Con los héroes en Santa Clara

por: István Ojeda Bello

publicado en CubaIzquierda

Para “Camarero” con el mayor de los agradecimientos posibles.

Santa Clara tiene muchos héroes: los que son un referente para millones de personas y los que, también sin esperar nada a cambio, marcan la diferencia aunque sea para una simple persona; y eso ya es suficiente, creo yo.

En Palpé muy de cerca la fugaz existencia de Roberto Rodríguez, El Vaquerito”,  cuya hermana todavía hoy tiene que juntar fuerzas para hojear sin desmoronarse el álbum familiar que resume la biografía de aquel muchachito valiente que se fue de este mundo a los 23 años.

Muy cerca, en Encrucijada, anduve por la casa donde vio la luz Abel Santamaría que de niño quería ser Maceo e hizo algo igual de grande: ser el alma de la Generación del Centenario.
Con una flor en la mano derecha y sumido en la semi-penumbra del Mausoleo me vi frente al nicho donde reposa el Che Guevara. Confrontado ante el reto de expresar algo a nombre de nuestra guerrilla de blogueros dije algo así:

Podría intentar un discurso grandilocuente para el Che y los demás guerrilleros que aquí reposan, pero ellos no pueden escucharnos. Así que estas palabras son para cada uno de nosotros, para que hagamos de este momento algo único y lo convirtamos en un impulso, una fuerza que nos empuje a ser más justos y definitivamente más revolucionarios.

Regreso con el placer se haber conocido a otro héroe aunque probablemente él no tenga conciencia de su condición y eso lo hace mejor todavía.
Víctor venció las oscuridades que pretendieron apoderarse de su mente; y como si eso no fuera ya suficiente, no se permitió el pecado de olvidar su sueño. Se hizo enfermero y después de muchos tropiezos sacó adelante Corazón Solidario, una iniciativa que a puro cariño y paciencia trae a la luz a quienes han perdido el rumbo de su psiquis.
De Santa Clara guardaré la satisfacción de haber visto a los heroísmos que nutren las esencias de Cuba: los del pasado que no deben olvidarse ni mistificarse porque se volverían inverosímiles, y los cotidianos que merecen apoyo para que crezcan.

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