Más que para gusto, se han hecho los colores.

Por: José Alberto Zayas Pérez

publicado en el blog Espacio Físico & construcción
Les ofrezco: cinco grados menos de temperatura en el interior de su vivienda. Demando: unos minu­tos de su tiempo.
No hay que esperar una centuria para padecer los cambios bruscos en el aumento de la temperatura. Hay que pasar de la etapa de preo­cuparnos por los cambios climáticos a ocuparnos en acciones concretas en los disímiles campos del saber.
Los problemas deben dejar de in­quietarnos para realizar lo que nos corresponde; pienso en las situacio­nes bioclimáticas de muchas de nuestras viviendas, asociadas a su diseño o construcción, en algo apa­rentemente tan intrascendente como los colores con los que pinta­mos, enchapamos o cubrimos los pisos de casas, instalaciones pro­ductivas, de servicios o espacios pú­blicos.
En las últimas décadas, los proble­mas climáticos asumen el protago­nismo: huracanes, fuertes lluvias, inundaciones, prolongadas sequias, elevación de la temperatura…, obli­gando a perfeccionar los planes de contingencia ante los retos de la na­turaleza.
Sabemos que en la mayor parte de los casos se sustituye la vivienda tradicional por una casa provista de cubierta con losa de hormigón arma­do (placa), buscando mayor seguri­dad, calidad y duración y, en no pocas ocasiones, su diseño y cons­trucción revelan serias deficiencias en su comportamiento bioclimático.
El término diseño bioclimático o arquitectura bioclimática es relati­vamente reciente. Radica en optimi­zar la relación hombre-clima mediante la forma arquitectónica.
La arquitectura bioclimática consiste en el diseño de edificios tenien­do en cuenta las condiciones climáticas, aprovechando los recur­sos disponibles: sol, vegetación, llu­via y vientos para disminuir los impactos ambientales.
Leí en un artículo, de una enciclo­pedia digital, que los altos puntales se consideran recurso esencial para el diseño bioclimático en climas como el de Cuba, lo cual es válido cuando se trata de edificaciones de una sola planta con cubiertas ligeras expuestas a la radiación solar, pues el puntal alto aleja de las personas la fuente emisora de calor radiante, por tanto, de la sensación de calor percibido.
En cubiertas pesadas, el efecto de la elevación del puntal en la tempe­ratura apreciada es despreciable, por eso la decisión de diseño no se justifica desde el punto de vista eco­nómico.
Mejores resultados podrían obte­nerse reduciendo la capacidad de luz absorbida por la superficie exte­rior de la cubierta. Por ejemplo, con solamente pintarlas de blanco, la sensación térmica interior puede re­ducirse hasta en cinco grados.
En el diseño de las nuevas urbani­zaciones se observará en su trazado la dirección de los vientos predomi­nantes para favorecer el régimen de brisas en los espacios edificados, que contribuya a disminuir la radia­ción solar; además de una adecuada orientación de las instalaciones con respecto a la luz solar, en dependencia de las actividades a realizar. En el mismo sentido, el uso de colores claros en la edificación disminuye la sensación térmica.  El empleo de la vegetación reduce el efecto de la radiación solar y el calor absorbido por las edificacio­nes y los pavimentos, contrarresta el efecto de “isla de calor urbano”, que se caracteriza por su dificultad para disipar el calor durante las horas nocturnas, mejoran el microclima térmico, purifican el aire y modifi­can los patrones de flujo del viento.
Cumplí mi compromiso de divul­gar las maneras para mejorar la re­lación del ser humano con la naturaleza, solo espero con ansias el fin de semana, provisto de short, gorra, escoba, brocha y una tanque­ta de pintura blanca, para acometer la tarea.
Cinco grados menos de calentura dentro de mi vivienda es una oferta demasiado tentadora para no pro­bar, ahora que se acerca el verano, con su carga de agobiante calor.
( Temas consultados: Arquitectura bioclimática, Arquitecta. Doctora en Ciencias Dania González Couret. ISPJAE. Enciclopedias Wikipedia y EcuRed)
*http://lademajagua.cu/wp-content/uploads/2017/05/P–gina-3-2.pdf
Edición impresa 1334 del semanario La Demajagua, sábado 20 de mayo de 2017

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