La traductora japonesa de Fidel cuenta sus anécdotas

Por: Carlos Miguel Pereira Hernández
tomado del blog Guayacan de Cuba
Michiyo Yamanaka, traductora de la Embajada cubana en Japón, quien trabajó en varias ocasiones con Fidel. Foto: EmbaCuba Japón
En un encuentro reciente en la Embajada Cubana en Tokio, se reunieron estudiosos de la vida de Fidel de Cuba y Japón y también personas que lo conocieron. Entre los testimonios de ese día no podía faltar el de nuestra insuperable y querida Michiyo Yamanaka (Ino-san), quien desde su labor ininterrumpida como traductora de nuestra Embajada en Japón a lo largo de más de 50 años, conoció personalmente a Fidel, a quien le tradujo en disimiles ocasiones. Sus vivencias al respecto hablan por si mismas:
“En febrero de 1972 hice mi primera visita a Cuba, acompañando al ya difunto Sr. Ryoici Kawai, entonces Presidente de la empresa Komatsu, fabricante de equipos de construcción. El Sr. Kawai fue uno de los primeros empresarios japoneses en visitar la Cuba revolucionaria, convirtiéndose también en uno de los pioneros de las relaciones económicas entre Cuba y Japón.
“Durante su estancia en Cuba, el Sr. Kawai fue invitado a almorzar con el Comandante en el Palacio de la Revolución. Fui con él como traductora. Fue la primera vez que tuve el honor de ver y traducirle al Comandante. Cuando el Comandante apareció en la sala donde esperábamos, recuerdo que sentí temblar de la emoción.
“Después de terminar el almuerzo, ocurrió algo inesperado. El comandante invitó al Sr. Kawai a hacer recorridos con él mismo para conocer dónde trabajaban sus equipos. Salimos en un jeep; increíblemente, Fidel manejándolo. A su lado sentado el Sr. Kawai como si fuera su copiloto, y los asientos de atrás, los ocupamos el entonces Embajador de Cuba en Japón, Sr. Ricardo Cabrisas, hoy Vicepresidente del Consejo de Ministros, y yo como traductora. El resto de miembros de la delegación de Komatsu y las escoltas del Comandante iban atrás en otro jeep y un camión.
“Los recorridos duraron casi cuatro horas visitando muchos lugares, incluyendo las obras de la construcción de la gran carretera de Ocho Vías, donde trabajaban los equipos de Komatsu. Fidel, sin guía, llevó la caravana a dondequiera que quería enseñar. El Sr. Kawai estaba asombrado y maravillado porque el Comandante conocía hasta los últimos detalles de la distribución del parque de los equipos de Komatsu. En las calles que pasamos y adonde quiera que llegáramos sin aviso previo, la gente saludaba al Comandante agitando las manos y gritando “Fidel, Fidel”, todo el mundo, desde los niños hasta los ancianos. Conocía por los libros cómo el pueblo quería a su dirigente, pero lo experimenté de cerca. Desde entonces he tenido muchas oportunidades de traducir al Comandante. Siempre me ha impresionado su carisma, de ser hombre muy natural y de calidad humana muy alta.
“(…) En marzo de 2003, cuando el Comandante realizó su segunda visita a Japón, viajó hasta Hiroshima. En la Embajada en Tokio, habíamos preparado los detalles de su visita a Hiroshima en coordinación con las autoridades de Hiroshima, incluyendo las letras que se ponían en la cinta que llevaba la corona de flores que el Comandante colocaría ante el monumento de las víctimas de la bomba atómica.
“En la madrugada del mismo día de la visita a Hiroshima, me llamó por teléfono el entonces Embajador de Cuba en Japón, Sr. Orlando Hernández, porque el Comandante se interesó por las letras que se ponían en la cinta y en vez de la preparada solo con su nombre y el cargo siguiendo las costumbres protocolares, quería poner “A LAS VICTIMAS INOCENTES DE HIROSHIMA Y NAGASAKI”. Esperé para ser las 7:00 a.m. y llamé al funcionario de la Ciudad de Hiroshima con quien hacíamos las coordinaciones. Como la corona ya estaba todo preparada, pensé que se molestara por tener que cambiarla. Por lo contrario, él con el aire de estar emocionado, aceptó con gusto el cambio del texto. A un ciudadano de Hiroshima, le habrá conmovido la actitud del Comandante, de no hacer su ofrenda floral solo protocolarmente, sino con sus sentimientos. Cuando llegamos a Hiroshima la corona estaba preparada con el mensaje que el Comandante quería transmitir.
“En ese mismo viaje, recuerdo que la visita iba a ser de uno solo día, pero cuando llegamos al aeropuerto de Hiroshima para regresar, se supo la noticia de que las condiciones del tiempo en el cielo no eran buenas. El avión especial del Comandante y dos aviones más estaban estacionados en el aeropuerto con el permiso de estar sólo por las horas del día. La extensión de su estacionamiento necesitaba negociaciones complejas. La delegación debía viajar al Aeropuerto de Narita de donde saldría del país. Llegaron las noticias de que el cielo de Narita estaba despejado. Entonces el capitán del avión del Comandante estudió el mapa meteorológico y se mostraba muy cauteloso. Cuando todo el mundo se inclinaba a la posibilidad de volar, el Comandante decidió quedarse respetando la opinión del capitán. Nos quedamos una noche más en Hiroshima. El día siguiente, se continuó viaje hacia el Aeropuerto de Narita.
“Yo iba en el mismo avión especial del Comandante junto con unos funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón. Uno de ellos me dijo que es posible que Fidel haya salvado nuestra vida. Hubo una tremenda tempestad en Tokio, por donde iba a volar el avión. Dicen que fue una tempestad inusual por su fuerza. Hubiera pasado algo si se había forzado a volar. El funcionario del MINREX japonés dijo que Fidel tenía algo muy especial que le permite olfatear el peligro de la vida, por eso ha podido sobrevivir en la guerra revolucionaria y posteriormente a pesar de tantos planes del atentado contra su vida. Según él, ese día Fidel ´nos salvó la vida´”

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