Donar sangre en Cuba

Por Javier Gómez Sánchez

tomado del blog: La Pupila Insomne

Antes de volver a Cuba, luego de varios años en el extranjero, nunca había donado sangre. No había sentido la importancia de hacerlo. Pero desde que regresé a vivir aquí esta es la tercera vez que lo hago.

Fui a donar el miércoles en la mañana. Con la ciudad recuperándose del huracán Irma. El día anterior una joven que conocí en un encuentro para hablar de “centrismo” y neo contrarrevolución, publicó en su Facebook un llamado de la UJC para hacer donaciones voluntarias. Luego de una llamada para informarme, fui al Banco de Sangre de 23 y 2 en El Vedado.

Había un grupo de jóvenes que ya habían donado y descansaban mientras comían un refrigerio. Me señalaron una pequeña oficina, donde un trabajador del banco con un pulóver blanco y una gota roja en el pecho, me preguntó: -¨ ¿Voluntario? ¨. Comenzó a escribir mis datos en una planilla. -¨ ¿Para qué municipio?¨ Respondí: -¨Bueno, yo vivo en Playa, pero si mandan la sangre a una de esas islas que están descojonadas por el huracán, por mí está muy bien¨. Me respondió rápidamente: -¨No, la sangre no sale de Cuba, eso no funciona así¨.  La reacción automática y el énfasis de la respuesta me dieron la idea de que no era la primera vez que daba esa información. Tal vez a alguien que especulara que si la sangre que se dona en Cuba la envían a algún lugar, que si para Venezuela, que si para Siria, que si…siempre hay ese tipo de gente…

-¨¿Profesión?¨ fue la próxima pregunta. Por primera vez en mi vida se me ocurrió decir: ¨Cineasta¨. Viendo el pequeño espacio en el que tenía que escribir, me pareció más fácil para él que poner: ¨Realizador de cine y televisión¨ o algo así. El hombre se quedó como pensando después de escribir la palabra y me dijo que le parecía una profesión ¨de antes¨.

Lamentando que mi sangre no fuera a Venezuela ni a Siria, o a Antigua y Barbuda, pero igual de contento fui pasando por los cubículos: En uno determinaron mi grupo sanguíneo;  en otro me dieron un jugo de guayaba, que apuré mientras vi llegar una turba de personas, todos jóvenes, que repletaron el lugar. Una mujer advirtió: -¨Llegó un guagua y avisaron que viene otra¨.

Se abrió la puerta del cubículo de extracción, un técnico con guantes y bata blanca pidió que instalaran dos camillas además de las 4 que se veían dentro. -¨Dos chaise longue más¨– fue lo que dijo. Solté el vaso vacío y entré para acomodarme ergonómicamente en uno que tenía brazo derecho, luego tuve que pasarme para otro que tenía brazo izquierdo, según me dijeron dónde la vena se podía pinchar mejor. Con el otro brazo envié un mensaje a mi socio Yoerky de Juventud Rebeldediciéndole que lo que estaba ocurriendo ahí me parecía una buena historia.

La señora que me hizo la extracción trabajaba en el lugar desde hacía 40 años: -¨Esto ha sido mucho hoy, ha venido mucha gente¨. A pesar del aumento de trabajo que les implicaba, todos los técnicos estaban entusiasmados con la avalancha de donantes. -¨!Mira eso, de Facebook!¨ exclamó la señora, cuando me preguntó si yo era ¨del grupo del Minrex¨. En eso entraron los chaise longue extras que fueron limpiados de polvo.

Sobre el mueble de nombre afrancesado, mientras abría y cerraba la mano, guapo ahí, me puse a recordar la razón por la que soy más receptivo que antes con esto de donar sangre. En dos ocasiones había acompañado a personas a hacerse extracciones en República Dominicana. Al igual que aquí, cuando se necesita una operación se debe buscar un donante, pero no hay un sistema de bancos ni distribución hospitalaria. Solo un servicio de extracción donde los necesitados deben pagar 1000 pesos dominicanos por cada pinta de sangre extraída (unos 25 dólares según el cambio). Como para cada operación se piden dos pintas, no solo se debe disponer de dos personas donantes, sino también de 50 dólares. Para la clase alta no es más que el llenado de rutina del tanque de su 4×4. Para la clase media significa sacarlo de sus apretados salarios.  Para los pobres puede ser un vía crucis, a veces para nunca poder, o lograr reunirlos cuando ya es demasiado tarde. Téngase en cuenta que ese dinero hay que pagarlo encima de lo que cuesta la operación misma. Simplemente es un sistema donde el costo de la salud es la principal causa de muerte.

Al donante le hacen exámenes inmediatos de algunas enfermedades ya que siempre es la misma sangre que se extrae la que se pone al paciente donde esté. Al terminar de donar y de pagar, le entregan las dos bolsas de sangre dentro de un termopackde poliespuma de los que se usan para comer, con la  inquietante indicación para evitar la coagulación: –¨Manténgase moviéndolo¨. Así arranca usted lo más rápido que puede sacudiendo constantemente su termopack, a la temperatura ambiente  del Caribe. Si es afortunado y tiene automóvil llegará más rápido, si dispone de una moto se monta atrás aguantando el termopack en las dos manos y recitando algunas oraciones. Si no tiene nada de eso, debe llevarlo en transporte público hasta el hospital o además de los 50 tener a mano 5 dólares más para un taxi.

En mis viajes, afortunados como éramos, poníamos el aire acondicionado al máximo y sobre la guantera del auto el termopack, para que se mantuviera moviéndose con la vibración del motor. Si la tapa se abría, se podían ver las bolsas oscuras sacudiéndose suavemente mientras acelerábamos por los elevados. Cuando caíamos en un embotellamiento tomaba la preciada carga en mis manos y la sacudía hasta que salíamos. Ni siquiera tenía una idea clara de lo que estaba haciendo.

Todo eso para las operaciones programadas, por mucha necesidad o situación que tenga la persona. Cuando indagaba sobre las transfusiones urgentes por accidente de tránsito o lo que fuera, nunca escuché una respuesta más allá de: –¨Bueno…ese está en manos del Señor¨

Es muy habitual que familias paguen a personas más humildes por una donación de sangre si no disponen de nadie que lo haga. Tal vez aparezca alguien diciendo que eso puede ocurrir aquí, y respondería que siempre sería de modo excepcional lo que en otros lugares es regla. Pero entre los cubanos en Facebook no veo las dramáticas peticiones que eran habituales en mi muro cuando vivía allá: ¨Se busca donante de sangre A- para un niño¨, compartidas angustiosamente o convertidas en esas cosas que la gente prefiere no ver, estremecidas por solo pensar que les puede tocar en la vida.

-¨Ya no hace falta que abras y cierres la mano¨  me devolvió a Cuba la técnico mientras sacaba la aguja y escribía en la bolsa.

Minutos después, luego de comer un sándwich de jamón y queso, y beber una lata de refresco de naranja que me dieron. Salí sorteando a los muchachos que no se recostaban a las paredes que, tratándose de un banco de sangre, alguien había tenido la idea de revestir de mármol rojo.

A la salida me fijé en una tarja colocada junto a la puerta que decía: ¨Aquí donó sangre Fidel Castro Ruz…¨. Coleccionista de tarjas, saqué mi celular para hacer una foto. –¨Mira eso, le hacen fotos y todo, verdad que…¨- dijo una muchacha a mis espaldas. Extrañado volví a mirar la tarja y me percaté que habían cometido el error de poner una tilde sobre la ¨u¨ de Ruz. ¨Rúz¨, leí en la pantalla de mi celular.

-¨No importa¨-  le dije a la muchacha. -¨Yo lo borro en Photoshop¨

Y lo borré.

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