Category: Política

Amazonia: en la mira de laboratorio militar

tomado del blog: Cuba Isla Mía

Olga Pinheiro / Resumen Latinoamericano.- Hace poco dimos a conocer por medio de la Serie ABC de la Geopolítica, en youtube, la existencia de una base militar de la marina de EEUU llamada NAMRU-6, que esta ubicada en Perú, donde funciona un laboratorio que investiga agentes causadores de patologías infecciosas. Su actuación es poco o casi nada conocida y es un peligro latente para todos nosotros.

Pero partamos diciendo que la Guerra Biológica es el uso de «organismos vivos» o patógenos (bacteria, virus u otro organismo) adaptados militarmente para causar enfermedades en humanos, animales o plantas con el fin de aniquilar o causar el mayor daño en el enemigo.

Antes del siglo XX, el uso de agentes biológicos tomó tres formas principales: envenenamiento deliberado de comida y agua con material infeccioso y el uso de animales, vivos o muertos, en sistemas de armas.

Ya en el período, durante y después la segunda guerra mundial, las armas biológicas fueron sofisticadas en programas estatales, de grandes potencias, con el respaldo de científicos y laboratorios de poderosas corporaciones.

Innumerables experimentaciones fueron llevadas a cabo con seres humanos. Las más conocidas fueron realizadas en los campos de concentración nazi. Sin embargo, Gran Bretaña y EEUU tiene largo historial en hacer experimentos químicos y bacteriológicos con personas sin que ellas supieran o dieran su consentimiento para tales pruebas.
Con el fin de la Segunda Guerra, Estados Unidos, incluso, reclutó a científicos nazis, en la Operación denominada Paperclip, también conocida por Overcast, que eran especialistas en las llamadas armas maravillosas del Tercer Reich.

Uno de los más destacados era Eric Traub responsable de la sección de armamento biológico de Hitler. Este experto en patógenos virales, desde que llegó a EEUU trabajó para la Marina de este país (Naval Medical Research Institute, en Bethesda) y quedó en sus manos la investigación de las 40 cepas más virulentas del mundo. Eric Traub también prestó asesoría en Fort Detrick que está ubicado en la ciudad Frederick, en el estado de Maryland. Hasta 1969 fue el centro del programa de armas biológicas de EEUU, y hasta hoy es el blanco de distintas investigaciones y denuncias de manipulación de agentes infecciosos para fines bélicos.

Fort Detrick ha sido acusado formalmente de la propagación del dengue, en Nicaragua, en el año de 1985, por medio del esparcimiento del mosquito Aedes Aegypti (que además de dengue, es el transmisor de la chikungunya, zica y fiebre amarilla).

Años antes, el mismo mosquito Aedes Aegypti y otros vectores biológicos fueron utilizados contra Cuba.

En 1975, entró en vigor la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción y el Almacenamiento de Armas Bacteriológicas (biológicas) y Toxínicas y sobre su Destrucción.

Aun así, pocos años después, el régimen del apartheid en Sudáfrica lanzó un programa secreto, llamado “Project Coast” que fue dirigido por el Dr. Wouter Basson (o Dr. Muerte), cuyo objetivo era desarrollar agentes biológicos y químicos que matarían o esterilizarían a la población negra y asesinarían enemigos políticos.

Entre los agentes desarrollados estaban los virus Marburg, Antrax y el Ébola. Se afirma que miles de personas murieron en esos experimentos.

El ex presidente Mandela fue uno de los intentos de asesinato del doctor Wouter Basson, que en 2002, tras una fianza simbólica, fue liberado de cualquier condena y, actualmente, trabaja de cardiólogo en Sudáfrica.

Basson afirma haber tenido contacto con agencias occidentales que proporcionaron “asistencia ideológica” al “Project Coast”, pese la expresión de preocupación de Washington de que el “Doctor Muerte” revelara las conexiones del “Project Coast” y el Pentágono.

Alerta en América Latina

En esta misma década, en que hubo secretas cooperaciones de agencias estadounidenses con el régimen del apartheid, fue instalado un laboratorio de investigación biomédica de la Marina de los EEUU, en Perú.

Actualmente, conocida como NAMRU-6 (Unidad de Investigación Médica Naval Seis).

Una de sus instalaciones está ubicada, nada menos que en la Amazonia Peruana, en las cercanías del Río Amazonas, en la ciudad de Iquitos, lo que debiera ponernos en alerta delante del grave riesgo de contaminación, difusión y proliferación de agentes infecciosos, aunque formalmente digan que están para identificar e intervenir contra enfermedades tropicales infecciosas.

Tras el largo historial, donde se contrastan discurso y práctica del gobierno estadounidense, queda la preocupación ante la manipulación de patógenos por instituciones militares foráneas y que estuvieron involucradas directamente en la elaboración de armas biológicas en diferentes períodos de la historia.

Todas las bases militares de EEUU, en Latinoamérica, hacen parte de una política de injerencia externa, y NAMRU-6 además de su carácter militar, desarrolla investigaciones bacteriológicas a servicio de un país que desde el principio demostró resistencia en aceptar la convención de la ONU que prohíbe las armas biológicas y que desde muchas décadas interviene con apoyo directo o logístico en la desestabilización de gobiernos democráticos en nuestro continente.

En Indonesia, también había sido instalada una NAMRU (2), pero este laboratorio militar fue cerrado posteriormente, tras el gobierno indonesio darse cuenta de sus controversiales actuaciones. Además de las denuncias de que el conocimiento de las medicinas elaboradas eran destinados a beneficio de transnacionales farmacéuticas que con esas enfermedades infecciosas adquirían voluptuosas ganancias, como fue con el laboratorio Gilead Science, del entonces Donald Rumsfeld, ex secretario de defensa de Bush, que patentó el fármaco Tamiflu, único utilizado para tratar el virus de la gripe, H1N1.

Directo a la Historia Natural de la infamia

Tomado del blog: PostCuba

Tomado del Facebook de Carlos Aristides Luque.

Y podríamos recordar a Martí: «La colonia continuaba viviendo en la república…»

Esta que comparto es una respuesta de Ernesto Estévez Rams que merece ser compartida y conocida a las tesis que Alina B. López Hernández, en La Joven Cuba, infama sobre lo que en Cuba existía antes del 59. Digo infama, recordando a las concepciones que merecen aparecer en La Historia Universal de la Infamia borgeana.

Notorio es que existe una corriente “historiográfica”, a la que suma esta autora, que se afana por presentar una imagen meliorativa, edulcorada y embellecida, de la república neocolonial. No es casualidad, sino coherencia ideológica, cosmovisiva, que esa mirada, a más de ir a contrapelo de la historia conocida, como lo demuestra Rams en su comentario, se corresponda con la óptica reaccionaria conque en particular esta autora, aborda múltiples aspectos de la Revolución y sus procesos actuales. Ahora arroja luz, retrospectivamente, sobre las concepciones que en última instancia sostienen las ideas de esta doctora…

Aquí el comentario de Ernesto Estévez Rams..

¿Es República Burguesa el mejor nombre para la República pre-revolucionaria?

Arquetipos de repúblicas burguesas son por supuesto la francesa y la norteamericana, también la italiana. Arquetipo de estados burgueses la inglesa aun siendo monarquía. Para la cubana a mí se me ocurren mejores calificativos que Alina parece considerar que se ensañan en ella. Si empezamos por entender a la República por su realidad como Estado, entonces con la Enmienda Platt neocolonia era y también mediatizada, así mismo lo reconoció el interventor norteamericano que dijo que luego del engendro legal, poco o nada quedaba de independencia. Pero no solo él, si de poetas se trata yo recuerdo a Bonifacio.

Cinco clausulas tenía la Enmienda que conviene recordarlas para aquilatar si éramos república burguesa o neocolonial: Los gobiernos cubanos no podían celebrar tratado alguno con otro país si este no era aprobado por el gobierno de los EE.UU; los gobiernos cubanos no eran libres de contraer deudas públicas si EE.UU considera que tal deuda rebasaba la capacidad rentística del país; EE.UU tenía derecho a intervenir militarmente en Cuba si consideraba que se requería para mantener un gobierno “estable” y “proteger vidas”, propiedades y “libertad individual” todo a discreción de la potencia norteña; los gobiernos cubanos quedaban sujetos a cumplir lo establecido en el tratado de París, tratado en cuya negociación las fuerzas mambisas fueron excluidas y además debían respetar todo lo decidido por el gobierno interventor y por último, EE.UU tenía derecho a establecer bases militares en Cuba según su consideración.

Sobre el engendro vale recordar lo que dijo Juan Gualberto, quizás ensañándose a criterio de Alina: “Consignar en un tratado la facultad para que los Estados Unidos intervengan en esta Isla para proteger la vida, la propiedad individual, es lo mismo que deshonrar antes que nazcan a todos los gobiernos cubanos”. El interventor organizó la nefasta guardia rural a imagen de su propio país.

Necolonia nació y necolonia se mantuvo aun después de derogada la Enmienda.

El primer presidente de nuestra República fue ciudadano norteamericano, Estrada Palma, personaje funesto, anexionista mal disimulado en cuyo gabinete no nombró ni a un solo combatiente de la manigua y lo lleno de autonomistas reciclados. Que no dudó en llamar al amo interventor, cuando José Miguel Gómez le amenazo el gobierno y el “honrado” presidente, como gustan llamarlo algunos, le dio un soborno de 300 000 pesos tomados de los fondos públicos al cónsul yanqui Steinhart para que le apoyara. Y entonces llego Magoon, el mago que hizo endémica la corrupción en este país. Corrupción que siguió bailando cada vez más seguro de sí mismo con José Miguel y Menocal. A Zayas le impusieron al general Crowder, llegado como Procónsul de la isla con Menocal y que recorría el país de punta a cabo dando órdenes, quitando y poniendo funcionarios y dictando como debía comportarse el gobierno de Cuba.

Crowder liquidó la banca cubana a favor de los bancos norteamericanos. Tal era la dependencia de Zayas de lo que Crowder decidiera, que el nada izquierdista Manuel Márquez Sterling llamaba al gobierno del Chino, “el régimen plural”. Y Machado, ah! Machado, el que nos endeudo hasta el tuétano a los bancos newyorkinos. El tirano que ante la orden del Procónsul de turno Guggenheim de pagar a los bancos norteamericanos la deuda contraída, no dudo en matar de hambre al pueblo cubano a tal punto que nos rebelamos.

Luego de la caída de Machado y las componendas auspiciadas por Welles dentro del revolico de donde emergiera el malnacido de Batista, vino, el único intento tímido de una menguada burguesía nacional industrial de encauzar un proyecto propio de una república burguesa. Fracaso estrepitoso. Aquello termino como sabemos, bonche, corrupción y más dependencia económica y política a los Estados Unidos.

Si de la Constitución del 40 se trata, hablemos de como fue parida a contrapelo de los burgueses por las fuerzas más revolucionarias, en un contexto revuelto donde pesaba la necesidad de que el patio estuviera tranquilo cuando se luchaba contra los nazis en alianza con la URSS. Batista y luego los auténticos, hicieron la tarea de volverla papel mojado y mejor aún, hoy diríamos posverdad, para engatusar a los infelices del pueblo a que se ilusionaran que tenían un texto legal que les amparaba derechos.

Cuenta un periodista cercano a los gobernantes cubanos de la republica neocolonial, nada comunista y que se fue de Cuba con la Revolución, que cuando Batista le dio el golpe de Estado a Prío, lo primero que hizo este, al enterarse que Batista había tomado Columbia fue llamar al embajador yanqui a ver si era verdad que el general lo había derrocado. El embajador yanqui le dijo que si y que mejor empacara y se fuera.

Sería bueno que se leyera todo lo que Wifredo Lam dijera de esa República.

Nuestra República neocolonial no fue balance de sombras y luces sino una realidad maltrecha de traiciones, corrupciones y entreguismo, donde las muchas cosas que se hicieron en esa República, fue a pesar de su gobierno y su estructura estatal. Muchos cubanos honrados y patriotas construyeron conciencia dentro de ella, afianzaron y protegieron la idea de una patria justa, arrebataron derechos a los gobiernos serviles, establecieron instituciones culturales, defendieron la educación. Otros construyeron obras arquitectónicas perdurables lidiando con los robos de los fondos públicos. Mantuvieron la dignidad de las escuelas humildes mientras los fondos de la educación se usaban en botellas y enriquecían a los venales.

Pero ellos, muy a su pesar, no hicieron a la República como estado y mucho menos la hicieron burguesa, hicieron una obra colosal muy difícil, en un república neocolonial y mediatizada. Dentro de esa república germino otra vez el espíritu irreductible de los mejores cubanos empeñados en romperle el destino cruel. Y como de citar poemas se trata quizás vale la pena citar a Ruben Martinez Villena, otro que se ensañó en llamar a aquella Republica por su nombre: “ Hace falta una carga para matar bribones,//para acabar la obra de las revoluciones;//para vengar los muertos, que padecen ultraje,//para limpiar la costra tenaz del coloniaje”. Si, leyeron bien, Rubén dijo coloniaje.

Y hablando de las libertades que les garantizó a los cubanos esa república neocolonial, cuando no te asesinaban los sicarios de Machado, o el bonche y el pandillismo de los auténticos, o los esbirros de Batista, tenías el destino miserable de los campesinos que tan bien fotografiaron los jóvenes católicos, no los comunistas. Yo tengo además el testimonio vivo de mi padre que me cuenta como en su ciudad de Guantánamo, siendo negro, tenía que pasear alrededor del parque en un círculo que no se mezclara con los blancos. Y si te ponías soquete: ahí estaba la policía para darte una paliza, negro por no saber tu lugar. Bonita libertad garantizada. Tengo que contar otros ultrajes? Esa era la “libertad” que heredo mi padre y la que le fue dada a los negros que lucharon como mambises por la independencia.

Aquí no hubo república burguesa porque nuestra muenga burguesía a medias, nunca fue independiente para crear un estado y tener gobierno propio, siempre fue clase frustrada y mediocre obligada a servirle de palanganera a la burguesía norteamericana.

Y sería bueno también que se leyera el poema completo de Eliseo, demasiado largo para ponerlo aquí. Ese poema de 1949 que Alina cita. Completo, para entenderlo.

Tampoco es cierto que la historiografía después de la Revolución maltratase a la República.

Nunca se ha estudiado tanto y a tal profundidad esa etapa de la historia patria como después del triunfo de la Revolución. Docenas, sino más, de libros publicados sobre la república de sombras y pocas luces. Libros profundos, libros serios. Análisis en toda su complejidad. Libros sobre su economía, sobre su cultura, sobre su sociedad. Libros sobre cada una de sus décadas. Libros sobre sus personajes famosos, históricos, no tan famosos. Libros de sus geografías, de sus pueblos, ciudades. Libros sobre los campesinos, sobre las mujeres, sobre los negros. Hace décadas que en Cuba se ha superado el maniqueísmo de pintar a la republica pre-revolucionario con tintes solo negros. Y esos estudios ya permean la manera en que se enseña en nuestras escuelas y en la universidad. Le faltaríamos el respeto a Le Riverand, a Eusebio, a Rolando Rodríguez a tantos otros historiadores que se han empeñado por años en darnos un cuadro de la complejidad de nuestra república neocolonial.

Hoy conocemos a esa república neocolonial tan bien gracias a la obra que desde la Revolución tantos han hecho por rescatar sus memorias, lejos de los caminos simplificadores de los apologéticos o los denostadores.

Y luego está, como cosa menor, la tontería de decir que en Cuba se le ha tratado mejor al estalinismo que a la república neocolonial. Tontería porque en realidad en Cuba se ha analizado la república anterior con una profundidad tan abismalmente mayor que lo que nuestros historiadores, politólogos o políticos han tratado al estalinismo. En Cuba no se ha tratado mejor al estalinismo, más bien, se le ha tratado poco, que no es lo mismo y sin dudas es una deficiencia con necesidad de ser subsanada. Siempre será lógico que miremos más a nuestro pasado que al pasado de otros países. La afirmación gratuita en medio del texto, me recuerda al que pedorrea en un lugar público: pretende crear desasosiego con aire fétido, pero al final solo aire efímero y nunca viento que derribe y construya.

Aquí no hay imagen injusta que rescatar, ni nostalgia que celebrar. La república, neocolonial era y neocolonial fue hasta que la Revolución barrió las sombras y rescató las luces.

Ah! La república! mi padre me hablaba de joven tanto de esa república, mientras me enseñaba la medalla de la clandestinidad que se ganó por contribuir a echarla abajo!»

¿Cuándo fue realmente sepultado Frank País?

tomado del blog: Ciudad sin cerrojos



Orlando Guevara Núñez
Es sabido que Frank País García, máximo jefe de la lucha clandestina en Cuba, fue asesinado el 30 de julio de 1957 y su sepelio constituyó, al día siguiente, una gigantesca manifestación de duelo en Santiago de Cuba, su ciudad natal. Pero hay un hecho poco conocido. Ese 31 de julio, el cadáver de Frank País no fue sepultado. Esa tarde, en el cementerio Santa Ifigenia, los combatientes clandestinos que acudieron al sepelio, tuvieron que enfrentar a  agentes de la dictadura infiltrados, con el fin de identificar a los revolucionarios. Hubo disparos y fue izada la bandera del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en el cementerio. Los sicarios no pudieron cumplir su meta.  El ejército del tirano no se había atrevido a intervenir en la manifestación de duelo, atemorizado ante la ira popular. Para evitar que los esbirros batistianos tuvieran oportunidad de llegar al lugar, con peligro para la vida de los revolucionarios, se decidió aplazar el enterramiento para el día siguiente. El cadáver fue guardado en la sala de autopsias, donde permaneció hasta la mañana del 1ro. de agosto. Esa mañana sólo acudieron a darle sepultura –como fue previsto- un grupo de familiares y amigos, entre ellos la madre del héroe, Doña Rosario García, y la novia, América Domitro. Igual procedimiento se realizó con el cadáver de Raúl Pujol, caído junto al héroe de la lucha clandestina. Otro hecho es que el cadáver de Frank no fue sepultado en el panteón familiar, pues justamente un mes antes había sido depositado en éste el de su hermano Josué. Se utilizó otra bóveda, hasta que un tiempo después sus restos fueron  trasladados para reposar  junto a los de sus familiares en el recinto actual. Existe constancia gráfica del momento en que el féretro con el cadáver de Frank está siendo depositado en la bóveda. Allí, en esa sencilla morada, descansan eternamente el Reverendo Agustín País, pastor de la Iglesia Bautista, padre; Doña Rosario García, madre, y los hermanos Frank y Josué País García. Escoltado siempre por las banderas cubana y del 26 de Julio, este sitio es lugar de perenne homenaje del pueblo santiaguero y de toda Cuba

José Martí en el Moncada

tomado del blog: La Guantanamera

“Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo su fiel a su recuerdo…¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol!.

Así expresó nuestro Fidel Castro Ruz, al referirse a nuestro José Martí cuando aquel 26 de julio de 1953 cuando un grupo de jóvenes revolucionarios cubanos liderados por Fidel Castro Ruz, asaltaron los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, iluminados por las ideas del Maestro.

Para los jóvenes de la Generación del Centenario existía una razón muy poderosa: eran sencillamente, cubanos, poderosa razón para lanzarse al ataque de la segunda fortaleza del país. La presencia decisiva de José Martí en los moncadistas era una realidad tangible. Y esa fue la razón por la cual  el joven abogado Fidel, tomó en sus manos la antorcha libertaria y trazó la estrategia correcta que nos llevó a la victoria definitiva.

De hecho, su alegato de autodefensa La Historia me absolverá, posee una identidad sorprendente con el pensamiento político de nuestro Héroe Nacional. Tienen en común la posición inclaudicable contra toda forma de tiranía, el patriotismo revolucionario, el latinoamericanismo y el internacionalismo, el optimismo ante los reveses y sobre todo la defensa de las clases humildes.

José Martí y el Moncada son la armazón dialéctica del camino ético y revolucionario de una nación y sus luchas por la libertad. El Moncada mostró a Cuba el curso que seguiría la Generación del Centenario: la estrategia de lucha armada, sus bases ideológicas, sus metas, su moral revolucionaria y sus principios políticos.
Y tan grande fue el sentido ético de José Martí que bajo esa hermosa frase de Patria es Humanidad, nos legó una divisa realmente solidaria y justiciera. Sin dudas el Apóstol, dotado de una inteligencia soberana, siempre usó ese don para hacer de los pueblos de América independientes y libres. Por eso hoy el pensamiento martiano ha trascendido los límites del tiempo y es una fuente inagotable de valores patrióticos, de justicia y de dignidad humana.
El Moncada fue la obra martiana hecha realidad por la Generación del Centenario aquel 26 de julio de 1953, que no ha pasado a la historia como un hecho aislado, sino que es un vínculo de nuestro pasado con el presente y con el futuro promisorio de victoria. En el Moncada vivió nuestro José Martí y en el Moncada, se eternizó su memoria.

Sindicato, trabajadores, gobierno, y propiedad privada en Cuba.

Tomado del blog: PostCuba

Tomado del Facebook de Carlos Aristides Luque

“un obrero me ve, me llama artista, 
Noblemente me suma a su estatura…”

No se trata sólo de los que hablan de una desaparición de la CTC. Los hay quienes alientan a que sobrevengan contradicciones antagónicas entre el mundo sindical y el gobierno, dicen que en favor de los trabajadores. Es muy curioso, porque a la vez algunos representantes de estas posturas alientan y pugnan o apoyan en sus comentarios por un desarrollo de la propiedad privada que no es, ni puede ser, compatible con el socialismo, ni mucho menos, con los intereses genuinos de los trabajadores.

La afirmación anterior amerita una precisión. Nuestros documentos políticos rectores, entre ellos el mayor, la carta magna, refrenda el uso válido de una suite mixta de formas de propiedad en la economía cubana, entre la que destaca, por su inédita inserción en el proyecto de socialismo cubano, la privada. Y apoya a esta última, además, una exhortación partidista a no demonizarla, con la que este comentarista está de acuerdo. Cuando hablamos, pues, y esta es la precisión, de un desarrollo de este tipo de propiedad que no sería compatible con el proyecto socialista, nos referimos a un despliegue que pugne por hacerse prevaleciente con respecto a la propiedad social, con respecto a la cual este comentarista opina que, aunque en dinámico desarrollo, ahora está representada por la propiedad que llamamos estatal.

Y ello también está refrendado en nuestra nueva constitución. Nos referimos, pues, a aquellos opinantes de diversas formaciones, también economistas, antiguos funcionarios e incluso algunos intelectuales que responden a la leyenda negra anti socialista que impugna a la propiedad estatal y social, por naturaleza, como inferior a cualquier otro tipo de propiedad, y en especial, a favor de una ventaja intrínseca de la privada solo por serlo. Es esa corriente la que, al analizar cualquier problemática cubana, siempre acaba su propuesta de solución en un corolario repetido hasta el cansancio: que las soluciones mágicas vienen de la mano de un desarrollo acelerado y sin límites de la propiedad privada y a la vez, la desacreditación consiguiente de la estatal.

Por mucho que en las condiciones actuales en que Cuba tiene que insertarse en la economía mundial capitalista, (en realidad, continuar ese proceso, pero en las específicas y complejas condiciones de este minuto histórico), y en virtud de ello necesitemos adoptar como parte del camino a la propiedad estrictamente privada, no podemos dejar de reconocer en la esfera del pensamiento, ni en su concreción práctica, que el propietario privado, dueño de cierto capital y medios de producción, no es ni pertenece a la clase trabajadora. Todo lo contrario, es un ente que se aprovecha de la necesidad que tiene el trabajador de vender su fuerza de trabajo, y obtiene de él un plus valor que no le paga, en virtud de una injusticia: que es ser dueño de algo que debe ser común: la riqueza social.

Por lo tanto, mientras ni el gobierno ni el Partido cubanos estén formados por representantes de los propietarios privados, mientras la dimensión del control de la economía que alcance la propiedad privada no le otorgue acceso a influir y presionar en las decisiones políticas del país, mientras los diputados de nuestro parlamento no sean representantes de esos círculos privados, ni hagan lobby por sus intereses, mientras las instituciones del país funcionen en interés de todos, pero teniendo en cuenta que la columna vertebral de nuestra sociedad es la clase trabajadora, el sindicato y el gobierno no tendrán intereses ni conflictividades antagónicas insolubles. Pero con quien sí pueden surgir esas contradicciones es con los intereses gremiales de los propietarios privados. Y por ello el gobierno y el Partido serán tanto más de la clase trabajadora, cuanto más regule y refrene la pulsión inevitable de la propiedad privada por influir cada vez más en la conducción política del país mediante su poder económico.

Yo creo que la racionalidad de las posturas que pretenden crear conflictos sindicato-gobierno-partido, reside en que basan sus paradigmas en las certidumbres impuestas por la cultura capitalista, que es la predominante, y a muchas personas les resulta difícil librarse de esa trampa…ya sea a propósito, sea porque se propongan el desmontaje de cualquier proyecto que presuma anticapitalismo, ya sea por tener colonizado y condicionado el pensamiento.

Con respecto a un gobierno como el nuestro, y a un partido como el nuestro, no existe por principio, ni lo hay en la práctica, el mismo tipo de antagonismo o enfrentamiento entre, por una parte, los trabajadores (sus sindicatos, por ejemplo) y el gobierno por la otra. Al menos mientras en la práctica, en los hechos, el gobierno demuestre cada día que cada acción suya tiene como objetivo satisfacer los intereses de la sociedad toda y, en especial, cumpla su función como órgano representante de los trabajadores.

(Aquí otra precisión necesaria: la constitución refrenda que la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado cubanos, el Partido Comunista de Cuba, está formado por la vanguardia de la nación cubana. A la vez, no hay que perder nunca de vista los principios básicos medulares que rigen su actuación resumidos y remitidos al legado de Marx, Lenin, Martí y Fidel. Así pues, el hecho de que se emplee el concepto de Nación y no de clase trabajadora, ha servido para que algunos adversarios ideológicos, – y en ellos nada de ingenuidad, o desconocimiento, o mero afán de sobresalir en las redes alimentando el ego personal – especulen que el Partido Comunista abandona su responsabilidad de guiar su actuación por los intereses de los trabajadores, o que exista la probabilidad de que sitúe otros intereses, por encima o lesivos a los intereses de los trabajadores.)

Para refutar esa interesada especie, téngase en cuenta que no es posible la existencia de la Nación cubana, ni de ninguna otra, sin la existencia de una parte de su pueblo que cree la riqueza, los bienes materiales que hacen incluso posible los bienes espirituales, la construcción de toda su cultura, y la defensa de ese mismo espacio geográfico donde ella radica. Sigue siendo vigente, al menos en el estado actual de esta civilización que no hay Nación sin Trabajo, como no hay Nación sin independencia y soberanía. Clase trabajadora, formada por supuesto, por todo el que genere bienes, materiales o espirituales, manuales o intelectuales, con su propio esfuerzo, y sin explotar el empleo de la energía ajena.

La óptica que piensa en términos de una oposición de intereses entre clase trabajadora y gobierno en Cuba, está inficionada, y condicionada, por la natural conflictividad antagónica que en las sociedades capitalistas y sus falsas democracias existe entre el mundo trabajador, y estados y gobiernos cuya función principal es garantizar la propiedad privada y la gobernabilidad para hacer posible la continuidad de la explotación, y, por lo tanto, no gobiernan ni para los intereses de los trabajadores ni mucho menos para sus sociedades todas. No se puede, sin cometer error de mucho bulto, extrapolar las condiciones en que viven y trabajan los que producen en aquel mundo, al nuestro.

Por otra parte, tampoco se puede ocultar el hecho objetivo de que la clase trabajadora en una sociedad como la cubana, produce un plusvalor del que no se apropia directamente. Pero en ese caso no se puede hablar de una explotación de carácter capitalista, mientras no se apropie de ella, precisamente, una entidad capitalista. En Cuba la plusvalía generada se revierte a favor de toda la sociedad mediante las vías institucionales al efecto, en un proceso que precisamente controla el estado y el gobierno en bien de todos.

Debemos pues mirar de frente la contradicción existente para continuar la marcha compleja de concebir y construir el socialismo en esas condiciones y a la vez defender un concepto clave: el sindicalismo cubano no es ni puede ser el sindicalismo de las sociedades capitalistas. La propiedad privada tampoco devenir en la probabilidad de cumplir las funciones políticas de aquellas realidades.