Viaje al extremo de una isla. Parte IV: Caimanera (+ Fotos)

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Nunca creí posible visitar Caimanera. Aunque forma parte de mi isla siempre la pensé como algo distante e inalcanzable. Según el programa de Adriel, organizador del encuentro de blogueros en Guantánamo, visitaríamos el lugar tristemente famoso por estar enclavada allí ilegalmente una base norteamericana.

Durante el trayecto sí sentí una sensación rara. Me habían pedido con días de antelación mis datos personales, pero cuando llegamos al primer punto de control, y observé los yaquis en la carretera que impiden el acceso, entendí que entraríamos a una zona restringida. Incluso llegué a pensar en una zona de guerra.

Pasamos por tres o cuatro puntos de control custodiados por oficiales armados. En cada uno la guagua se detenía para mostrar un papel que recogía el nombre de cada uno de los blogueros.

Al acercarnos al poblado, a ambos lados de la carretera observamos una gran salina, la más productiva del país me contaron. Pero más me llamó la atención el cementerio de ese lugar, ubicado en un promontorio de tierra a escasos metros de la extracción de sal.

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Lo insólito del camposanto me hizo creer en las rarezas que seguramente nos aguardaban. Pero no. Al llegar a Caimanera descubrí que es un poblado como otro cualquiera, con la peculiaridad de que pasan sus días a pocos metros del enemigo, que ya no es tan enemigo.

Supe que con la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, también arribó la calma a las dos unidades militares que custodian la frontera. En los últimos tiempos han ocurrido encuentros pacíficos entre las dos partes, incluso, un que otro almuercito amistoso.

En Caimanera al parecer la gente aprendió a convivir con el peligro. No vi tensión en los rostros, incluso un grupo de niños jugaba en un parque bajo la lluvia, como puede ocurrir en cualquier lugar de Cuba, la gente se sienta a conversar en el contén, bebe ron, juega dominó y escucha reggaetón como en el resto de la Isla.

En el centro del pueblo observé a dos oficiales de las Fuerzas Armadas que pertenecían a la Brigada de la frontera. Una mujer con los grados de Teniente Coronel, y un joven militar. Me impresionaron los vivos colores del uniforme camuflado y el membrete en los hombros. Hasta ese momento solo había visto ese uniforme en la Televisión. Admiré a los dos militares en silencio.

Cementerio de Caimanera

Cementerio de Caimanera

Un rato después vi la gran bahía de Guantánamo. Mucho se habla de ese pedazo de tierra usurpada ilegalmente a Cuba, pero poco de las ganas de los guantanameros por recuperar su bahía, como vía de comunicación y transporte.

A lo lejos se erige desafiante la Gran Base Militar Norteamericana, con su imponente infraestructura similar a una gran ciudad. Tal parece que los norteamericanos pensaron bien cada detalle. Construyeron varias instalaciones para quienes observen el lugar entienda que ellos son una Gran Potencia y nosotros un “paisito” de mierda.

Para mayor fanfarronada instalaron un parque eólico, como demostración de que no solo se adueñaron de nuestro suelo y nuestro mar, sino además de nuestro aire. Pero la risa de los niños de Caimanera, chapaleteando en el parque, hace olvidar por unos instantes el ultraje.

Vista del poblado Caimanera

Vista del poblado Caimanera

Bahía de Guantánamo, que más temprano que tarde regresará a los guantanameros

Bahía de Guantánamo, que más temprano que tarde regresará a los guantanameros

por: arnaldomirabal

https://arnaldobal.wordpress.com/

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