Category: Sociedad

Gente que no se rinde

tomado del blog: Un pedacito de Mar

Yo tengo un amigo (de nítida fe) que vive enamorado del amor. Cada vez que empieza una relación “ella es…” y vive, como Ted, enamorándose cada 5 minutos.

Mi amigo, que conste, es un tipo espectacular. De esos que leen poesía y hacen grandes gestos románticos… lindo también (bonus). Sin embargo, a mi lo que me impresiona es su capacidad de creer aún en el amor. Ese amor eterno que te vende Hollywood con columpios en portales y dos viejitos mirando el atarceder. Él todavía cree y busca… y si no le sale, busca de nuevo. Siempre con la misma fucking esperanza, con la misma ilusión.

Yo lo admiro. Yo, que he dicho te amo sin sentirlo demasiado y me he enamorado realmente pocas veces, envidio su esperanza. No con la envidia esa que necesita que el otro fracase, mi envidia es del tipo que quiere que el otro triunfe y así de paso, aprende a triunfar por una misma.

Nada, eso… que quería dejarles saber que aún hay gente espectacular regada en este mundo.

Homilía ecuménica

Tomado del blog: Turquinauta

Jesús expulsó a los mercaderes del Templo. A pesar de la profecía de la aguja y el camello los mercaderes vendieron las almas que no tenían- así nació la especulación financiera- traficaron con armas y motivos para emplearlas. Con las ganancias de las guerras compraron al Templo, al camello y a la aguja. Convirtieron al fe en el buen Dios en una mercancía. Llenaron la Casa del Señor con los herederos de judas, los blasfemos profetas que pasan el cepillo antes la buena nueva. Los capitanes de barcos negreros y sus compradores. Los jinetes acorazados en las matanzas de indios y sus reyes. Los capellanes que santificaron las masacres de Hirochima o Kandajar y sus políticos.  
 

Por eso el buen Dios
Desconfió de los profetas del Capital, con sus dogmas de pobres en la tierra y ricos en el cielo. Receló de  los religiosos que alimentan el Complejo Militar Industrial, esos que gesticulan la señal de la cruz, con la misma mano que firman un contrato para fabricar armas de exterminio en masas. De los profesionales de la Fe que salva el último aliento de los terroristas. De los que leen palabras piadosas en las exequias de los torturadores. De los que dicen que  es bruja por ser mujer y es diabólico amar a quien comparte el mismo sexo.

Sospechó también del santero que cobra en dólares, el Padrino que busca los ahijados en las calles de Hialeah, en los votantes en favor del bloqueo y los emprendedores con dos gentilicios en su nacionalidad. En los hombre y mujeres cuya Fe se tarifa según el cambio del mercado. Desconfió de los caracoles de utilería, de las cuentas que dan la razón al dueño. De quien hace un “preparo” capaz de salvar la propiedad privada del rico y la explotación del pobre de la tierra.

Fracasa el pobre de espíritu interesado en confundir, el amarillo en la corbata de un zoquete , con el del gira- Sol de Cuba que se alza en un altar de montañas, cobijo de la virgen rebelde. Fracasa esa alma troquelada con un código de barras, quien aúlla para cambiar la oración a los dioses cimarrones por las alabanzas de los esclavistas. Da pena quien ofende por ofrende. Quien procura encender una vela al colonialista con el mismo fuego que arde en la llama eterna de una santa libertadora. Hay amarillo en el sol y en la hez. Existen  almas como la luz y como las del muladar. Cada cual escoja para si, según la limpieza de su corazón y la avidez de su bolsillo.

En Cuba no existe religión ni creencia oficial, tampoco una religión dominante. Los ritos y los dioses se mezclan en la cultura difusa del pueblo, se piden unos a los otros, se prestan entre ellos, se reúnen ecuménicos, en la mañana, a tomar café.  En la capilla de la Virgen de Regla, templo católico, también vive  hace mucho, una diosa pagana venida de África. En el imponente edificio del Cobre, junto a Virgen de la Caridad, habita esa mulata magnifica, que danzaba descalza en los barracones de esclavos. San Lázaro y Babalú Aye: mi abuelo blanco y mi abuelo negro. Tantos  devotos del evangelio, del marxismo, de Buda, de Alá, de Changó, del Rabino, o del Papa que no dudarán un segundo en compartir el resguardo o la sal y, con el sonar del clarín, el fusil del miliciano y la oración profunda antes del asalto.

Conozco y admiro a un campesino espiritista- Guillermo Verde es su nombre- cuya Fe en Dios es visible en sus manos nudosas de trabajar la tierra, y en  la palabra espiritual cargada de sabiduría. Asisto feliz a la congregación de reverendos como Oden Marichal, Sergio Arce, Ester Quintero. Aprendí con ellos una clave para comprender la Biblia:  tener el alma honrada de servidor público. Me seduce  la voz de un ardoroso católico como Frei Betto, de un creyente militante como Cintio Vitier o Eusebio Leal. Bailaría hasta el cansancio al ritmo de los Batá en la casa de doña Lucía, una mujer dura como el tiempo, sufrida como la vida, luchadora como los orichas que adora en su altar de encajes y calabazas. Creo en los hombres y las mujeres de Fe,  de la honradez y el valor humano. 

Frente a la destrucción de la tierra, y la tozudez de los mercaderes que no se quieren ir del Templo, escucho a las voces de muchos esencias inasibles gritar

“Dioses de todos los países, ¡Uníos!

Amen Jesús. Maferefun Babá. Salam Malecun… Patria o Muerte.

Es momento de educar sobre la medicina intensiva y la dignidad humana


Tomado del blog: Segunda Cita
Por el Dr. Anselmo A. Abdo Cuza  Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas
Las unidades de cuidados intensivos surgen para la vigilancia y tratamiento de pacientes con elevada probabilidad de muerte, pero con razonable probabilidad de recuperación. Son áreas de trabajo que cuentan con personal de alta calificación, gran concentración de equipos y tecnología de avanzada para lograr sus objetivos.

Existe el consenso de que los pacientes estables (referido a funciones vitales) no se benefician de sus servicios ni tampoco los pacientes con deterioro avanzado de funciones orgánicas en los que la muerte es inminente. En ocasiones decidir sobre un paciente del último grupo se hace complejo. Ante la duda se recomienda ingresar al paciente y en 48 – 72 horas intentar definir la posibilidad real de recuperación.

El avance tecnológico en la especialidad nos brinda la posibilidad de sustitución transitoria de funciones vitales a través de soportes extracorpóreos, pero requiere de discusiones colectivas objetivas que permitan definir los beneficios de mantener la vida con calidad sin prolongar la agonía al paciente y familiares, término definido como distanasia (sinonimia: mal morir, encarnizamiento terapéutico).

Establecer un pronóstico con objetividad y en discusión colectiva, garantiza adecuar el esfuerzo terapéutico. Conductas como aliviar, consolar, hidratar, entre otras siempre estarán presentes en respeto a la dignidad humana. En contraste, por ejemplo, realizar maniobras de reanimación cardio-pulmonar cerebral a un paciente sin probabilidad de recuperación es una conducta en contra de la dignidad humana.

Ni la edad ni el diagnóstico de enfermedad neoplásica como criterios aislados, son predictores absolutos de no recuperación. Datos del Proyecto Multicéntrico Nacional Disminución de la Infección Nosocomial en Unidades de Cuidados Intensivos (DINUCI) muestran que, en nuestras unidades de cuidados intensivos de adultos, 43,5 % de los pacientes ingresados son adultos mayores y más de 10 % tienen diagnóstico de enfermedad neoplásica. De ellos 80 % egresan vivos, con tasa estandarizada de mortalidad en correspondencia al riesgo de muerte al ingreso.

Lograr los beneficios de la medicina intensiva e impedir la distanasia no es tarea fácil en algunos pacientes. Países desarrollados han logrado implementar la adecuación del esfuerzo terapéutico amparados en bases legales, pero sobre todo con educación tanto del personal sanitario como de la población.

La actual pandemia por SARS-CoV-2, situación sanitaria compleja y mediática, donde los pacientes ingresados en cuidados intensivos, las actuaciones sobre ellos y las situaciones al final de la vida son seguidos en tiempo real, puede ser momento y espacio para educar sobre el tema.

Con todo respeto, es mi opinión que de igual forma en que la población es instruida sobre novedosos proyectos de fármacos en investigación y sus efectos sobre inmunidad y citoquinas, debe también conocer las bondades terapeúticas reales de la medicina intensiva y el límite de actuación que evite cruzar hacia la distanasia. Utilicemos el momento.

La salud en Cuba

Tomado del blog: Segunda Cita

Por Jorge Gómez Barata
Cuba no necesitó prepararse para la pandemia de coronavirus porque estaba preparada, y sólo necesitó contextualizar la situación, poner a punto mecanismos concretos y protocolos específicos para hacer lo que hace todos los días: proteger al sano y curar al enfermo. Llegar al punto donde hoy se encuentra le ha tomado medio siglo de denodados esfuerzos.

El sistema de salud cubano cubre a toda la población, se extiende por todo el país, cuenta con especialistas en todas las áreas, es solvente para tratar todas las enfermedades y, aunque cuesta caro, es gratis y emana humanismo por todos sus poros. En Cuba todos los días, alrededor del diez por ciento de la población, alrededor de un millón de personas, interactúa de algún modo con el sistema de salud.

La fortaleza del sistema de salud pública cubana, es resultado del proceso político vivido en los últimos sesenta años y suele atribuirse al socialismo, lo cual me parece inexacto. Socialismo había en una decena de países que, aunque contaron con un desarrollo económico razonable, no fueron potencias médicas.

El mérito por la creación del sistema de salud en Cuba pertenece a Fidel Castro, quien consagró a ese cometido sus energías, su capacidad de convocatoria y su poderosa inteligencia. Obviamente, no lo hizo solo, sino que fue acompañado por una pléyade de competentes y consagrados médicos científicos a quienes reconoció y distinguió, pero nunca privilegió inculcándole con su ejemplo un devoto sentido del deber.

El eje de la arquitectura de la salud pública en Cuba es el sistema de atención primaria cuyo núcleo está formado por el programa del médico y la enfermera de la familia, implantado en 1984 y que involucra a unos 30,000 médicos y alrededor de 15,000 consultorios.

Del sistema integral forman parte varios programas, entre ellos: materno infantil, enfermedades crónicas no transmisibles, enfermedades transmisibles, atención al adulto mayor, transplante de órganos y otros. A ellos se suman: atención estomatológica, servicios de óptica y el sistema de urgencias médicas. Al conjunto se añaden: rehabilitación, estadísticas de salud, información científico-técnica, promoción de salud, tecnología médica, incluyendo electro medicina, medicina nuclear, red de droguerías, farmacias y ópticas.

Un elemento clave es una poderosa industria farmacéutica formada por centros de alto nivel científico donde se investiga y se produce y que es capaz de fabricar alrededor del 80 por ciento de los medicamentos del formulario nacional, vacunas y otros fármacos avanzados. No puede omitirse el esfuerzo para el desarrollo de la medicina natural y tradicional.

De la infraestructura médica cubana forman parte 284 hospitales, entre ellos clínico quirúrgicos, maternidad, pediátricos, así como las más importantes especialidades, con alrededor de 90,000 camas y casi 100 unidades de cuidados intensivos. El sistema se completa con 426 policlínicos, 166 clínicas estomatológicas, 27 bancos de sangre, 27 hogares maternos y 197 hogares de ancianos. Hay Centro de Higiene y Epidemiología en todas las provincias y municipios.

El director general de la Organización Mundial de la Salud, doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha dicho “No puedo más que agradecerle a Cuba por el sistema de salud modelo que tiene, que lo hace situarse entre los mejores del mundo” y la doctora Clarissa Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud, señaló: “El empeño del sistema de salud del país y sus autoridades para lograr, no sólo la calidad de vida de los cubanos, sino la de millones más en otras partes del mundo es digno de reconocimiento”.

La joya de la corona de la salud pública cubana son sus 100,000 médicos, enfermeras y técnicos y directivos que, en conjunto, además de cubrir holgadamente las necesidades nacionales, en 60 años han participado en miles de misiones médicas y actualmente colaboran en más de 60 países, en algunos casos, en condiciones de alto riesgo.

Médicos formados en Cuba, ya sea porque cumplen contratos, son misioneros o emigraron, prestan servicios en todo el mundo.

La salud pública cubana no es perfecta ni impoluta y debe superarse a sí misma cada día. Ella sola no derrotará a la pandemia de coronavirus, aunque sí puede hacer un aporte sustancial. Quienes han querido enlodar su reputación, en esta hora, cuando todo se pone a prueba, deberán callar.

EL VERDADERO ROSTRO DEL SISTEMA DE SALUD CUBANO”

Tomado del blog: El vuelo del gato

Abel Prieto

Un personaje muy conocido de las redes (eufórico, teatral, falsamente conmovido) ha utilizado un hecho muy amargo y triste que el Ministerio de Salud Pública está investigando con todo rigor y seriedad: la muerte de una niña, a causa, al parecer, de la aplicación de una vacuna de las incluidas para garantizar la inmunización contra trece enfermedades, algo que se viene haciendo y ampliando gradualmente en Cuba desde 1962.

Este individuo se ha valido, incluso, del infinito dolor de los padres. Ha politizado, sin pudor alguno, con sadismo, la tragedia tan honda que ha quebrado a la familia.

Resulta particularmente repugnante tal manipulación de la desdicha y de las emociones que suscita. Desde el cinismo más impúdico, este patético clown ha dicho que la herida tan honda sufrida por la familia y compartida por toda Cuba representa “el verdadero rostro del sistema de salud cubano”. Es difícil describir todo el odio, la infamia, la carencia de ética y honradez que se sintetiza en esa afirmación.

Sobran las estadísticas, las pruebas, las evidencias, acerca del saldo realmente admirable del sistema de salud cubano, en nuestro país y en todo el mundo.

¿Por qué el ensañamiento contra un pequeño país digno, bloqueado, calumniado, que ha hecho lo imposible en las peores circunstancias por garantizar la salud de su pueblo?

Hace unos días, el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, se refería en la ONU a los 28 millones de ciudadanos estadounidenses sin seguro médico ni acceso a los servicios de salud. ¿La compasión tan altisonante y enternecedora del referido personaje prestará atención a las víctimas de una situación tan alarmante? No, por supuesto.  

El payaso en cuestión puede ser exótico, original, estrafalario, y atraer la atención en Cuba y fuera de Cuba. Pero le falta algo vital para ser efectivamente creíble (al menos en nuestro país): la auténtica sensibilidad, el sentido ético y el apego estricto, innegociable, a la verdad.