Archive for: enero 2018

BUQUENQUE

Tomado del Blog La Bicicleta

Allá en mi barrio natal, Mangue Consuegra(o sin ella, que fue un tipo indigno de cualquier manera) era, para Benjamín Salatodo, lo que es hoy el Senador Marcos Rubio para el insoportable Donal Trump; es decir, un perfecto Buquenque usando un término bien cubano.

Benjamín tenía bastante dinero, fue garrotero durante largos años y esquilmó a numerosos vecinos gracias a lo cual amasó una fortuna nada despreciable, que le servía para comprar favores y agilizar trámites en aquellos lugares donde determinados funcionarios habían colgado el cartelito de: “Se vende” en el lugar en que antes exhibían el honorable letrero de la dignidad.

Mangue, también conocido como el “Guatacón Supremo” no se le despegaba mucho a su adorado paradigma, a pesar de que era evidente el desprecio que muchas veces recibía, como suele suceder en este tipo de relación interpersonal. No había un debate o una comparecencia pública de Benjamín, ya fuera en la Barbería de Clemente o en las Asambleas de Vecinos, donde Consuegra no metiera la cuchara para apoyarlo ciegamente, haciendo constantemente el ridículo. En una ocasión Salatodo la emprendió con la enfermera del consultorio del Médico de la Familia, por la útil insistencia de esta última en favor de que las hijas del susodicho se realizaran la prueba citológica (que es en Cuba parte de un programa gratuito de prevención del cáncer, como muchos otros que el estado promueve), pues el hombre le vociferó una sarta de estupideces y allá fue Mangue a respaldarlo, con su ignorancia supina: NO SEÑORITA, ACÁ EL COMPAñERO TIENE RAZÓN, NO SE PUEDE OBLIGAR A LA GENTE, NI ELLAS SE LO HARÁN NI YO TAMPOCO, PARA QUE NI ME INSISTA.

En otra ocasión que se recuerda con notoriedad, el Guatacón se quedó dormido en medio de un debate que se sostenía ante las quejas vertidas por Benjamín en contra de los perritos que algunos muchachos del barrio criaban y que de vez en cuando se colaban en el patio del garrotero, Mangue había querido hablar dos o tres veces, con seguridad para respaldar al quejoso, pero al no dársele la palabra cayó en brazos de Morfeo y luego despertó con ese susto que provoca saberse dormido en plena reunión, de inmediato e impulsado por su manía guatacona, desembuchó la idea que había maquinado sobre la solución con los perros que molestaban a Salatodo: QUÉ LOS ENVENENEN, QUÉ LOS AVENENEN A TODOS, SON UN ASCO Y UNA MOLESTIA EN LA COLAS Y EN EL PARQUE. Los presentes casi lo matan, si tenemos en cuenta que al despertar ya no se hablaba de los canes, sino de los jubilados.

Cuando Mangue enfermó y entró en desgracia, fueron los vecinos más humildes los que le tendieron la mano, Benjamín nunca pasó a visitarlo, típico de gente poderosa a quienes solo le sirves cuando le sirves.

EL VENENO DE LA DOBLE MORAL

Tomado del blog La bicicleta

Los errores, las equivocaciones y las meteduras de pata, como decimos los cubanos,  de las cuales de alguna forma nos lamentamos, son, según reza una sentencia popular: “cuestiones humanas”. Todos de una manera o de otra cometemos deslices, cargamos esas (grandes o pequeñas) cruces por el resto de la vida y debemos lidiar con la compleja disyuntiva de ignorar los yerros propios, justificando su aparición, o reconocerlos, sacar la patica del fanguero  y atenuar el lío con una buena dosis de sinceridad y arrepentimiento.

Nos es cuestión nada fácil eso de hacernos la autocrítica y asumir que la “maldita culpa” tiene efectivamente un dueño y que ese podemos ser nosotros mismos y si el reconocimiento amerita ser en público, pues mucho peor, porque entonces nos duele como la piedra en el zapato; es tan incómodo como un trámite para vender tu casa o más lacerante que la recepcionista que no te contesta tus “Buenos Días” en la entrada de tu Empresa.

Sin embargo, los tiempos actuales reclaman trasparencia y solo podremos fomentar la confianza colectiva si las banderas de la sinceridad ocupan los mástiles donde muchas veces ondean los pabellones de la doble moral. En mi barrio recuerdo a YAGRUMA, que así le decían por aquellos de las dos caras en las hojas de ese árbol, el tipo se especializó en el asunto , se hizo célebre por su supuesto combate frontal a casi todo y a casi todos, hasta que los muchachos de la barriada descubrieron que visitaba de madrugada la casa de Chichita, condenada por él dadas sus libertades amatorias, y además luego se supo que agregaba un “poquitín” de agua a la leche que vendía su hijo y practicaba la enfermería inyectando el preciado líquido a los pollitos, que luego de congelados,  los daba a su sobrina para venderlos un poco más pesaditos  de lo común.

El susodicho me recuerda que en materia de política internacional las plantaciones de Yagrumas están bastante florecientes e incluso, por acá, dentro de nuestra propia isla, tenemos algunos buenos ejemplares, muy diestros en eso de poner una carita “blanca”  para meterle caña a la Revolución y otra carita “verde” muy sonriente cuando agarran los billeticos de ese mismo color.

Decir, sin sentir lo que se dice como una verdad o un precepto, es el peor de los venenos en las relaciones humanas y si ese discurso hueco lleva como objetivo convencer a otros o sumarlos a una acción común, el daño es entonces de proporciones enormes, pues la mentira con su pata coja, termina por dejar sus máscaras y las secuelas de desengaños y resquemores labran una profunda grieta en el muro de las confianzas necesarias.

Para no tener que amarrar a Milor

Por estos días, como se hace en muchos lugares del mundo, los padres buscan qué regalarles a los niños por el Día de Reyes, ya sea para colocarlo en el arbolito o, a la versión cubana, debajo de la cama. Mi abuela me cuenta de su época infantil, cuando ella le preguntaba a su padre el por qué de que a ellos los reyes les traían juguetes y a otros niños no. Él le respondía: “yo amarro a Milor –el perro de la familia– y ellos no”; menuda manera de esconder las diferencias sociales.

Aunque no defiendo la celebración del Día de Reyes, pues es una costumbre burguesa que nada tiene que ver con lo cubano, con lo nacional, y qué en algún momento se extinguió porque comprendimos que eran rezagos del pasado, creo que, más allá de lo Reyes Magos, debemos defender el derecho de nuestros niños a jugar.

Sin embargo, dentro de poco muchos padres tendrán que inventar historias parecidas a la del perrito, porque hasta los mismísimos Melchor, Baltasar y Gaspar quedarían azorados con los precios de los juguetes en las Tiendas Recaudadoras de Divisas, o en una de Cimex, sin muchas otras opciones. Magos y reyes tienen que ser los padres para llegarles a los que están hoy a la venta, con un precio promedio superior a los 8 CUC.

La respuesta a esos precios la dio, hace siete meses, Julio Vázquez Martínez, director de Ventas de Cimex, a Juventud Rebelde: “Hoy Cimex no apuesta por los llamados juguetes de Todo por un precio, especialmente los de un CUC, por su baja calidad. Está dirigiendo las compras a artículos de más variedad y durabilidad, aunque cuesten un poco más”, al parecer esa política de importación olvida que el salario medio en Cuba es de 500 pesos y se hace en extremo complicado abonar el 40% o más para comprar un juguete; debieran ofertarse, el año entero, tanto el juguete caro como el juguete de un dólar también, porque con lo que compras uno de los actuales, antes comprabas diez.

Por el bien de nuestros niños, y las familias del futuro, urge un mercado de juguetes con una mejor factura, que sean mucho más sencillos y estén al alcance de los salarios. Una suiza, un trompo, una pelota, un juego de yaquis no llevan de inversiones millonarias e incluso hasta pudieran hacerse dentro de Cuba.

En una investigación realizada por la Comisión de Atención a la Niñez, la Adolescencia y la Juventud del Parlamento Cubano trascendió que la red de tiendas basa sus importaciones en productos que no estimulen la violencia, el amor al dinero, las diferencias raciales y que no representen la sociedad de consumo. Sería bueno preguntarles entonces a quienes deciden lo que se importa: qué valores reproducen los super hérores de la Marvel como Hulk, ahora mismo a la venta en las tiendas cubanas, o las barbies, casi siempre vestidas de manera extravagante y con una personalidad muy superficial.

No todos pueden ser los héroes e ídolos de la gran industria del entertainment, sería muy interesante ver compitiendo en igualdad de condiciones en los estantes de nuestras tiendas a Elpidio y a Palmiche, a Cacharro y a Chuncha, al Capitán Plin, a Guaso y Carburo, Cecilín y Coti, a Dany y el club de los verracos, entre otros que reproduzcan nuestros valores y no los antivalores del consumo, con un referente cultural más cercano a lo nuestro. Obviamente se necesita que exista un respaldo entre la producción de animados y la de juguetes, de lo contrario sería por gusto.
Cuán caro pudiera ser producir en la isla, con buena calidad, módulos para jugar a las casitas, máxime si sabemos la importancia que tiene en ambos sexos, durante las primeras edades de vida, los juegos de roles.

No por gusto la psicología resalta cómo el juego en general, y en particular el de roles, contribuye al bienestar emocional del niño, no sólo por el regocijo que le proporciona participar con sus compañeros en una actividad en la que ellos mismos puedan crear múltiples situaciones, sino también porque cuando asumen un rol y se insertan en esas situaciones imaginarias, van descubriendo el mundo de los adultos, satisfacen la necesidad de ser como ellos y de actuar con los objetos que aún no le son asequibles.

Hoy no tenemos una industria para la elaboración de esos productos, pero en los catres están, porque los particulares los fabrican, a lo mejor no con toda la terminación ni las medidas de seguridad pero se hacen, y hasta existen Cooperativas No Agropecuarias, como la matencera Decorarte con el proyecto Gabi & Sofi que apuesta a este mercado.

No obstante es necesario, a nivel estatal, reanimar a mediano plazo, la industria de juguetes en Cuba lo que traería un favorable abaratamiento de los precios, sin embargo esta cuestión no se tuvo en cuenta en el Plan de Desarrollo hasta el 2030, y aquí, por muy simple que parezca, nos estamos jugando, no solo incentivar el crecimiento poblacional, sino la educación en valores de nuestros niños. Es muy difícil que alguien pretenda tener más de dos niños si piensa que un día como hoy tendrá que comprar tres juguetes que por lo menos les saldrán en más de 20 dólares.

Mientras esto llega los juguetes se siguen importando y se comercializan en pesos convertibles con precios solo compatibles con quienes tienen otra entrada más allá de su salario, no satisfacen el gusto infantil y mucho menos la necesaria función educativa que debieran tener. Los padres tendrán que seguir siendo magos y nuestros príncipes de hoy, reyes del mañana, seguirán sin fortuna.

Conrado Benítez en la memoria

Convertido en el primer mártir de la Campaña de Alfabetización, el joven matancero Conrado Benítez fue asesinado a solo 5 días de iniciada la heroica misión que llevaría la luz del conocimiento a los más recónditos parajes de la geografía cubana.
El joven matancero, con especial vocación por el magisterio, se unió en los primeros meses de 1960 al contingente de Maestros Voluntarios en la Escuela de Capacitación Pedagógica de Minas de Frío, en la Sierra Maestra. Allí se convirtió en educador y fue ubicado en las montañas de Santi Spíritus donde daba clases a niños y campesinos.
Tras el llamado hecho por el entonces Primer Ministro Fidel Castro Ruz, de masificar el conocimiento en el pueblo, Conrado Benítez, su suma a la Campaña de Alfabetización el 1 ro de enero de 1961.
5 días después una banda de alzados contrarrevolucionarios que operaban en la zona del Escambray donde estaba el joven maestro, apagaron su vida para siempre sin poder cumplir su cometido. Conrado contaba apenas 19 años de vida cuando fue asesinado, sin embargo conoció las bondades de la Revolución Cubana, se convirtió en maestro a pesar de ser negro y preceder de una humilde familia.
«Ese maestro, que murió cruelmente asesinado, no será una luz que se apague, será como una llama de patriotismo que se enciende». Así expresó Fidel en aquella época cuando se luchaba con fervor por mantener las conquistas alcanzadas. Ya transcurrieron 57 años de aquel acontecimiento que marcó al pueblo y quedó reflejado en el Himno de Alfabetización compuesto en su honor por el poeta y maestro comunista Raúl Ferrer:

Somos la brigada Conrado Benítez,
somos la vanguardia de la Revolución,
con el libro en alto juramos una meta,
llevar a toda Cuba la alfabetización.

El 22 de diciembre de 1961 Cuba fue proclamada Territorio Libre de Analfabetismo, se completó así el propósito de eliminar la ignorancia del pueblo, se alcanzó un nuevo triunfo para la Revolución, y se logró el sueño de los miles de alfabetizadores vinculados a la Campaña y de Conrado Benítez, el joven negro y humilde que fue asesinado el 5 de enero de ese mismo año.

FLOJERA IDENTITARIA

El primer contacto – que yo recuerde – con la transculturación, fue cuando estudiaba en la secundaria y descubrí un cartelito que decía: SE HECHA AIR colgado frente a la casa de Silvano el Ponchero, a pesar de que todos lo conocían por ASFIXIA debido a que muchas veces carecía justamente de AIR en su timbiriche cuando más lo necesitaban los ciclistas del barrio. Ese término (transculturación) que engloba –según el diccionario – “ la adopción por parte de un pueblo o grupo social de formas culturales de otro pueblo que sustituyen completa o parcialmente las formas propias” después fue dando síntomas más serios en diferentes espacios del terruño.

Mi abuelo decía: son unos pamplinosos, cada vez que afloraba una “flojera identitaria” de diversa naturaleza. El viejo se puso farruco, y con razón, cuando Yurkilendis la amiguita de su nieta, llegó a la casa con la banderita norteamericana dibujada en sus uñitas de cada mano, alegando que Mireya la manicura la había convencido para que se las dejara colocar asegurándole que esa era la moda del momento, mi abuela para apaciguar un poco el enfado propuso a la niña quitarlas con acetona y luego que se pusiera otras cosas, pero el abuelo lo único que agregó fue: A LA TAL MANICURA ESA, ES A QUIEN DEBIAN PASARLE UNA BUENA ESPONJA CON ACETONA POR EL CEREBRO.

Después vinieron otras anécdotas bastante notables en la barriada, de casos y cosas donde se percibía ese afán de ponderar lo extranjero a toda costa. Chuchito el hijo de Andrés se convirtió en un fan desenfrenado a los tatuajes, pero con un mal gusto de leyenda, lo mismo se colocaba una frase de un sabio Indio que la lista de los ganadores en los Grammy Latinos, pero el texto debía ser de otras latitudes. El colmo fue que le exigió a “Pedro LA AGUJA” el tatuador, algo en letras chinas, justamente encima de sus partes viriles que era ya el único espacio libre en su epidermis, el pobre pedrito de ese idioma no conocía un pelo, le pidió que le trajera su propio texto en una hojita y Chuchito desesperado por concretar su deseo lo único que encontró así de pronto fue el estuche de una jeringuilla proveniente del país asiático, recortó el cartoncito y allá va eso, ahora el muchacho anda muy orondo con sus caracteres chinos y ojala nunca se quite el pantalón frente a alguna conocedora de ese idioma, porque no está bien eso de andar anunciado que esa parte del cuerpo es DESECHABLE.

Otros se rindieron ante lo ajeno de forma más peligrosa, renunciando incluso a reconocer lo positivo en cualquier producto u obra de factura nacional, si la cosa no era “de afuera” entonces poco valía, aun cuando la practica demostrara lo contrario. Tuvimos años (por suerte creo que superados) donde hasta los nombres dejaron de ser criollos, lo cual no significa que aquellos muchachos , los hermanos González a quienes les afincaron los nombrecitos de ONEDOLLAR y USNAVY , no tengan que vivir apenados por semejante aberración.