Author: Rafael Cruz

Alcalde de #EEUU critica nuevas limitaciones de viajes a #Cuba

Tomado del blog mi Cuba por siempre

Publicado el junio 5, 2019 por micubaporsiempre

Alcalde de EE.UU. critica nuevas limitaciones de viajes a Cuba

El alcalde de la ciudad de San Petersburgo, Florida, Rick Kriseman, criticó la decisión del Gobierno estadounidense de imponer desde hoy nuevas limitaciones a los viajes de los norteamericanos a Cuba.

En su cuenta de la red social Twitter el político demócrata consideró que con las nuevas medidas la administración de Donald Trump no solo está lastimando al pueblo de la nación caribeña, sino también a los estadounidenses.

Kriseman cuestionó por qué Washington puede construir puentes con la República Popular Democrática de Corea, pero levanta barreras con un vecino que se encuentra a solo 90 millas de distancia del territorio norteamericano.

Asimismo, el alcalde compartió en esa red social un mensaje de la congresista por Florida Kathy Castor, quien dijo que las nuevas prohibiciones perjudican a los empresarios cubanos, y a las empresas y el público norteamericanos, al tiempo que llamó a permitir que los ciudadanos de este país viajen libremente.

Kriseman consideró acertado el pronunciamiento de la legisladora demócrata, y expresó su deseo de que un nuevo presidente que resulte elegido en los comicios de 2020 -cuando Trump buscaría su continuidad en el cargo- anule la política del actual ejecutivo.

El alcalde de San Petersburgo, quien ha visitado Cuba, dijo esperar que un nuevo gobernante base su postura hacia la isla ‘en el progreso que hicimos con el presidente Barack Obama (2009-2017)’, en referencia al proceso de normalización de relaciones iniciado por los dos países durante el segundo mandato del demócrata.

Los departamentos de Estado, Comercio y Tesoro informaron ayer que desde este miércoles se prohíbe la autorización que permitía los viajes educativos grupales pueblo a pueblo realizados bajo los auspicios de una organización sujeta a la jurisdicción estadounidense.

Asimismo, se puso fin a la que se convirtió en la vía de viaje de más rápida expansión entre los norteamericanos para ir a la nación antillana: los recorridos en crucero.

Ello se debe a que la Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio limitó los tipos de aeronaves y embarcaciones autorizadas para dirigirse al país caribeño en una estadía temporal, lo cual impide que vayan ‘aviones privados y corporativos, cruceros, veleros, barcos de pesca y otros aviones y embarcaciones similares’.

Tales acciones forman parte de la larga lista de medidas adoptadas por la administración Trump como parte de su creciente hostilidad hacia Cuba, denunciada por diferentes voces como un intento de favorecer a un pequeño número de legisladores cubanoamericanos, en detrimento del pueblo de ambas naciones.

Para luchar contra los demonios, no queda más remedio que ser otro demonio

tomado de Segunda Cita

Por Esteban Morales
Los demonios no creen en cruces, oraciones, lamentos ni lágrimas.
Yo alerto en un artículo mío publicado por IPS internacional hace unos días. Que a pesar de que nadie está de acuerdo, ni Europa, ni todos los aliados de Estados Unidos, en la aplicación del título III de la Helms-Burton; ni en todas las medidas que ahora han comenzado a ponerse en práctica, ya todos se preparan para contrarrestar la escalada que está ejecutando Trump. 
¿De dónde vienen esas medidas de Trump?
No queda más remedio que entender que la razón de que ellos crean que ahora tienen una oportunidad de triunfar con esa política que siguen contra nuestro país, se la hemos dado nosotros mismos. Desde la declaración del Cro.  Raul en la reciente Asamblea Nacional, de que en los meses que vienen la situación económica se pondrá difícil para Cuba. Hasta de que nuestro PIB del 2019 será si acaso como el del 2019. Dicho por nuestro ministro Gil; y también que a lo más que podemos aspirar es a no decrecer. Sin poder dar plazos de hasta cuando durará esa situación. No podemos demeritar la posibilidad, de que también hayan llegado a sus oídos las múltiples críticas que internamente se escuchan sobre la necesidad de variar el rumbo de la política económica. El cúmulo de críticas que se hicieron en el proceso de debate de nuestra constitución. Y en general, las opiniones de nuestra población sobre situaciones de larga data que no se solucionan, como la insuficiencia de los salarios, los precios que no dejan de aumentar, la falta de algunas medicinas, etc.  
Las escaseces y las medidas “nerviosas” que se adoptan ahora con la distribución de los productos de consumo de primera necesidad, etc. Los múltiples accidentes que hemos tenido a partir del avión rentado que se cayó, el tornado que nos afectó y otros accidentes de tránsito, así como la agudeza adoptada por la corrupción. Que se expresa claramente en los desfalcos recientemente anunciados y el robo de la gasolina que no se soluciona aún. Que alimentan preocupaciones y daños no resueltos. Lo que da una imagen de dificultades que no se solucionan. Y que ponen de manifiesto una realidad interna que se nos complica.
Desde los años 90 en que construí un “modelo para el análisis de la  confrontación Cuba-Estados Unidos”, dije que la variable determinante de ese Modelo, es la “Dinámica Interna de la sociedad cubana” y dentro de ella, de manera especialmente determinante, como se comporta nuestra economía. Por tanto, si creemos otra cosa, estamos equivocados. Ahora se justifica que Trump crea que este es el momento propicio para hacernos daño. Además, porque el pensamiento dominante en nuestro pueblo, y su estado de ánimo, también dominante, es que nos acercamos a un nuevo Periodo Especial. Eso lo decimos nosotros y ellos lo escuchan y adoptan como una señal de que este es el momento propicio para irnos con todo encima, con todo lo que puedan utilizar. Fíjense la escalada de medidas contra nosotros; esas medidas no son aisladas. Continuarán incrementándose, hasta que quienes la aplican logren ver sus efectos.
Estamos cogidos en una trampa. No nos queda más remedio que informar y alertar al pueblo de las dificultades, que ya están o se aproximan aún más. Mientras que, al mismo tiempo, esos anuncios sirven para que nuestros enemigos se afilen los dientes. Y consideren que no hay mejor momento para estrechar el cerco sobre nosotros, que este de ahora.
¿Qué podemos hacer nosotros? Creo que todo lo que muchos hemos estado diciendo, por largo tiempo ya, y que no acabamos de hacer, o de lo contrario, puede ocurrir lo imprevisiblemente negativo.
Luego entonces, ya no valen preocupaciones ideológicas, ni miedos, ni preocupaciones de hacia dónde nos pueden llevar las medidas a adoptar. Ya se trata de que o enrumbamos el camino de la recuperación económica, o tal vez otros vengan a hacerlo por nosotros y no precisamente para beneficio de nuestro pueblo.
El tiempo ya se acabó. Anduvimos muy lentos y hemos esperado demasiado. Ahora lo más que podemos hacer es tomar la guía de cambios que tenemos elaborada y comenzar a aplicarla de verdad. Con el acicate de que o sobrepasamos exitosamente la coyuntura en que nos encontramos, o no vamos a sobrevivir para contar la historia. 
Junio 4 del 2019.

¿Seremos muchos más ancianos?

tomado del blog El pinero

Por  Sergio Rivero Carrasco
Cortesía de Victoria y el autor


“Tenemos dos vidas y la segunda comienza
cuando te das cuenta que sólo tienes una…”
Mário Andrade



Una animada conversación tenían varios sexagenarios que cada día esperan con paciencia la llegada de la prensa, sentados en bancos del bulevar. El intercambio se tornó interesante cuando comenzaron a juzgar los problemas de la baja natalidad por el uso de  las nuevas tecnologías. Uno bien encrespado le decía al otro: “- En mi tiempo no había nada que hacer, faltaba hasta el televisor y había que acostarse temprano. Y ya tú sabes, tengo cinco hijos”. El más sereno se sonreía mientras aseveraba que “ahora la pareja se acuesta cada uno con un teléfono celular, se ponen a jugar y se quedan dormidos la mayoría de las vences, por eso nacen menos muchachos…”

La realidad es que la problemática de la baja natalidad, y el envejecimiento poblacional son de origen multifactorial, que nada tienen que ver con “acostarse temprano”, ni “acostarse jugando con el celular”; mucho más que eso es una situación que afecta a todo el mundo, unos países más que otros, y el nuestro no escapa a ello. Un compañero decía con mucha razón que se deben construir más hogares o casas de abuelos que círculos infantiles o producir más culeros desechables para adultos que el tradicional de los bebés.

El envejecimiento creciente de la población cubana pone en tensión los sistemas de salud y seguridad social, amenaza el monto de la población económicamente activa y obliga a evaluar con seriedad la cobertura y calidad de las instalaciones que existen para la atención a las personas de la tercera edad.

En la Isla de la Juventud se han realizado variados estudios para dar respuesta gubernamental a esa realidad que se torna de Estado, con programas y decisiones sustentadas en políticas multifactoriales y multisectoriales, económicas, sociales, jurídicas, familiares y de salud.

En un reciente programa “Entre Nosotros” de nuestro canal territorial Islavisión, el Dr. Adrián Batista, Jefe del Programa Municipal de Atención al Adulto Mayor, explicaba que en la Isla de los 84 000 habitantes, 15 000 ya tienen 60 años y más para un índice del 18,4% , proyectándose que  para el año 2050 debe elevarse al 34%. Este territorio tuvo una época de incremento de la población por la llegada masiva de cubanos generalmente jóvenes después del ciclón Alma en 1966, a la que llegaron miles de familias y contingentes juveniles para trabajar, estudiar y desarrollarla. Esa es la misma población que hoy está envejecida y pasa por lo general, los 60 años.

Este incremento progresivo de la población de la tercera edad implica un aumento de la responsabilidad social, económica y familiar de la población de 30 a 60 años, así como de la denominada juventud media (17-24) y juventud madura (25-30), conducidos por el Estado.
¿Se imaginan toda la infraestructura y acciones que se deben desarrollar para lograr la respuesta que eso lleva?

El citado especialista  explica que el territorio cuenta con un programa aprobado por la máxima dirección del Gobierno para mitigar las problemáticas y dar respuesta al acelerado proceso de envejecimiento de la población, entre las que se encuentran la reparación de la Casas de Abuelos y Hogares de ancianos, creando condiciones más favorables para la estancia diurna o la vida diaria.

En el caso de los profesionales aún no se cuenta con la cantidad de Especialistas en Geriatría que se necesitan para cumplir ese propósito, lo cual se convierte en prioridad en los años inmediatos,  no obstante, los existentes han desarrollado capacitaciones a los médicos y enfermeras de la familia y los grupos básicos de salud de los tres policlínicos existentes para asegurar la calidad de la atención primaria a este tipo de paciente. 

Para lograr un ciclo integral expresa que se ha “Geriatrizado” a la principal Institución de Salud del Municipio, que es el Hospital General Docente “Héroes del Baire” con la preparación de todos los profesionales, directivos, asistenciales, trabajadores sociales, porque ya todos los servicios tienen que atender a pacientes Geriátricos, y ellos demandan un tratamiento diferenciado al resto.

La Licenciada Marbelis Acosta, Especialista en Trabajo social del Programa… hace alusión a la responsabilidad de los trabajadores sociales de los policlínicos en el tratamiento y atención a los abuelitos por la gran variedad de problemáticas que presentan y por tanto, demandan de la acción efectiva en la solución de situaciones con la asistencia social, el pago de los medicamentos, en ocasiones la alimentación, su incorporación al Sistema de Atención a la Familia (SAF), mediante el cual se les asegura  la alimentación en establecimientos y comedores, además de necesidades de colchones, productos de higiene personal, entre otros, que también demandan la necesidad de crear más estructuras de apoyo para que la mu­jer y, en general la familia, tengan mayores facilidades que le permitan aportar a la sociedad mediante su trabajo y al mismo tiempo no desa­tender el cuidado al adulto mayor y a los menores.

Si bien desde hace muchos años se han logrado encauzar acciones, llegó el momento de que las mismas adquieran un mayor dinamismo para que “los bueyes no lleguen a ponerse delante de la carreta”.

En todo este proceso la familia desempeña un papel prioritario, ya que los primeros responsables de atender a los adultos mayores son precisamente los hijos y familiares con la labor coordinada de las instituciones. Muy importante ha sido el pronunciamiento de la Nueva Constitución en relación con la responsabilidad de los hijos con el cuidado de los padres, lo cual se incorporará al conjunto de normas que establecerá el nuevo Código de Familia.

Pero de nada valen las legislaciones si no cumplimos con la más importante, la que debemos tener por norma en cada hogar para evitar que la enfermedad más lacerante se apodere de nuestros ancianos: La soledad. Con ellos hay que conversar, darle el espacio que le corresponde en su privacidad, oírle sus historias, ayudarlos en sus gestiones y sobre todo ofrecerles mucho amor y comprensión.

Tenemos solo una vida, a ella entregamos durante más de seis décadas inteligencia y amor, laboriosidad y realizaciones; de ahí la importancia de alcanzar la estabilidad en la atención integral a los adultos mayores por todos los componentes de la sociedad, es el mayor reto que tiene hoy el país y el Municipio, ocupación que reclama la acción mancomunada de todos los mecanismos de la sociedad, desde las propias viviendas y barrios hasta las instituciones y el cumplimiento de las políticas que, como país socialista con una esperanza de vida entre los 76 y 78 años, asume la responsabilidad de asegurarles la mayor felicidad posible, de ahí que se le otorgue  la más alta prioridad para que ninguno quede desamparado puesto que la tendencia es a que en breve los mayores de 60 años seremos muchos más.

PASARELAS

tomado del blog: El Vuelo del Gato

No desfilaron modelos; sino «niños sin hogar» que se exhibían para ser escogidos y adoptados. Más allá de la repulsión que pueda provocar una idea semejante, «Adopción en pasarela» responde a la lógica del espectáculo, del show, que lo ha contaminado todo en el mundo contemporáneo

En el ámbito de la moda, las llamadas «pasarelas» son puestas en escena deslumbrantes, con muchas luces y lentejuelas, atravesadas por pasillos altos, muy llamativos, a través de los cuales desfilan modelos de ambos sexos vistiendo ropa exclusiva de diseñadores y marcas. El público, selecto, conocedor, sigue con la mirada el paso impetuoso o lánguido de las/los jóvenes y examina con atención el vestuario que se impondrá en la próxima temporada.  

Hace pocos días, en un centro comercial de Cuiabá, la capital del Estado de Mato Grosso, en Brasil, se organizó una pasarela diferente. No desfilaron modelos; sino «niños sin hogar» que se exhibían para ser escogidos y adoptados. Los organizadores de «Adopción en Pasarela» fueron, según la agencia AFP, la Comisión de Infancia y Juventud del Colegio de Abogados de Brasil y la Asociación de Investigación y Apoyo a la Adopción. Uno de los impulsores del proyecto dijo que había sido «una noche para que potenciales padres adoptivos conozcan a estos menores». Además, añadió, «los niños y adolescentes pasaron un día especial encima de la pasarela».

¿Será cierto que estos «niños sin hogar» disfrutaron exhibiéndose así? ¿Tenían los organizadores buenas intenciones? ¿Quién sabe? El hecho es que en torno a esta pasarela se generó una apasionada polémica en las redes sociales. Algunos la compararon con la exhibición de ejemplares en venta en los mercados de animales y de esclavos. Otro dijo en Twitter: «En el Brasil de Bolsonaro ya puedes ir a un centro comercial y comprar zapatos, bolsos y niños».

Más allá de la repulsión que pueda provocar una idea semejante, «Adopción en pasarela» responde a la lógica del espectáculo, del show, que lo ha contaminado todo en el mundo contemporáneo.

La propia política, en el juego «democrático» que se quiere imponer como modelo universal, es la mayoría de las veces un show más. No hay apenas diferencias entre los programas de los candidatos que desfilan por la pasarela. Lo que importa es «la imagen» del candidato, que se vea «enérgico», «resuelto», que sonría y transmita confianza, que ofrezca mensajes simples, cómodamente descifrables. En un show donde no se debaten ideas, sino frases hechas, consignas y estereotipos, la manipulación de los votantes a través de los medios y las redes sociales se hace más fácil.

La propia guerra se empezó a ofrecer como un show de televisión a partir del ataque a Irak en enero de 1991. La operación se llamó «Tormenta del Desierto», que pudiera haber sido el título de alguna película taquillera.

Muchos analistas lo consideraron el primer conflicto armado televisado «como espectáculo, con narrativa propia de serie de televisión». El objetivo principal, por supuesto, no era entretener. Buscaban sobre todo ocultar el horror de los reiterados y atroces «daños colaterales» y divulgar la imagen de «una guerra tecnológica, limpia y exitosa, eficiente y humana, dirigida solo a objetivos militares», según Douglas Kellner, autor del libro La guerra televisiva del Golfo Pérsico.

Que la gente vea las guerras imperiales de conquista como entretenidos videojuegos, como shows o pasarelas, significa una gran ventaja para el neofascismo.

Un coronel retirado del ejército de EE. UU., entrevistado a menudo en Miami con respecto a la situación de Venezuela, tradujo perversa y cínicamente una agresión militar yanqui a los términos del espectáculo. Propuso «iluminar la noche de Caracas» con «un boleo (bombardeo) lindísimo que da para buenas fotos en tu celular».

El propio concierto «Venezuela Aid Live», articulado con la entrada forzosa de «ayuda humanitaria», fue también el intento de cubrir con un show de «famosos» muy mediáticos el bárbaro injerencismo en la patria de Bolívar, de Chávez, de Maduro, de un pueblo dispuesto a defender su soberanía y su Revolución.

Esta es otra de las herramientas más extendidas de la guerra cultural: inculcarnos la percepción divertida y amoral de la realidad como show, como algo que no hay que tomarse demasiado en serio, como frívolo desfile de hechos y personajes a través de una pasarela infinita.   

Brava ínsula

tomado del blog Segunda Cita

Por Raúl Roa Kourí
Nací en una ínsula. No se trata de un edificio de cinco pisos color terracota, como aquellos característicos de la Roma imperial (los insulae) desde donde arrojaban meados y otras porquerías a las estrechas y oscuras calles de la “ciudad eterna” y sobre sus infelices transeúntes, sino de una propia y vera isla: porción de tierra rodeada de agua por todas partes, según mi cariñosa y sabia maestra de geografía en la escuela primaria.
Pero tampoco se trata de una Barataria cualquiera –que me perdone Sancho— sino de “la tierra más fermosa que ojos humanos hayan visto”, según dicen que exclamó al contemplarla el Gran Almirante genovés, Cristoforo Colombo, venido a estas tierras al servicio de los muy católicos reyes de España, Doña Isabel y Don Fernando, tras el desastre (para los moros) de Granada, a donde fui una vez en pos de Federico.
Como pasa con las islas, y más en el caso de los archipiélagos –el nuestro está integrado por la isla de Cuba, la de La Juventud y numerosos islotes y cayos al Norte y al Sur— sus tierras están abiertas al mundo: a sus gentes, culturas, huracanes, vendavales, oleajes, penetraciones, desembarcos, embarques, aterrizajes, despegues, tonadas de ida y vuelta, desechos, derrames, y arribazones de pargos, langostas, manjúas, extremeños, gallegos, asturianos, andaluces, catalanes y vascos, amén de africanos, chinos, sirios, libaneses, judíos sefarditas y asquenazis, curas católicos y maronitas, ortodoxos rusos y griegos, protestantes, nobles brutos y hasta brutos nobles bípedos e implumes. Todo mezclado.
 No por casualidad tengo ancestros burgaleses, asturianos, libaneses y creo que sefarditas. (Mi abuela María Luisa García era también Espinosa, lo que me ha dado en soñar que podía ser pariente de Baruch, máxime teniendo en cuenta el perfil judaico de mi padre que, cuidado, podía confundirse asimismo con el de un califa espigado). Pero conozco a muchos que, a la europea, agregan sangre carabalí, congoleña, mandinga, cantonesa, coreana y hasta nipona. Mi fraterno Oscar es un risueño yoruba de cara redonda y ademán parisino, con algún Oliva –peninsular travieso que aclaró la tez de Ramona- brincándole por el torrente circulatorio.      Cuba fue, en los primeros siglos de colonización, más puente que asiento de conquistadores. El oro y la plata de América, ubicados en otras tierras, era el magneto que atraía a los aventureros de allende la mar, prestos a sentar reales en nuevos virreinatos, someter a sus habitantes al monarca español, y a darnos “religión y lengua” que, al decir de don Enrique Diez-Canedo, “tenía tufillo” de “¡tráguenlas!”[1]     No obstante, el hecho de que La Habana fuera puerto de concentración de las flotas y, desde luego, el auge de las producciones y exportaciones azucarera, tabacalera y cafetalera, el incremento en ese período de la mano de obra esclava africana,  junto con el contrabando filibustero en villas como la de Trinidad durante los siglos XVII y XVIII, dieron a la colonia nuevos bríos e inicio a una clase  terrateniente criolla que, desde los años ochocientos, envió a algunos de sus hijos a cultivarse en la metrópoli e incluso en Francia, de donde nos llegaron, algo tardíamente –como siempre a lo largo de la historia insular–, los vientos renovadores del iluminismo y luego de la revolución francesa, posterior a la de nuestros vecinos del Norte, de 1776.
Hubo, sin duda, hombres preclaros, como los presbíteros José Agustín Caballero y Félix Varela, que combatieron el ergotismo escolástico e introdujeron una nueva manera de ver el mundo, a través también de las disciplinas científicas, anticipándose Varela al pensamiento emancipador que después enriquecieron los seguidores cubanos del ejemplo de Simón Bolívar y demás próceres de nuestra América,  entre los cuales hay que mencionar a Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte Loynaz, y Antonio Maceo, sin olvidar a eminentes personalidades precursoras que pusieron también en el centro la justicia, como don José de la Luz y Caballero. Fulgurante culminación de dicho pensamiento y de la Guerra del 68 fue la pujante visión liberadora, socialmente avanzada, libre de prejuicios, justiciera y antimperialista de José Martí quien, además, proclamó para siempre que “patria es humanidad”.      
Hubo, además, otra raza de isleños: siempre fieles, los unos, al amo colonial; con la mirada puesta en la anexión al coloso vecino, los esclavistas; o con la ilusión de obtener libertades autonómicas de la metrópoli y eludir, así, los rigores de la guerra emancipatoria, otros. Los menos fueron, sin embargo, los imprescindibles, los que soñaron una isla soberana e independiente de España y de los Estados Unidos, y batallaron una centuria por coronar su sueño. Y hoy siguen combatiendo.
Durante años se achacaron al cubano características negativas: los colonialistas españoles nos consideraban una suerte de ciudadanos de segunda, sin merecimientos suficientes para gozar de los derechos y privilegios de los peninsulares, y nos esquilmaron vilmente durante siglos. Para los imperialistas yanquis éramos flojos, informales, poco tesoneros; gente del trópico, que solo produce miasmas, mosquitos, bandidos y haraganes. Hay quien hizo toda una indagación “filosófica” de lo que consideraba un rasgo negativo de nuestro carácter: el choteo, sin percatarse de que se trataba de una reacción, por el contrario, positiva, de burla y rechazo a las miserias que nos impusieron, primero la colonia, y luego la condición de factoría yanqui. Hoy el choteo, la broma, apunta hacia otros males de nuestra sociedad, y sigue siendo un revulsivo necesario.      Cierto que también hay “tipos de relajo”, gente que vive de las remesas de familiares radicados fuera y no disparan un chícharo por el país; burócratas que fingen hacer algo útil durante los horarios oficiales, pero emplean su tiempo en discutir el último partido de béisbol, la penúltima película del sábado, la hembra que ligaron el domingo, y los zapatos deportivos que piensan mercar en la shopping, apenas les resulte el bísnes que tienen entre manos.
Y otros vainas, algunos naturales de Hijuep –anexionistas a sueldo— que se proclaman “disidentes” y asisten a reuniones en la Sección de Intereses (después Embajada) yanqui, donde reciben instrucciones, radios portátiles, acceso a Internet, coca-colas y saladitos, amén de vacilar las transmisiones televisadas del inquilino de la Casa Blanca (siempre un empleado –así sean los blancos del pasado, el pardo Obama o el impresentable Trump– de las transnacionales y del complejo militar industrial congresional) que les promete, invariablemente, un nuevo 20 de mayo neocolonial, lleno de botelleros, presidentes obsecuentes, manengues, latifundistas, bicho ‘e buey, venturas, carratalás y batisteros de nuevo cuño. Todo “made in USA”, que en Cuba ya no se usa.      Pero la enorme mayoría de este pueblo está en pie, defiende lo suyo, porque sabemos que ha habido –y subsisten– errores; que nuestra sociedad tiene defectos, que los cambios se demoran, no obstante coincidir todos en su necesidad, que se nos va el tiempo, y vivimos días cada vez más difíciles y complejos, como el resto de la humanidad. Pero también conocemos la dimensión extraordinaria de nuestros logros, las cosas que somos capaces de hacer –y que haremos, sin duda– en beneficio de todos. 
Tampoco ignoramos el destino miserable que nos depararían los imperialistas si llegaran a alzarse con la Isla nuevamente. Y por ello preferimos practicar el pensamiento liberador y antiimperialista de José Martí. Nos mueven al enfrentamiento al imperio, asimismo, el talento membrudo de Antonio Maceo y Máximo Gómez, el ejemplo inmarcesible de Fidel en la Sierra, en los combates de Girón y en “los días luminosos y tristes” de la crisis de octubre.
Brava ínsula, cuna de mis mayores, almendra pura en el sueño viril del mambisado, te protegen la sangre y el espíritu de quienes no se amilanaron, de los esclavos que rompieron su yugo, los apalencados y cimarrones, de quienes fundaron en la guerra una nación de iguales y rechazaron la ignominiosa  “cuentecita”, las intervenciones, los gobernantes peleles de ayer, el racismo y la discriminación de cualquier tipo, los que hoy seguimos resistiendo, convenciendo y venciendo. 
Isla indómita: ¡aquí no se rinde nadie!