Céspedes. Una figura hechizante

Tomado del Blog Turquinauta

Por su valor testimonial, Turquinauta repone la intervención del Dr. Eusebio Leal en el Salon de Mayo del Pabellón Cuba,  el 28 de agosto del 2016.

Eusebio Leal habla de Carlos Manuel de Céspedes

Yo tenía el conocimiento de Céspedes que se adquiere en los libros, en el anecdotario infinito, ya conocemos aquellos años tan importantes para Cuba. Yo visitaba a un historiador que estaba muy enfermo, al extremo de que, al lado de su escritorio, tenía un balón de oxígeno. Estaba muy mal el ancianito, entonces, él se había dedicado a las mujeres de la historia de Cuba que habían sido agraviadas o desconocidas, allí estaba trabajando en esas mujeres.
Trabajaba por ejemplo en Carmen Zayas Bazán, que ha sido muy calumniada por el solo hecho de que no se entendió con Martí. No pudo ser, cuantas veces ha ocurrido eso, sería eso necesario para exigirle que fuera ella una nueva Amalia Simoni, o una Mariana o una Manana; no es posible, cada cual tiene a veces un signo. Y esa discordia generó para la historia romántica de Cuba, toda una página que Cintio y Fina resolvieron cuando encuentran el libro de bodas -que nosotros reprodujimos- y donde aparecen lo que los amigos escribieron a partir de aquel matrimonio celebrado en México.
Claro, había un peso muy grande en esa figura, y yo cuando leo sus versos: El infeliz que la manera ignore/ de alzarse bien y caminar con brío/ que de una virgen celeste se enamore/y arda en su pecho el esplendor del mío. Es él hacía ella, con un verso que se llama “Dolor a grietas” entonces el historiador José de la Luz León que firmaba con el seudónimo de Clara del Claro Valle en el periódico El Mundo, que había escrito un libro precioso sobre Ramón Emeterio Betánces, estaba escribiendo también sobre Ana de Quezada que había sido calumniada, gravemente calumniada.
Por ese tiempo yo visitaba a Hortensia Pichardo y a Fernando Portuondo que eran los cespedianos fundamentales para mí. Tan es así que la Habana no tenía un monumento de Céspedes, y fueron ellos lo que lo colocaron en el Instituto de la Víbora, pagado con sus esfuerzos y el de las personas que lo lograron. Yo los visitaba, la pasión de ellos era Céspedes y habían escrito unos tomos maravillosos donde está en gran medida la historia de aquel gran hombre. Había leído el elogio de Martí, de Céspedes y Agramonte, en su espíritu de buscar la cohesión y vencer las cosas que separan a los individuos que tienen una determinada aspiración.
En esa pasión un día compré un libro en la plaza, en algún lugar, en una librería y dentro tenía un papelito con un manuscrito, era un papelito de Céspedes arrancado de una carta en el cual decía algo así como: “Primero triunfará la injusticia y después finalmente se abrirá paso la verdad” y yo me fui corriendo con el papel a ver a Hortensia Pichardo y le dije. Doctora mire esto. Ella veía todavía, vio el escrito y me dijo. Es él. Ellos vivían obsedidos por el diario que Céspedes escribió y que su paradero era totalmente desconocido. Solamente se había publicado una parte de ese diario y las cartas de él a Ana de Quezada su esposa.
Antes tenemos que decir Céspedes era viudo, su esposa había muerto poco antes del 68 de hechos hay una leyenda áurea de que la franja azul de la bandera de Céspedes, fue tomada del velo que cubría el retrato de Carmen. Creo que lo fueron a detener cuando ella estaba gravemente enferma. Viudo desolado e inconsolable, pasó el tiempo y vino la Revolución como una especie de tormenta y cuando llega a Camagüey, conoce a la muy bella, joven y tempestuosa Ana de Quezada, hermana de los Generales Rafael y Manuel de Quezada que venían de México, donde habían escrito una página muy bella y ahora se sumaban al esfuerzo de los camagüeyanos. Entonces cuando Céspedes la conoce surge un flechazo a pesar de que él tenía cuarenta tantos años y ella veintitantos y surge esa pasión tremenda, de la cual nacieron dos niños: Gloria de mis Dolores se llamó una y Carlos Manuel el otro.
José de la Luz león nunca me dijo que tenía el diario de Céspedes que faltaba, pero cuando él murió, su viuda Adis Dana, hija de Charles Dana el famoso amigo de Martí, me llama y me dice. Óigame venga por aquí que mi esposo dejó algo para usted. Fui a casa de ella y me da un sobre manila que dice. Estos papeles son de mi patria. Y dentro estaban los dos diarios, las dos libretas, una grande y una pequeña, pero además las cartas de Ana de Quezada en su diálogo epistolar, con los que habían adquirido el diario, de manos españolas y ahora, a pesar de que estaba dedicado a ella, con su dirección en Nueva York donde debían llevárselo, esta persona le retenía el diario diciendo que era un “trofeo de guerra”, y ella le responde colérica. ¿Cómo es posible que un cubano diga que el diario de Céspedes es un trofeo de guerra de los españoles, comprado por unos centavos en una taberna? Además vienen las cartas en que la calumnian a ella que también él las había adquirido.
¿De dónde había salido eso? Había salido del archivo de Manuel Sanguily, cuando la viuda de su hijo Sara Cuervo se fue a ir de Cuba, ella fue a ver a Raúl Roa y Roa le abrió el camino por haber sido la viuda de un oficial del ejército y de una figura de la historia, el hijo de Manuel Sanguily. Ella le dejó una serie de papeles a Roa, que en artículo mortis me entregó a mí, fui a casa de Roa, ya acostado y me entregó los papeles de Maceo que están en nuestro archivo, pero los de Céspedes ¿dónde estaban? Habían estado en ese archivo que era un archivo muy grande que tenía Sanguily.
Cuando empecé a leer el diario me quedé estupefacto porque hay cosas que se dicen ahí que hasta ahora la historia no había referido, cosas tremendas, en las cuales aparece un hombre lleno de carácter, lleno de fuerza y al mismo tiempo la víctima de un proceso político- con sus responsabilidades personales también- porque lo peor que podemos hacer es tratar de reducir la condición de un gran hombre, o una gran mujer, y tratar de separarlo de su condición humana. Él es un hombre de pasión, pongo un ejemplo: Ella lo acompaña a la Sierra y está con él allá arriba en el campamento, hasta que decide que hay que sacarla del país porque estaba embarazada. La llevan hasta un punto de la costa, en el que también está el poeta Juan Clemente Zenea, que había venido a Cuba con una misión compleja y ahora se iba. Se le atribuyó a Zenea haber sido el delator de ella, ella lo creyó también, porque cuando llegaron los españoles y capturaron a los que estaban allí, ella enseguida se identificó, mientras que él saca un pasaporte español. Es una historia de la cual un día daré una conferencia. Es tremendo eso, es casi una novela.
A ella la traen para la Habana, la encierran en la Casa de Recogidas de San Juan Nepomuceno y de ahí le toman la fotografía en la que está toda de negro, asistiendo a la entrevista con el Capitán General, Conde de Balmaceda, que era un hombre de armas tomar. Él le pide a ella que medie, para que su esposo acceda, después de haber apretado a Céspedes hasta el límite del fusilamiento de su hijo Oscar, que provocó sus célebres palabras. Ella le responde que. Es la esposa del Presidente de la República. Y el Conde se molesta y le dice. No importa, un cubano me lo entregará. Como así fue.
En el diario viene el dilema de esa estrella que es el líder del movimiento y al mismo tiempo su deposición y su entrega a la soledad de un lugar llamado San Lorenzo, donde es sorprendido.
Todo eso estaba en el diario. Eso provocó en mí un extraordinario reconocimiento, de que esta figura era la piedra angular de la historia de Cuba, y que sin esa piedra, el arco no podía de ninguna manera cumplir su papel de resistir la carga que tiene encima. De hecho cuando Martí se enfrenta a la figura de Céspedes así lo describe en su maravillosa semblanza, cuando él todavía era el hombre que fue antes: con el pelo a la moda, perfectamente arreglado, con el traje elegantísimo, con el diamante en el dedo, con el bastón de carey y oro; todo lo cual deja en el camino y al final es un peregrino en medio de los ríos crecidos, de la pobreza del monte, de las desdichas y el infortunio de la guerra y solamente se vestirá de nuevo, con lo mejor que tenía, el día de su muerte.
Quiere decir va a asistir a un matrimonio que le ha sido revelado unas noches antes, tiene un sueño premonitorio en el cual va describiendo a cada uno de sus enemigos políticos, haciendo un juicio de cada uno de ellos, pero antes, revela que había soñado que estaba en una boda y que él era el novio. Se presentaba su difunta esposa Carmen cubierta por un velo, pero de pronto él cree que está casándose con otra mujer y como lo ha creído así, cuando se revela que es ella, se abraza y llora. Todo eso está escrito en el diario. Hay una mano profana que escribió “Qué extraño que unas horas antes de su muerte Céspedes sueñe con muertos y aparecidos”
Esa figura ha sido muy hechizante para mí, es una figura para mí completa, viajero, recorrió parte del mundo de aquella época, políglota, poeta, escribió versos a la naturaleza al país, pequeño de estatura, para demostrar que no hay nada pequeño para un hombre grande, buen jinete, enamorado como tiene que ser todo cubano. Si no es muy enamorado entonces no reconoceremos en nosotros la estirpe patricia que nos llega, ahí viene todo. Mi tesis de trabajo de la universidad la hice sobre Céspedes y me recuerdo en el cementerio Santa Ifigenia cuando le llevé allí las flores de devoción a su tumba.

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