El paquete

12141597_1531572307135019_5966268632469969708_nLleva en las manos, una libreta toda maltratada; con dibujos de banderas, palmas y estrellas. Es lo aprendió a hacer para matar el tiempo de tristezas.
Además prepara la mochila de sueños compartidos con los amigos: nunca se sabe que pueda necesitar.
Una sábana extra para alejar el frio de la espalda para alguna de sus compañeras, los libros que ofrendará a los niños de un rincón del mundo y los zapatos listos para recorrer los kilómetros, aunque no resista el fango.
Piensa que cuando llegue a su destino, las cargas del paquete se irán desinflando pero ocurre lo nunca imaginado. Se llena de recuerdos carmelitas de la tierra de las alturas, mojados hasta las células, respirando el aire frio arriba del camión, desafiando a las montañas. En su pupila tiene una ventana donde una vez se cantó una serenata y sintió el fuego que alumbró a las casas, un día de enero.
Atacamos a la mala suerte por la espalda y de sus trampas salimos airosos; con dolores, en tierra sagrada recogieron piedras para él.

Ve a sus amigos; los viejos, los nuevos que se hacen en el camino; sienten el mismo peso, solo que la huella está fresca y solo existen risas.

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A ella lo que le gusta es cargar con sus conversaciones dentro del saco, y sacar de ahí, el alivio de una nube, con el aroma de las mariposas, siempre a la izquierda de la musaraña.
El tiempo pasa y ya va siendo hora de preparar otro paquete; debe ser pronto. (Por Betsy Benítez. Tomado del blog De donde crece la Palma)

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