Category: Sociedad

TIEMPOS GUEVARISTAS. ÁNGEL GUERRA CABRERA

ÁNGEL GUERRA CABRERA

publicado en El Ciervo Herido

La acampada de miles de personas, principalmente jóvenes de todo el mundo, en Vallegrande, Bolivia, muy cerca del lugar donde el Che Guevara pasó a la inmortalidad, simboliza la permanente influencia y necesidad en el mundo del ejemplo y las ideas del revolucionario cubano-argentino. Entre los acampados, el presidente Evo Morales, principal convocante a las decenas de actividades culturales y políticas que se han llevado a cabo allí para recordar al guerrillero heroico a medio siglo de su caída en combate y posterior asesinato por órdenes de la CIA. Junto a Evo, los hijos y el hermano del Che, Roberto, así como el comandante Ramiro Valdés Menéndez, un peso pesado del liderazgo cubano y cercano compañero de Guevara en la Sierra Maestra, la invasión de Occidente y la batalla de Santa Clara.

Difícilmente un indio revolucionario habría llegado a la presidencia y refundado Bolivia sin el antecedente de la guerrilla del Che, el ejemplo moral que sentó, y el ciclo de luchas populares que inspiró a partir de entonces en el territorio de lo que es hoy el Estado Plurinacional. Junto a Bolivia, también Venezuela, Ecuador y Cuba viven experiencias de transformación social en las que resulta evidente la presencia del fresco y renovador pensamiento del Che. Pero en muchos otros lugares del mundo, las luchas populares encuentran estímulo en ese pensamiento y ese ejemplo.

Es conocido el fervor que despierta el Che en el neozapatismo, en las universidades de América Latina y entre jóvenes de las cuatro esquinas del planeta.

El Che habló en Cuba este 8 de octubre en boca de su vicepresidente Miguel Díaz-Canel, quien al evocar la vigencia de su pensamiento ante el mausoleo donde reposan sus restos enarboló, como esencial en la política exterior de Cuba, aquella frase inolvidable del guerrillero en la Asamblea General de la ONU, en la que advertía que “no se puede confiar en el imperialismo ni tantito así, nada”. Díaz-Canel dibujó el panorama de la difícil e incierta situación que atraviesa la humanidad con las nuevas formas de acumulación del capitalismo neoliberal, las intervenciones militares, los intentos de colonización y estandarización cultural, el peligro de una conflagración nuclear y el cambio climático como amenaza a la supervivencia del género humano. En un discurso de tono guevarista puso énfasis en la política internacionalista cubana y ante las amenazas y sanciones contra Venezuela reiteró “la solidaridad incondicional de Cuba al pueblo bolivariano y chavista, a su unión cívico-militar, al gobierno que encabeza el presidente constitucional, compañero Nicolás Maduro Moros”.

El vicepresidente isleño subrayó que fiel al legado de Fidel y del Che “Cuba no hará concesiones inherentes a su soberanía e independencia y no negociará sus principios ni aceptará condicionamientos. Los cambios necesarios en Cuba los está decidiendo soberanamente el pueblo cubano”.

Es pertinente recordar en estos tiempos que Guevara, quien en su diario de Bolivia anotó en el 14 aniversario del ataque al cuartel Moncada, “rebelión contra las oligarquías y los dogmas revolucionarios”, concedió singular trascendencia al estudio de la teoría revolucionaria en sus fuentes originales. A su enriquecimiento permanente mediante el análisis crítico de la realidad objeto de transformación. A la generación de una nueva conciencia socialista y comunista llamada a ser construida y superada cotidianamente en la práctica revolucionaria. A la voluntad indomable de lucha con el mayor apego a los principios. A la unidad sin prejuicios de todos los verdaderos revolucionarios al margen de sus siglas o etiquetas de procedencia y al ejercicio sin cortapisa del internacionalismo, requisitos indispensables tanto del derrocamiento del capitalismo y el ascenso del pueblo al poder político cuanto de la construcción de la nueva sociedad.

Junto a Fidel, pavimentó en su práctica como uno de los líderes de la revolución cubana y en el estudio de las experiencias previas el camino hacia la elaboración de una verdadera teoría de la construcción socialista, casi inexistente cuando Cuba abrazó esa aspiración. La autotrasformación del ser humano en “hombre nuevo” como objetivo central del socialismo y el papel fundamental de la voluntad para producir y acelerar las transformaciones revolucionarias son probablemente las más valiosas contribuciones al pensamiento revolucionario de estos dos grandes de todos los tiempos.

Ernesto “Che” Guevara y el hombre nuevo

A 50 años de su partida, el guerrillero heroico, el compañero ministro, el revolucionario cabal, el internacionalista, el marxista, el comunista de una pieza, Ernesto “Che” Guevara sigue dando batalla.


publicado en el blog de la Red en Eefesa de la Humanidad.

Para Paco García Marañón

El 9 de octubre de 1967 era asesinado Ernesto “Che” Guevara, en Bolivia. Su captura y asesinato se pensó como un golpe fulminante a los intentos revolucionarios en la región. Sin embargo, el “Che” siguió andando, miles de jóvenes, los más valientes, siguieron su camino y su ideal por construir una sociedad distinta, socialista. A cincuenta años de su muerte, acarreando múltiples derrotas, hoy el “Che” sigue siendo un patrimonio de los que luchan, ha dejado una profunda huella en millones alrededor del mundo.

La vida de Ernesto “Che” Guevara, que desde temprana edad deja ver  una fuerte pasión, una fuerza por el conocimiento, una sensibilidad ante la injusticia y una tenacidad ante la vida, tomará un nuevo camino cuando conoce a Fidel Castro en la Ciudad de México en 1955. Desde entonces su destino quedará ligado a Cuba y a la revolución mundial.

Es en la guerrilla, en la lucha, donde va vislumbrando en la reflexión y la práctica, la importancia de los valores morales, la necesidad de un hombre nuevo para edificar una nueva sociedad. Junto a su experiencia en la lucha y como partícipe de la construcción del socialismo en Cuba, el “Che” Guevara va teorizando sobre el hombre nuevo como necesidad histórica. La transformación del hombre no será un proceso mecánico a partir de trasformaciones estructurales, sino que estas trasformaciones tienen que acompañarse de una nueva conciencia. Para la construcción del socialismo, reflexionó el “Che”, junto a la transformación de la base material, se hace necesaria un hombre nuevo.

Este hombre nuevo descansa en el sacrificio, en el cumplimiento del deber, en el dejar en un lugar secundario la recompensa material, en el sacrificio por el bien común y por un proyecto mayor. Para el “Che” el ser revolucionario es además del programa y proyecto una cuestión moral, una actitud individual distinta, de vanguardia, que deja ver en su actuación una sociedad distinta.

El “Che” Guevara personificó a ese hombre nuevo, exigiéndose como ser humano, siendo intransigente con sus principios. Su manera de promover sus ideas fue actuando conforme a ellas, siendo ejemplo. En la guerrilla demostró valentía, responsabilidad y disciplina, al tiempo que reflexionaba de modo teórico sobre la práctica revolucionaria. Ante el triunfo de la revolución asume nuevas responsabilidades como deber, se exige en su preparación intelectual, vive con austeridad y predica con el ejemplo la igualdad. No pide para él y su familia algún privilegio. Esta ética revolucionaria quedará inmortalizada en la frase “si no hay café para todos, no hay café para nadie.” Impulsa y participa en las jornadas de trabajo voluntario. Siguiendo su ideal de revolucionario y su internacionalismo, decide luchar por la revolución en el Congo y en Bolivia, dónde finalmente encontró la muerte.

Frente a la mediocridad de los tecnócratas, acomplejados, exquisitos y frívolos, frente a una sociedad decadente, donde todo tiene un precio, el “Che” adquiere una estatura de gigante. De ahí que se convierta en ejemplo, en mito, en ideal, resistente al paso del tiempo y a los intentos por manchar su nombre.

La fuerza moral del “Che” descansa en que su vida muestra otro mundo posible, otra manera de estar en la tierra, vislumbra aquel hombre nuevo tan necesario hoy en día. La vocación de servicio, el sacrificio, la intransigente búsqueda de la igualdad, el amor al otro, la rectitud, el internacionalismo y la tenacidad, son características puntuales de otra política, de otras relaciones, de otra sociedad.

A 50 años de su partida, el guerrillero heroico, el compañero ministro, el revolucionario cabal, el internacionalista, el marxista, el comunista de una pieza, Ernesto “Che” Guevara sigue dando batalla.

REMEDIOS CONTRA EL OLVIDO

Relato de un joven médico cubano-mexicano

Tomado del blog de Segunda Cita

Aquí les comparto las primeras 12 horas vividas por mi hijo (médico, joven de 25 años), recién llegado de su Servicio Social en el Zapotal – Chiapas-, donde el primer terremoto de hace unos días, partió su consultorio en ese pueblito por la mitad. Ya él estaba aquí, en la Capital. No podía imaginarse, ni nadie, que vendría otro justo en un aniversario más del terremoto del 85.

Lo que sigue es un correo que les escribió ayer a mis padres, en medio de una noche larga de guardia. Un abrazo a todos, seguimos en pie.

Rubén Pérez (hijo de Manuel Pérez Paredes)

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Humanamente devastador

Les escribo rápido pues ahora estoy en una guardia que está muy complicada, pues la paciente perdió mucha sangre y bueno, hay que estar al pendiente.

Les escribo primero la parte humana del asunto:

Jamás pensé ver a un México (una Ciudad de México) tan unida, tan solidaria, tan conectada. Para ser una ciudad tan grande es increíble la comunicación no verbal que hay con todos y el despliegue de ayuda desinteresada de todos. Una energía en el ambiente, una unión. Desmond Morris  algo menciona sobre la facilidad de unir a las masas cuando hay una catástrofe. En este caso el terremoto. De verdad, después de esto, me arraigué más a la ciudad. Se nota en la memoria colectiva el suceso del 85.

Me metí a los lugares con derrumbes para ofrecer ayuda que en realidad fue poca, pues había miles de personas en todos lados, muchísimos médicos en guardia, ingenieros, arquitectos, de todo. Uno de ellos era Alejandro Springall, pues a dos cuadras de su casa murieron 30 personas entre dos edificios de departamentos.  Coincidimos en el mismo lugar pero nunca lo supe en su momento. Me enteré en la noche por mi papá, que a su vez lo supo por Bertha. Además no lo conozco personalmente.

Les cuento cómo fue mi experiencia personal del temblor. Estaba en la sala de espera de mi consultorio, jugando con el celular dos horas después de que había ocurrido un mega simulacro en conmemoración al terremoto del 85, que fue un día como hoy. Sentí la silla vibrar y pensé en un segundo “imposible que sea un temblor, tembló hace 10 días y es imposible que esté temblando ahora, además, el mismo día que en el 85, jamás. Seguro está pasando un camión gigante por la calle que hace vibrar la tierra”, así que con ese pensamiento me levanté y fui a la calle para corroborar mi teoría, pero dos segundos después me caí encima de un carro estacionado y ahí me di cuenta que estaba temblando. Se escucharon gritos de mujeres y se vieron caras de pánico. Me adentré en la calle pensando en mi seguridad y al mirar al cielo vi árboles, postes de luz y carteles que me podían caer encima, así que me fui debajo de una columna de 2 x 2 metros y ahí me quedé observando todo.

El temblor se intensificó y comencé a asustarme. Más me asusté cuando a dos cuadras sonó un estruendo que parecía un techo de lámina caerse (después me enteré que fue un edifico de 4 pisos) y desde la dirección del sonido ver correr a gente hacia mi, con una sensación de muerte inminente en los rostros. Una mujer con polvo y sangre en la cara como si fuera en Siria. Otra mujer desmayándose a mitad de la calle y yo quieto en mi columna pues no me atrevía a salir a donde me cayera algo en la cabeza. Se escucharon edificios tronar y haciéndome ver que nosotros los humanos somos insignificantes y pasajeros.

Terminó el temblor y corrí hacia la mujer desmayada a mitad de la calle con un carro en frente pitándole y su hijo angustiado porque su mamá no se movía. Fui a verla y le tomé el pulso. Cuando hay pulso se puede uno calmar. Pero yo no estaba tan calmado y se me olvidó hacer lo primero, que es poner a la paciente y a mí en una zona segura y definitivamente la mitad de la calle no lo era.

Poco a poco me calmé y les dije “muévanla a la esquina, va a estar bien, confíen en mí, soy médico” y fui al consultorio por más aparatos y revisé la presión de la paciente ya una vez que estaba en la esquina de la acera. Estaba recuperándose. Solo fueron los nervios. Tenía ya una niña con la cara cortada en el consultorio así que regresé, le curé la herida y me dispuse a revisar quien de la gente que quiero estaba bien. Mamá bien y papá no contestaba, pero me aliviaba saber que en el Cinvestav es difícil que algo le hubiera pasado. De todas maneras seguía algo preocupado.

Decidí irme a casa de mi mamá y primero pasé por mi casa en la Nápoles para ver posibles daños. Salí hacia el metrobus pero el sonido de ambulancias y helicópteros por toda la ciudad me hicieron perder la fe en que podía usar el transporte público. Me tenía que ir caminando prácticamente de norte a sur de la ciudad y ver 10 km de problemas. Eso me puso de alguna manera algo feliz, pues podría ayudar en algo.

El trayecto hacia mi casa de la colonia Nápoles era un zigzag entre escombros de edificios que si bien no estaban derrumbados totalmente, partes se habían caído. Vidrios por todos lados y lo más peligroso, las fugas de gas. Trabajo yo al lado de la zona más poblada laboralmente que es Reforma Centro. Serán más de 200 000 mil personas que de un minuto a otro, estaban todos en las calles. Los carros no podían pasar y ahí vi que los motociclistas eran quienes les abrían paso a las ambulancias. Personas organizaban el tráfico por su cuenta. El metrobus detenido y todos en choque mental. Caminé mientras miraba qué edificio se podía caer y cual no. Cuando olía a gas apuraba el paso. Si veía a alguien jodido en la calle me acercaba a ofrecer ayuda pero la movilización primera fue alta pues ya había paramédicos y algunos médicos también, así que no necesitaban tanta ayuda. Para ese momento ya había logrado hablar con mi papá. Seguí caminando, lo cual me costó ampollas en ambos pies y llegué a mi casa a ver daños (mi cuarto parecía revuelto por una batidora) el librero estaba en un ángulo de 45 grados recostado en mi cama, la tele a punto de caerse, pero ninguna pared rajada ni nada peligroso en la estructura. Limpié la cocina que tenía el piso lleno de vidrios rotos pues todo se vino abajo. Cerré la llave del gas y abrí el refrigerador sin luz y tomé un litro de helado de chocolate que me había comprado días antes. Me senté en un sillón con todo el piso de la sala lleno de papeles que se cayeron y  me lo terminé junto con un litro de agua después de la caminada intensa. Me dirigí a ver a mi mamá. Honestamente, quería ver una cara familiar para relajarme un poco pues el impacto de todo me tenía poco relajado.

Llegué con mi mamá, comí, me relajé y me coordiné con amigos para ir a los lugares con derrumbes a ayudar en labores de rescate, así que fuimos primero a la zona de Alejandro Springall (Colonia del Valle, muy cerca del Metro Eugenia, donde mi papá vivió los primeros dos años a su llegada). Dos edificios derrumbados y montones de personas ayudando. Un despliegue épico de personas civiles ayudando. Clasifiqué medicinas y ayudé a completar la lista de desaparecidos. Miré lo que pude y me fui hacia otro derrumbe cerca donde vi lo mismo.

Lo más impactante es que cuando algún rescatista levanta la mano como si fuera uno de Los Panteras Negras, todos lo tenemos que imitar y posteriormente tenemos que callarnos. Todo ese protocolo, porque sólo en el silencio absoluto se escuchan los gritos de auxilio de personas entre los escombros. Eso es fuerte. Más fuerte que verlo en la televisión. He tenido tanto trabajo, que no he tenido tiempo de ver la TV, pero a ratos veo gente siendo rescatada y me pongo a llorar.

Todo esto ha sido la cara humana del asunto, pero no puedo dejarlo ahí. El protocolo de rescate y de manejo de desastres es un desastre en sí mismo. Todo es organización civil y el Ejército, si bien está presente no hace suficiente. Nadie coordina y todo es una pesadilla logística. Una imagen que mi papá vio en la TV y que describe mucho eso es la de un joven sin equipo de protección levantando escombros y al lado de él, varios bomberos y militares hablando. Todo ha sido con donaciones. ¡¡¡ Pinga !!!, el agua que toman los rescatados es donada. Las putas palas son donadas por otras personas. Los cascos, las linternas, ¡¡¡ todo !!!. El Estado está desaparecido, viendo como la gente se organiza, pero eso es ineficiente. Por más bello que sea ver a todos ayudar, lo más importante es la eficiencia del rescate y el manejo general del desastre. Un Estado organizado que coordine todo y que parezca que tenga un plan medianamente bueno es de lo que se carece. No me paso la ayuda solidaria por lo cojones, pero es triste también, cuando los que tienen que estar metiendo palas son los militares y los capacitados, no los héroes anónimos. Un gobierno cínico que lucra con la tragedia. La gente millonaria pidiendo donaciones en dinero… la Cruz roja vuelta loca con un tercio de los hospitales con daños. Migración de pacientes de hospital a hospital por daños estructurales. Caos.

En fin, al final el correo no fue tan corto como pensaba. Lo he escrito a ratos desde la 1:00 am. Ahora son las 3:30 am. La paciente está estable y recibiendo sangre. Me espera una guardia larga.

Un beso, los quiero.

LOCOS FAMOSOS DE MI PUEBLO EN CUBA

Por Arnoldo Ferrer

Tomado del blog Caracol de Agua

En mi pueblo hay muchos locos, unos más buenos, otros más traviesos, pero son locos auténticos. La ciudad sin ellos es difícil imaginarla. Sus narrativas desconectadas de lo real, por momentos asoman destellos lúcidos y uno se detiene a escucharlas: “Yo soy papito, el mayoral del Central América”, “Yo con oraciones y la mano puesta sobre el daño, curé a Fidel Castro en su primera enfermedad”; “Yo imito a todos los animales, nadie sabe hacerlo como yo”. Otro dice fragmentos de pensamientos de Fidel,  en oratoria llameante, para luego volcar su descontento con los precios. “Mira que engañan al Comandante”. Uno tocado por el ébano más puro, hace señas cuando ve a un conocido y lo manda al cielo o pide una muda de ropa porque viste pobre y necesita elevar su dignidad.

Había uno que todos los días iba de Contramaestre a Jiguaní o de Contramaestre a Palma Soriano, bautizado con el “Caminante solitario”, todavía recordado en la memoria popular. De las mujeres una siempre andaba con un jolongo lleno de libros, su nombre, Juana; presumía lecturas, conocimientos profundos y tenía adicción a acumular obras de autores clásicos, marxistas o de recetas de cocina. Nadie como Juana para fechas, personajes o preguntas que ponían en aprieto al lugareño porque no tenía respuestas para complacerla. Si la oías hablar, el loco parecía uno, porque era sabia; pero cuando se desconectaba, vestía ralo y corría las calles vestida con una miseria proverbial. O aquel “guarapito”, así llaman en Cuba a viejos auxiliares de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), bautizado “Capitán Tirapeo”; con un block de notas encima,  leyendo delitos cometidos contra el erario público, que alguien, bien arriba, debía saber. Según “Tirapeo”, tenía forma de elevarlos y hacer justicia. En uno de eso giros intespetivos de los chiflados, interrogaba: “¿Por qué roban el agua Dios mío?, ¿Por qué roban los víveres de las tiendas? ¿Por qué fulano es tan ladrón y nadie quiere darse cuenta?”. En una ocasión, muy molesto me dijo: “todos esos ladrones (turbinas)  que tienen puesto en la red de acueducto de manera ilegal, Fidel y Raúl los van a conocer, ya los tengo anotados aquí, aquí, oye bien, aquí”.

O  Semiñó,  mulato que tocaba muy bien el violín; en ocasiones lo escuchábamos a dúo con Cañete, músico destacado del pueblo, esposo de Migdalia Garcés, padre de Pepe  Cañete y Rosa María. Felipa la loca, mulata que vivía frente al Policlínico, en la casa de la esquina, cerca del Poder Popular. Nos asustaba con sus griterías los domingos cuando estábamos en el Parque infantil.  Monga pinilla, conocida por empinar la botella hasta ponerse en candela. No puedo olvidar a Erasmo, siempre descalzo, en su caminar campechano, atrapando colillas y prendiendo el futuro,  o Juan, tan humano, protector de las mujeres, conocido por su manera de pregonar viajes en la terminal interprovincial.

Congo merece mención aquí.Todos los días en la misma tienda desde el amanecer, hasta la noche, un ritual que lo acompañó hasta la muerte. Lo recuerdo metido en unas botas desacordonadas y un sombrero de yarey enorme. Mención aquí merece Masó, criador de cerdos;  en su delirio seguía trabajando en el Central América a las órdenes de Fico Fernández. Olvido el nombre de una muchacha hermosa, graduada de historia, autora de cuentos terribles; o el del loquillo que está siempre frente a la Funeraria municipal, vestido de sombrero, esperando tiempos mejores; atrapado en un imaginario palero del que no despierta.  Quizás falten otros locos memorables de mi pueblo aquí, agradecería a los lectores de Caracol de agua, que compartan fotos y recuerdos en estas páginas; ayudará a no olvidarlos en la memoria generacional…