¿Prohibido tatuarse?

“No solo se trata, en el caso del tatuaje insular, de la prueba que puede representar, desde el punto de vista del sacrificio del cuerpo, la inscripción dolorosa de la carne, sino también del valor que supone su asunción en un país donde ha sido ampliamente marginado.” Margarita Mateo

tatoo-755x490Aunque miles de personas lo ignoran y violan la ley, pagar por un tatuaje en Cuba es ilegal, según contempla la legislación vigente en el país. Por tal motivo, numerosos locales donde se realiza este arte corporal han sido cerrados en la isla, fundamentalmente en La Habana. Los funcionarios del Departamento de Inspectores Supervisores de la capital (DIS) han abordado a los creadores en sus estudios, con la orden expresa de desmantelarlos. Ante el temor del decomiso y las multas, la reacción de quienes ejercen el oficio ha consistido en dejar la actividad o proseguir en ella de manera clandestina. Aún muchos clientes y amantes de la manifestación artística se interrogan por el motivo de la arremetida. ¿Por qué razón ya no puedo hacerme tatuajes?, se preguntan. “No es una prohibición de ahora, sino que simplemente nunca estuvo permitido. El Estado ofreció una gama de opciones para ejercer el trabajo por cuenta propia, que aparece normado en la Gaceta Oficial #27 Extraordinaria del 26 de septiembre del 2013, y entre las actividades autorizadas, el ejercicio del tatuaje no aparece recogido. Lo que el documento no regule, queda inmediatamente en el terreno de la ilegalidad”, aclara Alberto Castro García, abogado adjunto del bufete colectivo José Martí, en Centro Habana, quien junto a su colega Carlos Manuel Díaz ha brindado asesoramiento a las personas afectadas. En dicha legislación, se excluye explícitamente esta variante de las artes visuales. En la descripción de la actividad “pintor-rotulista” se especifican las limitaciones: “Realiza rótulos de todo tipo, tamaños y colores, en objeto y superficies, que no incluya la piel de las personas”. Este tecnicismo en la elaboración de la norma priva de seguridad jurídica a decenas de personas que viven de tatuar, algunos con más de 20 años en la actividad. Tal es el caso de Leo Canosa, reconocido artista y fundador del estudio La Marca, en La Habana Vieja. “Nosotros también estamos a la expectativa de lo que pueda suceder. Por suerte aún no nos han tocado a las puertas y seguimos haciendo el trabajo. Conocemos que han cerrado algunos locales, y hemos invitado a nuestro espacio a colegas que se han visto en esa situación o con temor de caer”, afirma Canosa.

¿Negocio nuevo o viejo arte?

“En Cuba, el tatuaje es una antigua tradición cuyo origen parece remontarse a las antiguas escarificaciones de los esclavos africanos traídos a la isla, en diálogo fecundo con la tinta de los culíes chinos”, aclara la ensayista y profesora Margarita Mateo, en el ensayo “La piel y la memoria” (1). Durante siglos, esta práctica quedó reducida a círculos cerrados de personas, usualmente relacionadas a sectores marginados de la sociedad. Pero desde la segunda mitad de la centuria pasada, comenzó a proyectarse con un matiz más artístico. “El tatuaje, reivindicado en estos fines de siglo, puede ser asumido como símbolo del arte posmoderno, que se despliega en un nivel superficial y se resiste a cualquier intento de interpretación, (…) a la vez que expresa, en su propia superficialidad, un amplio sentido”, ha escrito Mateo. A pesar de la legitimidad que críticos de arte le ofrecen a esta expresión, el tatuaje en Cuba se ha visto institucionalmente limitado. Únicamente la Asociación Hermanos Saíz (AHS), que agrupa a jóvenes creadores de la isla, ha ofrecido algún amparo a los cultores del género. No obstante, y aun sin existir regulación legal para la actividad, durante la década de 1990 se realizaron exposiciones colectivas y encuentros con artistas foráneos, lo cual consolidó la práctica del tatuaje en el país. De aquellas experiencias, surgieron exponentes en la isla que han proseguido su actividad hasta el presente.

¿Quién vela por la salud?

Aunque las autoridades han perseguido al tatuaje por constituir un delito económico, la arista más sensible del problema ha sido obviada por completo: la regulación de las normas higiénico-sanitarias para proteger la salud de la población. “Como no está contemplado legalmente, ninguna de las personas que realiza esta labor posee conocimientos avalados para tal práctica, al menos no con validez en el país. Quien se perfore la piel en estos sitios, corre el riesgo de contagiarse con alguna enfermedad, puesto que ningún especialista ha verificado que ahí se realicen correctamente los procesos de esterilización”, advierte la doctora Miriam Álvarez Viltres, especialista en medicina general integral. El director de La Marca, Leo Canosa, refiere que los tatuadores en el extranjero reciben cursos básicos de enfermería y esterilización, sin lo cual les resulta imposible obtener las licencias facultativas para ejercer el oficio. Como en Cuba no existe legislación al respecto, ninguna dependencia del Ministerio de Salud Pública puede velar por el respeto a las normas higiénico sanitarias. “Mientras no sea reconocido como una actividad económica legal, no se puede emitir una licencia sanitaria específica para este fin”, corrobora la doctora Álvarez, quien explica además que la situación imposibilita al sistema sanitario del país encargarse de la remoción de la tinta mediante la técnica del laser, por lo que muchas personas acuden aún al riesgoso recurso de las quemaduras. El sistema de salud cubano, prestigioso a nivel mundial, deja sin cobertura preventiva a miles de personas que practican este arte corporal, por el simple hecho de no adelantarse a la aprobación de una norma de carácter económico. En la mayoría de los países, las autoridades sanitarias dictan sus regulaciones específicas con independencia de las normas de orden tributarias o laborales. Tal es el caso del Decreto 35/2005 —en Cataluña— y la Resolución para la Regulación y Control del Funcionamiento de los Establecimientos de Estética Humana, aprobado este año en Venezuela. “Con la licencia sanitaria, podrían verificarse las medidas de respeto a la salud humana en estos establecimientos. De todas formas, las personas seguirán tatuándose y lo mejor es que lo realicen de manera organizada y segura”, propone Álvarez, quien también funge como profesora asistente de la carrera de Medicina en la Facultad Finlay-Albarrán.

¿Prohibido tatuarse?

Por el momento, los peritos no han seguido abordando a los creadores, confirma Yanser Fraga León, vicepresidente de creación artística de la AHS. “Hasta ahora, no nos han informado de nuevos decomisos ni inspecciones, por lo que suponemos que nuestros pedidos fueron escuchados por los funcionarios del gobierno provincial, a quienes responde la DIS”, declara a OnCuba. “En una reunión con esta entidad, les explicamos sobre la manifestación artística del tatuaje, porque se percibía desconocimiento sobre la materia. Tratamos de incidir para que terminaran los cierres. Consideramos, y así se lo transmitimos a la Dirección Provincial de Cultura y a las autoridades del gobierno provincial, que nos parecía erróneo, en pleno siglo XXI, tomar esas medidas contra las expresiones del arte”, informa Fraga León. Si bien la actuación de la AHS logró frenar momentáneamente la arremetida, aún persiste el vacío jurídico que impide la legalización de los tatuadores. Mientras no se modifique la norma, el problema persistirá indefinidamente. “La iniciativa debe partir del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros, que son los entes facultados para aprobar la modificación de la Ley. Como se comporta la vida legislativa en el país, la vía más expedita constituye que un Ministro le proponga al Consejo de Estado legalizar la actividad, y que este determine los procedimientos a seguir”, explica el abogado Alberto Castro. El jurista apunta al Ministerio de Cultura como la institución clave para impulsar el proceso. También el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social debe intervenir, para expedir y controlar las licencias de cuentapropistas, y el Ministerio de Salud Pública para velar por las normas higiénico-sanitarias. Igualmente opina Yanser Fraga, quien adelanta que actualmente el Ministerio de Cultura realiza una consulta con las autoridades del gobierno provincial de La Habana, “para determinar cómo se actuará, de manera consensuada, con los tatuadores o artistas que se dedican a esta profesión”. Aunque el dirigente juvenil se muestra esperanzado, y afirma que “la consulta realizada con el Ministerio de Cultura debe redundar en la solución definitiva del problema”, los afectados no perciben en corto plazo la respuesta que valide su trabajo. Michel Martínez Guerrero, tatuador, artista y excoordinador de la sección de artes plásticas de la AHS, recuerda que en innumerables ocasiones ha abogado por el reconocimiento de esta labor. “Durante el II Congreso de la asociación, en 2013, le planteé al viceministro de cultura, Fernando Rojas, que cuándo se iba a atender el caso de nosotros. Eso viene en camino, nos respondió. Y desde entonces, mira cuántos obstáculos hemos enfrentado”, afirma Guerrero desde su estudio en Nuevo Vedado. Por el momento, estos creadores deben esperar el impulso de la norma jurídica que los legalice. A lo sumo, pudiesen “sensibilizar” a las autoridades encargadas de los procedimientos, como recomendaron los abogados que los asesoran. Pero mientras se resuelve el tecnicismo, pagar por un tatuaje en Cuba seguirá siendo un delito penado por la Ley. “La solución no puede ser prohibir el cobro”, reclama Yoandris Santos, quien ha practicado el oficio desde hace doce años. “¿Acaso debo invertir 300 dólares en tintas y máquinas que me traen del extranjero para tatuar gratis aquí? ¿A quién se le ocurrió eso?”, se pregunta con gran estupor.

1. Margarita Mateo. (1995). Ella escribía poscrítica. La Habana: Letras Cubanas.

(Por: René Camilo García)(Tomado de OnCuba)

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