Archive for: agosto 2019

La política como espectáculo

tomado del blog Segunda Cita

Por Graziella Pogolotti

La globalización neoliberal tiene apellido. Se difunde a través de un cuerpo doctrinario elaborado íntegra y coherentemente por los tanques pensantes del capitalismo. Para sostener la preponderancia del mercado por encima de los principios reguladores del Estado, asocian a la modernidad un conjunto de concepciones que invaden todos los territorios de la sociedad. Incluyen las reformas educacionales, propagan verdades absolutas a través de la academia, anulan y fragmentan el conocimiento de la historia y socavan el papel de la política, conformado de modo parcial por el rápido tránsito de la democracia burguesa. El dominio de los medios de comunicación, mediante la propagación de la mentira, sustituye el papel otrora desempeñado por los programas de los partidos políticos tradicionales. La conducta aparentemente excéntrica del Presidente de Estados Unidos responde a este modelo. En un tiroteo constante, se entretiene a la opinión pública con la multiplicación de focos de tensión y de áreas de conflicto que amenazan, como espada de Damocles, con una guerra inminente. La realidad de los intereses del gran capital transnacionalizado se enmascara tras un espectáculo en el que el suceso de hoy borra el acontecimiento de ayer. La manipulación de la opinión pública se dirige al descrédito de la política en una circunstancia en que el drama de «los condenados de la Tierra» se multiplica y el neocolonialismo adopta nuevas fórmulas. Para consumo de los países que cargan con la herencia del subdesarrollo, se establece la idea de que la globalización nos hace ciudadanos de un mundo donde la reivindicación de la identidad no ha lugar. Mientras tanto, la consigna de America first convoca a los sectores más retrasados de la sociedad norteamericana, con fuerte componente xenófobo, racista, misógino y homófobo. En el trasfondo de ese pensamiento hay un renacer acelerado de un fascismo que creíamos liquidado con el fin de la Segunda Guerra Mundial. Lamentablemente, Europa, que padeció en carne propia los horrores de aquel conflicto, que vivió holocaustos de diversa naturaleza y conoció cámaras de gas en los campos de concentración, atraviesa similar crisis de las ideologías. En ambos lados del Atlántico se levantan muros contra la emigración. El Mediterráneo se ha convertido en un cementerio marino. Por otra parte, se quebrantan los lazos que hubieran podido reafirmar a la Unión Europea como voz alternativa en un diálogo multilateral. El eco caricaturesco de esta doctrina se produce en Brasil, donde el Presidente reivindica la dictadura militar, donde se predica el ejemplo de Pinochet, todo ello absolutamente innombrable hace pocos años. El antecedente inmediato es un golpe de Estado parlamentario y la politización de la justicia, así como el empleo de fundamentalismos religiosos en la manipulación primaria de las conciencias. Las declaraciones públicas y las acciones inmediatas se vuelven contra la educación y la cultura, a la vez que entregan los recursos nacionales al mejor postor y autorizan la expansión del agronegocio en la Amazonía. Los peligros que se ciernen con esta ofensiva incluyen la instauración y naturalización de ideas fascistas, la supresión de conquistas populares resultantes de años de batallar y la amenaza a la supervivencia de la especie en el planeta con la aceleración del cambio climático, a partir de la ruptura de los compromisos reguladores de la contaminación, internacionalmente aceptados. Para contrarrestar esta ofensiva se impone una rearticulación del pensamiento de izquierda con la relectura de sus fuentes primigenias, el análisis crítico de las experiencias socialistas y reformistas y el rescate de una tradición latinoamericana del pensar. «El respeto al derecho ajeno es la paz», había dicho el Benemérito de las Américas, Benito Juárez, aquel indio de Oaxaca que aprendió el español por esfuerzo propio, creció en un hacer y un saber en un país que había sufrido la extirpación de gran parte de su territorio por el imperio en expansión y la imposición del emperador Maximiliano de Austria. México está atrapado entre el chantaje arancelario que amenaza sus exportaciones y el compromiso de afrontar, por ambas fronteras, la del norte y la del sur, la invasión incontenible de los emigrantes. La solución planteada por el presidente López Obrador, dirigida a paliar la presión migratoria mediante políticas de estímulo al desarrollo, ha caído en el vacío. Son problemas de fondo que amenazan el destino de todos, enmascarados por la política convertida en espectáculo, con su consecuente descrédito. Bajo la influencia de esos vaivenes, los pueblos votan contra sus intereses esenciales, aunque tardíamente tomen conciencia del error cometido. Nuestra América es portadora de un pensamiento emancipador, arraigado en el conocimiento de los males de la Tierra y en la valoración del dramático legado colonial. Las ideas que animaron la Revolución Cubana se inscriben, a la luz de la contemporaneidad, en esa tradición, con su centro de gravitación en la búsqueda de la plenitud humana. Insisto en que la relectura productiva de ese saber acumulado debe traducirse en la rearticulación coherente de una plataforma de izquierda. Desde esa perspectiva, es indispensable refundar un pensamiento pedagógico con el propósito de entrenar a las generaciones que están naciendo para que descifren la realidad que los rodea y descubran la verdad tras los fuegos artificiales de lo ilusorio. Abandonar los caminos trillados y las fórmulas probadas por la rutina constituye un desafío gigantesco. Pero los grandes desafíos han condicionado el crecimiento de la especie y, en el plano individual, han cargado de sentido el vivir cotidiano.

La verdad sobre los médicos cubanos: “Curarían hasta al hijo de Bolsonaro”

tomado del blog: La santa mambisa

Por Alberto Rodríguez

La campaña del gobierno de Donald Trump contra Cuba alcanzó niveles que tocan el absurdo. Ahora, Washington acusa a La Habana de obtener dinero “explotando” y “esclavizando” a las y los médicos cubanos que prestan servicios en el extranjero. Paradojas de la política: quienes inventaron la explotación laboral y fundaron su país sobre leyes esclavistas, acusando a otros de practicar sus métodos. De tal modo, no se sabe si Estados Unidos acusa a la isla por explotación en sí, o por aparente plagio de su sistema de gobierno.

Pero, ni lo uno ni lo otro.

Lo que pasa es que el secretario de Estado, Mike Pompeo, salió en twitter a anunciar que restringiría las visas a funcionarios cubanos relacionados a las mundialmente famosas misiones médicas cubanas, con base en la Ley de Inmigración y Nacionalidad estadounidense. Dijo Pompeo que el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, se beneficia con dinero al explotar a las y los profesionales de la medicina cubana.

La narrativa de Pompeo parte de la salida de más de catorce mil profesionales médicos cubanos de Brasil, tras el arribo de Jair Bolsonaro. Afirma Estados Unidos que Cuba se queda con más de ochenta por ciento de los sueldos destinados a las y los médicos, por parte de los países beneficiados con las misiones. El presidente brasileño chantajeó con el cuento de que la misión médica cubana podía quedarse en territorio brasileño siempre y cuando les dieran a sus integrantes el cien por ciento de las ganancias y empataran sus estudios a la norma de ese país.

A esto se ha sumado una demanda en tribunales de Miami (claro, tenía que ser en Miami) de dos supuestos médicos cubanos contra la Organización Panamericana de la Salud acusándola de facilitar la creación de una “red de tráfico humano” y “esclavitud” por parte del Estado cubano. Pero la OPS –dependiente de la Organización Mundial de la Salud–, se ha extrañado porque esta denuncia se puso en la capital de Florida y no en Washington donde el organismo tiene su sede.

Lo de fondo es la intención de utilizar el sistema montado por la contra-cubana en esa ciudad dominada por el senador Marco Rubio, para replicar las acusaciones contra las misiones médicas de Cuba, en consonancia con la narrativa del gobierno de Donald Trump.

Pero, entonces, ¿explota Cuba a sus médicos y médicas? ¿Se queda con más de la mitad de su sueldo?

Lo primero que se tiene que advertir es que Estados Unidos ocupa conceptos como “explotación” o “esclavitud” sin entender realmente su significado.

Por ejemplo, explotación profesional es, en cualquier parte del mundo, la promesa de obtener éxito económico estudiando una carrera universitaria, pagando cientos de miles de dólares a cambio, con la amenaza de que, si no pagas ese dinero, el banco se quedará con tu casa y todas tus propiedades. Ese es un tipo de explotación que sufren millones de jóvenes en Estados Unidos que no tienen acceso a una Universidad porque, de hacerlo, tendrían que rentarse en dos o tres trabajos mal pagados para cancelar sus cuentas. Eso, además, es esclavitud.

En Cuba, cualquiera puede estudiar lo que quiera sin que le cueste un peso. Ningún graduado de la Facultad de Ciencias Médicas o de la Escuela Latinoamericana de Medicina tuvo que quitarse el pan de la boca con tal de estudiar en las mejores aulas médicas del continente americano.

¿Cómo es esto posible, siendo la isla un país pobre?

Sencillo. Los servicios de salud proporcionados por la empresa Servicios Médicos Cubanos S.A., dependiente del Ministerio de Salud, pagan los sueños de miles.

Todo el mundo sabe que la medicina cubana tiene mucho prestigio, y eso se debe a que la salud en Cuba es vista como un derecho, no como un bien de consumo. Por eso a Mike Pompeo le cuesta creer que las y los médicos cubanos prestan sus servicios sin afanes comerciales. Son héroes en su país, y tanto a ellos como a sus familias nada les falta. La riqueza que producen, va para ellos, sus familias y para mantener el sueño de miles de cubanos que vienen detrás, y de cientos de jóvenes provenientes de naciones del tercer mundo que estudian gratuitamente en universidades cubanas.

En cambio, en México, el costo de una colegiatura universitaria puede elevarse hasta los mil dólares mensuales. ¿Y en Estados Unidos?…

Pero volvamos a Cuba.

La isla ha sostenido por cincuenta años más de seiscientas mil misiones médicas en ciento sesenta y cuatro países, en las cuales han colaborado más de cuatrocientos mil trabajadores y trabajadoras de la salud. Si dos de estos recientemente ocupan la estructura anti-cubana de Miami para intentar denostar al sistema que les dio escuela y salud, no es por gusto, sino por un pago a cambio.

Las misiones médicas cubanas han combatido el ébola en África, la ceguera en Latinoamérica y el Caribe; el cólera en Haití y se han formado veintiséis brigadas del Contingente de Médicos Especializados en desastres y grandes epidemias para hecatombes en Pakistán, México, Indonesia, Ecuador, Perú, Chile, Venezuela y tantos otros.

¿Cuánto le costaría a Estados Unidos pagar ese servicio?

Hoy, miles de indígenas en la Amazonía brasileña mueren por enfermedades curables debido a la salida de médicos cubanos; porque, claro está, a esos lugares nunca han querido ir quienes sólo estudian medicina para hacerse millonarios con las medicinas y el negocio de la muerte.

Las misiones médicas cubanas siempre han ido a lugares remotos y de difícil acceso; les mueve una vocación solidaria y atenderían hasta los hijos de Trump y Bolsonaro.

Así le ocurrió al político ultra-conservador chileno, Andrés Allamand, unido a Cuba y a su sistema de salud cuando su pequeño hijo, a la edad de cuatro años, sufrió un accidente neurológico al caer en una piscina:

«Mi mujer y yo recibimos un llamado directo de Fidel Castro donde nos ofrecía ayuda para el tratamiento y recuperación de nuestro niño», dijo Allamand al diario Cooperativa. La oferta de ayuda por parte del Comandante cubano lo «impresionó enormemente”.

Dijo el político chileno: “La primera vez que hablé con él le dije que si sabía quién era yo, le dije que era un dirigente de la oposición y me respondió: ‘lo tengo absolutamente claro y ésto no tiene nada que ver con eso’”.

Fidel “tomó la recuperación de mi niño como algo personal y le dedicó todo el tiempo durante muchos, muchos años” (…) “Mi familia y yo tenemos el mayor agradecimiento humano”, dijo Allamand.

De tal modo , cuando en el año de 2003 el hijo de Andrés Allamand murió, la familia decidió “como una muestra de agradecimiento, llevar sus cenizas a Cuba”.

Esa es, pues, la verdadera impronta de la medicina cubana. No la que quiere vender Pompeo, y la maquinaria de propaganda a su servicio.

Amazonia: en la mira de laboratorio militar

tomado del blog: Cuba Isla Mía

Olga Pinheiro / Resumen Latinoamericano.- Hace poco dimos a conocer por medio de la Serie ABC de la Geopolítica, en youtube, la existencia de una base militar de la marina de EEUU llamada NAMRU-6, que esta ubicada en Perú, donde funciona un laboratorio que investiga agentes causadores de patologías infecciosas. Su actuación es poco o casi nada conocida y es un peligro latente para todos nosotros.

Pero partamos diciendo que la Guerra Biológica es el uso de «organismos vivos» o patógenos (bacteria, virus u otro organismo) adaptados militarmente para causar enfermedades en humanos, animales o plantas con el fin de aniquilar o causar el mayor daño en el enemigo.

Antes del siglo XX, el uso de agentes biológicos tomó tres formas principales: envenenamiento deliberado de comida y agua con material infeccioso y el uso de animales, vivos o muertos, en sistemas de armas.

Ya en el período, durante y después la segunda guerra mundial, las armas biológicas fueron sofisticadas en programas estatales, de grandes potencias, con el respaldo de científicos y laboratorios de poderosas corporaciones.

Innumerables experimentaciones fueron llevadas a cabo con seres humanos. Las más conocidas fueron realizadas en los campos de concentración nazi. Sin embargo, Gran Bretaña y EEUU tiene largo historial en hacer experimentos químicos y bacteriológicos con personas sin que ellas supieran o dieran su consentimiento para tales pruebas.
Con el fin de la Segunda Guerra, Estados Unidos, incluso, reclutó a científicos nazis, en la Operación denominada Paperclip, también conocida por Overcast, que eran especialistas en las llamadas armas maravillosas del Tercer Reich.

Uno de los más destacados era Eric Traub responsable de la sección de armamento biológico de Hitler. Este experto en patógenos virales, desde que llegó a EEUU trabajó para la Marina de este país (Naval Medical Research Institute, en Bethesda) y quedó en sus manos la investigación de las 40 cepas más virulentas del mundo. Eric Traub también prestó asesoría en Fort Detrick que está ubicado en la ciudad Frederick, en el estado de Maryland. Hasta 1969 fue el centro del programa de armas biológicas de EEUU, y hasta hoy es el blanco de distintas investigaciones y denuncias de manipulación de agentes infecciosos para fines bélicos.

Fort Detrick ha sido acusado formalmente de la propagación del dengue, en Nicaragua, en el año de 1985, por medio del esparcimiento del mosquito Aedes Aegypti (que además de dengue, es el transmisor de la chikungunya, zica y fiebre amarilla).

Años antes, el mismo mosquito Aedes Aegypti y otros vectores biológicos fueron utilizados contra Cuba.

En 1975, entró en vigor la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción y el Almacenamiento de Armas Bacteriológicas (biológicas) y Toxínicas y sobre su Destrucción.

Aun así, pocos años después, el régimen del apartheid en Sudáfrica lanzó un programa secreto, llamado “Project Coast” que fue dirigido por el Dr. Wouter Basson (o Dr. Muerte), cuyo objetivo era desarrollar agentes biológicos y químicos que matarían o esterilizarían a la población negra y asesinarían enemigos políticos.

Entre los agentes desarrollados estaban los virus Marburg, Antrax y el Ébola. Se afirma que miles de personas murieron en esos experimentos.

El ex presidente Mandela fue uno de los intentos de asesinato del doctor Wouter Basson, que en 2002, tras una fianza simbólica, fue liberado de cualquier condena y, actualmente, trabaja de cardiólogo en Sudáfrica.

Basson afirma haber tenido contacto con agencias occidentales que proporcionaron “asistencia ideológica” al “Project Coast”, pese la expresión de preocupación de Washington de que el “Doctor Muerte” revelara las conexiones del “Project Coast” y el Pentágono.

Alerta en América Latina

En esta misma década, en que hubo secretas cooperaciones de agencias estadounidenses con el régimen del apartheid, fue instalado un laboratorio de investigación biomédica de la Marina de los EEUU, en Perú.

Actualmente, conocida como NAMRU-6 (Unidad de Investigación Médica Naval Seis).

Una de sus instalaciones está ubicada, nada menos que en la Amazonia Peruana, en las cercanías del Río Amazonas, en la ciudad de Iquitos, lo que debiera ponernos en alerta delante del grave riesgo de contaminación, difusión y proliferación de agentes infecciosos, aunque formalmente digan que están para identificar e intervenir contra enfermedades tropicales infecciosas.

Tras el largo historial, donde se contrastan discurso y práctica del gobierno estadounidense, queda la preocupación ante la manipulación de patógenos por instituciones militares foráneas y que estuvieron involucradas directamente en la elaboración de armas biológicas en diferentes períodos de la historia.

Todas las bases militares de EEUU, en Latinoamérica, hacen parte de una política de injerencia externa, y NAMRU-6 además de su carácter militar, desarrolla investigaciones bacteriológicas a servicio de un país que desde el principio demostró resistencia en aceptar la convención de la ONU que prohíbe las armas biológicas y que desde muchas décadas interviene con apoyo directo o logístico en la desestabilización de gobiernos democráticos en nuestro continente.

En Indonesia, también había sido instalada una NAMRU (2), pero este laboratorio militar fue cerrado posteriormente, tras el gobierno indonesio darse cuenta de sus controversiales actuaciones. Además de las denuncias de que el conocimiento de las medicinas elaboradas eran destinados a beneficio de transnacionales farmacéuticas que con esas enfermedades infecciosas adquirían voluptuosas ganancias, como fue con el laboratorio Gilead Science, del entonces Donald Rumsfeld, ex secretario de defensa de Bush, que patentó el fármaco Tamiflu, único utilizado para tratar el virus de la gripe, H1N1.

¡Salvemos la Amazonia! ¡Salvemos el planeta!

Tomado del blog Cine Reverso

Por Red en Defensa de la Humanidad

“Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo”.
Fidel Castro Ruz

Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo
Río de Janeiro, 12 de junio de 1992

La Red En Defensa de la Humanidad se suma a la movilización mundial en protesta por el desastre ecológico que están produciendo los incendios en la Amazonia y en contra de las corporaciones transnacionales y los políticos directamente responsables de la catástrofe.

Como dijera Fidel hace 27 años, la especie humana “está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida”. Y añadía una categórica exhortación: “Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, cesen la insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño”.

En los últimos días, las extensas nubes de humo sobre la Amazonia constituyen una gravísima señal de alarma. Sin embargo, no puede verse como un hecho aislado. Su principal causa es el sistema capitalista y su concepción de crecimiento económico infinito que da prioridad a la producción y reproducción del capital en lugar de a la producción y reproducción de la vida. Lo que sucede hoy en la Amazonia, sucede también en vastas áreas en África y otras regiones del planeta.

Empresarios y políticos neoliberales, en su ambición desenfrenada en busca de mayores ganancias, no escuchan las crecientes e inquietantes advertencias de las instituciones científicas y de los defensores de la Amazonia, y emprenden y aprueban proyectos cada vez más agresivos sin tener en cuenta las consecuencias irreparables de su acción. Los intereses expansivos de las transnacionales mineras, petroleras, acuíferas, y del agronegocio, han encontrado un aliado incondicional en el actual gobierno neofascista de Brasil.

Bolsonaro ha venido promoviendo la deforestación de la Amazonia, el debilitamiento de todo control y fiscalización sobre las empresas, y la reducción de los fondos para la protección y conservación de la región. Ha convertido en una práctica la persecución de líderes y comunidades indígenas y campesinas que defienden sus derechos y sus territorios. Estos pueblos, con sus culturas, cosmovisiones y saberes milenarios, son los que mejor han defendido —y en muchos casos lo han garantizado al precio de sus vidas— la conservación de esta gran región como el mayor reservorio de biodiversidad del planeta, cuya pérdida o deterioro implicará un daño irreversible a la ya precaria salud de los ecosistemas a nivel global.

Ante estos hechos, la Red en Defensa de la Humanidad expresa su solidaridad con todos los pueblos originarios de nuestra Amazonia, víctimas de las políticas de despojo y de la más cruel violencia del capital transnacional, y denuncia la actitud del gobierno de Jair Bolsonaro, que además de propiciar el ecocidio, da la espalda a su gente, y solo después de veinte días de incendios anuncia, para enfrentarlo, la militarización de la región, lo que puede constituirse en un peligroso paso para propiciar el control de una zona geopolítica estratégica, a través del tutelaje internacional y la intervención directa de las transnacionales, escudados en una supuesta filantropía.

Es necesario recordar que la “ayuda” de otras naciones de sesgo imperial ante desastres similares, ha sido utilizada históricamente como pretexto para la intervención, la desestabilización y el saqueo, en lo cual las grandes potencias han contado siempre con las más diversas herramientas de dominación y, por supuesto, con la manipulación constante de la opinión pública. Debemos defender el principio de que si existe voluntad real de ayuda, esta debe encauzarse por la vía de los Estados y los organismos internacionales con pleno respeto a la soberanía.

Denunciamos la falsa moral de los países que han sido los mayores responsables de la crisis ecológica a nivel mundial (entre ellos los miembros del G7) y que expresan hoy su preocupación por la Amazonia, obviando todo tipo de conexión entre los incendios y el desarrollismo capitalista. Son las transnacionales de estos mismos países las que se extienden por los reductos naturales del mundo en búsqueda de recursos de toda índole, tierras y fuentes de energía. Ninguna aparente polémica afecta al vínculo medular entre un gobierno neoliberal y entreguista como el de Bolsonaro, los poderes transnacionales y las grandes potencias. Apoyamos, en contraste, las acciones impulsadas por el gobierno del Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales Ayma, que ha demostrado un espíritu de unidad en la adversidad, y verdadera preocupación por enfrentar el incendio no solo en su país, sino en la región, y aplaudimos también el llamado realizado por su gobierno y el de la República Bolivariana de Venezuela para que se concreten acciones regionales que permitan abordar la emergencia con celeridad y eficacia.

La Red en Defensa de la Humanidad, haciéndose eco de las expresiones de preocupación y dolor ante la tragedia de muchas personas sensibles del planeta, exige al gobierno de Brasil que sean tomadas medidas urgentes para salvaguardar la vida de los pueblos y culturas que están en peligro hoy en la Amazonia. Con los incendios, están siendo privados, además, del sustento material y espiritual de su existencia. Cuando arde un árbol, siempre arde una casa.

Exhortamos al Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, a activar los recursos establecidos por los instrumentos normativos internacionales para garantizar de manera inmediata la protección de los más de 400 pueblos afectados y, a su vez, de la soberanía de los ocho países amazónicos. Instamos a promover denuncias ante la Corte Penal Internacional y otras instancias competentes de embestidas como estas contra el medio ambiente, que deben ser consideradas como crímenes contra la Humanidad.

Alentamos a trabajar en la impostergable articulación de plataformas populares en un frente de acción común y coordinada ante los desastres ecológicos y sociales, que permita una comunicación alternativa, veraz, certera y oportuna, al tiempo que convocamos a revelar y difundir con énfasis la conexión causal existente entre el sistema capitalista y la debacle ambiental que estamos presenciando. Esto hace imprescindible enlazar las luchas anticapitalistas y la de los movimientos ambientales en defensa de la Amazonia y de otras zonas del planeta.

Convocamos a realizar actividades en todos nuestros países, movilizaciones populares, plantones, marchas, mítines y denuncias a través de las redes sociales, o lo que es lo mismo, a utilizar toda posible tribuna para mostrar este crimen contra la naturaleza, acusar a sus responsables y advertir sobre el peligro de que el impacto mediático que ha tenido esta tragedia sea utilizado por las grandes potencias imperialistas para  intervenir en la Amazonia y consolidar y legitimar el despojo de manera concertada con autoridades venales.

Hacemos un llamado, además, a la transformación de nuestras lógicas de consumo y contra la contaminación y degradación ambiental que estas producen, vinculadas al modo de producción capitalista y su inviable paradigma civilizatorio.

¡Salvemos la Amazonia! ¡Salvemos el planeta! Como dijera Fidel en 1992: “Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo”.

Tomado de: https://redh-cuba.org

Las nuevas superficies del cine cubano

Tomado del blog: Cine Cubano, la Pupila Insomne

Publicado por Juan Antonio García Borrero

“Santa y Andrés” (2016), de Carlos Lechuga

Me ha encantado lo que acaba de revelar Carlos Lechuga en su conversatorio con Michel Hernández, a propósito de la que será su tercera película: “Vicenta B. es la historia de una mujer que está aprendiendo a conocerse”.

No, no abundan en nuestro cine personajes que se impongan el imperativo socrático del auto-reconocimiento. Por lo general encuentro personajes muy seguros de sí mismos, que en su relación con el medio dejan a un lado la oportunidad de compartir incertidumbres, para en todo caso imponer verdades propias, y responsabilizar siempre a “los otros” de su suerte.

Desde luego, esto es un reflejo de lo que sería el modo hegemónico de comportarnos en lo público, donde la construcción de un adversario carente de nombres propios o matices, funciona a la perfección en las batallas colectivas, esas donde es más fácil satanizar a un enemigo difuso que pormenorizar en el análisis del orden de las cosas que nos atañe.

Otro de los buenos momentos que tiene la entrevista es esa donde Lechuga habla sobre su censurado filme Santa y Andrés, y dice: “Creo que el paso del tiempo le dará al filme el lugar y la importancia que se merece. A lo mejor de aquí a diez años ya nadie se va a acordar de ella, o la propia obra dejará de emocionar. No sé. Lo que me llevó a filmar un guion como ese, fue que mi olfato de guionista me dijo que tenía una buena historia entre manos”.

Cuando en su momento escribí sobre el filme traté de resaltar lo que de algún modo me sigue pareciendo más estimulante: su capacidad para demostrarnos que el abrazo que se regalan Santa y Andrés al final (tan parecido a aquel en el que se funden Diego y David en Fresa y chocolate) siempre tendrá más fijador que el odio de quienes se empeñan en anular a su contrario. No sé si los censores habrán captado ya que esa no era una película sobre los represores de la historia, sino sobre dos personajes que al inicio no conciben ver nada común en sus respectivos horizontes, y terminan abrazados por razones cívicas: de algún modo, Santa también es otra mujer que estaba aprendiendo a conocerse.

Lo otro interesante de la entrevista es el punto de vista de Lechuga sobre el llamado “cine independiente cubano”. Dice:

Cuando se habla de cine independiente nos referimos a todas aquellas películas que, de una manera u otra, se realizan al margen de los circuitos de producción habituales. Al principio esta denominación se refería a las películas norteamericanas que rechazaban el modo de producción de Hollywood. Pero luego esto se amplió y ya se puede hablar de un cine independiente argentino, rumano, cubano…”.

Debo confesar que como investigador del cine cubano cada vez me siento menos estimulado a seguir apelando a ese tipo de cartografía interesada en establecer perímetros. Creo que es hora de comenzar a pensar el audiovisual realizados por cubanos de un modo diferente, teniendo en cuenta la perspectiva nacional, pero también el carácter transnacional que desde un principio tuvo esta práctica cultural: pensemos en ese francés de apellido Veyre que llegó desde México con la tecnología de los Lumiere en las maletas para filmar un simulacro de incendio a pedido de una española, mientras casi al mismo tiempo la gente de Edison preparaba la intervención bélica de Estados Unidos en Cuba construyendo combates de mentiras en habitaciones remotas…

Cuando uno comienza a pensar la Historia del cine cubano desde la perspectiva transnacional, lo del cine independiente se complica aún más, en tanto se multiplican de modo imprevisto sus superficies. Pondré un ejemplo de películas cubanas independientes que hasta ahora no han sido pensadas como parte de esa narrativa que en el fondo sigue reciclando, aunque desde lo negativo, el mapa icaicentrista: hablo de las películas realizadas por los cubanos exiliados que en los setenta formaron parte del Centro Cultural Cubano de Nueva York, e hicieron cintas como Guaguasí (1978), de Jorge Ulla, El super (1979), de León Ichaso y Orlando Jiménez Leal, Los gusanos (1980), de Camilo Vila, o Amigos (1985), de Iván Acosta.

No estoy hablando ahora de la posible calidad estética de esos filmes, o el marcado contenido anticomunista de las mismas, sino de las historias de vida que tendrían que rastrearse detrás de esas tramas que pudiéramos apreciar durante una hora y media en pantalla, y donde vamos a encontrar cubanos que finalmente hicieron sus películas con casi todo en su contra: la cultura del país que los acogió, el mercado indiferente a estos asuntos demasiado domésticos, el espíritu de una época que identificaba la calidad cinematográfica del cine cubano solo con lo que producía el ICAIC.

Ahora parece fácil (es solo un decir) armar una película al margen del Estado cubano, apelando a todas esas herramientas que van brindando los nuevos tiempos, y que incluye la multiplicación de festivales y espacios donde el cine independiente puede encontrar maneras de (re)producirse y proyectarse, pero trato de imaginar algo así en aquellos tiempos, y más allá de los resultados artísticos o el contenido ideológico, se me antoja un verdadero milagro que esas películas terminaran existiendo.

Por eso es que me gusta pensar en el cine independiente (sea el cubano o el noruego), más como una cuestión de actitud ante la vida que en términos políticos o económicos, aunque obviamente, también esos vectores tienen que ser tomados en cuenta. Por eso creo que puede existir mucha independencia en alguien que, dentro de la industria, se propone romper con los modelos clásicos de representación: serán los menos, pero por eso mismo les llaman independientes.

Escribo esto sabiendo que no es lo mismo hacer una película independiente que escribir, como ahora pretendo hacerlo yo en el blog, de forma independiente. El bloguero tiene la ventaja de escribir lo que entienda, porque para eso es un espacio personal; el cineasta puede rodearse de personas que, como él, quiera construirse un mundo propio, pero si aspira a que el público vea sus películas necesita los permisos de los Estados.

Ni las películas independientes ni lo que escriban un grupo de blogueros en Internet van a cambiar de por sí la realidad. Pero sirve para que los involucrados en estas acciones cambien en lo personal, y aprendan a concederle un mayor valor a la independencia.

A mí siempre me gusta recordar el deslumbramiento que provocó en mí este consejo de Nietzsche, con Zaratustra como vocero: “¡No debes dejar que te den un derecho que tú eres capaz de conquistar!”.

A partir de aquella lectura, decidí empezar a vivir de modo independiente con mi blog. Y espero seguir así, hasta que la muerte nos separe.

Juan Antonio García Borrero