Author: Rafael Cruz

¡Salvemos la Amazonia! ¡Salvemos el planeta!

Tomado del blog Cine Reverso

Por Red en Defensa de la Humanidad

“Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo”.
Fidel Castro Ruz

Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo
Río de Janeiro, 12 de junio de 1992

La Red En Defensa de la Humanidad se suma a la movilización mundial en protesta por el desastre ecológico que están produciendo los incendios en la Amazonia y en contra de las corporaciones transnacionales y los políticos directamente responsables de la catástrofe.

Como dijera Fidel hace 27 años, la especie humana “está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida”. Y añadía una categórica exhortación: “Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, cesen la insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño”.

En los últimos días, las extensas nubes de humo sobre la Amazonia constituyen una gravísima señal de alarma. Sin embargo, no puede verse como un hecho aislado. Su principal causa es el sistema capitalista y su concepción de crecimiento económico infinito que da prioridad a la producción y reproducción del capital en lugar de a la producción y reproducción de la vida. Lo que sucede hoy en la Amazonia, sucede también en vastas áreas en África y otras regiones del planeta.

Empresarios y políticos neoliberales, en su ambición desenfrenada en busca de mayores ganancias, no escuchan las crecientes e inquietantes advertencias de las instituciones científicas y de los defensores de la Amazonia, y emprenden y aprueban proyectos cada vez más agresivos sin tener en cuenta las consecuencias irreparables de su acción. Los intereses expansivos de las transnacionales mineras, petroleras, acuíferas, y del agronegocio, han encontrado un aliado incondicional en el actual gobierno neofascista de Brasil.

Bolsonaro ha venido promoviendo la deforestación de la Amazonia, el debilitamiento de todo control y fiscalización sobre las empresas, y la reducción de los fondos para la protección y conservación de la región. Ha convertido en una práctica la persecución de líderes y comunidades indígenas y campesinas que defienden sus derechos y sus territorios. Estos pueblos, con sus culturas, cosmovisiones y saberes milenarios, son los que mejor han defendido —y en muchos casos lo han garantizado al precio de sus vidas— la conservación de esta gran región como el mayor reservorio de biodiversidad del planeta, cuya pérdida o deterioro implicará un daño irreversible a la ya precaria salud de los ecosistemas a nivel global.

Ante estos hechos, la Red en Defensa de la Humanidad expresa su solidaridad con todos los pueblos originarios de nuestra Amazonia, víctimas de las políticas de despojo y de la más cruel violencia del capital transnacional, y denuncia la actitud del gobierno de Jair Bolsonaro, que además de propiciar el ecocidio, da la espalda a su gente, y solo después de veinte días de incendios anuncia, para enfrentarlo, la militarización de la región, lo que puede constituirse en un peligroso paso para propiciar el control de una zona geopolítica estratégica, a través del tutelaje internacional y la intervención directa de las transnacionales, escudados en una supuesta filantropía.

Es necesario recordar que la “ayuda” de otras naciones de sesgo imperial ante desastres similares, ha sido utilizada históricamente como pretexto para la intervención, la desestabilización y el saqueo, en lo cual las grandes potencias han contado siempre con las más diversas herramientas de dominación y, por supuesto, con la manipulación constante de la opinión pública. Debemos defender el principio de que si existe voluntad real de ayuda, esta debe encauzarse por la vía de los Estados y los organismos internacionales con pleno respeto a la soberanía.

Denunciamos la falsa moral de los países que han sido los mayores responsables de la crisis ecológica a nivel mundial (entre ellos los miembros del G7) y que expresan hoy su preocupación por la Amazonia, obviando todo tipo de conexión entre los incendios y el desarrollismo capitalista. Son las transnacionales de estos mismos países las que se extienden por los reductos naturales del mundo en búsqueda de recursos de toda índole, tierras y fuentes de energía. Ninguna aparente polémica afecta al vínculo medular entre un gobierno neoliberal y entreguista como el de Bolsonaro, los poderes transnacionales y las grandes potencias. Apoyamos, en contraste, las acciones impulsadas por el gobierno del Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales Ayma, que ha demostrado un espíritu de unidad en la adversidad, y verdadera preocupación por enfrentar el incendio no solo en su país, sino en la región, y aplaudimos también el llamado realizado por su gobierno y el de la República Bolivariana de Venezuela para que se concreten acciones regionales que permitan abordar la emergencia con celeridad y eficacia.

La Red en Defensa de la Humanidad, haciéndose eco de las expresiones de preocupación y dolor ante la tragedia de muchas personas sensibles del planeta, exige al gobierno de Brasil que sean tomadas medidas urgentes para salvaguardar la vida de los pueblos y culturas que están en peligro hoy en la Amazonia. Con los incendios, están siendo privados, además, del sustento material y espiritual de su existencia. Cuando arde un árbol, siempre arde una casa.

Exhortamos al Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, a activar los recursos establecidos por los instrumentos normativos internacionales para garantizar de manera inmediata la protección de los más de 400 pueblos afectados y, a su vez, de la soberanía de los ocho países amazónicos. Instamos a promover denuncias ante la Corte Penal Internacional y otras instancias competentes de embestidas como estas contra el medio ambiente, que deben ser consideradas como crímenes contra la Humanidad.

Alentamos a trabajar en la impostergable articulación de plataformas populares en un frente de acción común y coordinada ante los desastres ecológicos y sociales, que permita una comunicación alternativa, veraz, certera y oportuna, al tiempo que convocamos a revelar y difundir con énfasis la conexión causal existente entre el sistema capitalista y la debacle ambiental que estamos presenciando. Esto hace imprescindible enlazar las luchas anticapitalistas y la de los movimientos ambientales en defensa de la Amazonia y de otras zonas del planeta.

Convocamos a realizar actividades en todos nuestros países, movilizaciones populares, plantones, marchas, mítines y denuncias a través de las redes sociales, o lo que es lo mismo, a utilizar toda posible tribuna para mostrar este crimen contra la naturaleza, acusar a sus responsables y advertir sobre el peligro de que el impacto mediático que ha tenido esta tragedia sea utilizado por las grandes potencias imperialistas para  intervenir en la Amazonia y consolidar y legitimar el despojo de manera concertada con autoridades venales.

Hacemos un llamado, además, a la transformación de nuestras lógicas de consumo y contra la contaminación y degradación ambiental que estas producen, vinculadas al modo de producción capitalista y su inviable paradigma civilizatorio.

¡Salvemos la Amazonia! ¡Salvemos el planeta! Como dijera Fidel en 1992: “Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo”.

Tomado de: https://redh-cuba.org

Las nuevas superficies del cine cubano

Tomado del blog: Cine Cubano, la Pupila Insomne

Publicado por Juan Antonio García Borrero

“Santa y Andrés” (2016), de Carlos Lechuga

Me ha encantado lo que acaba de revelar Carlos Lechuga en su conversatorio con Michel Hernández, a propósito de la que será su tercera película: “Vicenta B. es la historia de una mujer que está aprendiendo a conocerse”.

No, no abundan en nuestro cine personajes que se impongan el imperativo socrático del auto-reconocimiento. Por lo general encuentro personajes muy seguros de sí mismos, que en su relación con el medio dejan a un lado la oportunidad de compartir incertidumbres, para en todo caso imponer verdades propias, y responsabilizar siempre a “los otros” de su suerte.

Desde luego, esto es un reflejo de lo que sería el modo hegemónico de comportarnos en lo público, donde la construcción de un adversario carente de nombres propios o matices, funciona a la perfección en las batallas colectivas, esas donde es más fácil satanizar a un enemigo difuso que pormenorizar en el análisis del orden de las cosas que nos atañe.

Otro de los buenos momentos que tiene la entrevista es esa donde Lechuga habla sobre su censurado filme Santa y Andrés, y dice: “Creo que el paso del tiempo le dará al filme el lugar y la importancia que se merece. A lo mejor de aquí a diez años ya nadie se va a acordar de ella, o la propia obra dejará de emocionar. No sé. Lo que me llevó a filmar un guion como ese, fue que mi olfato de guionista me dijo que tenía una buena historia entre manos”.

Cuando en su momento escribí sobre el filme traté de resaltar lo que de algún modo me sigue pareciendo más estimulante: su capacidad para demostrarnos que el abrazo que se regalan Santa y Andrés al final (tan parecido a aquel en el que se funden Diego y David en Fresa y chocolate) siempre tendrá más fijador que el odio de quienes se empeñan en anular a su contrario. No sé si los censores habrán captado ya que esa no era una película sobre los represores de la historia, sino sobre dos personajes que al inicio no conciben ver nada común en sus respectivos horizontes, y terminan abrazados por razones cívicas: de algún modo, Santa también es otra mujer que estaba aprendiendo a conocerse.

Lo otro interesante de la entrevista es el punto de vista de Lechuga sobre el llamado “cine independiente cubano”. Dice:

Cuando se habla de cine independiente nos referimos a todas aquellas películas que, de una manera u otra, se realizan al margen de los circuitos de producción habituales. Al principio esta denominación se refería a las películas norteamericanas que rechazaban el modo de producción de Hollywood. Pero luego esto se amplió y ya se puede hablar de un cine independiente argentino, rumano, cubano…”.

Debo confesar que como investigador del cine cubano cada vez me siento menos estimulado a seguir apelando a ese tipo de cartografía interesada en establecer perímetros. Creo que es hora de comenzar a pensar el audiovisual realizados por cubanos de un modo diferente, teniendo en cuenta la perspectiva nacional, pero también el carácter transnacional que desde un principio tuvo esta práctica cultural: pensemos en ese francés de apellido Veyre que llegó desde México con la tecnología de los Lumiere en las maletas para filmar un simulacro de incendio a pedido de una española, mientras casi al mismo tiempo la gente de Edison preparaba la intervención bélica de Estados Unidos en Cuba construyendo combates de mentiras en habitaciones remotas…

Cuando uno comienza a pensar la Historia del cine cubano desde la perspectiva transnacional, lo del cine independiente se complica aún más, en tanto se multiplican de modo imprevisto sus superficies. Pondré un ejemplo de películas cubanas independientes que hasta ahora no han sido pensadas como parte de esa narrativa que en el fondo sigue reciclando, aunque desde lo negativo, el mapa icaicentrista: hablo de las películas realizadas por los cubanos exiliados que en los setenta formaron parte del Centro Cultural Cubano de Nueva York, e hicieron cintas como Guaguasí (1978), de Jorge Ulla, El super (1979), de León Ichaso y Orlando Jiménez Leal, Los gusanos (1980), de Camilo Vila, o Amigos (1985), de Iván Acosta.

No estoy hablando ahora de la posible calidad estética de esos filmes, o el marcado contenido anticomunista de las mismas, sino de las historias de vida que tendrían que rastrearse detrás de esas tramas que pudiéramos apreciar durante una hora y media en pantalla, y donde vamos a encontrar cubanos que finalmente hicieron sus películas con casi todo en su contra: la cultura del país que los acogió, el mercado indiferente a estos asuntos demasiado domésticos, el espíritu de una época que identificaba la calidad cinematográfica del cine cubano solo con lo que producía el ICAIC.

Ahora parece fácil (es solo un decir) armar una película al margen del Estado cubano, apelando a todas esas herramientas que van brindando los nuevos tiempos, y que incluye la multiplicación de festivales y espacios donde el cine independiente puede encontrar maneras de (re)producirse y proyectarse, pero trato de imaginar algo así en aquellos tiempos, y más allá de los resultados artísticos o el contenido ideológico, se me antoja un verdadero milagro que esas películas terminaran existiendo.

Por eso es que me gusta pensar en el cine independiente (sea el cubano o el noruego), más como una cuestión de actitud ante la vida que en términos políticos o económicos, aunque obviamente, también esos vectores tienen que ser tomados en cuenta. Por eso creo que puede existir mucha independencia en alguien que, dentro de la industria, se propone romper con los modelos clásicos de representación: serán los menos, pero por eso mismo les llaman independientes.

Escribo esto sabiendo que no es lo mismo hacer una película independiente que escribir, como ahora pretendo hacerlo yo en el blog, de forma independiente. El bloguero tiene la ventaja de escribir lo que entienda, porque para eso es un espacio personal; el cineasta puede rodearse de personas que, como él, quiera construirse un mundo propio, pero si aspira a que el público vea sus películas necesita los permisos de los Estados.

Ni las películas independientes ni lo que escriban un grupo de blogueros en Internet van a cambiar de por sí la realidad. Pero sirve para que los involucrados en estas acciones cambien en lo personal, y aprendan a concederle un mayor valor a la independencia.

A mí siempre me gusta recordar el deslumbramiento que provocó en mí este consejo de Nietzsche, con Zaratustra como vocero: “¡No debes dejar que te den un derecho que tú eres capaz de conquistar!”.

A partir de aquella lectura, decidí empezar a vivir de modo independiente con mi blog. Y espero seguir así, hasta que la muerte nos separe.

Juan Antonio García Borrero

Debatir en Revolución, una mirada joven a la Cuba de hoy

Tomado del blog: Mira (joven) Cuba

Publicado por Yasel Toledo Garnache

El libro Debatir en Revolución, otras formas de hacer, otros modos de ser, sugerente desde su título, es un texto necesario en la actualidad cubana, como lupa joven que mira y analiza la realidad de un país en el centro de disparos verbales, económicos y políticos desde el exterior, una nación que en medio de la guerra cultural global constituye también símbolo de resistencia y dignidad, apenas a 90 millas del mayor imperio de la historia.

Su autor, Yosvany Montano Garrido, un muchacho de 28 años de edad, miembro de la Asociación Hermanos Saíz, ensayista y profesor en el Instituto Superior de Arte, en La Habana, habla con pasión sobre desafíos actuales y la pertinencia de la constante renovación de las maneras de dialogar y construir en colectivo para evitar la incomunicación.

Una introducción, titulada Escribir es servir, y nueve ensayos conforman el cuerpo de una obra de sinceridad y atrevimiento responsables, desde la conciencia de quien sufre y disfruta las particularidades de la Cuba de hoy, pero sobre todo trata de influir en los demás para avivar el deseo constante de una transformación revolucionaria, con fidelidad a las esencias. Esos aspectos resultan esenciales para asegurar la perdurabilidad del alma cubana, con todos sus colores y éxitos.

Cuando uno lee Debatir…, conformado por 115 páginas, siente una voz joven, inquieta y osada, que se expresa con rara mezcla de impulso y madurez, como reflejo del pensar y sentir de los hijos de este tiempo. Es interesante que, a la vez, transmite la confianza en las actuales generaciones de cubanos, en su misión de ser continuadoras y renovadoras de una obra inmensa, que rebasa los espacios físicos y de épocas, para adquirir una importancia sin dimensiones en el ámbito de las ideas y lo simbólico a nivel mundial.

El intelectual Abel Prieto, exministro de Cultura y actual director de la Oficina del Programa Martiano, expresó que deviene reflexión sobre temas esenciales que jamás deben estar trivializados. “Es una invitación a pensar en serio, con juicio, porque precisamente, los retrocesos éticos, culturales y educativos pueden poner en peligro a la Revolución. Realmente es muy curioso porque se trata de un libro de ensayo que entra de lleno en los debates más urgentes que necesita hoy nuestro país”, agregó el también escritor.

Para el ensayista e historiador Ernesto Limia, quien escribió el prólogo, el volumen es removedor de las rutinas gastadas. “La sinceridad con que se asumen los errores y la apuesta por rectificarlos sin mengua de los objetivos de independencia y justicia social de nuestro socialismo, constituyen una prueba más de que los jóvenes se tomaron en serio lo planteado por Fidel Castro: garantizar la continuidad de esta obra invicta, la Revolución cubana”, aseguró.

Con ensayos como Pedagogía de la verdad; Quitarle el polvo al marxismo; Rescatar talentos e inteligencias; ¿Seremos como el Che?; Ni diálogos sordos ni discursos de academia; El exilio de las humanidades; ¿Para qué sirven las vanguardias?; y El dilema de las subjetividades, este libro, publicado por la editorial Ocean Sur en 2018, tiene un espíritu provocador, elemento fundamental para la riqueza reflexiva más allá de las páginas.

Otro aspecto favorable es la relación que logra el autor entre las ideas de referentes de la pedagogía cubana como José de la Luz y Caballero y Enrique José Varona, con la necesidad de lograr mayor seducción y profundidad en las clases de hoy. Licenciado en Marxismo-Leninismo e Historia, el autor asegura que “cuatro siglos después de que fueran colocados los primeros adoquines en el camino del magisterio cubano, debemos provocar para debatir”.

Luego, hace preguntas, como: “¿Es comunicativa, es crítica, es transformadora nuestra enseñanza? y ¿Fracasa el alumno o fracasa la sociedad, por consiguiente, también sus valores? Montano lleva a las letras esa forma de ser problematizadora y comprometida, que lo caracteriza como joven que sueña y hace por su
país.

Los ensayos de la obra no son discursos fragmentados, sino componentes de un ser de papel, cual organismo vivo, que puede servir mucho para reflexionar en nuestras universidades y otros centros educacionales.

Henry Reeves “El Inglesito”, ejemplo de libertador

Tomado del blog: Cienfuegos Patrimonio

por: Sadiel Batista Díaz

Henry Reeves “El Inglesito”, fue uno de esos ejemplos de hombres que lo dieron todo por sus ideas de libertad, en este caso por la libertad de otros pueblos diferentes al norteamericano.

Un día como hoy, el 4 de Agosto 1876, cayó en desigual combate en la zona cienfueguera de Yaguaramas frente a las tropas colonialistas el brigadier del Ejército Libertador Henry Reeves, El Inglesito, internacionalista nacido en los Estados Unidos.

Este joven norteamericano a los diecinueve años dejó Brooklyn, Estados Unidos, para unirse a la causa emancipadora cubana y convertirse en general de brigada del Ejército Libertador.

Fue reconocido en Camagüey por el sobrenombre de Enrique el americano, pero en el resto de Cuba, tanto cubanos como españoles, lo conocieron como El inglesito. Se le adjudica haber participado en unas 400 acciones combativas, de las que en 10 resultó herido y se le reconoce haber participado en el rescate del General de Brigada Julio Sanguily.

Siendo joven abandonó secretamente su hogar y se involucró en la expedición del Vapor Perrit, al mando del general norteamericano Thomas Jordan, muy identificado con los anhelos de emancipación de los cubanos. Aprendió el idioma español auxiliándose de un ejemplar incompleto de “Don Quijote de la Mancha” confiscado en un asalto.

Entre los combates de 1876 donde participó se encuentran los de Aguacate, Guanal Grande, Zacatecas y río Hanábana, donde fue herido. Atacó a más de 50 ingenios. Aparecía y desaparecía para pavor de los españoles.

Cuando Reeve desplegaba una importante campaña entre los territorios de Colón y Cienfuegos en agosto de 1876, supo que en las cercanías del poblado de Yaguaramas estaba el enemigo.

Con la impetuosidad que lo distinguía el brigadier Reeve salió a su encuentro y cargó al frente de su tropa. Era 4 de agosto y en desigual combate, ordenó la retirada, y mientras cubría a su tropa recibió primero una herida en el pecho y después otra en la ingle.

Derribado del caballo, recibió otra en el hombro y cuando el enemigo mató su caballo sin el cual no podía valerse, su ayudante le ofreció otra bestia pero la rechazó ordenándole que se retirara porque lo iban a matar, y siguió defendiéndose con un machete en la mano y en la otra un revólver hasta que, agotadas las fuerzas y las municiones, se dio un tiro en la sien para no caer vivo en manos del enemigo.

Al morir contaba con 26 años de edad de los que dedicó siete de su juventud a la causa de la libertad de Cuba.

Directo a la Historia Natural de la infamia

Tomado del blog: PostCuba

Tomado del Facebook de Carlos Aristides Luque.

Y podríamos recordar a Martí: «La colonia continuaba viviendo en la república…»

Esta que comparto es una respuesta de Ernesto Estévez Rams que merece ser compartida y conocida a las tesis que Alina B. López Hernández, en La Joven Cuba, infama sobre lo que en Cuba existía antes del 59. Digo infama, recordando a las concepciones que merecen aparecer en La Historia Universal de la Infamia borgeana.

Notorio es que existe una corriente “historiográfica”, a la que suma esta autora, que se afana por presentar una imagen meliorativa, edulcorada y embellecida, de la república neocolonial. No es casualidad, sino coherencia ideológica, cosmovisiva, que esa mirada, a más de ir a contrapelo de la historia conocida, como lo demuestra Rams en su comentario, se corresponda con la óptica reaccionaria conque en particular esta autora, aborda múltiples aspectos de la Revolución y sus procesos actuales. Ahora arroja luz, retrospectivamente, sobre las concepciones que en última instancia sostienen las ideas de esta doctora…

Aquí el comentario de Ernesto Estévez Rams..

¿Es República Burguesa el mejor nombre para la República pre-revolucionaria?

Arquetipos de repúblicas burguesas son por supuesto la francesa y la norteamericana, también la italiana. Arquetipo de estados burgueses la inglesa aun siendo monarquía. Para la cubana a mí se me ocurren mejores calificativos que Alina parece considerar que se ensañan en ella. Si empezamos por entender a la República por su realidad como Estado, entonces con la Enmienda Platt neocolonia era y también mediatizada, así mismo lo reconoció el interventor norteamericano que dijo que luego del engendro legal, poco o nada quedaba de independencia. Pero no solo él, si de poetas se trata yo recuerdo a Bonifacio.

Cinco clausulas tenía la Enmienda que conviene recordarlas para aquilatar si éramos república burguesa o neocolonial: Los gobiernos cubanos no podían celebrar tratado alguno con otro país si este no era aprobado por el gobierno de los EE.UU; los gobiernos cubanos no eran libres de contraer deudas públicas si EE.UU considera que tal deuda rebasaba la capacidad rentística del país; EE.UU tenía derecho a intervenir militarmente en Cuba si consideraba que se requería para mantener un gobierno “estable” y “proteger vidas”, propiedades y “libertad individual” todo a discreción de la potencia norteña; los gobiernos cubanos quedaban sujetos a cumplir lo establecido en el tratado de París, tratado en cuya negociación las fuerzas mambisas fueron excluidas y además debían respetar todo lo decidido por el gobierno interventor y por último, EE.UU tenía derecho a establecer bases militares en Cuba según su consideración.

Sobre el engendro vale recordar lo que dijo Juan Gualberto, quizás ensañándose a criterio de Alina: “Consignar en un tratado la facultad para que los Estados Unidos intervengan en esta Isla para proteger la vida, la propiedad individual, es lo mismo que deshonrar antes que nazcan a todos los gobiernos cubanos”. El interventor organizó la nefasta guardia rural a imagen de su propio país.

Necolonia nació y necolonia se mantuvo aun después de derogada la Enmienda.

El primer presidente de nuestra República fue ciudadano norteamericano, Estrada Palma, personaje funesto, anexionista mal disimulado en cuyo gabinete no nombró ni a un solo combatiente de la manigua y lo lleno de autonomistas reciclados. Que no dudó en llamar al amo interventor, cuando José Miguel Gómez le amenazo el gobierno y el “honrado” presidente, como gustan llamarlo algunos, le dio un soborno de 300 000 pesos tomados de los fondos públicos al cónsul yanqui Steinhart para que le apoyara. Y entonces llego Magoon, el mago que hizo endémica la corrupción en este país. Corrupción que siguió bailando cada vez más seguro de sí mismo con José Miguel y Menocal. A Zayas le impusieron al general Crowder, llegado como Procónsul de la isla con Menocal y que recorría el país de punta a cabo dando órdenes, quitando y poniendo funcionarios y dictando como debía comportarse el gobierno de Cuba.

Crowder liquidó la banca cubana a favor de los bancos norteamericanos. Tal era la dependencia de Zayas de lo que Crowder decidiera, que el nada izquierdista Manuel Márquez Sterling llamaba al gobierno del Chino, “el régimen plural”. Y Machado, ah! Machado, el que nos endeudo hasta el tuétano a los bancos newyorkinos. El tirano que ante la orden del Procónsul de turno Guggenheim de pagar a los bancos norteamericanos la deuda contraída, no dudo en matar de hambre al pueblo cubano a tal punto que nos rebelamos.

Luego de la caída de Machado y las componendas auspiciadas por Welles dentro del revolico de donde emergiera el malnacido de Batista, vino, el único intento tímido de una menguada burguesía nacional industrial de encauzar un proyecto propio de una república burguesa. Fracaso estrepitoso. Aquello termino como sabemos, bonche, corrupción y más dependencia económica y política a los Estados Unidos.

Si de la Constitución del 40 se trata, hablemos de como fue parida a contrapelo de los burgueses por las fuerzas más revolucionarias, en un contexto revuelto donde pesaba la necesidad de que el patio estuviera tranquilo cuando se luchaba contra los nazis en alianza con la URSS. Batista y luego los auténticos, hicieron la tarea de volverla papel mojado y mejor aún, hoy diríamos posverdad, para engatusar a los infelices del pueblo a que se ilusionaran que tenían un texto legal que les amparaba derechos.

Cuenta un periodista cercano a los gobernantes cubanos de la republica neocolonial, nada comunista y que se fue de Cuba con la Revolución, que cuando Batista le dio el golpe de Estado a Prío, lo primero que hizo este, al enterarse que Batista había tomado Columbia fue llamar al embajador yanqui a ver si era verdad que el general lo había derrocado. El embajador yanqui le dijo que si y que mejor empacara y se fuera.

Sería bueno que se leyera todo lo que Wifredo Lam dijera de esa República.

Nuestra República neocolonial no fue balance de sombras y luces sino una realidad maltrecha de traiciones, corrupciones y entreguismo, donde las muchas cosas que se hicieron en esa República, fue a pesar de su gobierno y su estructura estatal. Muchos cubanos honrados y patriotas construyeron conciencia dentro de ella, afianzaron y protegieron la idea de una patria justa, arrebataron derechos a los gobiernos serviles, establecieron instituciones culturales, defendieron la educación. Otros construyeron obras arquitectónicas perdurables lidiando con los robos de los fondos públicos. Mantuvieron la dignidad de las escuelas humildes mientras los fondos de la educación se usaban en botellas y enriquecían a los venales.

Pero ellos, muy a su pesar, no hicieron a la República como estado y mucho menos la hicieron burguesa, hicieron una obra colosal muy difícil, en un república neocolonial y mediatizada. Dentro de esa república germino otra vez el espíritu irreductible de los mejores cubanos empeñados en romperle el destino cruel. Y como de citar poemas se trata quizás vale la pena citar a Ruben Martinez Villena, otro que se ensañó en llamar a aquella Republica por su nombre: “ Hace falta una carga para matar bribones,//para acabar la obra de las revoluciones;//para vengar los muertos, que padecen ultraje,//para limpiar la costra tenaz del coloniaje”. Si, leyeron bien, Rubén dijo coloniaje.

Y hablando de las libertades que les garantizó a los cubanos esa república neocolonial, cuando no te asesinaban los sicarios de Machado, o el bonche y el pandillismo de los auténticos, o los esbirros de Batista, tenías el destino miserable de los campesinos que tan bien fotografiaron los jóvenes católicos, no los comunistas. Yo tengo además el testimonio vivo de mi padre que me cuenta como en su ciudad de Guantánamo, siendo negro, tenía que pasear alrededor del parque en un círculo que no se mezclara con los blancos. Y si te ponías soquete: ahí estaba la policía para darte una paliza, negro por no saber tu lugar. Bonita libertad garantizada. Tengo que contar otros ultrajes? Esa era la “libertad” que heredo mi padre y la que le fue dada a los negros que lucharon como mambises por la independencia.

Aquí no hubo república burguesa porque nuestra muenga burguesía a medias, nunca fue independiente para crear un estado y tener gobierno propio, siempre fue clase frustrada y mediocre obligada a servirle de palanganera a la burguesía norteamericana.

Y sería bueno también que se leyera el poema completo de Eliseo, demasiado largo para ponerlo aquí. Ese poema de 1949 que Alina cita. Completo, para entenderlo.

Tampoco es cierto que la historiografía después de la Revolución maltratase a la República.

Nunca se ha estudiado tanto y a tal profundidad esa etapa de la historia patria como después del triunfo de la Revolución. Docenas, sino más, de libros publicados sobre la república de sombras y pocas luces. Libros profundos, libros serios. Análisis en toda su complejidad. Libros sobre su economía, sobre su cultura, sobre su sociedad. Libros sobre cada una de sus décadas. Libros sobre sus personajes famosos, históricos, no tan famosos. Libros de sus geografías, de sus pueblos, ciudades. Libros sobre los campesinos, sobre las mujeres, sobre los negros. Hace décadas que en Cuba se ha superado el maniqueísmo de pintar a la republica pre-revolucionario con tintes solo negros. Y esos estudios ya permean la manera en que se enseña en nuestras escuelas y en la universidad. Le faltaríamos el respeto a Le Riverand, a Eusebio, a Rolando Rodríguez a tantos otros historiadores que se han empeñado por años en darnos un cuadro de la complejidad de nuestra república neocolonial.

Hoy conocemos a esa república neocolonial tan bien gracias a la obra que desde la Revolución tantos han hecho por rescatar sus memorias, lejos de los caminos simplificadores de los apologéticos o los denostadores.

Y luego está, como cosa menor, la tontería de decir que en Cuba se le ha tratado mejor al estalinismo que a la república neocolonial. Tontería porque en realidad en Cuba se ha analizado la república anterior con una profundidad tan abismalmente mayor que lo que nuestros historiadores, politólogos o políticos han tratado al estalinismo. En Cuba no se ha tratado mejor al estalinismo, más bien, se le ha tratado poco, que no es lo mismo y sin dudas es una deficiencia con necesidad de ser subsanada. Siempre será lógico que miremos más a nuestro pasado que al pasado de otros países. La afirmación gratuita en medio del texto, me recuerda al que pedorrea en un lugar público: pretende crear desasosiego con aire fétido, pero al final solo aire efímero y nunca viento que derribe y construya.

Aquí no hay imagen injusta que rescatar, ni nostalgia que celebrar. La república, neocolonial era y neocolonial fue hasta que la Revolución barrió las sombras y rescató las luces.

Ah! La república! mi padre me hablaba de joven tanto de esa república, mientras me enseñaba la medalla de la clandestinidad que se ganó por contribuir a echarla abajo!»