La estación de la CIA en La Paz instruyó al Jefe de la Agencia Federal
de Inteligencia Argentina (AFI) en Bolivia, José Sánchez, para que
apoyara la recopilación de información sobre Evo Morales y sus
administraciones y a todos los funcionarios cubanos, venezolanos y
nicaragüenses que residen en Bolivia, incluidos los diplomáticos,
informa este miércoles el portal Behind Back Doors.
La revelación fue hecha en un artículo titulado “Detrás del golpe: La Agencia de Inteligencia Argentina (AFI) en Bolivia”.
Según el sitio web, para cumplir con lo anterior, José Sánchez no solo
utilizó sus agentes en el país, sino que también solicitó el apoyo de
representantes en Brasil, Colombia y Perú.
De acuerdo al portal de filtraciones, que en el pasado contribuyó con
valiosos datos acerca del financiamiento de EE. UU. al fallido “golpe
suave” de abril-julio de 2018 en Nicaragua, la estación de la CIA en
Bolivia requirió la siguiente información de la AFI:
1. La elaboración de perfiles psicológicos de los principales líderes
del gobierno boliviano, especialmente de los ministros más influyentes.
Esto incluye a Juan Ramón Quintana y Diego Pari.
2. Recopilación de inteligencia que pueda vincular a los funcionarios del gobierno boliviano con el narcotráfico.
3. Recopilación de inteligencia sobre los negocios privados de los
funcionarios del gobierno boliviano que pueden ser vinculados a los
estafadores de la corrupción.
4. La identificación de ciudadanos cubanos, venezolanos y nicaragüenses que trabajan en Bolivia.
5. La identificación de los diplomáticos de dichos países que trabajan en Bolivia.
Esta información sería utilizada por los Servicios Especiales de los
Estados Unidos para llevar a cabo campañas mediáticas contra Evo
Morales, tanto antes como después de las elecciones como parte del
esfuerzo para evitar su reelección.
José Sánchez, explica el portal Behind Back Doors, mantuvo estrechos
lazos con los funcionarios de la Embajada de los Estados Unidos, que
iban más allá de sus deberes como diplomático. Esto incluía a Rolf Olson
y Annette Dorothy Blakeslee, ambos oficiales de la estación de la CIA
en La Paz.
Asimismo, Annette Dorothy Blakeslee estuvo en Nicaragua como oficial
médico de la USAID en la embajada de EE.UU. en Managua. Lo curioso aquí
es que esta es una de las tapaderas diplomáticas usadas por la CIA en
sus operaciones secretas.
El Sr. Sánchez, continúa el portal de revelaciones, tenía una cobertura
diplomática, pero en realidad servía de enlace con los servicios
secretos de los países. Estaba a cargo de dos estaciones de la AFI en
Bolivia: una en La Paz y la otra en el Consulado de Santa Cruz. Este
último fue utilizado para repartir fondos para la oposición en esta
ciudad. Los fondos, a su vez, eran proporcionados por la Embajada de los
Estados Unidos.
A pesar de que estaba previsto que terminara su misión el 2 de
diciembre, Sánchez fue misteriosamente relevado de su cargo sólo dos
meses antes de que se produjera el golpe contra Evo, finaliza la nota de
Behind Back Doors.
ENTREVISTA AL DOCTOR EUSEBIO LEAL SPENGLER SOBRE EL SER HUMANO QUE FUE JOSÉ MARTÍ
WILMER RODRÍGUEZ: Nos encontramos en
los estudios de Habana Radio, para conversar con un hombre que toda Cuba
lo quiere y lo venera. Un martiano convencido, un fidelista profundo.
Por eso le estamos dando la bienvenida al Doctor Eusebio Leal Spengler.
Buenas noches doctor.
EUSEBIO LEAL: Buenas noches, muchas gracias.
WILMER RODRÍGUEZ: Doctor, el
aniversario 167 del natalicio de José Martí, el más universal de los
cubanos, un hombre que ha marcado la ruta con su herencia de la
nacionalidad cubana. Un Martí que nació en La Habana, un niño que nació
en esta ciudad. ¿Cómo pudiera usted imaginar aquel Martí de niño, por
estas calles de La Habana Vieja?
EUSEBIO LEAL: Imaginarse un poco ese
tiempo. Fue un tiempo muy violento. Los años 49, 50, 51 fueron los años
de las conspiraciones anexionistas, fueron los años en que debutan en La
Habana los cuerpos de voluntarios para enfrentar el movimiento de
Narciso López, es la ejecución de Ramón Pintó. Son años muy complicados.
Es al mismo tiempo los años donde llega a la crisis el sistema
esclavista, está al borde del colapso, y al mismo tiempo a él le
corresponde nacer en un hogar de inmigrantes pobres, que tiene la
connotación, para mí que conozco los lugares, he estado allí, de que
tanto en Canarias, en Tenerife, donde nació su madre, como en Valencia,
en la calle de Cordelet, donde nació el padre, la naturaleza de la gente
es muy parecida, es muy entrañable, es muy amable; y me imagino que
ellos aquí trataron de adaptarse, en medio de condiciones económicas muy
difíciles. Independientemente de esos retratos bonitos que aparecen del
padre y de la madre, y que generalmente eran retratos cuyos ropajes
eran suministrados en el estudio fotográfico, quiere decir, que ellos
debieron ser personas de muy modesta condición.
Segundo, un hogar de niñas, donde el
único varón es Pepe, el único varón es él. Eso tiene una connotación en
esa época, una connotación económica futura para la familia; una
expectativa del padre con relación a su destino, para ayudarle; un padre
que era hombre de pocas luces pero de sentimientos inmensos; una madre
buena y generosa, que como toda madre es absolutamente amor; pero una
madre que tiene que lavar para ocho, que tiene que lavar para la calle,
que tiene que cocinar, que tiene que hacer mil acciones para vivir.
Eusebio Leal en la casa natal de José Martí
Hoy, la casa natal nos parece una cosa
preciosa, pitada, arreglada, cuidada, pero es una casa de los arrabales,
a 50 metros de la muralla, una casa de periferia, una casa en la cual
ellos ocupaban en la planta alta un pequeño espacio.
Si hay algo que me llama la atención de
la casa de Martí es la cocina, apenas cabe una persona para poder
trabajar en la pequeña cocinita de la casa. Quiere decir que esa
humildad y esa modestia, y esa pobreza, y la fragilidad de la salud del
padre y de algunas de las niñas, marcaron un poco el destino de su
niñez.
WILMER RODRÍGUEZ: Y ese destino de su niñez, de su vida, ¿iba a ser Cuba, Doctor?
EUSEBIO LEAL: Sí, sobre todo porque el
papel del maestro es muy importante. Tanto José Sixto Casado, por
ejemplo, que se menciona poco, como el gran maestro Rafael María de
Mendive, o el contacto posible allí en el colegio de Prado, con Anselmo
Suárez y Romero, y otros profesores de categoría que le dieron un
sentido profundamente cubano a su naturaleza. Yo no sé por qué, me lo he
preguntado muchas veces, los hijos de españoles aquí nacían ya con una
forma de expresión y una forma de vida diferente, era una cosa
asombrosa. Yo conozco ancianos ahora, aquí, en la Habana Vieja, que
llevan 80 años en Cuba y conservan todavía el acento español, como
virtud, y sin embargo los que ya nacían en Cuba nacían con el hablar
cubano, y particularmente con el hablar habanero, que fue el hablar de
Martí.
WILMER RODRÍGUEZ: A Martí a veces los
cubanos lo vemos como hijo de toda Cuba, pero Martí es un hijo de La
Habana, es herencia de aquella Habana del siglo XIX y que se va formando
en aquel contexto. Ya usted decía, el colegio de San Pablo, con la
formación de Rafael María de Mendive, y aquel adolescente se va
convirtiendo en un joven de ideas.
EUSEBIO LEAL: Date cuenta que Mendive,
como casi toda su generación de intelectuales, habían sido discípulos de
Félix Varela, habían formado parte de aquella juventud que se había
formado bajo la sombra de los grandes maestros del Colegio Seminario San
Carlos y San Ambrosio, del propio padre Varela, de Saco, del Monte, que
habían tenido la posibilidad de oír hablar de los tiempos gloriosos del
Obispo de Espada, que tenían una visión de Cuba ya mucho más ilustrada,
que se apartaba de los libros de texto y buscaba ansiosamente en la
palabra viva de los viejos maestros la esencia de la cuestión.
Vivió poco tiempo en La Habana, apenas 16
años, interrumpidos brutalmente por el presidio, que fue no solamente
dolor, sino lección y motivo de acercamiento profundo con aquel que fue
el que más influyó en él; porque hay que darle su lugar al padre de
Martí. El padre de Martí tiene un papel esencial, porque el padre de
Martí lo entendió con trabajo, con dolor. Supo pensar en su destino, eso
está claro. “Mi padre ha muerto, y con él parte de mi vida”, estas
palabras de Martí años después lo resumen todo. Con mucho esfuerzo lo
lleva a los Estados Unidos durante su exilio. Mantiene con el padre una
relación intensa.
El padre, fíjate, que era un soldado de
profesión, y sin embargo no fue voluntario. Estando ya retirado habría
sido un sargento de voluntarios, un subteniente de voluntarios. Tenía
relaciones, todos esos españoles emigrados eran sus amigos, y sin
embargo no. Fue el celador del barrio del Templete, le pudo mostrar a
Martí, de la mano, la ceiba bajo cuya sombra nació La Habana; jugó Martí
seguramente en la Plaza de Armas, caminó por la calle de los Oficios,
se detuvo ante la misteriosa iglesia de San Francisco, en aquella época
un lugar oscuro y desacralizado.
Quiere decir ese concepto de habaneridad
vivido en el andar en los barrios de La Habana, el carácter del padre,
el carácter de la madre, tan austero. Todo el mundo ahí se trata de
usted. Usted es el trato de la madre. Usted, es el trato de él para el
padre, un trato muy reverente, no distante, y que en Cuba se suele
otorgar, cuando en cierta madurez de la vida los adolescentes reconocen
en los ancianos personas que deben venerar.
Por ejemplo, mis hijos le llamaron
siempre a mi mamá usted; y nosotros, cuando queremos exaltar a una gran
mujer cubana, le damos el muy español título de Doña, así es Doña
Mariana, por ejemplo, así es la madre de nuestro querido y amado héroe
Abel Santamaría, doña, y es el signo de una devoción, de un respeto, de
una cultura.
WILMER RODRÍGUEZ: Una cultura que
tenía José Martí, por supuesto, en aquellos primeros años en La Habana.
Ya decía usted que solo vivió 16, después fue a Isla de Pinos, después
fue a España, un hombre que vivió mucho tiempo fuera de Cuba y que nunca
perdió la cubanidad.
EUSEBIO LEAL: Lo que asombra a los
maestros en el primer tiempo de su vida es esa letra perfecta, es esa
aplicación a todas las asignaturas. Ahí están los resultados, en el
expediente, están los resultados de su escolaridad.
Cuando llega a España, doloroso, descubre
dos cosas que para él son fascinantes, la gran ciudad de Santander, por
ejemplo, en la cual tuvo amigos y benefactores, y después Madrid, donde
sufre las consecuencias de la enfermedad adquirida en el Presidio,
quiere decir, los roces de la cadena con el testículo, con la pierna,
con la cadera, era un niño muy delgado.
Tan es así que cuando el doctor Valencia
reconoce su cadáver, en Oriente, después de la muerte, dice que se
notaba en el pie una huella como el que ha llevado grillo mucho tiempo,
quiere decir que él fue lacerado en el cuerpo y en el alma.
Sin embargo Martí es un hombre sin odios,
siendo un hombre de pasión, y de pasiones, un hombre con el que era
difícil discutir, porque era un hombre de ganar, de convencer, de
persuadir. Era un hombre que poseía eso que los griegos llaman el
carisma, quiere decir, una luz capaz de deslumbrar a los demás y que
tiene una virtud en él y es que no habla solo… Yo, por ejemplo, que he
tenido el privilegio de conocer grandes intelectuales, conversar, por
ejemplo, con José Lezama Lima, tú hablabas con Lezama Lima y necesitabas
un bagaje de conocimiento para poder acceder a las metáforas de Lezama;
sin embargo, Martí es capaz de ser entendido, y fue mayoritariamente
entendido por una multitud iletrada, de trabajadores. Y era también
entendido por los intelectuales, y por los españoles que lo escuchaban,
era un hombre de corazón, del convencimiento, de la persuasión.
Martí fue algo extraño, de ahí que dijera
el propio Lezama, ya mencionado, que era un misterio que nos acompaña, y
es verdad, es un misterio que nos acompaña.
WILMER RODRÍGUEZ: Ya usted hablaba
ahorita de la marca del grillete cuando murió, pero también hubo marcas
espirituales en la vida de Martí, un hombre que sufrió en la lucha por
la independencia de Cuba, por la libertad.
ESUSEBIO LEAL: En su escrito redactado en España, El Presidio Político en Cuba,
está volcado todo su dolor, todo su sufrimiento. Sin embargo, recuerda
con cariño a la familia del señor Gironella, el catalán que lo recibe en
El Abra, por las gestiones del padre. Reconoce y estima, por ejemplo, a
bordo de su largo viaje, al general español Pierrá, al cual
probablemente se debe su ingreso temprano en la masonería.
Es un hombre capaz de perdonar, sin
olvidar, que es lo más importante. Él no olvida y, por tanto, en qué
radica el perdón. El perdón radica en que no se podrá decir como Kaifaz:
“Que su sangre caiga sobre nuestras cabezas y sobre la de nuestros
hijos”. Él no fue un predicador del odio, él fue un predicador de la
construcción de una nación nueva basada en principios de justicia, de
toda la justicia posible, pensando siempre, quizá alucinado por el
recuerdo de sus padres, en que era también una patria para los españoles
que entendieran el destino de Cuba y que tantos lucharon por la
independencia de Cuba. Es más, te puedo decir que después del
contingente cubano que lucha por la independencia, de los que podemos
llamar hoy internacionalistas, los que más luchan son españoles, porque
son trabajadores, porque son mineros arrebatados a la mina, porque son
campesinos, como sus padres, que cuando vieron a Cuba confraternizaron
con el dolor del pueblo cubano y cuando llegó el momento de la
independencia, lucharon con ellos.
WILMER RODRÍGUEZ: Doctor, la vida de
Martí también está marcada, ya hablábamos de los sufrimientos, pero
también por la incomprensión. ¿Fue incomprendido en su época?
EUSEBIO LEAL: Claro, en primer lugar en
la familia. Cuando tú lees las cartas de la madre, la madre para uno es
sagrada, como sea. Cuando en Cuba decimos una grosería de las peores es
para uno que no tiene madre, porque la madre es todo. Yo siempre he
dicho que el hombre envejece, aunque tenga 80 años, el día en que muere
su madre, deja de ser un niño para ser un hombre.
La madre no entiende nada, en las cartas
le escribe: “Pepe, hasta que usted no deje tanto periodismo, tanta
política, usted no tendrá donde reclinar su cabeza”.
Hay un momento en que Martí piensa, y lo
dice así y lo escribe. Joven, adolescente, que ha llegado a pensar en el
suicidio si no lo dejan estudiar, por ejemplo, que era lo que él debía
hacer, y que era su destino. Sin embargo, al final de la historia vamos a
ver la imagen dolorosa de Leonor Pérez Cabrera cubierta con hábito
negro, como una viuda luctuosa, han muerto casi todos sus hijos, pero
sobre todo, murió Pepe, a los 42 años, que era su esperanza, el padre de
su nieto, José Francisco.
WILMER RODRÍGUEZ: Y no solo incomprendido no solo por su familia, sino también por los que luchaban con él.
EUSEBIO LEAL: Incomprendido por su
esposa, por ejemplo. Yo no la culpo, porque sería injusto. Cuando uno
lee el libro de amor de ambos, es imposible pensar… Primero, fue la
mujer de la cual él se enamoró. “El infeliz que la manera ignore de
alzarse bien y caminar con brío, que de una virgen celeste se enamore”.
Está dicho, está enamorado profundamente, pero como muchos matrimonios,
no coinciden en ciertas cuestiones; ella había sido criada de una
familia diferente, su padre le había dado otra educación. Ella soñaba
con el hogar tranquilo, él no tuvo tranquilidad nunca. Ella soñaba con
estar en Cuba en Camagüey, en Nueva York, y él soñaba con estar en San
José de Costa Rica, en Jamaica, en Tampa donde estuvo probadamente más
de 17 veces. Entonces no hubo posibilidad, no la hubo.
Y políticamente, entre los propios
compañeros de armas, que pensaron que los sacrificios del presidio y los
dolores del exilio no eran suficiente justificación para que adquiriese
Martí lo que lentamente va adquiriendo. Tú vas viendo, por ejemplo, en
las tarjetas de invitación a Nueva York, de las oratorias, del 10 de
octubre, del 27 de noviembre, cómo va pasando Martí de ser un orador al
principal orador. Y como algunos de sus discursos, son sobrecogedores:
“Los Pinos Nuevos”, “Con Todos y para el bien de todos”. Cuando tú lees
eso tú sientes que hay como un volcán encendido en todo eso.
Y algunos no entendieron, costó trabajo,
hubo discrepancias profundas, aún entre Martí y los dos grandes líderes
de la Revolución, Antonio Maceo y Máximo Gómez.
WILMER RODRÍGUEZ: El primer encuentro entre Gómez y Martí no fue nada positivo.
EUSEBIO LEAL: El encuentro de Nueva York, figúrate tú.
WILMER RODRÍGUEZ: Está el diario de Gómez, con lo que escribe Gómez en su diario.
Eusebio Leal en el estreno del cortometraje “Nuestro Martí”, una experiencia en realidad virtual usando Cardoboard
EUSEBIO LEAL: Bueno, pero es lógico, eran
seres humanos. Por favor, hemos convertido en divinidades a los
patriotas y les pedimos que no pueden cometer errores, les pedimos que
tienen que ser perfectos. Decimos que no se pueden decir ciertas cosas
porque no estamos preparados para escucharlas, aquí lo que hay que
hablar de la historia, de la Patria, con la cabeza descubierta. Y yo te
digo a ti que cuando he leído cartas de Martí, o leo lo que está escrito
en su diario, o leo a Gómez, o leo a Maceo, en algunos momentos de
tensión moral para mí, preparándome para un trabajo, o una clase, leo
esas cosas y me saltan lágrimas del corazón. Y recuerdo a Fidel el 15 de
marzo del 78, recordando la Protesta de Baraguá, cuando dice que hay
que entrar a la historia con la cabeza descubierta.
No se puede entrar con la soberbia
señoril de los que no ha sido capaces de disparar un tiro, ni se han
visto nunca en los horrores de la guerra, en el hambre de la manigua,
ver muriendo a tus hijos, como vio morir Máximo Gómez a los suyos, Maceo
a los suyos, ver eso para lograr humanizar, vulgarizar. Adoro a los que
aman, y aborrezco a los que tratan de vulgarizar la historia para
hacerla comprensible. Todo cubano está preparado hoy para entenderlo
todo, sino mañana no entenderán nada del hoy, que es el más grande
peligro, y del ayer. Porque tú eres demasiado joven, ¿qué edad tienes?
WILMER RODRÍGUEZ: 35 años doctor.
EUSEBIO LEAL: Te podrás imaginar.
Entonces yo, que tengo mucho más que tú, y que tú naciste en medio del
apogeo de la Revolución. Yo solamente no conocí a Camilo y al Che
personalmente, la mano de todos los demás dirigentes de la Revolución me
arden todavía en la mano. Todavía me arden en la mano la mano de
Montané, de René Rodríguez, de Manuel Piñeiro, de Celia, de Calixto
García, de Juan Almeida, tú te podrás imaginar. Todavía me arde en la
mano, la mano de Fidel. Cómo entonces explicaremos mañana la historia.
Yo, que los he visto también de cerca, como hombres, nunca como dioses.
WILMER RODRÍGUEZ: Como seres humanos, doctor.
EUSEBIO LEAL: Como seres humanos capaces de errar y de acertar.
WILMER RODRÍGUEZ: Y Martí era un ser humano
EUSEBIO LEAL: Martí era un ser humano
superior, como Fidel. Era un ser humano superior, con una capacidad
enorme de síntesis, con una capacidad de elaboración de ideas, con una
capacidad de ir a un objetivo. Tú tomas el discurso de Martí y es una
elipsis, él viene buscando el resultado, viene buscando, y de pronto
parece que hay una digresión larga, que de pronto encuentra nuevamente
su lectura y concluye dejándote exhausto.
WILMER RODRÍGUEZ: Doctor, el 24 de
febrero de 1895 inicia la guerra organizada por Martí. Era Martí un
hombre bueno, pacífico, esto se lo he escuchado en varias ocasiones,
entonces ¿por qué se lanza a la guerra?
EUSEBIO LEAL: Consideró a la guerra
inevitable. Antes de considerarla necesaria y redentora, la considera
inevitable. Con lágrimas del corazón él se ve obligado, ante el fracaso
absoluto, ante la incomprensión total, ante los caminos equivocados de
los reformistas y de los que buscaban soluciones a medias. Para él no
hay más camino, después de conocer la historia del mundo, América, de
Bolívar, de San Martín, que no hay más remedio que luchar, y que el
pasaporte de identidad del pueblo cubano será firmado por España con
letras de sangre. Reconocerá España a Cuba como independiente con el
dolor de su propia sangre. Piensa tú que en la primera guerra, en la de
los 10 años, cuando el capitán general Joaquín de Jovellar se dirige al
pueblo de Cuba, dice que 90 000 madres españolas lloran la pérdida de
sus hijos. En la segunda guerra vinieron más soldados a combatir contra
la independencia que en todas las guerras latinoamericanas juntas,
incluyendo el Ejército Británico en los Estados Unidos. Hay un momento
que hay en Cuba entre civiles armados, fuerzas paralelas como
voluntarios y ejército regular más de un cuarto de millón de soldados
contra un levantamiento de un pueblo que avanza armado del Oriente a
Occidente, y cuyo camino de allá para acá es un camino de fuego.
“¿Qué queremos?”, pregunta el general
Gómez en un momento. “¿Una Cuba libre, soberana de verdad? ¿O queremos
continuar en la servidumbre y la esclavitud?” Cuando llega al ingenio
aquel, listo para comenzar la zafra y parado en la escalerilla de la
casa ve a los guajiros que llegan sucios, con los niños cargados,
famélicos. Y pregunta: “¿Y la escuela dónde está?”. Le responden: “Nunca
la hubo”. No había nada limpio allí, no había justicia y ordena
inmediatamente que se destruya el ingenio. Fuego. Fuego. Y mañana todo
el que vaya a cortar caña que se le incite a luchar, y si no, que sea
pasado por las armas. ¿Y qué quiere decir eso? Que la guerra era
terrible, que era la última razón de ser. Y él no puede huir de lo que
él mismo ha convocado, y contra todo pronóstico y contra toda negativa,
que las hubo, se decide a venir.
Y esa noche, ese bote tirado a la bartola
a las diez de la noche, moviéndose el mar encrespado, separándose, como
dice Gómez, nunca vio separarse un barco grande de una barquichuela en
que venían cinco hombres. Se pierde el timón. Hay que improvisarlo. Y
finalmente, después de mucha lucha, llegar a ese lugar misterioso, bello
e impresionante de Cuba, en el que tuve el honor de estar con Fidel la
noche en que se cumplían 100 años de la llegada de Martí. Y Fidel entró a
las 10 de la noche en el agua, hasta la bota, con la bandera cubana y
la movió al norte, al sur, al este y al oeste, ante un grupo de pocos
testigos, no llegábamos a diez los que vimos aquella escena
sobrecogedora. Y te voy a decir, era oscura como la noche del 10 de
abril de 1895, pero de pronto apareció la luna y se iluminó el mar e
iluminó la estrella radiante de Cuba.
WILMER RODRÍGUEZ: Decía usted que hubo negativas para que Martí regresara a Cuba.
EUSEBIO LEAL: Claro que sí. Fueron
algunos falsos amigos o admiradores con rabia. Sabes que siempre hay
quien te admira, pero con rabia. Él también tenía detractores. Le decían
el capitán araña, todo lo imaginable se dijo de él, todo tipo de
calumnias. Y segundo, el momento crucial: Fernandina, todo se pierde.
Porque él confía en un hombre inconfiable, pero no lo sabe. Un error, un
error humano lo hace perder todo. Todo se pierde. Y después la carrera
por sacar de la cárcel a los marineros, al capitán, y allí están las
tres naves confiscadas, bajo cuyos aperos de labranzas venían los
fusiles comprados por los obreros y las armas, para tocar tres puntos de
Cuba, que era su objetivo. Quería una guerra pronta, justa, ejecutiva
que impida la movilización española y la intervención norteamericana.
Está claro que para él ya lo español está pasando a un segundo plano que
el gran peligro que aparece delante es la intervención militar de
Estados Unidos, que se ve clara cuando él se entrevista con el
periodista norteamericano Eugenio Brison y este le dice: “Vengo de La
Habana, y Martínez Campos me ha dicho que antes de ceder a los cubanos,
pactan con los yanquis”. Eso ya es terrible.
Y por último, las discrepancias ya en
tierra en cuanto a la dirección de la guerra. Vuelven a salir los
fantasmas del pasado. Porque algunos, aún los más lúcidos, valientes,
esforzados no se dan cuenta que la garantía de que no iba a suceder lo
del pasado era él, Martí, que era el equilibrio, el sentido justo, que
jamás veríamos a un Martí dirigiendo operaciones militares. Eso no era
lo suyo. No. Martí era el político, era como le empezó a llamar la
gente: Presidente. Y el temor de Gómez, expresado en sus palabras aquel
día en una discusión de campamento: “No me le digan presidente, que él
no lo es todavía. Díganle general”. Era el alejamiento de la realidad,
que ya eso se vio en el drama de Céspedes y la Cámara, que era el
pasado.
Y por último, lo inesperado, la muerte.
Era el destino. Hay quien cree, hay quien no. La divina providencia,
como dice Gómez. Su propio karma, su propia señal de vida está escrita
en cartas, en versos: “Mi verso crecerá bajo la tierra y yo también
creceré”, “siento dentro de mí un cántico que no puede ser otro que el
de la muerte”.
Y por último Cuba. Trescientos y tantos de kilómetros caminados desde Playitas por las montañas.
WILMER RODRÍGUEZ: Eso nadie lo imagina doctor. Martí con una mochila a cuesta por esas montañas.
EUSEBIO LEAL: Una mochila con 100 tiros,
medicamentos, libros, un Winchester 44, un revolver, zapatos desechos,
ropa de campaña a mal traer, su propia ropa llevada a cuesta,
trescientos y tantos de kilómetros. Por eso hay que leer bien delante de
su tumba los hitos que van marcando los campamentos hasta llegar a Dos
Ríos. Hace muy poco que fui a ese lugar. Desde que me fui acercando y vi
el río Contramaestre sentí una emoción indescriptible. Entonces llegué
al lugar, y veo el monumento y veo el triángulo de los ríos, y el
espacio.
Cuentan que al sentir el tiroteo de una
columna española Gómez ordena a salir inmediatamente y le dice a Martí
cuando lo ve tan dispuesto: “Apártese Martí, apártese”, como diciéndole,
ese no es su lugar, espere, quédese, nosotros volveremos. Y esa fue la
tapa del pomo. Porque también en la mesa de comida en La Mejorana le
habían dicho esto, y también fue muy probable que en la entrevista de La
Mejorana la decisión de los dos grandes generales fuera: “Más hace
usted allá que aquí, usted aquí no es tan necesario como allá. Nosotros
vamos a hacernos cargo de esto”. Pero que va, él quería pasar a
Camagüey, constituir el gobierno en Camagüey, donde tenía la certeza de
lograr un gobierno equilibrado, con patriotas probados, con soldados e
intelectuales de mérito, no un grupo decadente de letrados, ni de
locuaces políticos incapaces, como se vio antes y se viera luego, y
sería la causa de tanta desgracia para Cuba, entre ellos la muerte de
Antonio Maceo. Ahí uno comprende el porqué de La Mejorana, las razones
ocultas, íntimas de Antonio Maceo era el temor al pasado. Él había
perdido mucho: su padre, la madre en el exilio, un hermano en los
presidios de África y aun estando en Pinar del Río en campaña llega la
noticia con Rius Rivera del último: José. Entonces, estamos viendo tres
figuras colosales de la historia, con características distintas.
Cruzan por el peor lugar, entre el fango,
era el mes de mayo, había llovido, el río venía crecido y salen delante
y se encuentran las formaciones españolas, y Martí no obedece. Ese
carácter no era domesticable, y dice: “Vamos”. Y se encuentra a un niño
que era un maestro de Holguín, Ángel de la Guarda, y le dice: “Joven,
acompáñame”. Me recuerda la canción de Silvio, del ángel que no ve, que
mira hacia otro lugar. Un ángel de la guarda que debe cuidar de él, su
único compañero. Y el brioso caballo que le había regalado José Maceo
que tanto lo admiraba. Y de pronto delante de él, el destino. Descarga
cerrada. Caballo herido. Martí caído moribundo, el muchacho que lo ve
trata de acercarse. No puede. Huye. Lleva la noticia. Dicen que fue un
traidor cubano el que lo mató para mayor desgracia. Se acercó, estaba
agonizante y le dio el último disparo. Estaba herido de muerte, pero
había algo extraño ese día. No iba vestido con la ropa del soldado que
usó todo el tiempo. Iba con ropa de civil, con chaqueta oscura, con
camisa, con corbatín, con un pantalón blanco. Llevaba todo arriba. Las
cintas que le habían regalado Clemencia, la hija de Máximo Gómez, el
dinero para pagarlo todo, según la costumbre, el retrato de María
Mantilla, su hija amada, quemado por el disparo. “Y si muero, llevaré tu
retrato como un escudo en mi corazón”.
WILMER RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ: Un ser humano, un ser humano en toda su dimensión, hasta en el momento mismo de la muerte.
Eusebio Leal al pie de la estatua ecuestre de José Martí en La Habana
EUSEBIO LEAL: No se le puede divinizar,
pero el pueblo cubano tiene en Martí la noción del bien. De ahí que todo
agravio, toda afrenta a Martí sea insufrible. Martí no es para estar en
lugares abandonados ni ya le corresponden rincones como en la
República. Martí está en el centro. El primer monumento levantado en
Cuba fue develado por Máximo Gómez y Salvador Cisneros en el Parque
Central, el segundo en Matanzas, en Caibarién hay uno maravilloso y en
todos los pueblos de Cuba está el sitio que le corresponde. Y en Santa
Ifigenia, en esa tumba linda de Mario Santi, en la cual aparecen
representados todos los valores de una nación: el rayo de sol que
penetra, el día y la hora, la bandera, la tumba. Martí es inmancillable.
Martí es el símbolo de la virtud. De ahí que no se pueda comprar la
clemencia, te diría algo más, el rigor de la justicia revolucionaria, en
todo su rigor, contra los que ultrajen de palabra o de obra a José
Martí con ningún otro acto ocurrido en la historia de Cuba, porque es
absolutamente incomparable, y representa a mi juicio, la decadencia de
un grupo de cubanos que han perdido la esencia del ser. Por eso nuestra
preocupación constante por aquellas palabras de Luz y Caballero con las
cuales quisiera terminar: “Hombres recogerá quien siembre escuelas”.
Quiere decir, en la familia y en la escuela está el destino.
WILMER RODRÍGUEZ: Muchas gracias doctor por esta entrevista. Ya Cuba se la está agradeciendo.
Sin duda alguna Cuba volvió a vencer en la ONU al obtener este jueves una votación de 187 países a favor dela eliminación del bloqueo, 3 votos negativos (Estados Unidos, Brasil e Israel), 2 abstenciones (Colombia y Ucrania) y Moldova que no votó. Pero esta, como dijo un colega ayer, es una victoria moral, porque como ya sabemos por 28 ocasiones ha prevalecido el criterio de la mayoría y el bloqueo ha seguido igual, o mejor dicho, ha empeorado en los últimos meses. De irritante y cínico, por solo emplear dos adjetivos, puedo calificar la intervención de Kelly Craft, representante permanente de Estados Unidos en Naciones Unidas, cuando “inteligentemente” quiso desviar la atención de los presentes sobre el verdadero impacto del bloqueo hacia Cuba, del cual el gobierno de Estados Unidos Sí es responsable. Entre mentiras y tergiversaciones de la realidad cubana estuvo centrado el infeliz discurso, caracterizado por el no reconocimiento de los efectos nocivos que las restricciones económicas, comerciales y financieras de su gobierno tienen sobre el pueblo de Cuba, aunque manifestó que estaba segura de que la mayoría de los países miembros de Naciones Unidas se pronunciarían a favor de la resolución cubana. Cabe entonces preguntarse: No se dan cuenta de que tantas voces no pueden estar equivocadas. Los argumentos de los efectos del bloqueo son reales y que no hay otro responsable que no sea Estados Unidos. ¿Qué autoridad tiene ese gobierno para hablar de derechos humanos? Acaso olvida a los prisioneros en la ilegal base naval de Guantánamo, privados de defensa y de cualquier otro derecho? ¿Cómo tergiversar la labor humanitaria y solidaria de los médicos cubanos en el mundo? ¿De qué prisioneros habló ella? Cada uno de sus “argumentos” puede ser refutado por nosotros, pero no vale la pena. Pues como mismo reconoció la Craft, entre los países miembros sí hay claridad de lo que Cuba está demandando y todos coinciden en que el gobierno de Estados Unidos Sí es responsable. Pero si la memoria les está fallando, el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, en su intervención enumeró las más recientes acciones de recrudecimiento del bloqueo con el único fin de afectar nuestra economía y dañar el nivel de vida de las familias cubanas. Se refirió a la restricción de viajes a ciudadanos estadounidenses y de vuelos directos a la isla, excepto a La Habana; la reducción de las remesas y el cese del intercambio cultural, entre otras. Al propio tiempo denunció la aplicación de medidas no convencionales contra Cuba y que la persecución a las relaciones bancario-financieras con el resto del mundo ha aumentado. Rodríguez Parrilla, mencionó nombres de cubanos, algunos adolescentes, que presentan problemas de salud complicados y que no disponen de los medicamentos apropiados para esas patologías, teniéndose que buscar medicamentos alternativos para aliviar las enfermedades que padecen. Pregunto: Cómo se llama eso? El bloqueo ha sido el obstáculo fundamental para el desarrollo de Cuba y para el cumplimiento de sus objetivos para el 2030, e impacta en todos los sectores, sentenció el canciller. Por eso los últimos meses Cuba adoptó medidas coyunturales para minimizar el impacto del déficit de combustible en los servicios básicos a la población, potenciar el ahorro de los portadores energéticos y limitar el uso del combustible. Desde los ministerios de Economía, Transporte, Energía y Minas, se implementan medidas de ahorro, uso racional del combustible y, sobre todo, asegurar los servicios a la población. Los cubanos llevamos seis décadas de bloqueo. No alcanzo a imaginar cómo sería vivir un mes sin él, pero tampoco pierdo las esperanzas. Así hemos vivido, hemos crecido, buscamos alternativas, aparecen nuevas potencialidades y a pesar de todo nos desarrollamos, lento sí, pero nos desarrollamos. Los cubanos no hemos hecho otra cosa que no sea responder al pensamiento martiano de: “A un plan obedece nuestro enemigo: de enconarnos, dispersarnos, dividirnos, ahogarnos. Por eso obedecemos nosotros a otro plan: enseñarnos en toda nuestra altura, apretarnos, juntarnos, burlarlos, mantener por siempre a nuestra Patria libre. Plan contra plan.” Esa es la esencia. Esta nueva victoria en la ONU nos ratifica que no estamos solos. Que la lucha es difícil, pero no imposible y que la unidad, el trabajo y la inteligencia colectiva, son nuestras mejores armas para festejar la victoria y lograr otras muchas.
La pretensión de la élite política
estadounidense de controlar los destinos de Cuba, a través de las más
variadas estratagemas, ha devenido en obsesión ancestral. En el más
estricto apego a la verdad histórica, es una idea que ronda las mentes
de varias de las figuras más relevantes de dicho conglomerado, incluso
antes de configurarse como estado moderno.
Esa actitud marcó, desafortunadamente,
buena parte de la proyección imperial hacia la Mayor de las Antillas,
durante los últimos 250 años, en tanto nuestro archipiélago se asumió
por ese sector de poder, desde la combinación de múltiples instrumentos,
como pieza de especial significación dentro del contexto hemisférico.
Lo cierto es que, más allá de
declaraciones enfiladas a ganar simpatías fuera de sus fronteras —con la
aspiración añadida de conquistar cerebros de cualquier geografía,
propalando por todos los medios que ellos representan un sistema de
valores superior, es decir un modo de vida a imitar— y de reajustes
relacionados con los imperativos coyunturales, la maquinaria política
del poderoso vecino no dejó a lo largo del tiempo (ni renuncia en el
presente, y es prácticamente seguro proseguirá en esa posición en el
futuro) de llevar adelante acciones concretas, encaminadas a coronar esa
invariable determinación.
Ello se erige, entre no pocos tópicos, en
el ente aglutinador en el comportamiento de esa potencia hacia nuestros
lares, desde la época de la “fruta madura” y la Doctrina Monroe (cuyo
hálito jamás abandonó el proscenio latinoamericano y caribeño) hasta la
etapa más reciente en nuestras retinas, en que un hombre locuaz e
inteligente como Barack Obama, daba pasos en pos de una convivencia
civilizada con Cuba, en la misma medida que consideraba a Venezuela como
amenaza “inusual y extraordinaria” a su Seguridad Nacional.
Obama, por cierto, tuvo el mérito, desde la óptica de los objetivos del establishmentque
representa, de proyectar en no pocos espacios de diversos confines una
imagen cándida, erigida a su vez sobre la desmemoria histórica.Con su
manera desenfada de conducirse, protegiendo a su esposa Michelle de la
inclemencia de la lluvia habanera, o dialogando con personas comunes en
supermercados asiáticos y recintos de la más variada naturaleza por el
mundo (no olvidar sus incursiones en programas humorísticos como Vivir
del Cuento) realizó una contribución, no despreciable, en cuanto a
desdibujar el rostro imperial, acrecentando así la desmovilización en
varios puntos cardinales del orbe, en torno a una batalla que, desde la
visionaria alerta martiana, es esencialmente de ideas.
El ganador, inexplicablemente….
El 8 de noviembre del 2016 una noticia
impactó con particular fuerza en el concierto internacional: Donald
Trump, magnate inmobiliario, con profundas conexiones con los reality shows
y la farándula asociada a la industria del entretenimiento, se alzaba
con la victoria en la contienda electoral de Estados Unidos.
En realidad, nunca será ocioso reiterarlo,
el cuadragésimo quinto presidente de ese país no llegó a la Casa Blanca
imbuido del glamur con el que se identifica un triunfo legítimo, en
cualquier competición. Por el contrario, su arribo al Despacho Oval
estuvo marcado por la aberración más inaudita que pueda concebirse, en
materia de dirimir escaños en las urnas.
Todavía parece de ciencia ficción —si bien
su explicación “legítima” se remonta a vetustas legislaciones de los
albores del siglo XIX, puestas en prácticadesde entonces con la marcada
intención de asegurar,a cualquier costo,el control de la rama principal
del sistema político, la presidencia, y que esta estuviera siempre en
manos “adecuadas”, en cuanto a los sectores que representaban— el hecho
de que los “compromisarios” del Colegio Electoral decretaran ganador a
quien recibió 2, 8 millones de votos menos que su contrincante, la
demócrata Hillary Clinton.
Es verdad que no era la primera vez en la
historia que ello sucedía (el escamoteo a Al Gore por George W. Busch
fue el referente más cercano) pero también lo es que nunca antes emergió
un vencedor —y uno puede atreverse a afirmar que es bastante probable
no vuelva a ocurrir, en esa magnitud, en lo adelante— con tal nivel de
descrédito. Es más, en ninguna otra nación del planeta es posible que
quien es vapuleado en los comicios de esa manera, se levante como la
figura sonriente.
Es algo así como decir, por solo mencionar
un ejemplo, que, en la Copa del Mundo de Fútbol de Brasil 2014, los
anfitriones fueron los ganadores, y no lo alemanes, luego de que la
“canarinha” cayera (un segundo Maracanazo, por su connotación simbólica,
con independencia de que esta vez el choque fue en la semifinal, y no
se efectuó en el Coloso de Río de Janeiro, como sucedió en el
emblemático partido contra Uruguay, en la disputa del máximo trofeo
universal, en 1950, sino en el Estadio Mineirao, de Belo Horizonte) por
un estrepitoso marcador de siete goles contra uno. No menos apabullante,
repito, fue la andanada contra Trump a la hora de depositar los
ciudadanos sus papeletas. Únicamente el surrealismo que se enseñorea en
temáticas políticas en predios del norte, carcomidas desde sus entrañas,
es capaz de explicar tal anomalía.
Yo, el mejor de todos…
En un mundo lleno de falsedades, verdades a
medias, afirmaciones descontextualizadas e intentos de manipular el
comportamiento humano, en una amplia gama de asuntos y valiéndose de los
más insospechados métodos, es una cuestión de primerísimo orden colocar
cada pieza del engranaje en su justo lugar.
Esa virtud, si tuviésemos que resumir sus méritos, es una de las principales del libro Trump vs Cuba. Revelaciones de una nueva era de confrontación, de la autoría de Rafael González Morales, que la editorial Ocean Sur acaba de poner a circular.
El texto es, sin lugar a dudas, uno de los
intentos más abarcadores desarrollados hasta el momento,en el afán de
comprender los factores determinantes sobre el comportamiento del actual
mandatario estadounidense hacia nuestro país, desde que asumió la
jefatura imperial, el 20 de enero del 2017.
González Morales, licenciado en Derecho en
la Universidad de La Habana, en el 2003, y máster en Relaciones
Internacionales en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales
(ISRI) “Raúl Roa García”, en el 2006, nos devela, mediante una
documentada investigación, los múltiples rostros del controvertido
personaje a través de los años. Es así que afloran en las páginas de su
libro, desde las maquinaciones hacia Cuba de un empresario que no se
cansa de presentarse como “súper exitoso”, en un primer momento, hasta
los diferentes papeles por los que transita, a partir de su peculiar
relación con la extrema derecha de la mafia de origen insular, una vez
instalado en la oficina de la avenida Pennsylvania.
Ese es otro acierto del libro presentado
en el ISRI: brindar elementos que nos aproximan a la policromía de un
hombre que, si bien suele divulgarse hasta el cansancio se comporta la
mayor parte de las veces como un elefante dentro de un cristalería, está
lejos de ser un improvisado, en cuanto a tejer urdimbres que favorezcan
sus aspiraciones. Trump, en otras palabras, no es un neófito, ni mucho
menos —aun cuando no desempeñó antes ningún cargo formal al respecto— en
materia de la narrativa política estadounidense.
Es más, a todas luces representa, sin que
ello niegue la singularidad que aporta su figura, un producto de los
entuertos y contradicciones inherentes al complejo laberinto que encarna
el capitalismo monopolista financiero transnacional, cuyo epicentro
permanece en Estados Unidos, independientemente de la declinación
relativa experimentada por esa nación, a nivel global, desde mediados de
la década del 70 de la centuria pasada.
El autor, joven y experimentado analista
en cuestiones vinculadas con los asuntos de seguridad internacional,
hurga en diversos aspectos muchas veces ignorados, lo cual le permite
enhebrar una historia fluida, llena de revelaciones y matices que
atraparán de seguro al más exigente lector.
A través de un cuerpo vertebrado en tres
capítulos, el hoy profesor e investigador del Centro de Estudios
Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La
Habana, hilvana la trama en la que, en distintos grados de relación a su
protagonista,desfilan otros actores, algunos de ellos acostumbrados a
tener sobre si los reflectores de medio mundo, como el senador Marco
Rubio, y otros menos conocidos, pero con peso en el diseño y ejecución
de la actual política gubernamental estadounidense hacia Cuba.
La lectura sosegada de los vericuetos
asociados a cómo se produjo el desmontaje de los canales de comunicación
efectivos alcanzados con la contraparte cubana, durante los años
finales de la administración Obama —intríngulis perversa y hasta ahora
oculta para el gran público— nos permite, en última instancia, apreciar
las falencias y vulnerabilidades de un ser humano permeado por la
megalomanía desde sus tiempos de imberbe, el cual, en la práctica, está
lejos siquiera de actuar como estadista interesado en fortalecer los
intereses de su nación. De qué otra manera puede explicarse que casi
echara por la borda los veintitrés memorandos, acuerdos y otros
mecanismos de entendimiento, logrados entre los dos países, desde el
1ero de julio del 2015 hasta el 19 de enero del 2017, considerados por
expertos de cualquier procedencia beneficiosos para cada lado.
No fue casual, en modo alguno, que la
mayoría de los representantes de la etapa de Obama que encontró Trump,
dentro de los diversos departamentos y el entramado interagencial en
Washington, se opusieran a que la política hacia Cuba, bajo el mando del
nuevo presidente, experimentara un giro brusco.
Nada más revelador que lo planteado por el
propio Marco Rubio a Trump, cuando sin tapujos le afirmó, aprovechando
la cordialidad del mandatario al recibirlo en su oficina el miércoles 3
de mayo del 2017, encuentro al que Rubio llegó en compañía de Mario
Díaz-Balart, y en el que Trump convocó a otros miembros de su ejecutivo,
que: “Lo que te has comprometido a hacer sobre Cuba, lo que quieres
hacer con Cuba, nunca va a venir de los burócratas. Tiene que venir de
arriba hacia abajo. Vas a tener que decirles lo que tienen que hacer.
Los funcionarios de carrera en el Departamento de Estado y el Tesoro,
así como en otras agencias, no están a favor de cambiar esta política”. [1]
Si Trump fuera en realidad un hombre de
negocios seguro de sí mismo (no la representación de esa idea que atrapa
su imaginación) no necesitaría de pretextos para dinamitar el
intercambio académico, cultural, deportivo y empresarial con este
pequeño país caribeño. Acudir a invenciones del corte de los “supuestos
incidentes sónicos” es una muestra mayúscula de debilidad, al tiempo que
el comportamiento ejemplar antillano, sin renunciar a principios y
tendiendo permanentemente una rama de olivo en favor del diálogo, viene
a confirmar el por qué muchos nos consideran como gigante moral.
La filosofía ética de nuestra parte,
cincelada desde el magisterio de Fidel y Raúl, y que el presidente
Díaz-Canel y el resto de la dirección del país hacen realidad en el
presente, cobra vida lo mismo en el papel desempeñado dentro del
Movimiento de Países No Alineados, el Foro de Sao Paulo, en las
conversaciones por la paz en Colombia, o en el encuentro
antiimperialista que acaba de concluir con una denuncia rotunda al
neoliberalismo, y al sistema capitalista en general.
Este libro, he ahí otro tanto a favor, no
está pensado exclusivamente para especialistas. El umbral de lectores
potenciales que se propone conseguir resulta amplio, lo cual habla de la
importancia que le concede el autor a brindar argumentos, a diversos
sectores de nuestra sociedad, sobre tópicos muchas veces complejos.
En la puesta en circulación, que tuvo
lugar en el ISRI, participaron, entre otros, un nutrido grupo de
diplomáticos, profesores, investigadores y estudiantes, así como el
colectivo de Ocean Sur, encabezado por su presidente David Deutschmann.
Esta casa editorial preparó, en tiempo récord, la obra, la cual se suma
al amplio catálogo que atesoran desde que comenzaron a laborar en
nuestro país, hace más de tres décadas. Gerardo Hernández Nordelo, Héroe
de la República de Cuba y vicerrector de la institución anfitriona,
expresó, entre varias ideas, emotivas palabras de agradecimientos a
todos los que, desde el anonimato, contribuyeron al regreso a la Patria
de los Cinco.
El doctor Abel Enrique González
Santamaría, prologuista del libro y autor el mismo de varios textos
editados por Ocean Sur, cerró su intervención con un fragmento de lo que
escribiera José Martí, el 7 de julio de 1887. “Para conocer a un pueblo
se le ha de estudiar en todos sus aspectos y expresiones: ¡en sus
elementos, en sus tendencias, en sus apóstoles, en sus poetas y en sus
bandidos!”.[2] Tal como reconoció González Santamaría, Trump vs Cuba…
es un texto de enorme valor para conocer a uno de los personeros
encumbrados del pillaje, en el norte “revuelto y brutal” que no deja de
despreciarnos.
Notas, citas y referencias bibliográficas
[1]Mar Caputo: “Inside Marco Rubio’scampaigntoshapeTrump’s Cuba crackdown”, en: Rafael González Morales: Trump vs Cuba. Revelaciones de un nueva era de confrontación, Ocean Sur, 2019, p. 60.
[2]José
Martí: “México en los Estados Unidos. Sucesos referentes a México”, El
Partido Liberal, 7 de julio de 1887. En sus Obras Completas, Editorial
de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, t. 7, p. 51., en: Ibídem, p. 7.
El próximo martes 5 de noviembre estaremos recibiendo en El Callejón de los Milagros de Camagüey a los talleristas de la tercera edición del Taller Casa Tomada, organizado por Casa de las Américas.
Es la primera vez que este Taller va más allá de la institución, y para el Callejón de los Milagros es un verdadero honor figurar como el Proyecto a visitarse durante la estancia en Camagüey.
A los organizadores, nuestro agradecimiento por la oportunidad que
nos brindan de mostrarles a los talleristas el Paseo Temático del Cine,
la infraestructura creada, así como las diversas estrategias trazadas
con el fin de contribuir a la informatización de la gestión cultural en
el territorio.
Compartimos la nota de prensa escrita por Karla Castillo Moret, así como el Programa del Taller.
Creado el Martes, 29 Octubre 2019 15:34 | | Fotos: La ventana
La Habana, 29 oct (ACN) El III Taller Casa Tomada tendrá lugar del 4
al 9 de noviembre, con un inusual programa de actividades que contempla
por primera vez un recorrido por varias provincias cubanas.
Con el título Tierra y territorio del pensamiento y la creación joven
en las Américas, este tercer taller tiene una ruta trazada de ocho
ciudades en seis provincias: La Habana, Villa Clara, Camagüey, Holguín,
Guantánamo y Santiago de Cuba, informó hoy en conferencia de prensa la
coordinadora general del evento, Camila Valdés.
El objetivo es transitar por Cuba y pensar en la tierra no solo como
espacio geográfico, sino para pensar en una dimensión de territorio,
estaremos recorriendo huellas de un imaginario de nación, argumentó.
Según trascendió en la cita, es la primera vez que el taller se
traslada fuera de la institución, y durante el recorrido serán visitados
tres lugares de valor histórico como el Memorial Ernesto Che Guevara,
en Santa Clara; Playitas de Cajobabo, en Guantánamo; y el cementerio
Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.
Lorena Sánchez, editora de la Revista Casa, comentó acerca de las
experiencias literarias que propone este evento, entre ellas los dos
talleres de escritura colectiva para jóvenes que realizará SOM Editorial
Colectiva, una asociación civil sin fines de lucro fundada en México y
especializada en la promoción de la escritura colectiva.
De acuerdo con Sánchez, esta editorial ha publicado diversos libros
en los que han participado más de 700 jóvenes narrando su contexto, y se
espera que de esta experiencia en Cuba también se realice uno.
Las artes visuales tendrán espacio en esta edición, con una fuerte
presencia, confirmó Cristina Figueroa, miembro del comité organizador.
Participarán como artistas invitados Esvin Alarcón Lam (Guatemala),
Laurent Hernández (Colombia), Estela López Solís (México), Rafael
Villares (Cuba), y el proyecto colectivo Islagrafía (Cuba).
El taller contará con el apoyo de instituciones como la Asociación Hermanos Saíz, la Fundación Rosa Luxemburgo y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, así como la Muestra Joven del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, que colaborará con la proyección de materiales.