de primera antes del juego y nos daban merienda. Agradecimiento por el apoyo, o tal vez nos vieron cara de hambre, jeje.

Más de una vez Los Leñadores me dieron dolores de cabeza. Más de una vez estuve al borde del infarto, y los odié y maldecí, como hace uno con la gente que quiere bien, cuando nos hacen mal. Y más de una vez recibí improperios, insultos y burlas porque nunca he escondido que soy tunera, 100% Leñadora.

Acaban de ganar la semifinal con Industriales y yo acabo de quedarme sin saldo en el teléfono. Al no estar en el estadio, con mi gente tenía que compartir la alegría. He maldecido, he dicho malas palabras, he aplaudido y gritado en mi casa. En mi barrio deben odiarme o admirarme. Lo que sí sé es que a esta altura, ya todos en Santa Clara saben de dónde soy. Poco importa, nunca lo he escondido. Soy tunera y leñadora. La culpa de todo la tienen mis padres