Sí agredieron a Ramón Pacheco y sí hubo violencia policial

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Por: Arnaldo Mirabal Hernández

No sé qué le habrán dicho a algunos de mis colegas, pero revienta que en tiempos que se exige transparencia y apego irrestricto a la veracidad, se silencie un acontecimiento, e incluso se demonice a quien intente ir en busca de la verdad.

Desde horas tempranas no se habla de otra cosa en Matanzas, incluso la radio provincial emitió una información de un hecho lamentable, ocurrido en el Sandino tras la culminación del juego de ayer entre Villa Clara y Matanzas, cuando fuerzas del orden agredieron a un grupo de matanceros que se encontraba en las gradas vitoreando a su equipo. Es decir, donde primero se corrió la noticia fue en la radio provincial.

Fue a media mañana cuando llegó a este reportero la noticia de lo acaecido en el parque beisbolero santaclareño, y grande fue mi insultó al saber que mi colega y amigo Ramón Pacheco había sido víctima de una cobarde agresión.

Sin pesarlo mucho y sin contrastar fuentes, publiqué en Facebook lo que había escuchado porque sé cuando un suceso es verídico y cuando no. Después, con el tiempo, los detalles y pormenores aflorarán. Lo que más me llamó la atención fue el silencio en los medios de esa hermana provincia.

De más está decir que me convertí en el blanco de mucho colegas que vieron en mí el enemigo, el mercenario, el contrarrevolucionario, por el delito de intentar buscar la verdad. Nada, que al parecer el embullo que siento cuando escucho hablar a Raúl o a Díaz Canel sobre el papel de la prensa es puro espejismo.

Hablé con varios periodistas de esa hermana provincia, y extrañamente todos negaron lo ocurrido.

Uno que otro refirió algo sobre un incidente, pero nada más. También supe que le arreglaron la cámara a Ramón Pacheco, que al parecer se desajustó sola, que tomaron café, mucho café, y nada más. El malo era yo, con esa conducta negativa de querer ver fantasma donde no los hay.

Pues para que vean que entre cielo y tierra no hay nada oculto, una colega me hizo llegar el audio de una llamada que realizó un oyente a Radio 26  en horas de la mañana.

El compañero, que se llama Jesús Sánchez, y es entrenador de béisbol en el municipio de Perico, sin pelos en la lengua, sin titubear, como los verdaderos revolucionarios, denunció lo ocurrido ayer en el Sandino.

Con gran indignación denunció el oprobioso obrar de las fuerzas del orden una vez culminado el juego.

“¡Eso fue un abuso lo que hicieron! Un policía agredió con un bastón a un joven de mi municipio, mientras le decía: esto es por Lunar”, relata Jesús con pesar.

“A Pacheco, el fotógrafo de Girón, cuando iba saliendo lo cogieron por el cuello y lo metieron contra la patrulla. Yo creo que le rompieron la cabeza al pobre hombre”.

La razón del desaguisado Jesús aún no la comprende. “Cuando terminó el juego los parciales matanceros se quedaron vitoreando a su equipo, y a Víctor Mesa, entonces los policías les ordenaron que desalojaran el Estadio. Los yumurinos trataron de obtener una explicación, en cambio recibieron golpes y maltratos”, asegura Sánchez con un nudo en la garganta.

El entrevistado aún no se explica la actuación desmedida de la policía. Cuenta que ellos solo vitorearon el nombre de Víctor, y las fuerzas del orden sin mediar palabras los inmovilizaban contra el piso, y después eran dirigidos hacia la perseguidora.

El entrevistado, que valientemente hizo su denuncia a la radio matancera, relata como el fotorreportero preguntaba por qué lo agredían así.

Hasta aquí una parte de la historia. A pesar del silencio de los medios de Villa Clara, la verdad se abrió paso por sí sola. Pronto tendremos más detalles.

Las enseñanzas son varias, desde hace algún tiempo me preocupa el accionar de algunos policías. Y debe entenderse que si bien a diferencia de otras fuerzas del orbe las nuestras son las más pacíficas, no temamos reconocer que cometen errores, y que tienen que pagar por ellos.

Otra cosa, por fin qué,  ¿hacemos periodismo o no hacemos periodismo? Seguiremos escudándonos tras la vieja matraca de que así le damos armas al enemigo.

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