Dos horas de vuelo

Por Rosana Rivero Ricardo

tomado del blog: Live in Cuba

El huracán Irma me cogió “nuevecita de paquete”. Me estrené en coberturas periodísticas para casos de desastres y, para muchos lo más emocionante, me trepé en un helicóptero para evaluar los daños de Irma en la costa norte oriental.

No tenía miedo a montarme, sino a marearme. La primera medida preventiva fue almorzar ligerito. No me asusté siquiera cuando empezaron a sonar las hélices en movimiento. Aquel aparato sonaba más que un tractor y se tarandeaba más que un tren lechero de Holguín a Villa Clara, que hasta ese momento eran mis referencias.

A los novatos se nos entregaron caramelos para la descompresión de oído y un “cubalse” para otros fines no tan halagüeños. Confieso que empleé ambos, aunque mi caso no fue tan vergonzoso si tenemos en cuenta que descendimos en dos ocasiones para otras necesidades, no menos imperiosas, de tres de los pasajeros.

En las dos horas de vuelo me arrepentí de burlarme de mi primo que de pequeño se mareaba en cualquier viaje largo por tierra. Aprendí que lo mejor es no pensar en el mareo y si no tienes experiencia, no debes hacer videos. También es importante que nadie te pregunte cómo estás, porque te hace sentir peor.

Hubo un momento en que quería que Irma me llevara, pero ya estaba muy lejos. Tanto desparpajo en las nubes, con el mueve, mueve de los vientos, me afectó el buen juicio. Pero actué con más categoría, que la cuatro que traía el ciclón y al bajarme le regalé a la cámara mi mejor sonrisa. Bueno, al menos eso pienso yo.

Amén de los percances, la misión fue cumplida. Pisé tierra con mis videos y la certeza de que recibimos el menor de los males de Irma. Conocí a Antilla en Holguín y a Covarrubias y Puerto Padre en Las Tunas. Periodísticamente, le saqué bastante lasca al vuelo. Parece que al estar más cerca de las musas, ellas no tuvieron que esforzarse tanto en bajar. Aterricé con el estómago vacío, pero la mente llena de anécdotas por contar. Después de esta experiencia, Matías Pérez, a mi lado, es un niño de teta.

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