Candados al deseo de hacer

Tomado del blog Mira Joven (Cuba)

Por Yasel Toledo Garnache

¿Y qué pasa si el trabajador lleva varios días cabizbajo, con la tristeza circulando por las mareas de su cuerpo? ¿Y si el jefe enaltece la incomunicación y ya existe como un muro entre ambos? ¿Qué debería hacer quien se siente como atado, a pesar de tantos deseos de ser útil, proponer y aportar?

El muchacho de esta historia, que puede tener varios nombres, quiere recuperar su alegría de antes y la energía para impulsar proyectos, conversar y soñar en un ambiente de entusiasmo y unidad. En estos momentos lo carcome la inmovilidad, y eso le duele, le golpea el alma, por eso cierra los ojos e intenta recobrar el ánimo de casi siempre.

Numerosos jóvenes llegan a los centros laborales repletos de ímpetu y deseos de hacer, demostrar lo aprendido en la academia, sin embargo, no encuentran el escenario más adecuado. A otros de más edad también les puede suceder algo similar.

A veces, del otro lado de la puerta los recibe alguien que pone frenos a la voluntad, candados al deseo de hacer o que, simplemente, les explica: «aquí está todo inventado, lo tuyo es solo esto, eso y aquello».

En ocasiones, hasta se encuentran un jefe que habla siempre más alto que los demás. Hace una reunión en la empresa casi todos los días y su palabra preferida parece ser «yo», porque es la primera de la mayor parte de sus oraciones. Da golpes sobre la mesa, regaña y amenaza con expulsiones. Los subordinados, quienes no suelen expresar sus criterios, le tienen miedo, y él parece orgulloso.

«Respeto, me tienen respeto», piensa el hombre del buró y retoca la corbata inexistente. Camina por el interior de la instalación y no saluda a nadie, entra a la oficina en las alturas, su reino más pequeño, y cierra la puerta.

Otras veces, son recibidos por personas que verdaderamente los tratan bien, pero todas parecen muy conformes con los resultados productivos y las maneras de organización del trabajo, aunque los éxitos pudieran ser mayores.

El recién llegado propone, quiere hacer de una manera diferente, habla de ciencia, de que sería más favorable intentarlo de esta manera…, y eso motiva incomprensiones. Él percibe también poca unidad, deficiente gestión de la comunicación interna y demasiada conformidad.

Cada acción suele indicarse desde las oficinas, sin debate entre todos ni propuestas de ideas. Luego no se valoran los impactos y existe la sensación de lanzar pelotas sin importar cuántas caen en zona de strikes.

Verdaderamente, la comunicación interna, el ambiente agradable y el afán colectivo de conquistar triunfos son esenciales. Especialistas aseguran que la mala gestión comunicativa suele ser causa de numerosos problemas puertas adentro, incluidos sentimientos negativos entre compañeros, relaciones débiles de jefes y subordinados, un mal clima laboral y disminución de la producción, en cantidad y calidad.

Resulta lamentable que en algunos sitios pululen las malas sensaciones, los chismes, rechazos a las figuras de autoridad cercanas, frustraciones, los resentimientos y la desmotivación.

Para lograr la armonía y éxitos no existen modelos. Alguien o varios podrían tener las mejores intenciones, pero a veces un «rosca izquierda», una persona empeñada en nadar siempre en contra, pudiera lacerar las sonrisas, por eso es esencial también conocer a cada quien y descubrir las maneras de motivarlo.

Afortunadamente, en algunos sitios todo fluye bien, con entusiasmo, propuestas desde la humildad y el anhelo de ayudar, sin pretender aplausos.

Cada centro laboral debe constituir un grupo de amigos, una familia unida por el objetivo común de alcanzar éxitos individuales, pero sobre todo colectivos, aprovechando al máximo las potencialidades de cada uno, siempre con exigencia y la fuerza necesaria para señalar los errores con respeto, y especialmente indicar cómo hacerlo.

También es necesario felicitar a los más destacados, dar unas palmaditas en el hombro, buscar entre todos soluciones a las dificultades y encontrar las maneras más favorables de alcanzar triunfos, con unidad y conciencia de que la fuerza y la inteligencia del grupo siempre serán superiores a las de cada quien.
El presente y el futuro serán mejores si todos caminamos juntos como un gran equipo, a favor del bien.

Deja una respuesta