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LAS FORMAS ÚTILES DE LA LOCURA

Tomado del blog Cine Cubano La pupila Insomne

 

 

Aprendí tarde que la locura no es lo contrario de lo razonable, sino otro de los atajos a través de los cuales se puede llegar a lo que nos libera.

No recuerdo ningún maestro que en mi infancia me hablara bien de la locura. Al contrario, me educaron para que todo en mi vida tuviese un orden férreo, una armonía preestablecida, a imagen y semejanza de lo que mis padres, con su buena fe, deseaban para mí: un mundo armónico, luminoso, que ahora sabemos solo será posible habitar alguna vez en el más allá o en el más tarde.

Descubrir el mundo del arte fue mi bendición, porque para los artistas su creación no podría existir sin la apropiación sistemática de eso que Platón llamaba las formas útiles de la locura. Como apunta Hauser en Romanticismo y pérdida de la realidad: “Tanto el artista como el loco prefieren renunciar al mundo que a sus propios postulados e ideales”, y antes Aristóteles en la antigüedad: “Nunca hubo un ingenio grande sin un poco de locura”.

Algo pasó por el camino que la locura creativa terminó siendo satanizada, para convertirse en hegemónica la locura estéril, esa que a diario nos domestica y convierte en meros instrumentos de intereses casi siempre ajenos a nuestro mundo interior. El miedo a que nos tilden de locos por no compartir lo que sencillamente “el sentido común” disfraza de normalidad, ha terminado por mutilar la autenticidad de nuestro Yo verdadero.

Ahora solo nos queda el camino que María Zambrano proponía cuando hablaba de la urgencia de “una ciencia de la piedad”:

Saber tratar, sí, con lo diverso, con los distintos planos de la realidad que al ser armonía ha de ser múltiple. Saber tratar con lo cualitativamente diferente: tender puentes entre los abismos “existenciales”, que hoy se diría. Saber tratar con la mujer, el loco, el enfermo; saber tratar con el mundo que es siempre lo otro –el no-yo-. Saber tratar con lo sagrado, poniéndose una máscara cuando hace falta y callar a tiempo; saber de conjuros y exorcismos; poder descender a los infiernos una y otra vez, y hasta saber morir en vida todas las veces que haga falta. Saber tratar con los muertos y con sus sombras. Y sobre todo, sobre todo, saber tratar con lo otro en sentido inminente: El otro”.