De Piernas y de Balas

 

por Rafael Cruz
tomado del blog Turquinauta
 
Bajó por Amargura hasta la Plaza. Mala esa, como se le ocurre caminar por una calle que se llama Amargura, después de eso nada puede salir bien. El escenario: solitario, las palomas volaban rasantes sobre las tablas, los bafles, los andamios.  Deambuló un poco, con sus botas rusas y su gorra del Che, entre los turistas y se fue hasta la dársena de los cruceros. ¡Puta madre!, que coñazo de barco, deslumbrante con su pulcra simetría, las líneas de las escotillas perfectas a lo largo de la armadura. Es insolentemente hermoso el crucero, no pudo dejar de imaginar cómo sería andar el mundo en un barcote de esos.

 

 

 

 

 

Se apostó en la ruta del cantante para saludarlo a su regreso al escenario, pero un rato después comenzaron a sonar unos violines de gloria, tocados por las diosas, y abandonó la guardia que se va a hacer,  la carne es débil.  Cuando llegó frente al escenario se preguntó ¿Si es posible, después de todo, que la perfección exista?, pues, si, existe, y son esas muchachas del grupo musical “Frasis” quienes hacen con los violines lo que la sangre hace en las arterias y el pecho con el amor. Si cierras los oídos vas a las galaxias, si solo las ves, sin oírlas, son las galaxias; ambos sentidos conectados al mismo tiempo es demasiado para un mortal. El pope de la Iglesia Ortodoxa, sentado en primera fila, ante los movimientos y el ritmo de las chicas, se aferra a las faldas de la sotana, como si de ello dependiera su vida, mientras el crucifijo de oro que lleva al cuello se le saltan los goznes de la cadena.

 

 

 

Luego del encantamiento, subió el genio. Amenazó con un concierto de trova, y el tipo sintió un estremecimiento de terror. Silvio lo buscó entre la muchedumbre, lo reconoció por las botas rusas y las cicatrices todavía frescas. Desde el escenario le soltó una sonrisa de perdonavidas y arrancó suave, con la Canción de la trova. El tipo se movió inquieto entre la multitud, tratando de hacerse invisible. Una chica soltó un grito cuando él pasaba ¡Oh! my god, take care, con el inglés molesto que hablan en Quebec ¡attention! à mes pied insistió la chica señalando sus dedos envueltos en gasa. Dio la vuelta lejos de la muchacha, Si la pisa con esas botas rusas. Seguro que Canadá le declara la guerra a Putin.

 

 

 

Dispuesto a no aburrirse, el trovador apuntó sobre el atril haciendo una línea de puntería con el traste de la guitarra y disparó sin misericordia Gaviota. La canción impactó en el pecho del tipo y lo hizo “rodar por la tierra: huérfano, desnudo, herido sangrante” ¡Mierda! él sabe, sabe de su guerra y de su paz, de esa playa soñada, del equilibrio mágico en el aíre del amor y sabe, coño, sabe que cuando todo iba bien, la puta bala le derribo, ¿fue la bala o su ingenuidad?, o ¿su idealismo? Pero el tipo no quería rendirse fácilmente se levantó y se sacudió las ropas, anduvo entre las mujeres en la plaza, mirando los muslos desnudos de las americanas, el busto generoso de las españolas, las caras de muñeca de las chinas. Pensó en buscarse una puta, es también una traficante de afectos pero le pagas en dinero, no te arranca el alma. Abordó una flaquita quien calculó su capacidad de pago de una ojeada y tanto pidió que tuvo que desistir. Le vio la pinta de loco, las miserias de los bolsillos. Seguro la chica se reserva para presas mayores, a pesar de que ella misma es la viva estampa de la desolación.

 

 

 

Sádico, el poeta usó las cuerdas de la guitarra como los tupamaros usaban las boleadoras en las calles de Montevideo y le disparó “Estoy buscando una palabra en el umbral de tu misterio quien fuera Ali Babá quien fuera el mítico Simbad quien fuera un poderoso sortilegio quien fuera…” Ahora estaba seguro de que sabía bien de su presencia en esa zona, todavía radiactiva, con las manchas de sus siluetas en los adoquines de la plaza, con las palomas que la buscan en desde el aire para volver a comer de las manos pequeñas, arroz de vida. Sabía que ir allí a escuchar trova, a escuchar a Silvio, era hacer que sus tuétanos volviesen a hervir como aquella vez cuando ella correteaba por la plaza dando saltitos de alegría y él el hacía fotos en serie antes de que ella, traviesa, le saltara al cuello para iniciarlo a regresar a casa, para esconderse desnudos bajo la ducha, para espantar a los vecinos con los ruidos del amor, con la notable diferencia que ahora ella no está.

 

 

 

Esta es una zona minada, y el trovador lo sabe, ese sexto sentido de los poetas para encontrar el rastro de los animales heridos. Por un momento pareció darle tregua, como si entendiera que uno que fue muerto, no vale la pena volverle a matar, así que le hizo una seña a Niurka quien abrió con el sonido dulce de la flauta un prólogo para Ojalá. Eso sí, pensó el tipo de las botas rusas y las cicatrices, hasta tarareo “…una luz cegadora, un disparo de nieve, ojalá por lo menos que me lleve la muerte, para no verte tanto, para no verte siempre…” alivio de la venganza, del ojo por ojo, pobre alivio, mierda de alivio.

 

 

 

Sin embargo el trovador no estaba dispuesto a soltar la presa, le dio cordel, lo vio volver al centro de la plaza, y antes de que tuviera tiempo de reaccionar, convirtió unos arpegios en dardos, con ese tono inocente de quien no sabe, cantó “De la usencia y de ti” El tipo de las botas rusas ya no pudo más, se le abrió el pecho como una sandía estallando en el suelo, y se desplomó, con la rabia de mil dolores y los destinos de todos los náufragos del mundo, mientras a su lado, unas chicas de larguísimas piernas y luengas doradas,  ondulaban el cuerpo al ritmo de la guitarra.

 

 

Ahora sólo me queda

 

Buscarme de amante

 

La respiración,

 

No mirar a los mapas,

 

Seguir en mí mismo,

 

No andar ciertas calles,

 

Olvidar que fue mío

 

Una vez cierto libro,

 

O hacer la canción

 

Y decirte que todo está igual:

 

La ciudad, los amigos y el mar,

 

Esperando por ti.

 

Sigo yendo a Teté semana por semana

 

¿te acuerdas de allá?

 

Hoy habló de fusiles despidiendo muertos.

 

Yo sé que ella me ama,

 

es por eso tal vez que te siento en su sala,

 

aunque ahora no estás.

 

Y se siente en la conversación,

 

o será que tengo la impresión,

 

de la ausencia y de ti,

 

de la ausencia y de ti.

 

No quisiera un fracaso en el sabio delito

 

que es recordar.

 

Ni en el inevitable defecto que es

 

la nostalgia de cosas pequeñas y tontas

 

como en el tumulto pisarte los pies.

 

Y reír y reír y reír,

 

madrugadas sin ir a dormir,

 

sí, es distinto sin ti.

 

Muy distinto sin ti.

 

Las ideas son balas hoy día y no puedo

 

usar flores por ti

 

 

 

Hoy quisiera ser viejo y muy sabio y poderte decir

 

lo que aquí no he podido decirte,

 

hablar como un árbol

 

con mi sombra hacia ti.

 

Como un libro salvado del mar,

 

como un muerto que aprende a besar,

 

para ti, para ti,

para ti, para ti.

Deja una respuesta