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Lombardía III: Lodi cuida su futuro sin olvidar la historia

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En dos lugares distintos de Lodi, en las llanuras cálidad de la Lombardía italiana, uno comfirma la universalidad del empeño por educar, sí, a los más jóvenes pero acordándose siempre de la época del heroísmo colectivo para conseguir la paz de hoy.

El primero es el Asilo infantil Francuillezza. Ahora es un edificio completamente nuevo pero no fue fácil lograrlo pues costó mucho debate en el Consejo Comunal de la ciudad juntar las voluntades para que destinar cinco millones de euros en la construcción de este inmueble que le permita a muchas familias de aquí eludir los grandes gastos que significa pagar a instituciones privadas que ofrecen el mismo servicio de custodia diurna de niñas y niños.

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“¡Tanti seniore” exclamó un niño antes de refujiarse en los brazos de su madre, al ver entrar por la puerta principal a tanta gente extraña. “Saluto a tutti” exclama con total desefando otro para luego continuar levantando su torre con figuras lego en los salones donde se respira el mismo aire de cariño por los “babinos” y “banbinas” que uno está acostumbrado a ver en los círculos infantiles de Cuba.

La atención a quienes son el futuro de cada país es importante. Así lo dice la directora del “Francuillezza”, Katia Manfredi. Ella se conoce los nombres de cada uno de los 65 infantes que allí asisten diaramente y, mientras recorre cada recinto, aprovecha para dar instrucciones a algunas de las 14 educadoras bajo su mando.
Silvana Cesani, una de las trabajadoras sociales del Asilo insiste en las facilidades de pago que da la insitución a las familias de bajos ingresos. Una práctica que tiende a extinguirse en Italia a manos de los recortes a la financiación pública a la educación. De ahí que cada vez iniciativas como esta se refugian los presupuestos de las municipalidades para salir adelante.

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Con los partisanos 
La historia colma las paredes de la sede local de la Asociación Nacional de Partisanos Italianos (ANPI). Este año celebraron las siete décadas de la liberación de la ocupación nazi y el fin de la dictadura fascista de Benito Mussolini. “La nuestro fue una lucha de todo el pueblo”, dice Angelo Malusardi, titula de la ANPI en la ciudad. “Mi abuelo arriesgó su vida para esconder a varios militares en su casa”, cuenta. “Cada vez quedan menos integrantes directos de la Resistencia.Pero a sus hijos y nietos nos toca mantener vivo el recuerdo de mártires como los del Polígono de Lodi”, subraya.

Isabella Oltobelli, titular de la organización en la provincia de Lodi sabe que siempre está latente en peligro del resurgimiento del extremismo que engendró al fascismo. Por eso, insiste, nos esforzamos por que los más jóvenes no olviden el sacrificio que hicieron sus predecesores. Entonces a nuestros anfitriones evocan a sus familiares que estuvieron encerrados en campos de concentracion com Buchewall o Dachau.

Pasado y futuro son importantes. Eso, por suerte, lo saben la gente buena de Lodi.

Por: : István Ojeda Bello

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Lombadía (II) Un lago del hierro y la madera

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Cual dos brazos de agua extendidos entre las montañas de los Alpes Italianos, así es el lago de Como. Desde el lado de Lecco y a despecho del tiempo esta sigue siendo una zona que persiste en la tradición del trabajar el hierro y la madera, aunque ahora sea elaborando piezas de alta tecnología metálica en fábricas pequeñas, o en muy automatizadas carpinterias de pocos obreros.

Hoy las autopistas y carreteras primermundistas atraviesan  estas elevaciones uniendo a sitios sacados de una postal como Varenna y otros municipios como Bellano donde su síndico nos muestra los cuadros que evocan la época en que todo llegaban aquí por agua. El tiempo puede jugarte una mala pasada: de un día de radiante sol y 23 grados celcuis de temperatura pasas a otro típicamente invernal con solo seis.

Ferraroli, nuestro anfitrión cuelga en el balcón de la casa que nos acoje una bandera de la estrella solitaria para hacer notar lo mucho que quiere a Cuba y el gusto de recibirnos.

 

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Es, como si me hubieran multiplicado por mil las cascadas de El Nicho y a las crestas de la Sierra Maestra las hubieran elevado y cubierto con nieve. Sobre el lago confluyen multitud de ríos que tras la lluvias tiñen de marrón las azules aguas del lago. Así se ve en Orrido, o la casa del Diablo como también le llaman. Allí el torrente del líquido es encordecedor y más, al caminar por el estrecho sendero labrado sobre la roca, ni siquera le resta fuerzas las enormes tuberias de una hidroeléctrica construida en 1952 y que todos los años genera más de 13 megawatts de electricidad.
Hacia arriba en una estrecha vía asfaltada en 1929 está Esino Lario. En la actualidad -cuenta Patricia en el museo local- es un solo municipio pero hasta principios del siglo XX sus dos poblados se resistieron a convivir en una misma demarcación administrativa a contrapelo de su cercanía, apegados a un milenaria tradición que los dividía en el Esino superior habitado por los celtas y el Esino inferior, por los romanos.

 

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En medio de los dos “Esinos” está Beatriz, una argentina que a sus 75 años no entiende como 600 personas hablen de dos comunidades cuando la modernidad las unió en la práctica. Ella habla con soltura de todo, de su pasado glorioso como actriz en Milán y de sus hijos repartidos por varios países de Europa.

Los italianos, me dice, aprecian mucho la tierra, por eso se contruyen muchas casas, quizás para marcar su territorio. Sin embargo la noción de antigüedad de los inmuebles es diferente. Una casa de dos décadas se estima como nueva, tal vez porque las iglesias por ejemplo tiene un milenio de construidas.

Esa afición constructiva residencial se alimenta en la actualidad del turismo pues cada uno de estos municipios se colma de turistas alemanes, franceses y del propio Milán que vienen huyendo del calor de sus llanuras en el verano o simplemente para estar alejados de todo y de todos en cualquier época del año.

Mas, en el fondo, sigue estando el hierro: visto en balcones y rejas finamente labradas; y la madera que todavía alimenta la calefacción cuando hace frío.

Por: : István Ojeda Bello

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