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Declaración de los delegados cubanos a los Foros Paralelos de la VIII Cumbre de las Américas.

tomado del blog: El joven Cubano

Compatriotas:

Fieles seguidores del Apóstol, los delegados cubanos a los foros paralelos de la VIII Cumbre de las Américas, en representación de las organizaciones de la sociedad civil y del pueblo de Cuba, acudimos a esta Plaza a rendir tributo a los Próceres y Precursores de la Patria, en Lima, Perú, primer país de América que reconoció a la República de Cuba en Armas, cuando solo comenzaba la lucha por nuestra independencia.

Lo hacemos con profunda gratitud hacia el pueblo peruano, por el aporte de su historia y tradiciones a la formación de la identidad latinoamericana, y por la cuota de sangre y de firmeza y de principios que varios de sus hijos aportaron a nuestra independencia y a la defensa de nuestra soberanía y autodeterminación.

Nuestros pueblos están unidos también por relaciones solidarias, tejidas en momentos difíciles, en ocasión de desastres naturales. Fue el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz uno de los primeros en donar su sangre para las víctimas del terremoto de 1970 y miles de cubanos lo acompañaron. Nuestros colaboradores de la salud también viajaron en esa oportunidad para asistir a los damnificados como también lo hicieron en 2007, tres días después del terremoto de Ica, y el pasado año ante las inundaciones en Piura.

Los cubanos agradecemos la ayuda solidaria a los afectados por el huracán Irma en 2017, como también el apoyo permanente de los gobiernos y el pueblo peruano a la batalla contra el bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra nuestro país.

Nos aproximan igualmente otras experiencias de cooperación en las áreas del deporte, la educación y la cultura, así como la rica convivencia con algo más de 25 mil peruanos operados de patologías oculares y con los mil 864 profesionales de diversas especialidades graduados en Cuba.

Nuestra delegación, que agrupa a representantes de los jóvenes, estudiantes, trabajadores, campesinos, cooperativistas, sector no estatal, intelectuales, académicos, líderes religiosos y profesionales, entre otros; participarán en los foros paralelos y en la Cumbre de los Pueblos con gran sentido de responsabilidad y espíritu constructivo, para aportar la experiencia de la Revolución cubana que ha construido a lo largo de casi 60 años, un consenso a favor de un sistema político, económico y social forjado a través de una democracia participativa socialista, donde el ser humano constituye la primera prioridad y en el que el gobierno lo ejerce el pueblo.

Hoy, como ayer, con el legado de Martí y Fidel, ratificamos nuestro compromiso con la tan necesaria integración de los pueblos para no dejar pasar el gigante de las siete leguas, y conformar la Patria común que soñaron nuestros próceres.

Esa fuente originaria que llamamos país

Cada persona es una historia, conformada por parajes, voces, texturas…y dejar atrás alguna de esas partes implica siempre una reinvención personal…

La nostalgia es un tipo dulce de tristeza. Cuando se te aloja en medio del pecho, no puedes más que ceder a los recuerdos, a la evocación, y regresar al menos con el pensamiento a los lugares o personas que te llaman desde la lejanía.

Cada persona es una historia, conformada por parajes, voces, texturas…y dejar atrás alguna de esas partes implica siempre una reinvención personal, que no significa olvidar, sino aprender a amar de otro modo.

Cuba, con su circunstancia, ¿bendita o maldita? del agua por todas partes, ha visto llegar e irse de sus orillas a mucha gente dividida por el conflicto de empezar otra vez.

Mi bisabuela canaria nunca dejó de tomar caldos hirvientes con pan, aún en los veranos más agotadores de Guanabacoa, ni de reprocharle a esa niña cubana (mi madre) su desprecio por aquellas sopas demasiado espesas.

Porque una puede aplatanarse en tierras nuevas, pero siempre hay un gusto especial en plantar su bandera y con ella sus costumbres. Así van los cubanos por el mundo, sembrando la huella de gente buena, alegre, dadora…orgullosos de su historia,  su música, de sus playas, de su calor.

Y con ellos llevan pequeños tesoros, tangibles e intangibles, para tener presentes a toda hora esa fuente originaria que llamamos país.

He sabido de los que quieren montar en el avión un aguacate, o de los que se llevan un paquetico de café “de la bodega”, y también de los que añoran una caja de cigarros Popular.

La nostalgia es un tipo dulce de tristeza, que manejada con optimismo nos puede conducir a la alegría.

Cuando Cubahora convocó al foro ¿Si sales de Cuba qué llevarías contigo?, tal vez no esperó tantas respuestas genuinamente hermosas, ni que los seres “ácidos” estarían tan en desventaja con respecto a los que andan vestidos de amor por nuestra patria.

Ese “algo” que recuerde el hogar fue definido en los planos material y espiritual, y esas naturalezas se entrecruzan:

Las fotos y los números de teléfono de la familia, la bandera, las canciones de Silvio Rodríguez, un pulóver con la imagen de José Martí, un pasaje de regreso, una piedrecita del pueblo, un retrato de Fidel…

El olor, los principios, el decoro, la trova, la poesía, «mi pedacito de mar», el deseo de volver, la alegría, los lugares, la añoranza,  el amor por la tierra, la convicción de que la distancia no cambia nada…

Escojo cuatro fragmentos de lo escrito por los usuarios que me parecen dictados por almas claras:

“Me llevaría en una bolsa en mi corazón los días felices que disfruté, el olor del campo y la tierra mojada, el cantar de las aves, el azul del mar y el cielo, los recuerdos de mi niñez, el calor del sol, los recuerdos de Papá y el de su verde uniforme militar y por supuesto el recuerdo de Fidel”.

“Llevaría… toda la añoranza que quepa en mi maleta hasta que vuelva”.

“Un familiar muy cercano, que decidió hacer su nido fuera de Cuba, cuando vino por primera vez, soltó los zapatos, bailó ritmos cubanos y dijo que no había como sentir el suelo de tu patria, créanme, las lágrimas corrían por su rostro”.

“Si saliera de Cuba, me llevaría el recuerdo, el inolvidable recuerdo de todos los que amo, me llevaría una enorme bolsa de besos, los besos de mis hijos, de mi madre y mi amado, me llevaría el deseo, el inquebrantable deseo de volver”.

Por eso la Patria es un concepto  que rehúye de las definiciones reduccionistas, de los estereotipos; la Patria está hecha de sus hijos y en ellos va dondequiera que funden.

Yo, por mi parte, para salir de Cuba con el sentimiento pleno, solo necesito, antes de partir, el perfume de ciertos abrazos, y la certeza de que estarán ahí cuando vuelva.

(Publicado originalmente en Cubahora + Video)

Cuba, la sublime herejía de una democracia superior [+ video]

tomado del blog:  Islamia.cu

Gustavo Hernández Arteaga, profesor de Teoría del Estado
del Departamento de Derecho de la Universidad
Central ‘Marta Abreu’ de Las Villas.

Norelys Morales Aguilera.─ Ir contra las creencias consideradas irrevocables por el liberalismo, es acaso la herejía que consuma los ideales de independencia y democracia, sobre los que se asientan los más sublimes intentos de la nación cubana por constituirse desde sí, sobre el sacrificio y la sangre derramada de generaciones de hombres y mujeres que nos forjaron la Patria de pie.

Iniciada la primera guerra de Independencia contra el colonialismo español en 1898, los cubanos se dotaron de la histórica constitución, llamada de Guáimaro, en aquellos campos insurrectos. Buscaba el caro ideal de la independencia, bajo la unidad y la abolición de la oprobiosa esclavitud.

Hubo, otras Cartas Magnas en décadas de lucha cruenta por la independencia, cada una en un contexto determinado y con aquellos fines. En 1901, bajo la ocupación de los Estados Unidos, imponiendo una enmienda que les daba derecho a intervenir en la Isla, y coartar la libertad conquistada a filo de machete, pero aun así nuestros patricios lograron plasmar en el texto constitucional: “…el pueblo de Cuba se constituye en Estado independiente y soberano, y adopta, como forma de gobierno, la república.”

El 5 de junio del año 1940 entró en vigor La Constitución de ese año, que poseía un carácter progresista para su época, dado el alcance social de los conceptos que introdujo. [1]

Sin embargo, una gran parte de las disposiciones complementarias imprescindibles para llevar a la práctica lo estipulado por esta Carta Magna, jamás obtuvieron la aprobación de la Cámara de Representantes ni del Senado, cuyos integrantes en su mayoría representaban los intereses de la burguesía y los latifundistas.

El 10 de marzo de 1952, Fulgencio Batista, con el apoyo norteamericano, derrocó al gobierno constitucional y abolió la Constitución, que afianzó el dominio de Estados Unidos en país.

Nada más quedaba a los cubanos que la lucha armada. Así lo comprendió Fidel Castro, quien encabezó el movimiento armado. Preso por los sucesos del asalto al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba, en un juicio amañado, Fidel esbozó el ideal democrático y la fuente del poder de la Revolución, en su alegato ‘La Historia me Absolverá’.[2]

“Cuando hablamos de pueblo no entendemos por tal a los sectores acomodados y conservadores de la nación, a los que viene bien cualquier régimen de opresión, cualquier dictadura, cualquier despotismo, postrándose ante el amo de turno hasta romperse la frente contra el suelo.”

Fidel, quien no dudó en situar a José Martí, como el autor intelectual del movimiento revolucionario, puesto que su ideal se nutrió de sus conceptos libertarios y defendió para la Carta Magna de la Revolución un deseo que sobrevive: “…yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.

Esta constitución socialista, que hoy con orgullo tenemos los cubanos todos, no es un rayo en el desierto. Es la herejía de ser libres en una sola revolución que iniciaron nuestros patricios y que jamás cometeremos el pecado de olvidar.

25 verdades sobre la Constitución de la República de Cuba

1. Cuba no se puede considerar dictadura desde los fundamentos y principios que sustentan la democracia socialista. No se pueden ver desligados ambos conceptos.

2. La democracia en Cuba parte de la concepción marxista-leninista de un nuevo modelo, en función de la revolución social, que se lleva a cabo en la nación desde 1959 y que tiene su momento cumbre en el año 1976, al proclamarse la Constitución de la República de Cuba.

3. La democracia tiene que conceptualizarse de diferentes formas, desde la democracia griega o de la democracia liberal burguesa, que es la que ha primado en el mundo occidental.

4. Pero, la democracia debe erigirse más allá de un criterio excluyente y elitista, como ha sido en la historia del liberalismo.

5. La democracia liberal, en su evolución, si bien garantiza determinadas libertades, y cimenta el estado constitucional, no responde a los fundamentos y posturas de la democracia real, o democracia primigenia, que en la Cuba socialista, revolucionaria, se ha intentado consolidar en sus diferentes aristas.

6. Lo primero es ver de dónde nace el poder, la génesis de ese poder que fundamenta la democracia, como aquel elemento que permite a la ciudadanía, a las mayorías, tomar las decisiones más apropiadas en beneficio de la colectividad.

7. De ahí deriva la construcción de un nuevo estado, un nuevo tipo de estado a partir de las capas sociales que estaban sojuzgadas, pero no para ejercer la tiranía, no para ser excluyentes, sino mediante el esfuerzo y la comunión de intereses, volcarnos a la construcción de ese nuevo estado, que es donde se inserta la construcción socialista en Cuba.

8. Esa nueva construcción se define por la forma de acceso al poder que tiene la ciudadanía. La Constitución lo refrenda en el Artículo 3, al señalar que el Estado tiene su soberanía en el pueblo, el pueblo como máximo detentor del poder. No pueblo en la visión liberal, sino aquel traicionado en toda la historia constitucional cubana, como recordaba Fidel Castro Ruz.

9. En el Artículo 1 de la Constitución se define al estado cubano como estado de trabajadores, donde no existen limitaciones ni excepciones por el lugar o tarea que ocupe cada ciudadano en la construcción del nuevo tipo de estado. [Ver debajo el texto de la Constitución]

10. Otro elemento que caracteriza la democracia en Cuba es cómo se accede al poder. Mediante la Ley 72 queda normado que cualquier ciudadano mayor de 16 años tiene la posibilidad de ejercer su sufragio activo.

11. Así tenemos la democracia directa, en la cual  la ciudadanía escoge al candidato que tiene las mayores posibilidades para representarla, que tiene más compromiso con el pueblo en función de la solución de los problemas más sustantivos de la comunidad, sin diluirse en contradicciones que atenten contra el interés común. Eso es lo que garantiza ni privilegios ni posición económica, como sucede en otros países, que se erigen como modélicos.

12. Reafirma la realialidad democrática que se vive en Cuba el hecho de que los cubanos, de acuerdo con el texto constitucional, tenemos el sufragio universal instituido [3], y no el censitario, es decir, el voto solo a la parte de la población que contara con ciertas características precisas: económicas, sociales o educacionales.

13. De este modo el ciudadano accede a cualquier estamento gubernativo, incluida la Asamblea Nacional.

14. Se aclara que Cuba tiene un sistema asambleario, es una Asamblea Nacional la cubana, con formas presidencialistas o parlamentarias, que la tradición jurídica liberal o los medios tratan de identificar alguna de estas fórmulas, para simplificar y poder manipular la labor del máximo órgano de la nación, siguiendo sus propios indicadores, sin ver la excepcionalidad. En Cuba no nos encontramos con un parlamento al estilo burgués.

15. En resumidas cuentas, se trata de una nueva construcción que afianza el estado socialista y ha tenido el valor y el coraje de dar una salida a las posturas liberales, afianzadas en los tiempos que corren.

16. A partir de hombres y mujeres que no reciben remuneración por su trabajo de representación ciudadana, sería inconcebible sin una gran aspiración democrática.

17. Se construye el socialismo y a la vez se están hilvanando los principios más sublimes de cualquier sociedad, donde el ciudadano puede hacer el control del poder, y se puede ver en todo el texto constitucional.

18. De acuerdo con la Constitución Socialista de la República de Cuba están instituidas una serie de garantías para el ejercicio de un poder directo, lo cual es básico al hablar de democracia.

19. Un modelo como el cubano se asienta en una riqueza donde se pueden observar variantes de democracia directa, representativa y deliberativa.

20. Visto así, la ciudadanía cubana se puede desligar de esa visión democrática limitada, lo cual lleva a la calidad democrática, un concepto superior, que genera en la práctica una gama amplia de derechos políticos, donde el ciudadano se aúna para el supremo objetivo de la toma de decisiones, que traspasa todo el bloque de constitucionalidad en Cuba.

21. Una pregunta significativa es ¿para quién se está legislando?¿para quién se ejerce el poder en Cuba? Las respuestas sesgadas llevan a denigrar el sistema socialista cubano, de su Revolución.

22. Cuba no está dentro de los cánones establecidos por el liberalismo y el imperialismo a nivel mundial.

23. La no comprensión, el olvido o silenciamiento de estos tópicos, nos ponen frente a la guerra cultural, que traspasa lo jurídico para establecerse en lo ideológico y lo filosófico, estableciendo hegemonías a nivel global.

24. Estamos obligados a rebasar esa guerra cultural.

25. Todo lo anterior desemboca, en que a pesar de la necesidad de profundizar en normas y regulaciones, ello no es óbice para no disfrutar de absoluta libertad de expresión en Cuba, la cual no puede lesionar la estabilidad del estado nacional. [4]

[1]   https://www.ecured.cu/Constituci%C3%B3n_de_la_Rep%C3%BAblica_de_Cuba
[2]   http://www.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2009/05/la-historia-me-absolvera-fidel-castro.pdf
[3]   http://www.fgr.cu/sites/default/files/Ley%2091Consejos%20Populares_0.pdf
[4] Síntesis de entrevista concedida por Gustavo Hernández Arteaga, profesor de Teoría del Estado   del Departamento de Derecho de la Universidad Central ‘Marta Abreu’ de Las Villas.

Un voto por nosotros, por Cuba

Carlos Manuel de Céspedes fue el Padre de la Patria mucho antes de que le asesinaran a su Oscar. Lo fue no solo porque con el tañer de sus campanas anunciara el inicio de la búsqueda definitiva de la independencia, sino porque al libertar a sus esclavos los abrazó e igualó y les enseñó la necesidad de ser libres y de luchar para que la libertad sea para siempre.

Una necesidad irredenta que en el brazo y el alma del mulato inmenso se convirtió en intransigencia, y en honra para la madre que prefirió al hijo Calixto muerto antes que cautivo, como otras tantas, que dieron sus mejores semillas a la mejor causa.

La misma causa que movió al Maestro, aun desde el destierro, a forjar la guerra sustentada en el partido que “no tiene por objeto llevar a Cuba una agrupación victoriosa que considere la Isla como su presa y dominio, sino preparar, con cuantos medios eficaces le permita la libertad del extranjero, la guerra que se ha de hacer para el decoro y el bien de todos los cubanos, y entregar a todo el país la patria libre”.

En la etapa definitiva, una generación bendita dio lo que tenía: sus ahorros, su laboratorio Tión, una granja de pollos, las ventas de juegos de comedor y sala, un estudio fotográfico, el empeño de su salario, su trabajo, su automóvil… hasta  llegar a los 16 489 pesos que la llevó a asaltar la Historia.

Después de la Sierra se nos hizo posible el sueño por primera vez. Comenzaba a tomar cuerpo el hermoso ideal de justicia social, sustentado en el programa del Moncada, en la reinstauración de los artículos más progresistas de la Constitución de 1940 y en esa fundamentalísima Ley de 1959. Las bases para que en 1976 nuestros padres dieran la más profunda lección de democracia colectiva en la aprobación popular de una Carta Magna, concreción de una sentencia de la Primera Declaración de La Habana: “el voto tiene que ser el derecho ciudadano a decidir”.

Para poder decidir el futuro muchos lo ofrendaron todo, incluso su mañana. Por eso presiden las seciones de la Asamblea Nacional las dos enseñas patrias, aquel primer estandarte de 1868 y la que recorrió el país en caravana victoriosa. Porque Cuba ha tenido un único proyecto de lucha, emancipador y libertario que vio el nacimiento de varios partidos y se quedó con el único capaz de representarlo como vanguardia organizada de la nación.

Con los años nada ha sido fácil. Bien lo vaticinó el barbudo. Es un hecho, y no una letra muerta, que aquí “la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado”, el mismo que tiene que realizar la voluntad del pueblo trabajador y como poder del pueblo, y en servicio del pueblo tiene que garantizarle un honroso día a día.

Pero esto no es responsabilidad de otros, es trabajo nuestro. Ese Estado, representado en la Asamblea Nacional como su máximo órgano, no cae del cielo, sale del barrio como resultado de un amplio proceso de consulta popular -ese que empezamos el 26 de noviembre y culminará el 11 de marzo con las elecciones generales-, y tiene su sustrato en el dictado del pueblo que es la Constitución vigente aprobada en referendo popular, el más  hermoso acto democrático.

Para algunos la mayor trascendencia de estas elecciones es que, después de ocho legislaturas, y por primera vez desde hace casi 60 años, el país no será dirigido por ninguna de las dos figuras más notorias de la Generación del Centenario de Martí, Fidel y Raúl.

La riqueza de Cuba está en sus conquistas. En esta República, que se empeña en ser de todos y para el bien de todos, cada dos años y medio el pueblo renueva o mantiene a su gobierno de casa, y cada cinco años lo hace en todo el país, con la prerrogativa de revocar del cargo a quien mal lo represente. Creernos ese poder popular es el mayor reto y compromiso, y la mayor trascendencia de este país-utopía.

No es un hombre quien hace la Patria, es la gente; el pueblo, ese motor catalizador de las transformaciones, sobre todo cuando nos crece dentro el patriotismo que nos viene desde mucho antes de la manigua cuando el padre Varela nos anunciaba que a la libertad no se llega por negocios ni concesiones.

Por eso este no es un momento de relevo, no. Porque es un momento de hacer “lo más difícil”, continuar lo que empezó Carlos Manuel de Céspedes y concretaron un puñado de hombres valientes, en una obra humana, inacabada pero perfectible.

CUBA DEFENDIDA. GRAZIELLA POGOLOTTI

tomado del blog El ciervo Herido

GRAZIELLA 2

GRAZIELLA POGOLOTTI / JUVENTUD REBELDE

La historia transcurre a través de procesos de larga duración. Los conflictos que hoy desgarran al mundo amenazan la supervivencia del planeta, desencadenan migraciones indetenibles, incitan a la violencia y se expresan en un racismo prepotente. Tuvieron su origen en la colonización desatada hace algo más de cinco siglos promovida por la codicia de las materias primas. Comenzaba así, como lo advirtió Carlos Marx, la acumulación originaria del capital. El oro y la plata venían de una América recién conquistada, pasaba por España para llegar a las naciones que se estaban forjando en el norte de Europa. Vendría luego el enfrentamiento feroz por el dominio de los mercados con la consiguiente exaltación del espíritu competitivo. En apuntes juveniles, el propio Marx señalaba que para multiplicar las ganancias había que estimular la aparición de nuevas necesidades, en un camino de creciente enajenación humana. Sobre la sangre de los vencidos, sobre culturas truncas, los triunfadores enmascaraban el crimen tras la cobertura propagandística de una supuesta misión civilizatoria.

Sin embargo, del universo de los oprimidos fue surgiendo un pensamiento que dinamitaba las bases del gran relato instaurado por las narrativas oficiales. Se basaba en el reconocimiento de las realidades concretas que configuraban contextos específicos que apuntaban, además, a claves comunes, a pesar de las diferencias históricas y culturales. Conectaban a la América Latina con los extensos territorios de Asia y África, proveedores tradicionales de materias primas y de fuerza de trabajo a bajo costo. El estallido de una perspectiva renovadora a escala planetaria se produjo a mediados del siglo pasado, cuando los colonizados de ayer tomaron la palabra en los grandes foros internacionales, mientras se combatía en Vietnam, en Argelia, y triunfaba la Revolución Cubana.

Acabo de repasar Pensamiento anticolonial de Nuestra América, recopilación de ensayos de Roberto Fernández  Retamar auspiciada por Clacso y Casa de las Américas. Ha sido un regreso a textos leídos, uno a uno, cuando se dieron a conocer por primera vez, apenas salidos del horno, a la vuelta de los 60. 

Atravesados por el tiempo transcurrido, el de la historia y el de mi propia existencia, adquieren mayor dimensión y riqueza. La realidad de ahora, marcada por el derrumbe de la Europa socialista, el dominio desembozado del capital financiero, las incertidumbres de una izquierda fragmentada, la crisis de valores, el desconcierto y escepticismo de muchos intelectuales, tiende un velo sobre las contradicciones fundamentales que eslabonan el curso de los procesos históricos de larga duración.

Hemos olvidado que, concluida la Segunda Guerra Mundial, se hizo visible el lazo que vinculaba a Asia, África y América Latina, los tres continentes que padecieron el yugo colonial. Algunos Estados obtuvieron entonces su independencia política y modificaron con su presencia la composición de las Naciones Unidas. Ante ese foro, Fidel Castro pronunció en 1960 un discurso memorable. Con plena autoridad, la voz de Cuba alertaba de los peligros latentes a quienes recién se estrenaban en el convite de las naciones.

Mucho antes, en los albores del XIX, la América Latina había alcanzado su primera independencia, lastrada todavía por numerosas manquedades. Al calor de esas contradicciones, fue madurando un pensamiento. Poco difundido, subyacente, circulaba por nuestros países. Su resonancia se acrecentó en el estallido de la Revolución Mexicana en 1910. Estábamos aprendiendo a descifrar las claves de la historia con mirada propia. Así lo hicieron Mella y Mariátegui. A mediados de la misma centuria, las voces de nuestros escritores se proyectaban más allá de nuestras fronteras. Nuestros economistas esbozaron la teoría de la dependencia con sus consecuencias en lo social y en lo cultural.

Se revelaba entonces con plena claridad que, en Cuba, llegada tardíamente a la ruptura del vínculo con España, la intervención norteamericana había sustituido las fórmulas anquilosadas de coloniaje por la instauración del modelo neocolonial. La aparente independencia política quedaba sometida a las presiones de la economía. Implementada en la Isla, la fórmula habría de tener larga y dramática historia.

En ese renovado batallar de las ideas, Roberto Fernández Retamar sitúa a José Martí en su Tercer Mundo. En acuciosa y profunda relectura, articula vida y obra. Solo así, pasando por el epistolario, por los artículos de Patria, por la concepción del Partido Revolucionario Cubano, puede revelarse todo lo que en silencio tuvo que hacerse, junto a la suprema lucidez de un actuar político imbuido de las tendencias dominantes en el acontecer de su tiempo, pero afincado siempre en la realidad concreta de un contexto específico.

De esa manera, la acción requerida por las exigencias de la inmediatez se inscribía orgánicamente en una visión, profética y estremecedora, de futuridad. Por eso, «Patria es humanidad», tal y como lo entendieron el martiniqués Frantz Fanon al comprometerse con la causa argelina y el argentino Ernesto Che Guevara, entregado al destino de «los condenados de la Tierra».

No alcanza este breve espacio para volver sobre Caliban, proyección emancipadora de este Caribe nuestro. No quiero, sin embargo, dejar escapar la oportunidad para insistir en la urgencia de retomar, a la luz de la contemporaneidad, el debate sobre civilización y barbarie. Lejos de volver las espaldas a los avances de la ciencia, tenemos que ponerla al servicio de un concepto de modernidad que contribuya a la salvación de nuestra especie y detenga la expansión prepotente de un poder hegemónico, valido ahora de la instrumentalización de la cultura. En nuestras más legítimas fuentes originarias habremos de encontrar el camino para afinar las ideas, esas armas imprescindibles en el combate de nuestros días.