Donald Trump: la charlatanería elevada a política de Estado

Orlando Guevara Núñez

Tomado del blog Ciudad sin cerrojos

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sale de un ridículo y entra en otro. Ha llevado la charlatanería a política de Estado en un país donde esas extravagancias pueden costar  caras a otros pueblos y al propio pueblo norteamericano.

En su irresponsable actuar, el mandatario yanqui ha amenazado con desaparecer a Corea del  Norte, al gobierno de Venezuela y, respecto a Cuba, con insolencia y más porte de payaso que de gobernante, quiere condicionar  las relaciones entre ambos países mediante imposiciones que sólo tienen validez  en su mente enferma y su complejo de dueño del mundo.

En su delirio, Trump ha confundido el mundo con una empresa, y precisamente de las suyas. Y en indigna burla a los demás países, ha tratado a la Organización de Naciones Unidas, también como una empresa en la cual es él su máximo dueño.

Para esos fines, como es práctica en la política imperial, fabrica argumentos- con la mentira como materia prima- para amenazar y agredir a naciones plenamente soberanas. Fabrica  enemigos que “amenazan la seguridad  de los Estados Unidos” y parece dispuesto a disputarle a Dios el don de la omnipotencia.

La verdad que debiera interiorizar el pueblo estadounidense es que no son Rusia, China, Venezuela, Corea del Norte, Cuba, Irán ni ningún otro país, los principales enemigos de esa nación. Ninguno de ellos  amenaza la seguridad, ni pretende hacerle la guerra a esa potencia imperial.

El principal enemigo de esa seguridad es el propio gobierno, y el propio presidente yanqui. Es la política aventurera e irresponsable la que puede provocar, en cualquier momento, un conflicto del cual no saldrían ilesos ni los agredidos ni los agresores. Ninguna agresión podría realizarse sin un costo impagable, sin la impunidad de otros tiempos. Y el pueblo de los Estados Unidos no estaría exento del pago de la soberbia y la imprudencia.Pudieran, tal vez,  los asesores de Trump, contribuir a bajarle los humos de la cabeza.

En  cuanto a Cuba, nuestro Ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, definió con claridad  la posición de todo un pueblo –uno de los agredidos por Trump-:

“El gobierno del presidente Trump es el gobierno que perdió el voto popular, que tiene, además, una popularidad bajísima entre los que pagan los impuestos en este país; sin la menor autoridad moral para criticar a Cuba, un país pequeño, una isla solidaria que tiene una amplia cooperación internacional, un gobierno de reconocida limpieza y transparencia, un pueblo noble y trabajador, la sede del proceso de paz de Colombia, un país reconocido como un factor de estabilidad. Y lo hace el jefe de un imperio, responsable de la mayor parte de las guerras que ocurren hoy en el planeta y que es un factor de profunda inestabilidad mundial y de gravísimas amenazas a la paz y a la seguridad internacional”.

Desdicha para el pueblo norteamericano  estar a merced de las decisiones  aventureras de un gobernante más digno de una carpa de circo que de la Casa Blanca.

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