Author: Rafael Cruz

Las alturas que merece Martí

tomado del blog: Cine Reverso

José Martí, de José Delarra. Artista plástico cubano. Dibujo en tinta sobre cartulina.

Por José Alejandro Rodríguez

A más de medio siglo, aquella absurda maquinaria produciendo sin cesar bustos de nuestro José Martí, imagen emblemática del filme La Muerte de un burócrata de Tomás Gutiérrez Alea, desconcierta aún al espectador; y sugiere la tendencia a estandarizar con pura formalidad y reproducción extensiva, sin interpretación creadora, el legado inmenso de nuestro Héroe Nacional.

De ese estilo reduccionista y burocratizante no escapó cierto tratamiento propagandístico de la figura del Apóstol de la independencia, como panes y peces a repartir para todos por igual; en contraste con la honda e inacabable vindicación del complejo universo martiano por insignes políticos, historiadores y estudiosos de su huella.

Tal es la universalidad del pensamiento martiano, y tanto él habló y previó de todo: “del microbio a la nube”, que cualquiera se siente en el derecho de esgrimirlo sin conocerlo a fondo. Y lo utiliza de comodín de ocasión, lo mismo en un discurso, con frases entresacadas de contexto, que en una conversación barrial adjudicándole sentencias falsas como que robar un libro no es robar.

Una variante de esa tendencia, no dudo que, con la mejor intención, ha sido la multiplicación excesiva de sitiales con bustos de Martí en los más insólitos lugares públicos, como si el influjo de su obra y ejemplo se decretara per se con la figuración en piedra o yeso, y no requiriera de un largo cultivo, incorpóreo, en el alma nacional.

No hablo de los memoriales y monumentos relevantes, sitios de veneración, adónde siempre habrá que ir sin quitarnos el polvo del camino. No incluyo a los humildes bustos en las escuelas, de manera que siembren desde temprano el amor a José Julián. Lo que censuro es la ligera costumbre, casi que emulativa, de situar un Martí, muchas veces rústico e irreconocible, lo mismo al pie de una cafetería, que a la entrada de una oficina de trámites donde se hacen colas, o en los bajos de un edificio multifamiliar en plena acera.

Y muchas veces, esa clonación improvisada de su rostro en sitios públicos sufre impunemente la degradación del tiempo y del maltrato. He visto algunos bustos con la nariz o una oreja rotas, y permanecen así mucho tiempo. En algunos sitios, hasta se ha hecho costumbre sentarse o recostarse en la base del pedestal.

Pero lo más indignante son los sitiales cercanos a ventas de bebidas alcohólicas. Hace unos días, junto a un expendio de ese tipo en el complejo comercial del Mónaco, en la capital, un busto de Martí, aún rodeado de una reja de hierro, los bebedores de cerveza cercanos lanzaban las latas vacías al pie de tanta gloria, a la vista de todos.

No puede dejarse al libre albedrío la imagen del Héroe, luego de una Revolución que lo ha reivindicado tanto en su obra, y lo ha devuelto al patrimonio popular, repartiéndolo en la veneración como la luz que nos sostiene.

Ahora que se aprobó la Ley de Símbolos Nacionales, e imbuidos del respeto que merecen los sagrados emblemas de la Patria, urge un estudio a fondo por parte de la Comisión Nacional de Monumentos, de los sitiales dedicados a Martí y otros héroes y mártires.

Habrá que regular donde y en qué condiciones aledañas, debe situarse un memorial, por modesto y humilde que sea. Y en consonancia, eliminar los bustos improvisados, que no cumplan con los mínimos requisitos. Pero también urge penalizar con rigor el irrespeto a los rincones que honran la memoria de quienes lo dieron todo por Cuba.

No es fortuito que Celia Sánchez junto a su padre, en una acción reivindicativa del Martí que se desgastaba en aquella República, hubieran situado su busto en la cima del Pico Turquino. En las alturas siempre deberá perpetuarse Martí. En las alturas de la memoria y el corazón agradecido del pueblo cubano.

Hay que clonar muchos Pachango en Contramaestre

tomado del blog: Caracol de Agua

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com


Alfonso Gutiérrez González (Pachango), es uno de esos hombres de hablar torrencial, empieza y no termina nunca. Montando siempre el caballo local que no niega la raíz de donde viene, Contramaestre, municipio de oriente; guajiro por más señas, cultor de la guaracha, donde es famoso ya entre sus coterráneos, por dos números inolvidables que tienen sabor a Cuba: La Motorina y La Wi-fi.
En su cabeza musical, sus pachangadas, como gustan decir sus amigos, andan proyectos, anhelos, sueños; siempre con su contingente Juan Marinello y la Sociedad Cultural José Martí a cuestas, intentando salvar el río Contramaestre, proteger las cuevas de esta zona del oriente o cuidando la preservación del patrimonio intangible, como lo hizo del 10 al 14 de julio, al crear la I Jornada Entre Teclas y Armonías, dedicada a José Gutiérrez González (Cheo, Pipito), alias con los que era conocido su hermano, en el mundo musical de su tiempo.
Técnico medio en elaboración mecánica de la madera  Pachango quería estudiar Arquitectura y un día montó un tren y fue a dar a la escuela de Boyeros, en La Habana, pero la boleta estaba mal confeccionada y después de muchas tribulaciones, fue a dar a la Tomás Royo Valdés del municipio Batabanó, donde estudió técnico medio en elaboración mecánica de la madera.
Allí fue delegado al Congreso de la Federación Estudiantil de la Enseñanza Media (FEEM) de 1981, donde, por su cubanía proverbial, promovió que Fidel Castro picara el kake con el dedo, hecho que produjo sonrisas y ganó la admiración del Líder histórico por aquel joven de hablar rítmico, atropellado y con una jocosidad que no admitía rostros amargados.
En sus años habaneros (1979-1982) ganó amistades que aún lo acompañan, desde un Abel Acosta hasta un Felipe Pérez Roque. Los unía la música, los dicharachos, la picaresca a lo Fautino Oramas y los cuentos del folklor cubano, estilo Samuel Feijoo.
Al graduarse, tenía la disyuntiva de quedarse en La Habana o regresar a oriente, optó por lo último y dejó atrás un mundo donde podía haber llegado a ser un destacado dirigente juvenil.
Se estableció en Yara, provincia Granma, donde vivió seis meses y trabajó como profesor de literatura en una Facultad Obrero Campesina. Allí fundó el grupo Llamará, junto a varios amigos.
Decide regresar a Contramaestre en 1983.  Encontró un municipio con una vida cultural amenizada por agrupaciones aficionadas como Los Astros, la Típica Variación, Orbita 1 y el combo Nuevo Ritmo de Eloy Castellanos.
Empezó a trabajar en el establecimiento 104 Mario Silot, perteneciente a la Empresa Provincial Muebles del Hogar, atendiendo Control de la calidad.
A raíz de la muerte de Eloy Castellanos, dos integrantes de la orquesta Los Astros, lo invitaron en los primeros meses de 1984, a tocar el piano en la agrupación (“-¡aquello fue una locura!”), recuerda Pachango.
Se unió a un sueño, junto a hombres que la mayoría tenía un septo grado de escolaridad y cursaban el noveno en la Secundaria Obrero-Campesina.
Los Astros (una constelación de elegidos)  Decidieron llamarse Los Astros, porque en su contexto fundacional, creían ser los músicos elegidos de Contramaestre; así se veían desde su jovialidad provinciana.
Soñaron el Universo y tomaron el planeta Tierra.  Ganaron el Festival Nacional de Artistas Aficionados de 1984. Sentaron cátedra en el mundo musical cubano de Santiago, donde se esperaba el triunfo de Ricardo Leyva con el grupo Ruble Son. El jurado entendió que Los Astros cumplían con todos los parámetros del concurso, incluso se puso de pie y ovacionó la descarga del director Cheo Gutiérrez, que hacía unos meses había asumido la dirección.
Tuvieron 10 años de aficionados, donde fueron seleccionados mejor grupo representativo del sistema de casas de cultura de Cuba; participaron en 1985 en la Gala por el XXV aniversario de la creación del Movimiento de Artistas Aficionados. Invitados a la gala del Tercer Congreso del Partido Comunista de Cuba, en febrero de 1987.
A partir de 1989, se evalúan como profesionales. En su historia han grabado varios demos promocionales en la EGREM de Santiago de Cuba. Números antológicos han hecho historia en el gusto del público bailador, entre los que se encuentran, Eso que me pone mal, Canto a Ogum, Parrandero, Sacala telemá, El pintaó, Pato robado y Meneíto.   
Como agrupación, Los Astros surgieron un 14 de diciembre de 1979. Su primer director fue Meléndez, luego Cheo Pipito, Alexis Tamayo y en sus últimos años, nuevamente Cheo Gutiérrez.

En ese bregar, donde nada se le dio fácil, Pachango tocó piano, batería, bajo, percusión; era un utilero nato; donde hacía falta, ahí su genio, su fuerza para sobreponerse a lo imposible y hacerlo bien.
Cuando los Astros se apagan  Los Astros se apagan cuando se produce un cambio de nombre en 2015, por una decisión unilatateral de personas con criterios extra-artítiscos, que a espaldas de los integrantes,   registraron la orquesta en el Instituto de la Música con otro nombre: “La Gran Combinación”.
El 1 de octubre de 2016, el Centro Provincial de la Música en Santiago de Cuba informó superficialmente que la orquesta debía recesar por la mala comercialización de su producto; según algunos funcionarios, no conseguía vender su obra. La comunicación de la decisión se produjo vía telefónica.
A partir de esa fecha, Pachango lo apostó todo a la guaracha, siguiendo la picaresca de Faustino Oramas, Ñico Saquito y se convirtió en el guarachero insignia de este pueblo, defendiendo su creación con el Grupo Taburete, del cual es director. 
A ritmo de contingente  El contingente Juan Marinello surgió el 1 de octubre de 2001 en Contramaestre, por indicación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura. Asesoró metodológicamente al Movimiento de Artistas Aficionados. De sus canteras surgieron la mayoría de los músicos profesionales de Contramaestre.
El 27 de enero de 2008, su líder, Pachango, creó el “Encuentro de Contingentes” de las cinco provincias orientales. El 2 de febrero se realizó el gran evento regional, en el que participaron todas las manifestaciones artísticas de la cultura.
Por sus destacados resultados, el Contingente Juan Marinello fue declarado “Referencia Nacional”, el 5 de febrero de 2008 por el Ministerio de Cultura.
Bajo la dirección de Pachango, el Contingente realizó 9 ediciones del encuentro. En 2016 desaparece por falta de apoyo gubernamental.  
Entre Teclas y Armonías (Primera edición)  La Jornada Entre Teclas y Armonías empezó como una locura, según algunos funcionarios, que no admitían una temporada de música, donde se integrarán las raíces fundacionales que dieron lugar, a lo que hoy pudiera llamarse, “Cultura musical de este pueblo”.

Su primera edición corrobora que Contramaestre necesita muchos Pachango, con ganas, ideas y colaboradores inteligentes que apoyen sus proyectos, bien aterrizados y no tan idealistas como piensan sus detractores. Entre Teclas y Armonías lo confirmó.
Nunca antes en la historia de este municipio oriental, se habían unido folklor, tradición, religión, historia e identidad local, como componentes básicos del “Ser espiritual de Contramaestre”.
“La Ruta de los artistas” en el Cementerio de Maffo, fue otro de sus grandes aciertos. Saber nombres olvidados de esta parte de la geografía cubana, como Melba Mondejar, José Cañete, José Gutiérrez González (Cheo Pipito), Félix Griñan Berroa, Alicio Cárdena Despaigne, Rosa Gutiérrez González, Reinaldo Santana, Orlando Concepción Pérez, tiene un inmenso valor para la conservación de la memoria vinculada al patrimonio intangible.
La peregrinación desde el lugar donde nació Contramaestre el 5 de febrero de 1913 como asentamiento poblacional, es un hecho que también debe reconocerse.
Un gran acierto fue la ubicación de los conversatorios en la esquina del parque Jesús Rabí, donde todos los días se dan cita los personajes que más saben de hechos vinculados al surgimiento y evolución de Contramaestre como pueblo.
Incluir el componente religioso en el programa, con un altar de la Virgen de la Candelaria en la antigua Casa de la Trova, donde un antropólogo especializado en estudios de este tipo, disertaría ampliamente sobre la misma y su simbolismo en Contramaestre, fue una feliz genialidad de Pachango, porque no se puede negar esa raíz identitaria que nos acompaña; finalmente no pudo concretase por razones de organización.
Visitar en la comunidad El Manguito a Orlando Fajardo Fornaris, uno de los fundadores de la primera Banda de Concierto, fundada el 24 de diciembre de 1952, por el maestro, Miguel Milanés, arrancó lágrimas al vecindario de allí que no podía creer en un homenaje muy tardío, pero tan merecido, a un hombre que pertenece a la historia musical de este pueblo oriental.
La presentación cada noche en el parque Jesús Rabí de agrupaciones de primer nivel de Contramaestre, como Los Astros, Orbita 1, Bachata de Oriente, Taburete y Tradison, es una de esas pachangadas que merecen ovacionarse largamente, porque posiciona en el lugar más céntrico de la ciudad, lo genuinamente local.
Entre Teclas y Armonías (Convocatoria)  El domingo 14 de julio de 2019 se lanzó la convocatoria a la II Jornada Entre Teclas y Armonías. Su comité organizador acordó desarrollar este evento que privilegia la cultura e historia musical local, en el mes de julio de cada año; siempre dedicado a una figura del patrimonio intangible de Contramaestre.
También se hizo el lanzamiento del concurso “Cheo Gutiérrez in Memorian”, que premiará la mejor composición, arreglo musical e interpretación, de la música popular cubana.
Clonar muchos Pachangos es una urgencia
En la actualidad Pachango trabaja como promotor del sistema de casas de cultura en Contramaestre.
Entre sus méritos fundamentales sobresale la distinción de “Laureado por la Cultura Cubana” y la medalla Raúl Gómez García.
No logro explicarme, en la conclusión de este texto, como una persona como Alfonso Gutiérrez González no ha sido merecedor del Premio Memoria Viva. ¿Qué necesita para alcanzarlo?
La cultura en municipios como Contramaestre ganaría en calidad e impacto, si los funcionarios de la política cultural tuvieran la habilidad de clonar muchos Pachango y no dejar que la modorra localista niegue lo que con gracia, talento y liderazgo, pueden hacer personas como él.

Gibara y el alma quijotesca de su festival (+ Foto y video)

Tomado del blog: Mira Cuba (joven)

Yasel Toledo Garnache

Grandes del cine cubano en Festival de Gibara/Foto: Tomada del perfil en Facebook de Gabriel Guerra Bianchini.

Por Yasel Toledo Garnache

Gibara, a unos 33 kilómetros de la ciudad de Holguín, en el norte oriental de Cuba, tiene un efecto seductor casi irresistible para visitantes y pobladores. Decenas de botes con el leve vaivén de las olas, cuales testigos de una magia que perdura en lo aparentemente simple, suelen ser el preámbulo de una especie de película de la realidad, en la cual al menos una vez al año aparecen personajes de la gran pantalla.

Es imposible olvidar los días en esa geografía, la brisa, el olor peculiar, aquellos primeros besos a orillas de sus aguas, el ir y venir de la gente dentro de un Festival que se readapta y crece.

Durante la etapa de la universidad, decenas de estudiantes nos íbamos a sus calles, al encuentro de su gente y de un evento nacido en el año 2003, idea romántica esa de crear y desarrollar un certamen de sueños, con el nombre de Festival de Cine Pobre, justamente allá, a cientos de kilómetros de la capital del país.

A veces, nos quedábamos en tiendas de campañas, levantadas en el patio de la casa de algún gibareño o en la vivienda de un amigo. Los conciertos, la música, las charlas y debates enriquecían las jornadas. Escuchábamos sobre el arribo aquí de Cristobal Colón, poco después de llegar a Bariay, y también acerca de una historia de amor desmedido.

Desde la concepción, nos parecía idílico el encuentro, impulsado en sus primeras ediciones por Humberto Solás: películas de calidad, realizadas con poco presupuesto, un reto para la creatividad y la voluntad de los realizadores, incluidos muchos jóvenes. Pero en las esencias nunca ha sido solo cine. Palpita mucho más.

En la versión más reciente, efectuada del 7 al 13 del actual mes, sorprendió el récord de participantes a las proyecciones de los filmes. ¿Cómo fue posible que ocurriera eso justamente cuando a nivel mundial disminuye el público en ese tipo de espacio, ante el incremento del consumo de productos audiovisuales mediante tabletas electrónicas, celulares y computadoras?

Para entender el éxito del Festival Internacional de Cine de Gibara –Ya no pobre- es preciso conocer ese lugar de encantamientos y leyendas, adentrarse en las mareas del certamen, sentir el calor de su pueblo, la pasión y orgullo, lo mismo en las colas para entrar al Giba (cine), en conferencias, obras de teatro, exposiciones o en presentaciones de intérpretes y orquestas musicales.

Hay que ver a grandes de la historia del cine cubano como el director Fernando Pérez y las actrices Laura de la Uz, Daisy Granados, Jacqueline Arenal, María Isabel Díaz y Coralita Veloz junto a los gibareños, disfrutar todos juntos, como partes del alma esencial de un festival que tiene en el centro a la gente, sin vitrinas ni rebuscamientos.
Y es favorable también estar en las demás actividades, incluidos conciertos como los de Habana abierta, Kelvis Ochoa e Isaac Delgado (Todos en 2019), y en el de Fito Páez en el 2018.

Resulta estimulante que Cuba mantenga con vitalidad este certamen y el del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana, este último con una historia mucho más larga y gran acogida del público, la crítica y los cineastas.

EL AÑO DE CELESTE GARCÍA EN GIBARA


Más de 90 obras, de unos 20 países, llegaron a la también llamada Villa Blanca de los Cangrejos, incluidas más de 50 en concurso, en la edición de este 2019; dentro de las cuales resaltó un largometraje cubano, El extraordinario viaje de Celeste García (del director Arturo Infante, 2018), ganador de los premios Lucía en las categorías de Mejor película y Mejor actriz, esto último para María Isabel Díaz.

Esa obra verdaderamente emplea de manera adecuada el humor en el reflejo ficcional de la realidad del país, elementos que fueron resaltados por el jurado presidido por Fernando Pérez.

Según diversos medios de prensa, en interpretación también fue reconocida Samantha Mugatsia, por su actuación en la cinta Rafiki (Wanuri Kahiu), de Kenia.
El filme iraní Retouch (Kaveh Mazaheri, 2017) mereció el premio Lucía a Mejor cortometraje de ficción, y Dos Fridas, coproducción de 2018 entre Costa Rica y México, conquistó los apartados de Mejor dirección y Mejor fotografía, respectivamente a cargo de la costarricense Ishtar Yacín y el español Mauro Herce, formado en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños.

De manera excepcional, el jurado entregó un premio especial a la obra teatral cubana Diez Millones, escrita y dirigida por Carlos Celdrán para Argos Teatro, que se presentó durante las jornadas del Festival, “porque nos atravesó y nos conmovió, porque el teatro es la fuente de la que surgen las actrices y los actores y por el agradecimiento a su autor y sus intérpretes”, según expresó en el acta.

La Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, confirió un premio colateral al cortometraje documental Lista Quinta, de Giselle García Castro, por su acertado tratamiento a la realidad y su especial acercamiento a lo relacionado con el cuidado y conservación del medio ambiente.

Por su parte, El cementerio se alumbra (Luis Alejandro Yero, 2018) obtuvo el Lucía al Mejor cortometraje documental. El también cubano Amilcar Salatti mereció el premio a Mejor guion inédito con su proyecto Él último.

El Lucía a Mejor largometraje documental fue para El camino de Santiago (Tristán Bauer, 2018), y el de mejor Video-creación (que unificó los apartados de videoarte y animación) se le otorgó al cortometraje sueco La carga (Niki Lindroth von Bahr, 2017).

La prensa cinematográfica nacional, que premia desde el pasado año películas de ficción y largometrajes, reconoció las obras Animal World (Lam Can-zhao, 2018), de China, y Los días que vendrán (Carlos Marques-Marcet, 2019), de España.

El premio Humberto Solás de Cine en construcción fue para el proyecto documental mexicano El film justifica los medios

HUMBERTO SOLÁS Y GIBARA

El amor de Humberto Solás hacia este terruño holguinero es innegable, donde también es recordado y admirado siempre, cual hijo adoptivo, gran creador y fundador del mayor evento cultural del municipio.

Tal vez, se enamoró del lugar desde que conoció la singularidad de sus pobladores y el ambiente, sus calles y murallas coloniales, su historia y belleza de paisajes. Aquí filmó parte de su película Lucía (1968) y regresó más tarde para grabar segmentos de Miel para Oshún (2001).

Muchos gibareños lo recuerdan impulsando ideas y haciendo durante las primeras ediciones del evento. Mantener el Festival es otra manera de agradecerle por su quehacer y garantizar su permanencia especial en esta tierra de pescadores y amor.

UN FESTIVAL EN CONSTANTE CRECIMIENTO

Poco a poco, el certamen ha construido su propia mística, en armonía y perfecto complemento con la ficción. Personajes de la pantalla y de la realidad forman una especie de alma quijotesca y cinematográfica, que ya forma parte del corazón creativo de Gibara, su orgullo y gracia.

Para bien del cine nacional y extranjero, de sus seguidores y los sueños, el Festival debe mantener sus esencias en constante crecimiento. Fuera de los grandes circuitos y las metrópolis artísticas también vive la creación.

Sindicato, trabajadores, gobierno, y propiedad privada en Cuba.

Tomado del blog: PostCuba

Tomado del Facebook de Carlos Aristides Luque

“un obrero me ve, me llama artista, 
Noblemente me suma a su estatura…”

No se trata sólo de los que hablan de una desaparición de la CTC. Los hay quienes alientan a que sobrevengan contradicciones antagónicas entre el mundo sindical y el gobierno, dicen que en favor de los trabajadores. Es muy curioso, porque a la vez algunos representantes de estas posturas alientan y pugnan o apoyan en sus comentarios por un desarrollo de la propiedad privada que no es, ni puede ser, compatible con el socialismo, ni mucho menos, con los intereses genuinos de los trabajadores.

La afirmación anterior amerita una precisión. Nuestros documentos políticos rectores, entre ellos el mayor, la carta magna, refrenda el uso válido de una suite mixta de formas de propiedad en la economía cubana, entre la que destaca, por su inédita inserción en el proyecto de socialismo cubano, la privada. Y apoya a esta última, además, una exhortación partidista a no demonizarla, con la que este comentarista está de acuerdo. Cuando hablamos, pues, y esta es la precisión, de un desarrollo de este tipo de propiedad que no sería compatible con el proyecto socialista, nos referimos a un despliegue que pugne por hacerse prevaleciente con respecto a la propiedad social, con respecto a la cual este comentarista opina que, aunque en dinámico desarrollo, ahora está representada por la propiedad que llamamos estatal.

Y ello también está refrendado en nuestra nueva constitución. Nos referimos, pues, a aquellos opinantes de diversas formaciones, también economistas, antiguos funcionarios e incluso algunos intelectuales que responden a la leyenda negra anti socialista que impugna a la propiedad estatal y social, por naturaleza, como inferior a cualquier otro tipo de propiedad, y en especial, a favor de una ventaja intrínseca de la privada solo por serlo. Es esa corriente la que, al analizar cualquier problemática cubana, siempre acaba su propuesta de solución en un corolario repetido hasta el cansancio: que las soluciones mágicas vienen de la mano de un desarrollo acelerado y sin límites de la propiedad privada y a la vez, la desacreditación consiguiente de la estatal.

Por mucho que en las condiciones actuales en que Cuba tiene que insertarse en la economía mundial capitalista, (en realidad, continuar ese proceso, pero en las específicas y complejas condiciones de este minuto histórico), y en virtud de ello necesitemos adoptar como parte del camino a la propiedad estrictamente privada, no podemos dejar de reconocer en la esfera del pensamiento, ni en su concreción práctica, que el propietario privado, dueño de cierto capital y medios de producción, no es ni pertenece a la clase trabajadora. Todo lo contrario, es un ente que se aprovecha de la necesidad que tiene el trabajador de vender su fuerza de trabajo, y obtiene de él un plus valor que no le paga, en virtud de una injusticia: que es ser dueño de algo que debe ser común: la riqueza social.

Por lo tanto, mientras ni el gobierno ni el Partido cubanos estén formados por representantes de los propietarios privados, mientras la dimensión del control de la economía que alcance la propiedad privada no le otorgue acceso a influir y presionar en las decisiones políticas del país, mientras los diputados de nuestro parlamento no sean representantes de esos círculos privados, ni hagan lobby por sus intereses, mientras las instituciones del país funcionen en interés de todos, pero teniendo en cuenta que la columna vertebral de nuestra sociedad es la clase trabajadora, el sindicato y el gobierno no tendrán intereses ni conflictividades antagónicas insolubles. Pero con quien sí pueden surgir esas contradicciones es con los intereses gremiales de los propietarios privados. Y por ello el gobierno y el Partido serán tanto más de la clase trabajadora, cuanto más regule y refrene la pulsión inevitable de la propiedad privada por influir cada vez más en la conducción política del país mediante su poder económico.

Yo creo que la racionalidad de las posturas que pretenden crear conflictos sindicato-gobierno-partido, reside en que basan sus paradigmas en las certidumbres impuestas por la cultura capitalista, que es la predominante, y a muchas personas les resulta difícil librarse de esa trampa…ya sea a propósito, sea porque se propongan el desmontaje de cualquier proyecto que presuma anticapitalismo, ya sea por tener colonizado y condicionado el pensamiento.

Con respecto a un gobierno como el nuestro, y a un partido como el nuestro, no existe por principio, ni lo hay en la práctica, el mismo tipo de antagonismo o enfrentamiento entre, por una parte, los trabajadores (sus sindicatos, por ejemplo) y el gobierno por la otra. Al menos mientras en la práctica, en los hechos, el gobierno demuestre cada día que cada acción suya tiene como objetivo satisfacer los intereses de la sociedad toda y, en especial, cumpla su función como órgano representante de los trabajadores.

(Aquí otra precisión necesaria: la constitución refrenda que la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado cubanos, el Partido Comunista de Cuba, está formado por la vanguardia de la nación cubana. A la vez, no hay que perder nunca de vista los principios básicos medulares que rigen su actuación resumidos y remitidos al legado de Marx, Lenin, Martí y Fidel. Así pues, el hecho de que se emplee el concepto de Nación y no de clase trabajadora, ha servido para que algunos adversarios ideológicos, – y en ellos nada de ingenuidad, o desconocimiento, o mero afán de sobresalir en las redes alimentando el ego personal – especulen que el Partido Comunista abandona su responsabilidad de guiar su actuación por los intereses de los trabajadores, o que exista la probabilidad de que sitúe otros intereses, por encima o lesivos a los intereses de los trabajadores.)

Para refutar esa interesada especie, téngase en cuenta que no es posible la existencia de la Nación cubana, ni de ninguna otra, sin la existencia de una parte de su pueblo que cree la riqueza, los bienes materiales que hacen incluso posible los bienes espirituales, la construcción de toda su cultura, y la defensa de ese mismo espacio geográfico donde ella radica. Sigue siendo vigente, al menos en el estado actual de esta civilización que no hay Nación sin Trabajo, como no hay Nación sin independencia y soberanía. Clase trabajadora, formada por supuesto, por todo el que genere bienes, materiales o espirituales, manuales o intelectuales, con su propio esfuerzo, y sin explotar el empleo de la energía ajena.

La óptica que piensa en términos de una oposición de intereses entre clase trabajadora y gobierno en Cuba, está inficionada, y condicionada, por la natural conflictividad antagónica que en las sociedades capitalistas y sus falsas democracias existe entre el mundo trabajador, y estados y gobiernos cuya función principal es garantizar la propiedad privada y la gobernabilidad para hacer posible la continuidad de la explotación, y, por lo tanto, no gobiernan ni para los intereses de los trabajadores ni mucho menos para sus sociedades todas. No se puede, sin cometer error de mucho bulto, extrapolar las condiciones en que viven y trabajan los que producen en aquel mundo, al nuestro.

Por otra parte, tampoco se puede ocultar el hecho objetivo de que la clase trabajadora en una sociedad como la cubana, produce un plusvalor del que no se apropia directamente. Pero en ese caso no se puede hablar de una explotación de carácter capitalista, mientras no se apropie de ella, precisamente, una entidad capitalista. En Cuba la plusvalía generada se revierte a favor de toda la sociedad mediante las vías institucionales al efecto, en un proceso que precisamente controla el estado y el gobierno en bien de todos.

Debemos pues mirar de frente la contradicción existente para continuar la marcha compleja de concebir y construir el socialismo en esas condiciones y a la vez defender un concepto clave: el sindicalismo cubano no es ni puede ser el sindicalismo de las sociedades capitalistas. La propiedad privada tampoco devenir en la probabilidad de cumplir las funciones políticas de aquellas realidades.

ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA DE LA BUROCRACIA. GRAZIELLA POGOLOTTI

tomado del blog El Ciervo Herido

BUROCRATISMO INFORMATIZADO

GRAZIELLA POGOLOTTI

GRAZKIELLA 2

Mansa y llena de gracia, la lagartija recupera su cola si, por accidente, resulta mutilada. Similar capacidad de recuperación existe en numerosas especies que pueblan nuestro universo. La burocracia es una de ellas. Una y otra vez se emprenden campañas para extirparla, pero reaparece, perversa y prepotente, con la capacidad de multiplicación característica de las células malignas.

No es un fenómeno asociado tan solo al socialismo. Existe desde hace buen tiempo en otras partes, como lo advirtieron en su momento escritores de la talla de Balzac y Gógol, inscrito el primero en una Francia en plena expansión burguesa y, el otro, en una Rusia periférica, atrasada, en la que prevalecía todavía un régimen de servidumbre.

«Mal de muchos, consuelo de tontos», afirma, con su inveterada sabiduría, el refranero popular. Para nosotros, sin embargo, el problema tiene consecuencias aún mayores. Constituye una contradicción antagónica en un proceso de edificación socialista. Las plantas parasitarias, en lo más intrincado de la selva, succionan los elementos nutritivos de los árboles más poderosos. Los disecan y derrumban. En términos de patología social, la acción y el pensamiento burocráticos frenan el desarrollo de las fuerzas productivas, inducen al estancamiento cuando es necesario imprimir una dinámica renovada, empañan la imagen del Estado cuando es inminente la reafirmación de su papel y, sobre todo, en medio de las dificultades bien conocidas, introduce innecesarias causas de malestar en el pueblo que habrá de desempeñar un creciente papel protagónico.

Recuerdo de mis estudios de bachillerato que la anatomía se centraba en la descripción de los órganos componentes del cuerpo humano. Teníamos en la escuela algunas muestras de huesos y una calavera con la que nos gustaba jugar en el intento por conjurar el miedo y como manifestación del desafío adolescente ante las regulaciones establecidas por la institución. En cambio, la fisiología era la ciencia consagrada al estudio del funcionamiento y las interacciones de los componentes de un cuerpo vivo. Ambas se complementan, aunque la anatomía, ilustrada en célebre cuadro de Rembrandt en época que se condenaba por heréticas tales investigaciones, se inclina, por parte de maestros y discípulos, sobre un cadáver. Siguiendo el curso de la metáfora, al atender el impostergable análisis del fenómeno burocrático, hay que repasar la historia y, bisturí en mano, entrarle al presente.

«Mi trabajo eres tú», decía una consigna olvidada desde tiempos que parecen remotos. En verdad, el burócrata es un servidor de la administración pública, de un país en Revolución, es decir, del pueblo. Como ciudadana y en tanto responsable de un minúsculo centro de trabajo, me siento víctima de la ineficiencia, de la falta de orientación, de la procrastinación —ese dejar para mañana lo que puede hacerse hoy—, de la proliferación infinita de gestiones y documentos, así como de la prepotencia característica de la conducta de algunos funcionarios. Como resultado de todo ello, paso de la exasperación a la parálisis.

Conscientes de los problemas que entraña, los dirigentes de la Revolución intentaron detener las tendencias burocráticas desde temprano. Tal y como ha sucedido en otros casos, la interpretación de las indicaciones dimanadas desde los más altos niveles cayó en manos de ejecutores complacientes y acomodados, víctimas ya de la bacteria transmisora de la patología del pensar burocrático. Con olvido de las esencias, cumplieron la tarea de manera formal. Hubo un cementerio de máquinas de escribir en los alrededores de la Calzada de Rancho Boyeros. En aquellos tempranos 60, el Comandante Ernesto Che Guevara advertía acerca de las deformaciones que pudieran derivarse de la confección de organigramas según modelos abstractos, sin tener en cuenta la necesidad de los cargos y las funciones que habrían de desempeñar los ocupantes de cada puesto de trabajo.

El burocratismo es un modo de actuar y de pensar. Integran esa patología la sordera creciente ante las razones del interlocutor y ante los asuntos que afectan a las masas. Más dañino y con más fuerza expansiva que el caracol africano, lo invade todo. Afecta al solicitante de tierras ociosas, a los reclamantes de los derechos concedidos para la reparación de viviendas, y se extiende hacia el mundo de la investigación y la Academia. Desde hace buen rato, me sentí espoleada por la necesidad de abordar el tema. No lo hice por no reiterar lo dicho en un trabajo anterior. Ahora no pretendo ofrecer las conclusiones de un análisis riguroso. Emito un llamado porque las circunstancias lo requieren con la mayor urgencia.

El aumento salarial en beneficio del sector presupuestado de la economía, en medio del calor aberrante del verano, ha producido beneplácito general. Muchos tendrán acceso a más productos en el agromercado. Las madres deben estar pensando en los zapatos y en los uniformes escolares de los niños en plena edad de crecimiento. Algunos disfrutarán otras opciones recreativas en los meses de vacaciones. No se necesita disponer de bola de cristal para discernir que no estamos ante una medida aislada. Es un primer paso para seguir avanzando en un reordenamiento integral. En ese contexto, para lograr los mejores resultados en el ahora y en el mañana, se impone librar un combate contra las actitudes burocráticas en todas las esferas de la sociedad. No habrá de tener tregua, porque conocemos la capacidad reproductiva del fenómeno. Semejante a la jicotea, protege cautelosamente la cabeza en el carapacho para asomarla luego, cuando pase el vendaval.

Como hipótesis inicial para conocer el fenómeno burocrático, me atrevo a apuntar dos categorías: el burócrata de ventanilla, y el que se refugia tras las mamparas, arropado a veces en el aire acondicionado. Con el de ventanilla, menos remunerado, tropezamos todos. Tiene el no pintado en el rostro, desconoce las normativas de una superioridad distante en el tiempo y el espacio. Escucha mal, desconcentrado, atento quizá a la mercancía que está a punto de llegar en el expendio más próximo.

Menos visible, el burócrata oculto tras las mamparas, inaccesible, envuelto en reuniones, sujeto a rutinas ya periclitadas, puede acarrear problemas de mayor envergadura, porque la acción en las circunstancias específicas de un área productiva determi-nada, demandan iniciativa y creatividad, exigen definir diseños atemperados a realidades diferenciadas, sin contravenir las normas que presiden el ordenamiento general del país.

Urge perfilar la profesionalidad de la administración, actualizar los principios éticos propios de cada área, tomar las medidas necesarias para garantizar el cumplimiento de la responsabilidad individual, nunca diluible en el anonimato de un colectivo, aunque este último ejerza el papel que le corresponde.

Hay que aprender a meter las manos en una realidad contradictoria, donde hoy, como siempre ha sido, se mezclan residuos anquilosados y voluntad renovadora. Para hacerlo, como lo entendieron Fidel y el Che y lo siguen haciendo Raúl y Díaz-Canel, se impone avivar el fuego purificador de la crítica y la autocrítica. Porque, como nunca antes, estamos abriendo caminos en el bosque para que nada interfiera la lucidez de la mirada, mientras despejamos de malas yerbas el sendero.