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Elogio y Gratitud

Tomado del Blog  Segunda Cita

PALABRAS PARA MANOLO: ELOGIO DE LA COMPLEJIDAD
Queridas amigas, queridos amigos:
Tengo abiertos aquí, en sus pantallas correspondientes, tres documentos: una hoja de vida de Manuel Pérez Paredes, el elogio que escribí para la entrega de su Premio Nacional de Cine en el año 2013, y las palabras de agradecimiento del homenajeado, todo leído aquel día en el vestíbulo del cine Charles Chaplin.
Esos textos me ayudarán ahora a armar el que sigue, cómplice y breve, para compartir junto a ustedes la admiración por la vida y la obra de este creador intenso, profundo y generoso que recibe hoy el más alto reconocimiento de la Universidad de las Artes.
Tomo de entrada el título de aquellas palabras del 2013 para encabezar estas páginas: elogio de la complejidad. Creo que su esencia y propuesta sintetizan, de manera justa y justiciera, la obra cinematográfica de Manolo. Como ven, paso inmediatamente al tratamiento coloquial, cotidiano y auténtico de su nombre para no restarle la presencia necesaria a los valores humanos, de amistad y compañerismo que corren paralelamente a los altísimos logros profesionales de su obra –es decir, de su vida.
Para cumplir con algunos códigos inevitables, habría que decir ahora que Manolo nació en La Habana en 1939 y que su actividad cultural por la que lo homenajeamos hoy comenzó en el año 1956 cuando integró la Sociedad Cultural Cine Club Visión, una de las  canteras  de futuros cineastas del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, que se fundaría tres años después. A ese recién nacido ICAIC, fundado por Alfredo Guevara a través de la primera ley de la Revolución en el ámbito de la cultura –junto a la Casa de las Américas– llegó el joven futuro cineasta y realizó una de sus primeras acciones en el bullente territorio creativo del cine revolucionario: el estudio profesional de la dramaturgia cinematográfica al participar como asistente  de Cesare Zavattini en el trabajo de investigación para escribir el guion de El joven rebelde, largometraje de ficción que dirigiría Julio García Espinosa en 1961.
Esta etapa inicial de formación incluyó, casi de inmediato, en 1960, su trabajo como asistente de dirección de Tomás Gutiérrez Alea en el tercer cuento del primer largometraje de ficción del ICAIC, Historias de la Revolución. Manolo realizó, entre 1961 y 1966, en el camino de su formación como cineasta, cinco documentales: Cinco picosCaimaneraPueblo de estrellas bajasEra Nikel Co. Grandes y chiquitos, antes de dirigir sus primeros cortos de ficción: La esperanzay  El desertor en 1964 y 1968 respectivamente.
Me ha alegrado mucho la justicia justiciera de este alto reconocimiento que hoy recibe Manolo. Sobre todo porque en ese gesto y este acto confluyen las acciones, las aventuras y los riesgos de la fundación y de la historia del cine cubano. Esto es así porque la vida de este cineasta, activista, pensador y analista incansable pasa por esa historia dejando los importantes aportes por los que hoy recibe este reconocimiento que tanto merece.
En 1973 llegaría su primer largometraje de ficción, su opera prima,El hombre de Maisinicú, ese clásico del cine cubano y latinoamericano.  
Observando –y sintiendo–, desde la mirada de hoy, la vigencia y los valores perdurables de El hombre de Maisinicú, podemos (re)confirmar que la obra cinematográfica, el pensamiento y la acción práctica de Manolo Pérez han devenido ejemplos de consecuencia y autenticidad, puestas al servicio de su compromiso a partir de una visión compleja –profunda, seria y arriesgada– de eso que llamamos, para entendernos, la realidad, pero que puede recibir también los nombres de historia con mayúscula o minúscula, transformación de la sociedad, cambios que se presentan como ineludibles, territorios en fin donde se mueve el bicho humano que somos –según el decir de Eduardo Galeano– en la búsqueda de caminos para el desarrollo de la felicidad y la felicidad del desarrollo en todos los campos que resulten necesarios: los de la superviviencia material y los de la ética y la defensa de un modelo de conducta humana en el que prevalezcan la solidaridad sobre el egoísmo, la honestidad sobre la corrupción y el riesgo sobre el acomodamiento y la rutina.
Para subrayar ese elogio de la complejidad quiero citar ahora aquí brevemente esta reflexión de Manolo sobre El hombre de Maisinicú–con la alegría colateral pero íntima de que en ella mencione a uno de los actores más relevantes de nuestro cine y nuestro teatro y ejemplo consecuente, como Manolo, de intelectual comprometido con la verdad y con la justicia:
A Alberto Delgado, interpretado por Sergio Corrieri, no se le ve actuar jamás como revolucionario, siempre es contrarrevolucionario. Y lo es hasta la muerte, ya que no confiesa, ni en ese momento, su verdadera identidad. Me atraía la visión de una persona a quien no se le conoce nunca su verdadera personalidad, no se le ve recibir instrucciones de sus superiores ni expresar conflictos psicológicos en su quehacer, todo el tiempo está simulando (algo que resolvió muy bien Silvio con la letra de la canción-tema), simulando ser un contrarrevolucionario. 
Los formidables resultados artísticos y comunicacionales de este filme, que se mantienen vigentes hasta hoy, respaldan plenamente el camino y el método utilizados por su director para proponernos una visión épica y conmovedora de aquel acontecimiento a partir del ejercicio de la complejidad creadora, radicalmente alejada de los estereotipos tan comunes en obras audiovisuales (y literarias) que tratan de sustentar su validez artística a partir de las “verdades ideológicas” de sus personajes. 
Ya en el terreno –y el elogio– de la complejidad, me es imposible no recordar ahora aquella frase definitiva escrita por Pablo de la Torriente Brau en un artículo memorable: …ni me interesa, ni creo en el “hombre perfecto”. Para eso, para encontrar eso que se llama “el hombre perfecto” basta con ir a ver una película del cine norteamericano.
Este alto reconocimiento que está recibiendo hoy seguramente hace justicia también a las múltiples y azarosas tareas, igualmente importantes, que Manolo ha asumido a lo largo de estas décadas jubilosas o difíciles: siempre complejas. 
Entre ellas podemos subrayar ahora, sobrevolando la memoria colectiva del ICAIC y de la cultura cubana, su vocación de analista agudo, de líder de opinión y de activista fiel y laborioso dentro del panorama cinematográfico (y no sólo cinematográfico) nacional y latinoamericano. Esa vocación solidaria y participativa se expresó entre nosotros en su trabajo como director de uno de los Grupos de Creación del ICAIC, entre 1988 y 1992 y, ya alcanzando ámbitos más abarcadores, en su condición de fundador del Comité de Cineastas de América Latina, constituido en Caracas en 1974 y en su labor inteligente y sostenida en el Consejo Directivo de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, desde su creación en 1986 hasta hoy.
Aunque la obra cinematográfica de Manolo dejó su huella mayor en la realización de filmes de ficción –línea que puede seguirse, creo, con facilidad en la pantalla y en su hoja de vida–, me parece importante destacar también, en esta hora de repasos y valoraciones, los cinco años (1966-1971) durante los cuales este certero contador de historias realizó alrededor de 40 ediciones del Noticiero ICAIC Latinoamericano, creado por Alfredo Guevara y dirigido, casi desde su fundación, por Santiago Álvarez, el más intuitivo y sorprendente de los documentalistas cubanos, cuyo centenario estaremos celebrando durante el ya próximo 2019. El Noticiero se exhibía semanalmente en todas las salas del país (que entonces eran muchas) hasta la amarga fecha de su desaparición en 1990. No es difícil aventurar que su vertiginoso ritmo de trabajo seguramente constituyó otra fuente de aprendizaje creativo para Manolo, además de mantenerlo en contacto con otra de las zonas sensibles para su capacidad de observación y análisis: la realidad cotidiana, el día a día de la gente de a pie, ese devenir de la Historia en sus claves más aparentemente pequeñas, pero ricas en matices y contradicciones –como la vida misma.
La enumeración rápida pero intensa de los caminos transitados por Manolo Pérez dentro del cine y de la cultura de la Isla será siempre incompleta si no se acompaña de una acción imprescindible: valorar el sensible y generoso costado humano del asunto: la vehemencia (otra palabra clave, como sabemos, en Manolo) con que ha emprendido y realizado esas tareas a lo largo de estas décadas. Esa enumeración profunda y diversa incluye, sin dudas,otra labor que él desarrolló paralelamente a lo largo de aquellos años y que en estos que vivimos probablemente advierte sobre esta urgencia mayor: la de contribuir, de manera aún más sistemática y pública, con su inteligencia, su sagacidad y su compromiso, a la decisiva tarea de pensar con cabeza propia los problemas de nuestro tiempo, como solicitaron, en el suyo, Pablo de la Torriente Brau y Raúl Roa, integrantes de aquella vanguardia formidable que aún puede dar mucha luz y mucho aliento, desde la memoria, a los imprescindibles análisis y las audaces acciones que demandan los tiempos que vivimos.
En una carta memorable escrita en La Habana en 1965 el Che incluyó esta frase que no ha perdido su vigencia esencial a pesar del paso del tiempo: “ya hemos hecho mucho, pero algún día  tendremos también que pensar”. A ese llamado de resonancias actuales ha contribuido la obra cinematográfica de Manolo Pérez, auténtica y honesta, comprometida y participante, sin hacer concesiones a las modas pasajeras ni a los ditirambos oportunos. 
Trazando un arco desde su ópera primahasta nuestros días, resulta esclarecedor, diáfano y útil el siguiente comentario del autor sobre el último filme de ficción que ha realizado hasta hoy, Páginas del diario de Mauricio:
… es una experiencia de esos años duros,1988-2000, que tiene que ver con mi generación y con lo que significa para la generación a la cual yo pertenezco el reajuste de cuentas con las ilusiones del proyecto social y el ajuste de cuentas a nivel familiar. No es que esté directamente asociada a mi vida personal, pero sí lo está en la medida en que amigos míos y yo mismo hemos vivido esa crisis más íntima, más existencial, más relacionada con las interrogantes de por qué pasó lo que pasó y qué hacer, cómo tratar de mantenerse consecuente a esta altura de la vida. 
De ahí la trascendencia y la permanencia de la obra cinematográfica de Manolo Pérez entre nosotros –y también, creo, en el futuro. De ahí la admiración que despierta la generosidad de su talento. De ahí este elogio de la complejidad con el que celebramos la obra de un fundador de sueños realizables.  
Víctor Casaus  ———————————————————————–
PALABRAS DE AGRADECIMIENTO DE MANUEL PÉREZ PAREDES AL RECIBIR EL DOCTOR HONORIS CAUSA EN LA UNIVERSIDAD DE LAS ARTES  Compañero Rector de la Universidad de las Artes, compañeros, compañeras, amigos, amigas: Agradezco el reconocimiento que recibo de las autoridades de la Universidad de las Artes, también las palabras de mi amigo Víctor y la presencia de los que han venido a acompañarme esta tarde.  No esperaba alcanzar la condición que hoy se me ha otorgado. Hace poco más de cinco años recibí el Premio Nacional de Cine y con él consideré que alcanzaba la más alta distinción y estímulo a la que podía aspirar como balance de mi trabajo. Pero la vida te da sorpresas, ésta es una. De las que comprometen aún más. Ojalá la salud, la capacidad intelectual y creativa, más la paciencia, me permitan seguir trabajando unos cuantos años más. Siempre con la ayuda solidaria de amigos y compañeros. Quiero dejar constancia, dadas las características de la creación cinematográfica, que en un momento como éste recuerdo con mucho afecto a los que, desde sus especialidades creativas y de muy diversas formas, me han ayudado con su colaboración en mi quehacer como cineasta a lo largo de casi medio siglo. Imposible hacer la lista y mencionarlos, no es corta; el tiempo pasa, unos cuantos ya no están y a ellos va mi recuerdo con especial cariño.  Quisiera ahora, brevemente, expresarles algunas ideas que ocupan parte de mis preocupaciones actuales, las que considero inseparables de este momento en el que se entrelaza el reconocimiento que recibo con mi cotidiana vida laboral y ciudadana. Repetiré párrafos, con algunos ajustes, de mis palabras cuando recibí el Premio Nacional de Cine en el 2013, y los actualizaré con algunos agregados. Son parte de mis angustias de estos tiempos.  Las tres generaciones de cineastas y creadores audiovisuales que en estos momentos convivimos en el quehacer del cine cubano nos hemos formado humana, política y profesionalmente en circunstancias muy diversas.  De acuerdo a las edades hemos estado presentes o ausentes en etapas, acontecimientos y experiencias cardinales, o nos ha tocado vivirlas a diferentes edades, por tanto no han sido metabolizadas de idéntica forma.  Esto garantiza una pluralidad, bien compleja y polémica, de puntos de vista sobre el cine, la realidad de hoy, la política, la ideología y el futuro al que aspiramos. Cada uno de nosotros tiene metas personales y desafíos artísticos y éticos entrelazados con el grado de compromiso social y político que ha asumido con la Cuba en que vivimos y con este momento en especial”.  Agrego ahora que esto tiene que ser asumido en toda su riqueza y complejidad para que cineastas y dirigentes de la cultura dialoguemos auténticamente, no formalmente, sobre el momento que enfrentamos como país y su expresión cinematográfica. No idealizo el diálogo, no hay solución mágica frente a los retos que estado y sociedad tienen por delante, pero intercambiar criterios honestamente será un paso indispensable para que una atmósfera de confianza, no exenta de diferencias, se vaya abriendo paso entre nosotros. Prosigo con lo dicho en el 2013: “Por caminos de replanteos ineludibles transita el país desde hace ya unos cuantos años, luchando para poner orden ante inmensos y complejos problemas objetivos y subjetivos, algunos de los cuales han echado raíces dañinas en nuestras condiciones materiales y espirituales. Subrayo esto último porque ambas condiciones, que son nuestras vidas, tienen que ser atendidas en su compleja interrelación para tocar fondo del momento en que nos encontramos”.  “Nada más delicado y complejo que la conciencia individual y colectiva del ser humano y la síntesis de su experiencia histórica.  Ella es la que certificará, para la historia, el éxito en profundidad de nuestra recuperación económica que tendrá que ser también espiritual porque desde una Revolución estamos hablando”.  Y añado hoy: no podemos fracasar ante los desafíos que nos imponen nuestros enemigos y nuestras incapacidades y deformaciones. Ahora, también estoy agregando, formo parte de los que creen que por diversas razones y circunstancias fuimos aplazando y no hemos ido hasta el fondo-fondo de los fracasos que el socialismo y el movimiento revolucionario sufrió terminando la década de los ochenta del siglo pasado. Tenemos, los que nos sentimos comprometidos con el proceso que vive Cuba desde 1959, que tratar de hacer lo posible e imposible por desentrañar aún más el por qué sucedió lo que sucedió al socialismo que existió. Ahí hay lecciones-experiencias, en mi criterio, de vital importancia para nuestro presente. La necesaria psicología de fortaleza sitiada, las urgencias defensivas de diversa índole de la república que también ha sido campamento, nos pasa factura con el paso del tiempo. De ahí que considere que tengamos que releer y aplicarnos el clásico prospecto, válido no solo para los medicamentos, que nos habla de sobredosis, precauciones, contraindicaciones, interacciones y efectos secundarios, en el devenir de la vida política crispada que ha demandado la fortaleza sitiada.  Concluyo diciendo que rescatar, hasta el tope de lo humanamente posible, la auténtica sinceridad y la solidaridad, ambas bastante lastimadas en este último cuarto de siglo, es para mí una necesidad de primer orden en la lucha por recuperar la calidad de nuestra vida espiritual. Ya sabemos que no es solamente con exhortaciones que se conseguirá, aunque no estén de más. Es misión de la cultura, y dentro de ella sus manifestaciones artísticas, contribuir a esto. Ojalá nuestras obras como cineastas, y nosotros con nuestro proceder, defendiendo el futuro del cine cubano como producción y movimiento artístico, contribuyamos a ello.  Muchas gracias. Manuel Pérez Paredes

Con enfoque transmedial, exposición “Humberto y Titón en las memorias

Con enfoque transmedial, exposición “Humberto y Titón en las memorias”

Por Malena Alvarez Julín/ Tomado de Adelante (26 Noviembre 2018)

CAMAGÜEY.- Justo el día en que nació uno de ellos, el público podrá disfrutar en esta ciudad de una nueva exposición transmedia en la Galería QR “El Callejón de los Milagros” —espacio acogido por el Complejo Audiovisual Nuevo Mundo—, la cual provocará el diálogo entre los cineastas cubanos Humberto Solás y Tomás Gutiérrez Alea, dos creadores usualmente descritos como opuestos en lo artístico.

Será el próximo martes 4 de diciembre cuando comience la exhibición de “Humberto y Titón en las memorias”, para convidar a la observación de diez fotos impresas y de materiales audiovisuales que se proyectarán en las pantallas electrónicas.

Mediante la conexión gratuita a la WiFi existente en el Paseo Temático del Cine los asistentes podrán también descargar diversos contenidos, como libros y bandas sonoras, vinculados al universo creativo de ambos realizadores, según publicó en su blog el investigador y crítico Juan Antonio García Borrero.

Esa información se halla organizada de forma ingeniosa y coherente en una aplicación para dispositivos móviles, concebida por Smart Soluciones Cuba, a cuyos contenidos remite el escaneo de códigos QR visibles en los afiches impresos expuestos en la galería.

Es el inteligente propósito de continuar explorando las posibilidades de la informatización de la gestión cultural lo que impulsa este tipo de iniciativas del Proyecto de Fomento de la Cultura Audiovisual en Camagüey.

Además, es el justo homenaje a Solás (1 941 – 2 008) —el director de Lucía, El siglo de las luces y Cecilia— y a Titón (1 928 – 1 996), creador de filmes imprescindibles de la cinematografía cubana como Fresa y chocolate, Memorias del subdesarrollo y La última cena.

PROGRAMA DE ACTIVIDADES DEL TERCER ENCUENTRO SOBRE CULTURA AUDIOVISUAL Y TECNOLOGÍAS DIGITALES

 

Organiza: Proyecto para el Fomento de la Cultura Audiovisual “El Callejón de los Milagros”

Auspiciado por: Sectorial Provincial de Cultura, Asociación Hermanos Saíz, Centro Provincial del Cine, y Unión de Informáticos de Cuba.

Ejes temáticos:

Homenaje a Desiderio Navarro, pionero en el uso de lo digital en función de la promoción cultural en Cuba.

Homenajes a Tomás Gutiérrez Alea (90 aniversario de su natalicio) y Memorias del subdesarrollo (50 aniversario de su estreno)

Políticas públicas e informatización de la gestión cultural

El enciclopedismo digital del siglo XXI

PROGRAMA DE ACTIVIDADES

Martes 24 de abril

Complejo Audiovisual Nuevo Mundo

8.00 pm

Palabras de bienvenida al Paseo Temático del Cine, a cargo de Tamira González, Directora del Sectorial Provincial de Cultura en Camagüey.

INAUGURACIÓN DE LA EXPOSICIÓN COLECTIVA SYNOPSIS II.

Proyecto de Tesis de los estudiantes Leidy E. Rodríguez Agüero, Lester Delgado, y Noslen Ángela Argilagos, de la Academia de Arte “Vicentina de la Torre”

Curaduría: Nelson Miranda Varona.

Objetivos generales del Proyecto:

Brindar una visión del arte y la sociedad a través de una mirada heterogénea de un grupo de video-creadores, anexando al formato audiovisual, otros soportes como la instalación, la pintura, y la escultura.

Miércoles 25 de abril

Complejo Audiovisual Nuevo Mundo

9.00 am

Entrega del Premio Nacional de Calidad’ 2017 del Ministerio de la Construcción de Cuba al Proyecto “La Calle de los Cines”. Proyección del video promocional.

Presenta: Arq. Wilfredo Rodríguez Ramos (Director del Proyecto)

10.00 am

HOMENAJE A DESIDERIO NAVARRO.

Proyección de la entrevista concedida por Desiderio Navarro al programa Del Camagüey (TV Camagüey, 2016)

Mesa: Desiderio Navarro, un pionero en el uso de lo digital en función de la promoción cultural en Cuba.

Participan: María Antonia Borroto, Beatriz Goenaga, Juan Antonio García Borrero

Moderadora: Lourdes María Mazorra Polo

Inauguración de la Mediateca “El Callejón de los Milagros” basada en Tecnología Omeka, con la presentación de la Colección “Criterios”.

Presenta: Juan Antonio García Borrero

11.00 am

HOMENAJES A TOMÁS GUTIÉRREZ ALEA (90 ANIVERSARIO DE SU NATALICIO) Y MEMORIAS DEL SUBDESARROLLO (50 ANIVERSARIO DE SU ESTRENO)

Participan: Armando Pérez Padrón, Jorge Santos Caballero, Juan Antonio García Borrero

Moderadora: Claudia Otazua Polo

Presentación del libro Memorias del subdesarrollo. Guión de Edmundo Desnoes y Tomás Gutiérrez Alea.

Compiladores: Arturo Arango y Juan Antonio García Borrero

Presenta: Jorge Santos Caballero

Complejo Audiovisual Nuevo Mundo

2.00 pm:Inauguración del Cine Club Infantil “Meñique”

Callejón de los Milagros

2.30 pm

Taller de Creatividad “Autorretrato” con niños de primaria

Imparte: Nelson Miranda Varona

Mediateca Complejo Audiovisual Nuevo Mundo

2.30 pm

Taller de Creación Audiovisual con niños y niñas

Imparten: Eileen Sanabria, Ivonne Sánchez

Sede El Callejón de los Milagros (antigua Videoteca)

2.30 pm

Taller de Creatividad con niños y profesores: Aprendiendo a animar

Imparte: Isabel Pardo (Tecnoarte/ ISA)

Centro Cultural EJO

4.00 pm

Inauguración de la Exposición “La fotografía humorística”, del fotógrafo Francisco Puñal Suárez

Presenta: Alfredo Fuentes

Jueves 26 de abril

Complejo Audiovisual Nuevo Mundo

9.00 am

Universo Audiovisual de la Niñez: Un acercamiento a la realidad cubana actual.

ü Actualizaciones del consumo audiovisual infantil en Cuba.

ü El proceso de creación audiovisual infantil en Cuba. Cámara Chica un proyecto que construye sueños.

Ponentes: Eileen Sanabria, Ivonne Sánchez

11.00 am

Mesa:

Políticas públicas e informatización de la gestión cultural

Participan: Iroel Sánchez, Rafael Cruz, Juan Antonio García Borrero

Modera: Reynaldo Alonso

Convocatoria pública para la construcción de la Enciclopedia Digital de la Cultura Camagüeyana.

Complejo Audiovisual Nuevo Mundo

2.00 pm

Mediateca: Taller de Creatividad con niños: Aprendiendo a animar

Imparte: Isabel Pardo (Tecnoarte/ ISA)

Sede El Callejón de los Milagros (antigua Videoteca)

2.00 pm

Taller “Estira tu cuenta, taíno. Recuperación de información científica en la WEB en el contexto cubano”

Imparte: José Raúl Gallego

Complejo Audiovisual Nuevo Mundo

5.00 pm

Cibertertulia“El Callejón de los Milagros”

Tema: Conversatorio sobre la Revista Artístico-Literaria La Liga

Conduce: Juan Antonio García Borrero

Invitados: Yoan Pico, María Antonia Borroto

Presentación del libro El suicidio de la sabiduría (Editorial Ácana), de Juan Antonio García Borrero

Presenta: María Antonia Borroto Trujillo

Café Literario La Comarca (AHS)

9.00 pm

Quinteto Santa Cecilia

Viernes 27 de abril

Complejo Audiovisual Nuevo Mundo

9.00 am

Taller de Proyectos:

Presentación de la Comunidad virtual El Callejón de los Milagros y el Sistema de reservación online para cines

Exponen: Reiniel Crespo, Raúl Ávila (Desoft)

Presentación del Proyecto Caja de herramientas.

Expone: José Raúl Gallego

Presentación del Proyecto “Programar es crecer”

Expone: Jorge Smith

Presentación del Proyecto “formatos.media

Expone: Luis Álamo y Jorge Smith

Presentación de la Página Web: Live Camagüey.com (www.livecamaguey.com)

Expone: Rolando Morán, Erick Machado

Presentación del Sistema de cartelera electrónica de La Calle de los Cines

Expone: Miguel Torres Pérez (Grupo Smart Soluciones Cuba)

12.00 pm

Relatoría final y Clausura.

GUSTAVO ARCOS SOBRE EL 39 FESTIVAL DEL NUEVO CINE LATINOAMERICANO

Tomado de: Cine Cubano La Pupila insomne

Gustavo Arcos Fernández-Britto 

El 39 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano terminó anoche y las mujeres, como realizadoras, artistas o técnicas arrasaron con la mayoría de los galardones. Ellas, no solo fueron las autoras de los filmes sino también, las protagonistas centrales y activas de esos relatos. Un suceso, sin precedentes y gratamente significativo en la historia de estos eventos.

Bajo la premisa, Ver para crecer, llegaron a La Habana cientos de películas e invitados y, los espectadores como siempre, organizaron su particular maratón para disfrutar de la mayor cantidad posible de filmes, siguiendo ese extraño ritual adictivo, que se repite con cada edición. Y es que, para muchos cubanos, ir al cine solo parece cobrar sentido durante estos diez días, en los que se obtiene una… licencia para soñar. El resto del año, las visitas al agromercado, el paquete semanal y la televisión nacional hacen lo suyo. Así que el festival, se convierte en esa puerta o espacio único, donde la gente intenta conocer, o vivir, la vida que no tiene.

Como tener y no tener se ha convertido en el mantra de nuestros tiempos, el festival se ve arrastrado cada año por esa misma lucha de contrarios… posesivos. No hay empresa que se levante sin financiamiento y los organizadores deben convertir polvo en oro, (¿o pesos en CUC?) para tratar de no traicionar a los espectadores que, año tras año, esperan el mes de diciembre para ver, quizás, el mejor cine del mundo. Pero no basta con traer buenas películas y organizar magníficas secciones, hace falta disponer de los espacios de exhibición que estén a la altura de esos esfuerzos y, francamente, el estado de nuestras salas (lunetas muy incómodas, proyectores que no funcionan, sonidos que se distorsionan) dejan bastante que desear, aun y cuando se han producido inversiones (evidentemente erradas) en ese sentido.

Distanciado de su espíritu fundacional el festival ha dejado de ser la fiesta que integraba a todo un país, que llevaba películas a ciudades y comunidades, que hacía vibrar, emocionar y sufrir a millones de personas. Hoy, solo ofrece programas para unas pocas salas de la capital, ubicadas esencialmente en un mismo y reducido circuito del Vedado. Tal desplazamiento (no imputable a sus organizadores, puesto que rebasa sus competencias) tiene consecuencias culturales.

A pesar de esos y otros avatares, la cita, mantuvo su estructura o diseño tradicional, erigido alrededor de muestras oficiales y alternativas, presentaciones especiales, conciertos, encuentros teóricos, conferencias, lanzamientos de libros, homenajes y talleres. Múltiples opciones en un apretado programa, no siempre bien promocionado, sujeto a todo tipo de contingencias (la precaria conexión a internet o, la llegada de los filmes, por ejemplo) que termina por generar incertidumbres y confusiones informativas entre los espectadores. Es un modelo inclusivo, defendido por sus curadores, quienes, intentando mantener las esencias del evento, en su vocación latinoamericanista, han abierto también sus pantallas a lo mejor y más variado del cine universal.

Cuba tuvo una débil representación en los concursos oficiales de este año y su participación no fue refrendada (salvo en la categoría de animación) con ningún premio importante del jurado. Sergio y Serguei obtuvo el gratificante premio del público, pero para los filmes cubanos… es ya un lugar común. Paradójicamente, hemos tenido una de las más prolíficas temporadas de toda nuestra historia fílmica ya que se han rodado, al menos, una docena de largometrajes y cientos de cortos y documentales que ahora transitan por diferentes etapas de posproducción visual y sonora. ¿Los veremos el próximo año?

Cada festival tiene su propio comité de selección, que parte y reparte, colocando obras en el concurso oficial o en las muestras paralelas, siguiendo en primera instancia, criterios artísticos o estéticos. También influyen, los deseos del productor al hacer la inscripción en una u otra sección, el perfil o interés del festival, y hasta los nombres de algunos autores cuyo pedigrí y obra, legitimarían su inclusión. Pero los filmes cubanos se convierten cada año en la manzana de la discordia. Otro “comité” extra- cinematográfico incide y presiona para que no se incluyan ciertas obras, consideradas incómodas o “políticamente incorrectas”. Hace tres años fue Regreso a Ítaca (Laurent Cantet), luego, en el 2016 tuvimos la amarga experiencia con la exclusión de Santa y Andrés (Carlos Lechuga) y este año, en lo que parece ser un patrón contra los filmes con nombres propios, le tocó el turno a Sergio y Serguei (Ernesto Daranas), que, aunque finalmente presentada, tuvo que sortear no pocas escaramuzas.

Como ocurre con la Muestra Joven de abril, los festivales son una excepción para la producción audiovisual cubana. Se levantan como el reducto circunstancial y único donde pueden apreciarse, en una sala y con cierta dignidad, muchas de las películas nacionales que fuera de esos marcos, no encontraran nuevas presentaciones públicas en nuestro entorno. La lista de películas “marcadas para morir” es larga. Alguien dijo que un país sin imágenes, es un país que no existe. Bueno, en el nuestro desgraciadamente hay gente empeñada en hacer realidad ese axioma.

Por suerte, los cineastas cubanos no le hacen el juego al enemigo… interno; filman, viajan, se involucran en diferentes proyectos, encuentran fondos donde sea y siguen adelante con sus ideas y sueños estrenando sus obras por todo el mundo. Ahí está una película como Los lobos del este, dirigida por Carlos Machado Quintela, y presentada en la sección Panorama Latinoamericano. Su obra anterior (La obra del siglo) es justamente una de esas que, aun galardonada en el festival, espera por su estreno tras dos años de realizada.

Pero Carlos, no se sentó a llorar o esperar, se fue a Gran Bretaña y luego a Japón donde encontró el ambiente, los actores, un lobo japonés y las motivaciones para su nuevo filme. Tenemos una película rodada por un cubano, en Japón, con actores y técnicos de esa nación que, por supuesto hablan en japonés, interpretando personajes diseñados y escritos por cubanos que viven en España. Fue editada en Estados Unidos y realizada gracias a la colaboración de al menos cinco naciones. Un ejemplo de los caminos que también puede seguir el cine de la isla. Un cine posnacional que se construye más allá de nuestras fronteras, y de la tutela institucional, que nos hace repensar los conceptos de identidad nacional, especialmente aquellos asociados a una geografía o espacios definidos. Ya hemos tenido varias experiencias en ese sentido. Recordar por ejemplo los filmes: Memorias del desarrollo (Miguel Coyula), El acompañante (Pavel Giroud) y Espejuelos oscuros (Jessica Rodríguez) por solo citar algunos de las más recientes.

El próximo festival estará consagrado a Tomas Gutiérrez Alea en su 90 aniversario. Será la edición 40 y seguramente se organizarán, por aquello de que es un numero redondo, presentaciones y jornadas memorables. Habrá muchas películas cubanas en el 2018, así que los curadores del festival tendrán una ardua tarea por delante al seleccionar o decantar. Ojalá los filmes sean dignos de Alea, y el festival todo, de su honestidad artística, su espíritu crítico y compromiso intelectual.

TITÓN, LA BELLEZA Y EL NUEVO MUNDO

 

Llevo varios días revisando el epistolario de Tomás Gutiérrez Alea. Al estar agotado, hay interés en publicar una reedición corregida, y para mí es un verdadero placer ayudar a su compiladora Mirtha Ibarra.

Leer a Titón muchas veces duele. Era un pensador incómodo, al que no le importaba quedar bien con los grupos, sino con su conciencia. En lo personal, eso es lo que más me ha seducido siempre de él. Más que sus películas, incluso: hablo de esa posición de intelectual insobornable que le rendía culto al pensamiento por cabeza propia.

Desde luego que asumir esa actitud implica una factura. Se me aprieta el pecho cuando leo esta nota íntima redactada en 1968:

He estado deprimido todo el día porque estoy solo. Estoy excluido cada vez más. Tengo una obra que realizar y, sin embargo, no pienso en ella y me pierdo en cosas de menor importancia. Eso cierra otro círculo vicioso. Porque cuando pienso en ello me siento más deprimido”.

¿Así que ese sentimiento de soledad intelectual nos afecta de la misma manera a todos? Trato de ponerme en la piel de Titón, porque yo también me siento solo en Camagüey. La diferencia es que Titón necesitaba de la institución para hacer sus películas. A mí me interesa aportarle al sistema institucional algunas ideas novedosas, pero estas siguen sin ser percibidas. Yo podría alejarme de una vez de la institución, y dedicarme por entero a esa Enciclopedia Interactiva del Audiovisual Cubano que ya va por casi 3000 páginas. Mi obra a realizar podría ser esa, y quizás algunos la agradezcan más que el Proyecto “El Callejón de los Milagros”…

Y, sin embargo, no es tan sencillo. El jueves pasado hicimos en Nuevo Mundo la Cibertertulia, y esta vez exhibimos el documental Testigos de la luz, de Miguel Vizoso. Exhibimos este documental que habla de la belleza y la espiritualidad en una institución cultural (la primera de su tipo creada en el país hace treinta años) que tal vez tenga las puertas más feas y desvencijadas del mundo, o un lobby que parece un almacén oscuro de objetos desechables.

Y a pesar de eso la Cibertertulia fue un éxito, con su salita llena de estudiantes y profesores del ISA. Funcionó porque cuando la luz exterior falla, siempre queda la posibilidad de apelar a la que llevamos dentro, y que solo uno como individuo puede responsabilizarse de mantenerla encendida.

Me gustaría pensar que cuando el documental habla de los testigos de la luz, habla de esa luz interior que perdura incluso en esas circunstancias donde ya parece que han arrasado con todo.

Los que estuvieron esa tarde allí fueron los que trajeron un poco de albor a ese Viejo Mundo que hoy es Nuevo Mundo.

Juan Antonio García Borrero