Tomado del blog: Dialogar, dialogar
Elier Ramírez Cañedo
(Palabras de presentación del libro: “El pensamiento económico del Che”, de Carlos Tablada)
I
Quisiera comenzar estas palabras recordando hoy a Fernando Martínez
Heredia, uno de los intelectuales cubanos que más estudió las ideas y
las batallas del Che y que fue también un guevariano en la vida.
Lamentablemente lo perdimos físicamente hace dos años, cuando aun su
mente luminosa seguía aportando muchísimo al pensamiento social cubano.
Gracias Fernando, por tu ejemplo.
Creo ha sido una idea muy feliz que la editorial Ciencias Sociales haya decidido relanzar El pensamiento económico del Che,
de Carlos Tablada. Con 38 ediciones realizadas y más de 600 000 mil
ejemplares impresos en 14 países y 9 idiomas, esta obra continúa siendo
un clásico entre los estudios del pensamiento revolucionario cubano y
latinoamericano, al abordar las ideas de uno de los marxistas más
descollantes del siglo XX.
Esta nueva edición aparece ahora con una excelente carta de
presentación, los prólogos a impresiones anteriores realizados por
Aurelio Alonso, Celia María Hart y Fernando Martínez Heredia, quienes no
se limitan a destacar los valores del libro de Tablada, sino que lo
complementan y dialogan con él a través de vivencias personales y
análisis muy oportunos.
Esta es una obra finalizada en 1984, luego de 15 años de laboreo
científico y cuyos resultados de investigación tuvieron que enfrentarse
de manera audaz y valiente a poderosas fuerzas internas, en una época
donde el Che era recordado y estudiado como guerrillero,
internacionalista, hombre de excepcionales cualidades éticas y
políticas, pero desconocido en lo más valioso de su pensamiento teórico
sobre la transición socialista. Muy poco era lo que se había publicado
tanto de la propia obra del Che, como estudios sobre su pensamiento en
el período 1967-1987, hasta la aparición del libro pionero de Tablada.
Es justo mencionar como excepciones de esta etapa, la compilación de buena parte de la obra del Che en 7 tomos,[i]
bajo la coordinación de quien en ese momento era su viceministro
primero, Orlando Borrego. Estos tomos contaron con el privilegio de
haber sido revisados por el Che en 1966 cuando se entrenaba para la
lucha en Bolivia, sin embargo saldrían en 1970 en una tirada reducida
solo para cuadros de dirección.[ii] En 1972 el Instituto Cubano del Libro tomando como fuente la compilación realizada por Borrego, publicaría Ernesto Che Guevara. Escritos y discursos.[iii] En el exterior, un año antes, había salido a la luz el libro El pensamiento del Che Guevara, de Michael Lowy.[iv]
Pero lo cierto es que las ideas del Che durante años continuaron siendo
patrimonio exclusivo de algunos especialistas. Si aún hoy existe
desconocimiento y distorsión de sus ideas, hay que imaginarse el
contexto de aquellos años, en que la mayor parte de su obra permanecía
inédita o ignorada.
Quizás algunos subvaloraron –ya fuera por desconocimiento o mala
intención- los aportes teóricos y prácticos del Che a la construcción
del socialismo, considerando en espacios íntimos al Che de voluntarista e
idealista, asociando su pensamiento al modelo económico asumido en la
segunda mitad de los años 60. Vale la pena insistir en que nada tuvieron
que ver aquellos errores y distorsiones económicas, con la aplicación
del Sistema Presupuestario de Financiamiento (SPF) creado por
el Che. De hecho, el SPF nunca llegó a aplicarse a escala nacional y
hasta 1965 convivió junto al modelo del Cálculo Económico defendido
fundamentalmente por Carlos Rafael Rodríguez.
A partir de los análisis críticos de las fallas cometidas en la
conducción de la economía se pasó a otro modelo diseñado a inicios de
los años 70, pero implementado a partir de 1976: el llamado Sistema de
Planificación y Dirección de la Economía (SPDE), tomando como base la
experiencia de los países del campo socialista. Recordar que Cuba había
entrado al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) en 1972. Con el nuevo
modelo comenzarían a sentirse entonces en pocos años los efectos
nocivos del pragmatismo economicista: la ganancia y rentabilidad al
margen de las consecuencias sociales; el estímulo material como único
instrumento para incentivar a los trabajadores –deformado además en su
comprensión y aplicación-, confianza excesiva en los mecanismos, entre
otros males muy similares a aquellos que desde mucho antes venían
corroyendo las bases ideológicas y culturales de las sociedades del
llamado “socialismo real” y que el Che tan premonitoriamente como 1965
había advertido:
“Creemos importante la tarea porque la investigación marxista en
el campo de la economía está marchando por peligrosos derroteros. Al
dogmatismo intransigente de la época de Stalin ha sucedido un
pragmatismo inconsistente. Y, lo que es trágico, esto no se refiere solo
a un campo determinado de la ciencia; sucede en todos los aspectos de
la vida de los pueblos socialistas, creando perturbaciones ya
enormemente dañinas, pero cuyos resultados finales son incalculables (…)
Nuestra tesis es que los cambios producidos a raíz de la NEP han
calado tan hondo en la vida de la URSS que han marcado con su signo
toda esta etapa. Y sus resultados son desalentadores: la superestructura
capitalista fue influenciando cada vez en forma más marcada las
relaciones de producción, y los conflictos provocados por la hibridación
que significó la NEP se están resolviendo hoy a favor de la
superestructura. Se está regresando al capitalismo”.[v]
Aquellas armas melladas del capitalismo utilizadas para construir el
socialismo, lejos de ser eliminadas o controladas, fueron robustecidas
con la Perestroika y la Glásnot de Gorbachov y penetraron hasta el
corazón mismo del sistema soviético, terminando en aquel derrumbe
vergonzoso que conocemos.
Fue en ese convulso y peligroso contexto de mediados de los años 80[vi]
que el libro de Tablada adquirió una fuerza inusitada, luego de caer en
las manos de quien más podía comprender a cabalidad su importancia y
trascendencia: Fidel Castro. El líder de la Revolución se convirtió en
el principal divulgador de la obra. En discurso pronunciado el 8 de
octubre de 1987 expresaría: “Recientemente se hizo una compilación
de todas estas ideas y un economista escribió una obra por la cual
recibió un premio en la Casa de las Américas, que tiene el mérito de
haber recopilado, estudiado y presentado en un libro la esencia de las
ideas económicas del Che, recogidas de muchos de sus materiales hablados
o escritos, artículos y discursos sobre cuestión tan decisiva para la
construcción del socialismo. La obra se titula El pensamiento económico
de Ernesto Che Guevara”.[vii]
El libro se convirtió en una referencia obligada para acometer en la Isla a partir de 1986 lo que se conoció como Proceso de rectificación de errores y tendencias negativas.
Así el Che, con esa capacidad de seguir naciendo, vino nuevamente a
combatir junto a nosotros todas las deformaciones que podían conducirnos
irremediablemente hacia el capitalismo, en un momento donde muchos se
ilusionaban y defendían la posibilidad de extrapolar las reformas
impulsadas por el liderazgo soviético a nuestra realidad. Gracias al
empeño de Tablada las ideas del Che sirvieron entonces no solo para
rectificar en la búsqueda de nuestro propio camino, sino también como
muro de contención a los entusiastas del calco y la copia.
II
Recientemente se hizo público un discurso inédito de Fidel en un
encuentro con el Consejo Nacional de la Asociación Hermanos Saiz, el 12
de marzo de 1988, donde se observa claramente la fuerte conexión de
Fidel con las ideas del Che, que evidentemente había vuelto a analizar a
partir del libro de Tablada. Me permito citar algunos fragmentos:
“Nosotros no vamos a descuidar, ni en lo más mínimo, todo lo que
se refiere a la eficiencia económica, pero habíamos caído en un
mercachiflismo terrible; ni se sabe las consecuencias que habíamos
tenido con esas empresas que actuaban como empresas capitalistas, es
decir, tuvimos un bache serio.
Yo me imagino lo que ha pasado en algunos países por ahí, porque
todos esos mecanismos estuvieron funcionando veinticinco o treinta años;
aquí estuvieron diez y por poco acaban con nosotros, esa es la verdad,
en el cual se estaba aplicando una experiencia de otros países.
Pudiéramos decir que el Che previó, porque el Che –y nunca había vivido
esa experiencia por un país del Tercer Mundo- tenía una desconfianza
terrible en aquellos mecanismos y decía que no se podía construir el
socialismo a base de aquellas categorías capitalistas.
Cuando en el año 1975 se empezó a aplicar aquí el sistema similar
a los demás países socialistas, tuvimos todas esas cosas. Después las
empresas no querían terminar un edificio porque ganaban dinero moviendo
tierra, poniendo columnas y no ganaban dinero terminando, que es lo más
difícil, lo que menos ganancia daba, y se empezaron a convertir en unos
capitalistas de pacotilla. Yo digo, bueno, podemos decir que la
Revolución pasó un período de eso, iba en estancamiento y descenso. Esa
es la realidad.
(…)
¿Qué, nos vamos a poner a competir con la sociedad de consumo yanqui?
¿Vamos a entrar en la competencia para que la gente se quede aquí a
base de darle más zapatos, más lujos, más cosas? ¿Cuántos se quedarían
aquí, si el cemento que une al ciudadano a su patria no es otra cosa que
el bienestar material?
(…)
Recuerdo lo que dije que significaba la cultura cuando había los
criterios de que “esto cuesta tanto”, “esto es improductivo”, como si lo
único productivo fuera aquello que produjera cemento, acero, cosas
materiales.
(…)
Si se cree en el hombre, y es un punto de vista del que yo parto, ¿es
un animalito que obedece solo al palo o a la zanahoria? Yo no creo que
el hombre sea esa porquería realmente. Yo creo que el hombre es mil
veces superior a eso”.[viii]
III
A pesar de que el Che se adelantó como nadie en la crítica al
socialismo real existente y alertó sobre la restauración del capitalismo
en los países europeos, todavía hoy algunos siguen considerando la
visión del Che sobre lo que debía ser y lo que no debía ser el
socialismo, como idealista. Creo que tener esa valoración a estas
alturas solo es posible sobre la base del desconocimiento o la
tergiversación de la propuesta teórica y práctica del Che sobre la
transición socialista. Basta con leer el libro de Tablada para entender
cuanto realismo había en las propuestas del Che. Ese Che realista es que
llega a plantear: “pensar que un país entero va a responder a
estímulos superiores teniendo hambre…., eso a mí me parece un sueño (…);
hay una cantidad de necesidades que son vitales, y ésas hay que
satisfacerlas, si no las satisfacemos, difícilmente podamos avanzar”.[ix]
Pero para leer y entender al Che hay que hacerlo desde su visión
totalizadora del socialismo, donde no se pueden segmentar sus propuestas
económicas, de la ideología, la política y la cultura. El Che tomó
distancia tanto del idealismo voluntarista como del pragmatismo
economicista.
“El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa –expresaba el Che-. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación”.
Marx se preocupaba tanto de los hechos económicos como de su
traducción en la mente. El llamaba a eso un “hecho de conciencia”. Si el
comunismo descuida los hechos de conciencia puede ser un método de
repartición, pero deja de ser una moral revolucionaria”. [x]
Y es que para el Che, como destaca Tablada: “los éxitos
económicos serían realmente tales en la medida en que, tanto por sus
resultados finales como por la manera en que fueran logrados, implicaran
un impulso decisivo a la formación de nuevas relaciones sociales más
humanas y, por tanto, de nuevas formas de conciencia social”.[xi]
Siendo uno de los grandes humanistas del siglo XX al igual que Fidel,
para el Che siempre estuvo claro que la meta fundamental no era solo
crear una nueva sociedad como antípoda de la sociedad capitalista, sino
crear seres humanos distintos y que, de hecho, era imposible llegar al
comunismo si por el camino no se forjaba al “hombre nuevo”. El Che
colocaba al hombre en el centro de toda su concepción del socialismo,
como actor consciente de la historia, y al factor subjetivo como la
palanca principal para crear nuevas realidades. El Che no solo rechazaba
al orden de subordinación que realizaban algunos teóricos al subordinar
el desarrollo de la conciencia al “gradual aumento de los bienes de
consumo para el pueblo”, sino que incluso defendía el criterio que el
desarrollo de la conciencia ayudaba a que el individuo pudiera
comprender, controlar y guiar los hechos económicos y acelerar más la
creación de la base económica en función del proyecto social.
A lo largo de todo el libro de Tablada, se nos presenta a un Che
enfrentado a la vulgarización más extendida del marxismo: el llamado
determinismo económico. Para el Che no había economía sin política,
tampoco política sin economía, pero era fundamental que la política
fuera la que condujera a la economía y no viceversa. No desconocía los
límites impuestos por las condiciones objetivas, pero tampoco se
subordinaba a ellas. El Che entendía que las circunstancias hacen al
hombre, pero también éste es capaz de hacer sus circunstancias. La
herejía de la Revolución Cubana y del propio Fidel, ante los supuestos
imposibles históricos, habían sido para él mejor ejemplo práctico.
Por supuesto, eso no significa –y estoy seguro que nunca fue la
intención de Tablada- que estemos llamados a adoptar como camisa de
fuerza las fórmulas en el sistema de dirección económica que el Che ideo
para un contexto muy particular, como era aquel de la Cuba de los años
60, pero sí a profundizar en un pensamiento que aun tiene mucho que
decirnos en las circunstancias actuales para evitar que “los árboles nos
impidan ver el bosque”. Hay esencias en el pensamiento del Che que son y
serán útiles para todos los tiempos, y en cualquier circunstancia de un
proyecto que pretenda convertirse en una alternativa real y superior al
capitalismo.
La enseñanza del Che, como también se desprende de este libro, es que
debemos incentivar siempre el pensamiento crítico y por supuesto –si
nos decimos revolucionarios y marxistas-, no contentarnos solo con
interpretar el mundo, sino transformarlo. “¿Por qué pensar que lo que “es” en el período de transición, necesariamente “debe ser?”[xii]
Es una pregunta que continuamente se hacía el Che y que debiera
acompañarnos siempre para evitar el anquilosamiento y las verdades
eternas, y a que prevalezca la “creación heroica” que proponía también
ese gran marxista latinoamericano que fue Carlos Mariátegui.
IV
La influencia que desempeñó el libro de Carlos Tablada en la política
cubana de la segunda mitad de los años 80, constituye una muestra
ejemplar del papel que pudieran -y están llamadas a desempeñar- las
ciencias sociales en nuestro país en la coyuntura actual, en tiempos de
trascendentales cambios y transformaciones en nuestra realidad
económica, política y social. En un momento en que se han multiplicado
los diversos actores y estructuras que hoy intervienen en nuestra
economía, sigue teniendo gran vigencia el llamado que hizo Tablada a
partir de sus profundos estudios del pensamiento del Che: “La forma
en que cada una de las nuevas estructuras económicas e instituciones
condiciona y se expresa en las motivaciones del hombre corriente,
resulta un aspecto vital que debe ser estudiado en cualquier ensayo
sobre el período de transición”. [xiii]
El libro de Tablada que es más que el pensamiento económico del Che,
pues aborda su concepción amplia y sistémica del socialismo, nos
reafirma que el pensamiento y el ejemplo Ernesto Guevara siguen siendo
actuales y necesarios para encarar los viejos y nuevos entornos
subjetivos que vienen reproduciéndose en nuestro país –acompañados de
nuevas expectativas y paradigmas de éxito, que se alejan del ideal de
socialismo al que aspiramos y por el que luchamos; para enfrentar además
del imperialismo y el capitalismo, al colonialismo cultural más sutil
que nos invade, ya sea en la educación, en el lenguaje, en las
costumbres o en los métodos. El Che sigue convocándonos a combatir el
burocratismo, la corrupción, el derroche, las indisciplinas sociales, la
doble moral, la apatía y el derrotismo. El Che sigue motivándonos a que
a contracorriente nos aferremos a lo mejor el humanismo y a que junto
al desarrollo de las fuerzas productivas desatemos las fuerzas
espirituales de la nación cubana. El Che sigue llamándonos a ser
patriotas, solidarios e internacionalistas.
Este es un libro pertinente para Cuba, pero también para toda la
izquierda mundial, en especial en Latinoamérica. Las derrotas que han
sufrido los procesos progresistas en América Latina y el Caribe, han
demostrado que el cambio revolucionario más trascendente y perdurable no
está en lograr mejores patrones de distribución, en crear nuevos
consumidores, sino en forjar nuevos sujetos para el cambio
revolucionario, consientes y protagonistas de las principales
transformaciones. Muchas de esas ideas ya fueron adelantadas desde el
siglo pasado por el Che y podemos verlas nítidamente en esta obra que
presentamos hoy.
¡Muchas Gracias¡