La corrupción en Cuba: enfermedad crónica

 

corrupcion_cubaPor: Roberto G. Peralo(roberto.peralo@umcc.cu)

 

No deben quedar muchos cubanos sin ver el video donde se muestran dos casos de corrupción en instituciones estatales. Una vez más el canal de televisión “Memory Flash” divulga, con mucha eficacia, cómo un grupo de funcionarios del Estado, directivos empresariales y los trabajadores de un centro comercial utilizan su poder, el descontrol y la indolencia para robarle a la sociedad cubana.

Uno de los materiales explica cómo el centro comercial “Carlos III” en la Habana, se constituía epicentro de una red comercial para suministrar productos de ferreterías y piezas de autos, al por-mayor, en el mercado negro. Las mercancías eran clasificadas como deterioradas y automáticamente pasaban a merma. Como nadie los controlaba, esta supuesta merma iba a parar a cinco casas particulares que se encontraban a los alrededor del centro comercial. Dos de ellas servían como almacén y en las otras tres se comercializaban dichos productos, muy tranquilamente y a la vista de todos.

La gerente de la tienda, en persona, explica en el audiovisual como utilizaban “los vales falsos para multar a los clientes, para al final del día cuando se pasara por su código real, esa ganancia se repartía entre todos los trabajadores del lugar”. Traduzco: le ponían a las mercancías que vendían, un precio superior al establecido, robándose la diferencia.

Preocupante fue el comentario de un vecino cuando debatíamos sobre el video: “Para qué alarmarse si eso ocurre en todas las Shopping”. No me gusta ser absoluto porque conozco muchos cubanos que su honestidad no les permite cometer semejante barbarismo. Pero un síntoma muy preocupante es que de las decenas de trabajadores de una tienda, no exista una sola persona capaz de denunciar estos hechos. Lo que debería preocuparnos es que casos como este puedan llegar a convertirse en la regla y no en la excepción.

Tenemos razones para temer esto, otro ejemplo es el caso “desclasificado” de la Empresa de Servicios Comunales en el municipio Habana Vieja, donde para el subdirector económico “era lo más fácil del mundo” robarle al estado 33.8 millones de pesos. Hizo esto comprometiendo al director de la empresa, a la directora y vicedirectora municipal de Finanzas, a la subdirectora municipal de presupuesto, a la tesorera del municipio, al cajero y al jefe de fiscalización de dicha empresa.

Dicho subdirector reconoce que aumentó el presupuesto de gasto salarial de 15 mil pesos a 489 mil pesos y nadie de Finanzas Provincial o de la Empresa Provincial de Comunales le preguntó ni se cuestionó nunca ese exceso de gastos.

Muy desenfadadamente explica como “la clave de la corrupción es sencilla y llanamente: Yo me acerco a ti, te hago favores, porque tienes la inmensa necesidad, la tremenda necesidad, que tiene todo el mundo. Yo ahora mismo empiezo por traerte la merienda, mañana te invito a almorzar y cuando te has dado cuenta estas totalmente comprometido conmigo, sin necesidad de decirte nada”.

Un amigo me comenta que la principal causa de los hechos de corrupción son las necesidades económicas que está viviendo el pueblo cubano. No le quito la razón pero creo que es un análisis muy superficial para un tema tan complejo.

Si se observa cuál fue el uso que el subdirector le dio al dinero malversado se percatarán que nada tiene que ver con satisfacer necesidades básicas: Se construyó una casa de tres pisos que asemejaba un templo. Además invirtió en la reparación y ampliación de 7 viviendas. Durante dos años gastó 54 742 CUC en renta de autos de turismo. Con regularidad pasaba sus vacaciones con toda su familia en hoteles 5 estrellas en Varadero. Además se ocuparon tres autos particulares, una embarcación, cuatro neveras, tres refrigeradores, 11 aires acondicionados, 4 televisores plasma. Para decomisar todos los bienes mal habidos hubo que utilizar tres camiones de carga.

No me cabe la menor duda que el salario, al no ser un medio de pago justo, ni estimulante y no satisfacer las necesidades básicas de los trabajadores, se convierte en una causa de peso para que el trabajador busque otras vías de ingresos. Pero ¿por qué cuando se alcanza un nivel de vida decoroso cambian las motivaciones para seguir corrompiéndose?

Los deseos de alcanzar un reconocimiento social a través de la ostentación de riquezas pueden llevar a un individuo a utilizar cualquier método indecoroso. Eres considerado una persona de éxito cuando seas capaz de exhibir que tienes mucho dinero, sin importar el origen, este es un rasgo de las sociedades capitalistas ¿No es preocupante que actitudes como esta estén calando hondo en la conciencia ciudadana?

Una pregunta para todos nosotros: ¿Si los trabajadores de una entidad se sintieran los verdaderos dueños de los medios de producción, ocurrirían fenómenos como los antes descritos?

Otra arista del problema: Si en los documentos contables y controles económicos se veía fácilmente que existía un aumento considerable de gastos sin ninguna justificación. ¿Por qué los funcionarios de organismos provinciales, responsables de controlar no detectaron el problema? ¿Serán competentes en sus funciones?

He conocido de funcionarios que dirigiendo en una entidad gastronómica han sido “promovidos” a dirigir una empresa agropecuaria. Y el que dirigía la empresa agropecuaria, dejando detrás un estela de problemas en la agricultura, lo ponen a dirigir una empresa de transporte y ninguno de los dos han sido graduados de nada relacionado con la gastronomía, ni con la agronomía, ni con el trasporte.

¿Será tan difícil de identificar a los funcionarios corruptos? Yo recomiendo a la Contraloría General de la República que en vez de auditar los estados financieros de las empresas que auditen el nivel de vida de nuestros funcionarios. El procedimiento es fácil, hagan un balance de su patrimonio con los gastos familiares y compárenlo con el salario que devenga, puede que nos sorprendamos. También hagan un análisis de dónde se encuentran trabajando sus familiares más cercanos. A lo mejor descubran uno que otro delito de tráfico de influencia.

Son muchas las aristas que tiene este fenómeno y tratar de abarcarlas en un solo artículo es imposible. Lo cierto es que la combinación de estos hechos de corrupción “filtrados” a la población, con otros que no han sido de dominio público, descubiertos, o los que han sido solapados, están provocando un gran daño a la economía cubana y a su sistema político.

Que salgan a la luz estos fenómenos y que en la dirección del país exista una voluntad firme para combatir este problema, junto a un mayor protagonismo de la sociedad, constituyen los elementos necesarios para enfrentar la corrupción con optimismo.

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