Palabras de Yasel Toledo Garnache en acto por aniversario 199 del natalicio de Carlos Manuel de Céspedes

Palabras pronunciadas en la Plaza de la Revolución de Bayamo, 18 de abril del 2018.

tomado del blog Mira Joven (Cuba)

Yasel Toledo Garnache en acto por natalicio de CéspedesCompañeros de la presidencia

Bayameses, hijos todos de Cuba y ese Padre grande que es Carlos Manuel de Céspedes:

Quiero que hoy pensemos en el patriota enorme, sin dimensiones, absoluto, pero sobre todo en el ser humano, en ese cubano de heroicidades, sacrificios y enseñanzas para el presente y el porvenir. Hoy cumpliría 199 años de vida, los cumple, y ojalá esa cifra aumente hasta la eternidad, lo cual solo dependerá de nosotros y las futuras generaciones, de nuestra capacidad para mantenerlo como luz de la nación.

Deseo que imaginemos al niño capaz de defender hasta con los puños a quien consideraba víctima en una pelea de infantes en el colegio, al muchacho lleno de virtudes, amante del juego de ajedrez, el arte y los bailes, que ganaba con facilidad el agrado de las damas y sabía tocar música de piano, pero también disparar y pelear como un guerrero por su país.

Hoy y siempre debemos homenajear al héroe, iniciador de las gestas independentistas, pensador de proyección internacional, Primer Presidente de la República en Armas y Padre de la Patria,pero también al hombre exigente y sensible, que prefirió dejar la tranquilidad, las fincas, los lujos y joyas para empuñar las armas e irse a la manigua, en el mambí que incluso en los momentos más difíciles, de más dolores personales, tuvo la claridad para saber que Cuba era lo esencial, lo más importante.

Día triste aquel de su deposición como Presidente. Jornadas de sufrimiento también las siguientes, pero gigantesca otra vez la postura del Padre, para quien lo fundamental era la salud de la Patria. ¡Cuánta grandeza en sus acciones y palabras!

Céspedes, quien murió disparando su revolver de seis balas, es también un símbolo de resistencia, valor, inteligencia y fidelidad a los ideales.

Ni siquiera en esas horas de borrasca interior desvió el pensamiento plasmado en su Diario, cuando redactó: “La historia proferirá su fallo. A todos he recomendado la prudencia y que sigan sirviendo a Cuba, como yo lo haré mientras pueda”.

No era fácil mantener esa ecuanimidad, cuando tanto sucedía a su alrededor, y la indignación hasta le provocó fiebre ligera, según escribió. Parte de su mayor dimensión radica en comportarse como lo hizo hasta el final. Sinsabores, incomprensiones y discrepancias no pudieron lacerar su integridad de patriota y cubano total, a favor de una causa enorme y justa, la independencia.

Yasel en actoCada día debemos recordar, al cubano Carlos Manuel, que repleto de bondad y sencillez dedicó sus últimos días a enseñar a leer y escribir en San Lorenzo. A ese hermano grande de los jóvenes de hoy, que, solo y con problemas en la visión, cayó físicamente en combate sin rendirse ante los enemigos, el 27 de febrero de 1874, pero constituye ejemplo de todos nosotros.

Hablar de él en este lugar, donde palpita parte de las esencias de la nación, donde el corazón del país y los sueños son más fuertes, tiene un significado especial. Por aquí caminó aquel niño, amante de los ajiacos y las viandas, el hijo de Jesús María de Céspedes y Luque y Francisca de Borja del Castillo y Ramírez de Aguilar, por aquí dio pasos y soñó aquel pequeño que, poco a poco, logró una altura superior a todo lo físico.

¡Cuánto simbolismo hay en este sitio! Imaginemos a los mambises en octubre de 1868, el entusiasmo de todo un pueblo. Luego, las llamas consumiendo el lugar, en enero de 1869, los habitantes hacia el monte, el asombro de los españoles colonialistas ante ese  acto de coraje y patriotismo gigantesco. Los techos caían, las construcciones se volvían negras…, Los niños, jóvenes, ancianos y mujeres embarazadas o con pequeños en brazos se iban a la manigua. Día triste y grande, de gloria y amor a un sueño. Una ciudad antorcha, todo un ideal iluminado desde Bayamo.

Veamos al héroe también junto a su familia, en el alzamiento de La Demajagua, en aquel octubre de púas y machetes convertidos en armas, en la Asamblea de Guáimaro, en otros momentos trascendentales.

Su ejemplo gravita de forma especial en esta ciudad y en Manzanillo, donde también soñó e hizo a favor de su país, en todo el territorio de la actual provincia de Granma. Mucho tiene que enseñarnos todavía ese hombre de bigotes que vemos en imágenes, vestido con traje y siempre serio, el ser humano capaz de escribir cartas de amor estremecedoras y graduarse de abogado con honores.

acto por Céspedes¿Qué haría hoy aquel hombre generoso e intransigente a veces? ¿Cómo podemos ser verdaderamente fieles a su legado?

Las nuevas generaciones de cubanos tenemos el desafío de ser siempre consecuentes con sus ideas y ejemplo, como hijos agradecidos y valerosos. Nos ha tocado vivir una época de transformaciones, de grandes preguntas. Cuba se actualiza no sólo en lo económico. Habitamos un planeta cada vez más complejo, en el que a las dificultades del mundo físico se suman las del virtual.

Eso nos confiere una responsabilidad adicional con el presente, con la historia de este país, con Céspedes, Perucho Figueredo, Francisco Vicente Aguilera y otros grandes, con nuestros abuelos y padres, con los profesores y, sobre todo, con nosotros mismos, con nuestra moral de revolucionarios y muy capaces. Una responsabilidad enorme con el futuro.

La pasividad, el caminar con los ojos cerrados, el preferir el silencio antes que señalar un problema no son alternativas. Tenemos que ser protagonistas, Quijotes de este tiempo, si fuese necesario, como lo fueron Carlos Manuel y aquellos gigantes.

Comprendamos que en lo adelante no andaremos de paseo por las riveras, no navegaremos por un río apacible, debemos imponernos retos y tener el valor profesional suficiente para lograrlos. Por eso resulta vital la superación, evitar el sedentarismo intelectual, para ser también mejores ciudadanos, estudiantes, trabajadores y artistas, mejores cubanos, no unos que sólo aprueben o critiquen, que aplaudan o bajen la cabeza, sino personas que piensen, reflexionen, y, sobre todo, busquen y encuentren soluciones a favor de los colectivos y la nación.

Hagamos de la belleza, entendida como bondad y búsqueda de perfección, una especie de puente interminable, de motor que impulse cada gesto, cada palabra, cada acción nuestra, y nos guíe en el camino de los anhelos.

La victoria eterna dependerá en parte de mantener siempre junto a nosotros a Carlos Manuel de Céspedes, no como un nombre o una estatua, sino como un ser vivo, un amigo capaz de guiarnos como brújula exacta, fuente de esencias y dignidad.A él y a otros grandes como José Martí y Fidel Castro, símbolos de la nación, juramos fidelidad y compromiso, seguros de que Granma y Cuba siempre triunfarán.

¡Viva Carlos Manuel de Céspedes!

¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!

Deja una respuesta