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LECCIONES DE LA PANDEMIA EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE. ALGUNAS VALORACIONES EN TORNO A POSIBLES POLÍTICAS PÚBLICAS EN EL CAMPO DE LA EDUCACIÓN Y LA CULTURA

Tomado del blog: El Vuelo del Gato

Intervención de Abel Prieto, presidente de Casa de las Américas en el Debate virtual organizado por la UNESCO “Impactos y desafíos de la pandemia de la COVID-19 en América Latina y el Caribe”

Quiero, en primer lugar, agradecer a la UNESCO la invitación para participar en este panel y la posibilidad de compartir con figuras que sigo y admiro desde hace muchos años.

El mundo entero está en shock. Lo único positivo que ha dejado hasta ahora esta tragedia es que nos ha obligado a reflexionar, a pensar críticamente, a tomar distancia del clima frívolo predominante en la llamada “normalidad”, para preguntarnos con dolor, con angustia, si la especie humana podrá salvarse, no solo de la epidemia misma, sino de la crisis climática, de la relación depredadora con la naturaleza, de la codicia de las élites, del olvido y exclusión de las mayorías, de un modelo basado en la injusticia y en el afán de lucro.

Para acercarnos a las “percepciones de los desafíos”, hay que acudir a los numerosos textos que han sido publicados por algunos de los intelectuales más lúcidos de nuestra región, a los debates virtuales que se han organizado y a llamamientos realizados por artistas y colectivos en riesgo.

La más importante lección de la pandemia podría resumirse con la idea, muy clara, de que el virus ha revelado las esencias del modelo neoliberal. La industria hegemónica informativa y cultural ha trabajado durante décadas para hacernos creer que este sistema es la única forma “natural” e imaginable de organizar la vida económica y social. Nos ha repetido cotidianamente, como Pangloss, que vivimos en el mejor de los mundos posibles. Ha tenido tanto éxito que hasta las víctimas del sistema se culpan a sí mismas de sus desventuras y no son capaces de impugnarlo.

El nuevo coronavirus lo ha desnudado de súbito y ha abierto grietas muy hondas en ese espejismo cultural.

La pandemia ha provocado un verdadero estallido en el campo del pensamiento social en nuestra región y en todas partes. Hemos visto, como pocas veces antes, una avalancha de cuestionamientos muy serios y muy bien pensados sobre las causas de esta situación tan siniestra, sobre sus consecuencias y sobre el futuro postpandemia.

Muchos analistas han hablado del íntimo conflicto, dramático y doloroso, en que se ha colocado a los profesionales de la salud al tener que aplicar “mecanismos de selección” entre sus pacientes y decidir quién es “salvable” y quién no. Este conflicto, por supuesto, no llegó al mundo con el coronavirus. Llegó antes, con el carácter privado de la atención sanitaria, que excluye, incluso, a muchos que ni siquiera pueden ingresar en los hospitales.

La visión de los servicios de salud y de la industria farmacéutica como negocio lucrativo, donde no hay pacientes sino clientes, sienta las bases para la división entre los seres humanos con respecto al derecho a la vida y no puede, como se ha demostrado con cifras escalofriantes, dar respuesta a una emergencia sanitaria como la que estamos viviendo.

Las secuelas del neoliberalismo nos han dejado un paisaje dantesco en América Latina y el Caribe, sobre todo en algunos países. Entre ellas, desigualdad y pobreza extremas, desempleo, exclusión, falta de acceso a servicios básicos, desplazados a causa de inversiones del capital transnacional y por conflictos armados. El crecimiento de las tendencias fascistas es otro resultado de la crisis neoliberal.

El neoliberalismo es, además, un sistema profundamente anticultural. Su filosofía ha reducido el arte y la literatura a mera mercancía, a mero entretenimiento pueril, y los ha llevado a perder sus funciones de indagación y crítica. El mercado ha fungido como un censor implacable. Las manifestaciones artísticas que convocan al pensamiento libre son rechazadas por la gran industria y condenadas a circuitos marginales. Los monopolios de la industria del entretenimiento favorecen y multiplican la difusión de productos culturales de carácter comercial. La defensa de la diversidad cultural, que ha sido uno de los reclamos admirables de la UNESCO, es derrotada día a día por poderosos intereses corporativos.

La pandemia ha reforzado de manera dramática las desventajas del arte y de la cultura de la resistencia, de la vanguardia y de la creación popular, frente a los modelos promovidos por las corporaciones. Por una parte, las medidas restrictivas y de distanciamiento social suprimen drásticamente los proyectos comunitarios, las tradiciones y festividades asociadas al patrimonio inmaterial y despojan de todo sustento a los artistas que trabajan sin respaldo institucional. Tales efectos se suman al conocido desamparo de estas manifestaciones bajo gobiernos neoliberales, sin ningún interés por promover políticas efectivas de protección a la cultura.

Se ha producido en consecuencia una fractura en la vida cultural de las comunidades, con la consiguiente contracción de los ingresos de los creadores, la disolución de proyectos artísticos y un empobrecimiento espiritual de la población, precisamente en los momentos en que el acompañamiento del arte puede ser irreemplazable.  Si bien es cierto que se ha multiplicado la intervención de la cultura en las redes, con resultados valiosos, hay algo básico del diálogo entre creadores y público que no puede replicarse a través de las tecnologías, por no hablar de las desigualdades en términos de acceso a estas herramientas. Estas diferencias dañan en particular a los más vulnerables.

La revista de teatro latinoamericano y caribeño Conjunto de la Casa de las Américas hizo circular un mensaje donde señala:

“El movimiento de teatro independiente ha sido por décadas baluarte fundamental de la cultura de nuestra América. (…) Los grupos que lo integran (…) ya estaban en crisis cuando los alcanzó la pandemia, pues no cuentan con subvenciones ni apoyos estatales regulares, ni seguridad social ni médica. Colectivos de sostenida trayectoria (…) se han visto obligados a abandonar sus salas, adquiridas y mantenidas con mucho esfuerzo, por la imposibilidad de costear sus gastos, y hay muchas más al borde del cierre… Como reclaman en las redes Patricia Ariza, desde la Corporación Colombiana de Teatro, y Ana Correa, del grupo Yuyachkani (…), es necesario que los Estados declaren en emergencia el sector cultura y en particular el teatro.”

Entretanto, los monopolios de la industria del entretenimiento y de las plataformas de Internet han multiplicado sus ganancias en tiempos de pandemia. De este modo, mientras el arte no comercial se asfixia, las producciones rentables, muchas veces mediocres, se hacen más visibles. Esto ocurre en un momento en que la crisis global de la cultura, en términos cualitativos, venía alcanzando expresiones cada vez más inquietantes.

Mención especial merece la situación de extremo peligro a que están sometidos los pueblos originarios y, con ellos, sus lenguas y culturas. Se requiere promover acciones inaplazables de protección y apoyo para frenar lo que puede ser ya un etnocidio.

A pesar de que, como ya dije, se ha venido agrietando el espejismo cultural que legitima el neoliberalismo, los medios hegemónicos han seguido haciendo lo imposible por maquillar el modelo y distraer a sus críticos. De hecho, no han informado de manera adecuada a la opinión pública en un momento de tanta incertidumbre, cuando conocer objetivamente lo que está pasando es más imperioso que nunca. Por el contrario, les han dado la espalda a los criterios científicos para tratar la pandemia con ligereza, irresponsabilidad y falta de ética.

Patricia Villegas, presidenta de Telesur, en un panel de la serie “Voces múltiples en red”, de la Red “En defensa de la humanidad”, aseguró que el discurso mediático durante la pandemia se había caracterizado por tres tendencias: ocultamiento, fragmentación y espectacularización de las noticias, es decir, omitir aquellos -aspectos de la realidad inconvenientes para el sistema, evitar una visión integral de los procesos a través de imágenes fraccionadas, inconexas, aisladas, y contaminar toda noticia del lenguaje propio de la farándula, del mundo del espectáculo, de un anecdotario sin valor alguno. En ese mismo panel, el sociólogo Marcos Roitman se refirió al manejo que han hecho los medios de la incertidumbre y del miedo. El “control de las emociones” es un instrumento del poder para mantener a la gente aturdida, manejable, bajo su dominio.

Todas estas manipulaciones se producen en un entorno intoxicado por el uso político y específicamente electoral del tema.

Cuba ha sido un blanco protagónico en este panorama mediático. Hemos sufrido campañas constantes de los grandes medios que ocultan los esfuerzos que se han venido haciendo para frenar la epidemia en el territorio nacional y para colaborar con otros países en esta batalla.

Estados Unidos ha recrudecido en estos meses el bloqueo contra Cuba. Ha desatado al propio tiempo una campaña de descrédito contra nuestros médicos y contra su labor en unos cuarenta países para ayudar en el enfrentamiento a la pandemia. Washington ha llegado a presionar directamente a algunos gobiernos de la región a fin de evitar la colaboración de personal sanitario cubano. Estas acciones vergonzosas desconocen los llamados que han hecho la Organización Mundial de la Salud y numerosas personalidades del mundo en el sentido de que solo la cooperación entre naciones nos permitirá vencer al nuevo coronavirus.

¿Qué pasará después de la pandemia? Muchas opiniones atendibles coinciden en que regresar a la antigua “normalidad”, después de vencido el azote epidémico, no puede aceptarse desde ningún punto de vista.

El propio António Guterres, Secretario General de la ONU, ha sentenciado:

“Simplemente no podemos regresar a donde estábamos antes de que golpeara el COVID-19, con sociedades innecesariamente vulnerables a la crisis. La pandemia nos ha recordado, de la manera más dura posible, el precio que pagamos por las debilidades en los sistemas de salud, las protecciones sociales y los servicios públicos. La pandemia ha subrayado y exacerbado las desigualdades, sobre todo la desigualdad de género. Ha puesto de relieve los desafíos actuales en materia de derechos humanos, incluidos el estigma y la violencia contra las mujeres.  Ahora es el momento de redoblar nuestros esfuerzos para construir economías y sociedades más inclusivas y sostenibles, que sean más resistentes frente a las pandemias, el cambio climático y otros desafíos globales.”

¿Cómo construir economías y sociedades más inclusivas y sostenibles, más solidarias, más justas?

Más Estado y menos mercado, ha resumido el politólogo Atilio Borón al imaginar la sociedad postpandémica. Un Estado comprometido con la erradicación de la pobreza, con garantizar el acceso de todos a los servicios básicos, capaz de impedir que siga aumentando la brecha colosal entre la élite privilegiada y las masas hambreadas y desposeídas. Son obscenas las cifras de las fortunas de un pequeño grupo de supermillonarios. Una ínfima parte de ellas bastaría para contribuir decisivamente al enfrentamiento al cambio climático y garantizar la subsistencia digna de millones de personas.

Podría seguir enumerando problemas muy graves que el mundo tendrá que enfrentar y solucionar en todos los campos para escapar de este callejón sin salida y lograr que la especie humana sobreviva. Prefiero, sin embargo, concentrarme en los temas educativos, culturales y de la comunicación y proponer algunas ideas para la conformación de posibles políticas públicas en estas áreas.

Hay un problema gravísimo con respecto a la formación de las nuevas generaciones que por lo general no se tiene en cuenta: me refiero al “aparato educativo paralelo”, al margen del sistema escolar, que significan la industria hegemónica del entretenimiento y la publicidad comercial. Ningún Ministerio de Educación tiene autoridad sobre el influjo que ejercen estas grandes corporaciones sobre los modelos de vida y las conductas de niñas, niños y jóvenes.

Con respecto a este asunto específico, en el Foro “Cultura y Desarrollo Sostenible” organizado en 2018 por la Asamblea General de la ONU, expuse lo siguiente:

“Valores como los necesarios para construir una sociedad sustentable, el altruismo, la cooperación, la solidaridad y la sensibilidad hacia los más necesitados, no son temas tenidos en cuenta por esta industria del entretenimiento. Puede incluso la educación institucional fomentar en niños, niñas y jóvenes una sensibilidad ecológica y formarlos dentro de un concepto de desarrollo humano sostenible, pero, si al lado de esta formación están recibiendo la influencia de estos productos con modos de vida totalmente ajenos y hasta contrarios a los recibidos en la escuela, el valor de la formación institucional se minimiza. (…) Es imprescindible evaluar y debatir con rigor qué puede hacerse para contrarrestar la influencia de esta industria del entretenimiento, concentrada hoy en cuatro o cinco empresas transnacionales. Son quienes diseñan el imaginario infantil y juvenil de casi todo el planeta y están ajenas a todo compromiso cultural, ético o de responsabilidad social.”

Por otra parte, si en otros tiempos los Objetivos de Desarrollo Sostenible se planteaban metas muy ambiciosas, ahora, con la pandemia y la pavorosa crisis económica que ya estamos viviendo, habrá que trabajar mucho más arduamente y en condiciones más difíciles para aproximarse a aquella Agenda 2030 aprobada por la Asamblea General el 25 de septiembre de 2015.

Volviendo al tema del debate que nos ocupa hoy, creo que deberíamos empeñarnos, en primer lugar, para extender la conciencia sobre la necesidad ineludible de hacer cambios profundos. Múltiples actores, entre ellos, la sociedad civil de nuestros países, podrían desempeñar un papel en el diseño e impulso de una plataforma conceptual muy amplia, nada dogmática ni sectaria, a la que pudieran adherirse personas de buena voluntad de cualquier signo político, conscientes de que la “normalidad” anterior a la pandemia llevaba en su propia lógica el horror de enfermedad y muerte que se haría visible con el virus.

Si vamos a proponer políticas públicas que abran el camino hacia ese mundo superior de la postpandemia, habría que empezar por preguntarse si la humanidad no debería aspirar a que el acceso a las instituciones educativas, en todos los niveles, sea universal y gratuito y beneficie a todos los ciudadanos sin excepción, independientemente de que procedan de familias con escasos recursos económicos.

Reforzar decididamente el respaldo estatal a la educación se hace más urgente teniendo en cuenta el peso de los medios, de la publicidad, de la industria del entretenimiento, de toda la telaraña de mensajes que mantienen secuestrada la subjetividad de los ciudadanos en el planeta.

Hay un informe de la Relatora Especial sobre Derechos Culturales de la ONU Farida Shaheed, de 2014, donde se manifiesta preocupación “sobre la presencia sobredimensionada de los mensajes publicitarios y de comercialización en los espacios públicos” y “el uso de técnicas destinadas a impedir que las personas tomen decisiones de forma racional”. El informe analiza cómo la publicidad juega con los deseos subconscientes de la gente, y no hay normas legales que regulen el llamado neuromarketing. “Los Estados [añade] deben proteger a las personas frente a unos niveles excesivos de publicidad comercial (…) y al mismo tiempo aumentar el espacio a expresiones sin fines de lucro.”

Habría que releer este importante informe para comprender hasta qué punto hemos estado conviviendo con procesos muy riesgosos que colocan las utilidades en el centro de todo e influyen en la conducta de los seres humanos, en su forma de entender la vida, precisamente en un sentido contrario a lo que requerimos en las circunstancias actuales y futuras.

El propio concepto de felicidad que se va instalando en las nuevas generaciones, más allá de lo que pueda hacer la escuela, refuerza el individualismo, el culto a la riqueza y a la fama. Desde series hasta videojuegos, se inculca la división entre triunfadores y fracasados, entre razas, entre clases sociales, junto al machismo más brutal, la ley del más fuerte y el uso de la violencia.

Nuestra visión de futuro tiene que incluir la responsabilidad de los Estados en proteger a niñas, niños y adolescentes de toda esa industria, inspirada hoy en un espíritu puramente mercantil. Estamos hablando de salud moral y espiritual, de formar seres humanos capaces de convivir en paz y de ayudarse mutuamente. Es tóxica y dañina gran parte de la producción destinada a “entretener” a toda costa y a vender.

Desde Estados más fuertes, habría que legislar para poner límites a la carrera publicitaria desenfrenada que a partir de edades muy tempranas promueve el consumismo e impone modelos y estereotipos que atentan contra las identidades nacionales y locales y contra la propia diversidad cultural. Este sería un paso de carácter estratégico, con efectos a largo plazo.

Junto a la educación formal, que puede estar trazada por políticas estatales correctas, no puede ignorarse la enorme influencia en niñas, niños y adolescentes de otro aparato “educativo” paralelo: el conformado por la industria hegemónica del entretenimiento y la publicidad comercial. Los Estados no pueden subestimar el peso creciente de esta realidad y deben legislar sobre el asunto.

Sería importante que educadoras y educadores promovieran entre sus estudiantes un debate permanente sobre los mensajes de ese aparato “educativo” paralelo para tratar de crear una distancia crítica entre jóvenes consumidores de esos productos y la carga de violencia y estupidez que por lo general contienen. ¿Los Ministerios de Educación no podrían encargar producciones audiovisuales, videojuegos, documentales, etc., que sirvan como material auxiliar a maestras y maestros en su esfuerzo por crear un “consumidor crítico” de la cultura chatarra entre sus alumnas y alumnos? ¿Las emisoras estatales de radio y televisión no pueden contribuir a este tipo de empeño?

Del mismo modo, habría que colocar en la agenda de los Estados los temas vinculados a las TICs.

En un debate organizado por Internet Ciudadana para abordar la situación de la comunicación y la legislación en contextos digitales en América Latina y el Caribe (“Aportes sobre comunicación, acceso a Internet y economía de plataformas”), se destaca que

“…si no se modifican las reglas de uso de datos personales, si se mantiene (…) la ausencia total de transparencia sobre el desempeño de las plataformas privadas y no se produce un amplio debate sobre la gobernanza de los algoritmos, la tendencia será a la profundización del poder de estas plataformas, que ya es mayor que la de los Estados nacionales. Esta tendencia será la de una sociedad marcada por el control de la vigilancia, donde las personas pierden por completo la autonomía sobre sus vidas.”

Se subraya asimismo que

“Políticas públicas orientadas a la regulación de estos servicios son determinantes (…). De no ser así, esto mantendría una cobertura restringida, como la actual, a lugares en los que por nivel de población resultase rentable hacerlo. (…) Nuestra región necesita de Estados con políticas públicas que promuevan un modelo de desarrollo soberano con integración regional, para la operación de las infraestructuras de telecomunicaciones.”

Las valoraciones citadas representan una alerta de la mayor importancia en la construcción de un futuro postpandemia que apueste por la emancipación, la equidad, la justicia social y el derecho universal a la cultura. Encontramos aquí preocupaciones similares a las expresadas en el informe sobre los Derechos Culturales: la conducción de las opiniones de los individuos por intereses corporativos y políticos y el dinero como algo central en la vida de la gente, como la llave que abre todas las puertas.

Más allá de las diferencias que señala el debate citado en la conectividad entre países, poblaciones y clases sociales dentro de América Latina y el Caribe, uno de los participantes habló del “rol que el uso malintencionado de las redes sociales y la difusión de la desinformación tuvieron en los recientes procesos electorales” de la región. Tenemos que soñar el mundo postpandemia libre de esta grosera desnaturalización del ejercicio democrático, basada en la manipulación de las emociones, en la mentira y en la tergiversación de la realidad.

También hay que salvaguardar desde el punto de vista normativo a todo el patrimonio y en particular a individuos y grupos portadores del patrimonio inmaterial.

Los Estados deben prestar especial atención a las manifestaciones culturales que tienen que ser subvencionadas para sobrevivir. El papel funesto que ha tenido y tiene el mercado en la promoción de la cultura es difícil de calcular. Los Estados tienen que defender la idea de que la cultura, aunque puede moverse a través de circuitos mercantiles, no es una simple mercancía. Encierra valores de incalculable trascendencia.

Los Estados deben promover un amplio movimiento de personas de todas las edades aficionadas al arte, una intensa vida cultural en las comunidades y la formación de públicos para todas las manifestaciones artísticas, incluso las más complejas. Deben proponerse llegar a amplios sectores de población con el mensaje auténtico del arte, sin acompañar jamás estas acciones de concesiones estéticas. Una de las trampas de la llamada “cultura de masas” se fundamenta en difundir un arte mutilado, infantilizado, concebido como entretenimiento vacío.

Todas las políticas públicas en el campo de la educación, la cultura y la comunicación deben dirigirse a crear las condiciones para la emancipación plena del ser humano.

Quiero añadir, por último, algunos comentarios sobre el tema desde el punto de vista de la Casa de las Américas. Fundada en marzo de 1959, muy poco tiempo después del triunfo revolucionario del primero de enero, la misión de la Casa ha sido desde entonces contribuir a la integración cultural latinoamericana y caribeña y al diálogo entre intelectuales y artistas de la región.

Entre los efectos negativos que ha sufrido la cultura a causa de la pandemia, hay que incluir la paralización brusca de los intercambios entre países en ese campo. La Casa ha mantenido eventos internacionales de mucho prestigio, como su Premio Literario, en primer lugar, además de los eventos organizados por las direcciones de Teatro, Musicología y Artes Plásticas y los Programas de Estudios de la Mujer, de Culturas Originarias, de Afroamérica, del Caribe y de Latinos en Estados Unidos. Hemos tenido que posponer muchos de estos encuentros y llevar adelante otros por la modalidad virtual.

En estos meses de pandemia, se han reforzado los vínculos de la Casa de las Américas a través de las redes con CLACSO, con la Fundación Rosa Luxemburgo, con el Ministerio de Cultura de la República Argentina, con las Fundaciones Mario Benedetti y León Ferrari, entre otras muchas instituciones de promoción cultural. Hemos presentado juntos revistas y libros digitales y exposiciones virtuales; y hemos organizado discusiones, encuentros, reuniones. Especialistas de la Casa han intervenido en paneles internacionales virtuales, como portadores de la vocación latinoamericanista y caribeña que ha caracterizado a nuestra labor y del generoso concepto martiano de Nuestra América. Somos todos parte de una misma familia espiritual y compartimos cultura, tradiciones, historia y enemigos.

Estamos convencidos de que la única salvación para nuestros pueblos, en ese mundo postpandémico que soñamos, está en la unidad. Los que quieren dominarnos aspiran a mantenernos divididos. Nuestra respuesta, más allá de cualquier coyuntura y del signo de uno u otro gobierno, debe ser continuar trabajando por establecer lazos de comunicación y acercamiento. Los vínculos culturales entre nosotros han demostrado la fuerza de sus raíces y su capacidad de resistencia.

La cultura en el centro de los disparos

Por Yasel Toledo Garnache

Tomado del Blog: Mira joven (Cuba)

Internet es cada vez más una especie de campo de batalla. Hace algún tiempo se solían enmascarar las balas y bombas, se intentaba seducir para socavar cimientos ideológicos. Ahora se privilegia la bulla, las ofensas y hasta las amenazas de muerte como si se tratase de una lucha con fúsiles y espadas. Los memes, las canciones, los shows audiovisuales y los montajes son proyectiles cada vez más empleados, mezclados con odio y groserías.

En ese panorama lamentable, suelen ser blancos los artistas, intelectuales, periodistas, locutores, dirigentes y otros profesionales con posturas a favor de la Revolución en las redes sociales y medios tradicionales de comunicación, personas con gran influencia en la opinión pública.

Lo sucedido recientemente contra el cantante, trompetista, compositor y arreglista Alexander Abreu, director de la popular orquesta Havana D’ Primera, no es un hecho aislado. Pululan los ejemplos durante los últimos meses. A unos intentan confundirlos, a otros desacreditarlos, a varios infundirles miedo.

“He recibido mil sms (servicio de mensajes cortos) en mi teléfono donde me dicen desde Gorila hasta las peores ofensas como si yo fuera un criminal de guerra. Lo único que quiero decir es que a todos los que escriben con tanto odio les tengo un corazón lleno de amor y música”, publicó Abreu en su página de Facebook. Una respuesta digna de las esencias del arte y de Cuba, una nación que también enarbola el coraje y el valor.

La estrategia trazada y financiada desde Estados Unidos pretende lograr que los creadores teman vincular su arte o pronunciamientos públicos con la Revolución y el sistema social aquí, porque se podría desencadenar contra ellos una avalancha de mezquindades. Quienes mueven los hilos desde el exterior saben que debilitar el acompañamiento de la cultura y sus autores a la Revolución significa afectar el alma misma de la nación.

Vivimos en un país, en el que los iniciadores mismos de la lucha por su independencia fueron hombres de literatura y arte. Ahí estarán siempre Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, aficionado al teatro y autor de obras poéticas y musicales; y Perucho Figueredo, creador del Himno Nacional; continuadores como José Martí  y Fidel Castro, intelectual indiscutible.

El propio Fidel siempre tuvo plena conciencia de la importancia de la cultura, a la cual llamó “espada y escudo de la nación”. Los símbolos, las tradiciones, el arte y el orgullo colectivo de ser cubanos deberán ser en todo momento aspectos esenciales para vencer cualquier obstáculo y no dejarse engañar. El líder sabía que la única forma de construir una obra verdaderamente perdurable es favorecer la conformación de una identidad popular cada vez más sólida y defensora de la propia Revolución y sus conquistas, como corazón fuerte de un proyecto que aspira a la superación continua. Y en momentos muy complicados como el Período Especial ratificaba: “la cultura es lo primero que hay que salvar”.

En la clausura del IX Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, el Presidente de la Republica Miguel Díaz-Canel expresó: “Somos una Revolución que puede presumir de haber sido contada y cantada, desde sus orígenes, con el talento y la originalidad de sus artistas y creadores, intérpretes genuinos de la sabia popular y también de las insatisfacciones y esperanzas del alma cubana.”

Las acciones de este tipo contra Cuba y lo que representa no son  nuevas. El imperio es, por supuesto, también cultural con la pretensión de imponer modos de vida, creencias…, una forma de conquista a nivel global. La guerra es desde hace mucho también simbólica.

A todo eso se suman otras complejidades como las provocadas por la Covid-19 y el bloqueo impuesto por EE.UU, persecuciones y más patrañas contra el país. Sin embargo, este pueblo y su Gobierno se mantienen con una fuerza tremenda y la capacidad para seguir en el camino de la dignidad, sin renunciar al progreso.

En todo ese contexto es fundamental que seamos cada vez más una familia diversa, con amor y respeto, como hijos de una madre grande, que merece todos nuestros esfuerzos. Es importante también apoyar y defender desde la ética y el valor a esos hermanos nuestros que son blancos de tanta bajeza, porque en definitiva también nos atacan a nosotros.

Hay que clonar muchos Pachango en Contramaestre

tomado del blog: Caracol de Agua

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com


Alfonso Gutiérrez González (Pachango), es uno de esos hombres de hablar torrencial, empieza y no termina nunca. Montando siempre el caballo local que no niega la raíz de donde viene, Contramaestre, municipio de oriente; guajiro por más señas, cultor de la guaracha, donde es famoso ya entre sus coterráneos, por dos números inolvidables que tienen sabor a Cuba: La Motorina y La Wi-fi.
En su cabeza musical, sus pachangadas, como gustan decir sus amigos, andan proyectos, anhelos, sueños; siempre con su contingente Juan Marinello y la Sociedad Cultural José Martí a cuestas, intentando salvar el río Contramaestre, proteger las cuevas de esta zona del oriente o cuidando la preservación del patrimonio intangible, como lo hizo del 10 al 14 de julio, al crear la I Jornada Entre Teclas y Armonías, dedicada a José Gutiérrez González (Cheo, Pipito), alias con los que era conocido su hermano, en el mundo musical de su tiempo.
Técnico medio en elaboración mecánica de la madera  Pachango quería estudiar Arquitectura y un día montó un tren y fue a dar a la escuela de Boyeros, en La Habana, pero la boleta estaba mal confeccionada y después de muchas tribulaciones, fue a dar a la Tomás Royo Valdés del municipio Batabanó, donde estudió técnico medio en elaboración mecánica de la madera.
Allí fue delegado al Congreso de la Federación Estudiantil de la Enseñanza Media (FEEM) de 1981, donde, por su cubanía proverbial, promovió que Fidel Castro picara el kake con el dedo, hecho que produjo sonrisas y ganó la admiración del Líder histórico por aquel joven de hablar rítmico, atropellado y con una jocosidad que no admitía rostros amargados.
En sus años habaneros (1979-1982) ganó amistades que aún lo acompañan, desde un Abel Acosta hasta un Felipe Pérez Roque. Los unía la música, los dicharachos, la picaresca a lo Fautino Oramas y los cuentos del folklor cubano, estilo Samuel Feijoo.
Al graduarse, tenía la disyuntiva de quedarse en La Habana o regresar a oriente, optó por lo último y dejó atrás un mundo donde podía haber llegado a ser un destacado dirigente juvenil.
Se estableció en Yara, provincia Granma, donde vivió seis meses y trabajó como profesor de literatura en una Facultad Obrero Campesina. Allí fundó el grupo Llamará, junto a varios amigos.
Decide regresar a Contramaestre en 1983.  Encontró un municipio con una vida cultural amenizada por agrupaciones aficionadas como Los Astros, la Típica Variación, Orbita 1 y el combo Nuevo Ritmo de Eloy Castellanos.
Empezó a trabajar en el establecimiento 104 Mario Silot, perteneciente a la Empresa Provincial Muebles del Hogar, atendiendo Control de la calidad.
A raíz de la muerte de Eloy Castellanos, dos integrantes de la orquesta Los Astros, lo invitaron en los primeros meses de 1984, a tocar el piano en la agrupación (“-¡aquello fue una locura!”), recuerda Pachango.
Se unió a un sueño, junto a hombres que la mayoría tenía un septo grado de escolaridad y cursaban el noveno en la Secundaria Obrero-Campesina.
Los Astros (una constelación de elegidos)  Decidieron llamarse Los Astros, porque en su contexto fundacional, creían ser los músicos elegidos de Contramaestre; así se veían desde su jovialidad provinciana.
Soñaron el Universo y tomaron el planeta Tierra.  Ganaron el Festival Nacional de Artistas Aficionados de 1984. Sentaron cátedra en el mundo musical cubano de Santiago, donde se esperaba el triunfo de Ricardo Leyva con el grupo Ruble Son. El jurado entendió que Los Astros cumplían con todos los parámetros del concurso, incluso se puso de pie y ovacionó la descarga del director Cheo Gutiérrez, que hacía unos meses había asumido la dirección.
Tuvieron 10 años de aficionados, donde fueron seleccionados mejor grupo representativo del sistema de casas de cultura de Cuba; participaron en 1985 en la Gala por el XXV aniversario de la creación del Movimiento de Artistas Aficionados. Invitados a la gala del Tercer Congreso del Partido Comunista de Cuba, en febrero de 1987.
A partir de 1989, se evalúan como profesionales. En su historia han grabado varios demos promocionales en la EGREM de Santiago de Cuba. Números antológicos han hecho historia en el gusto del público bailador, entre los que se encuentran, Eso que me pone mal, Canto a Ogum, Parrandero, Sacala telemá, El pintaó, Pato robado y Meneíto.   
Como agrupación, Los Astros surgieron un 14 de diciembre de 1979. Su primer director fue Meléndez, luego Cheo Pipito, Alexis Tamayo y en sus últimos años, nuevamente Cheo Gutiérrez.

En ese bregar, donde nada se le dio fácil, Pachango tocó piano, batería, bajo, percusión; era un utilero nato; donde hacía falta, ahí su genio, su fuerza para sobreponerse a lo imposible y hacerlo bien.
Cuando los Astros se apagan  Los Astros se apagan cuando se produce un cambio de nombre en 2015, por una decisión unilatateral de personas con criterios extra-artítiscos, que a espaldas de los integrantes,   registraron la orquesta en el Instituto de la Música con otro nombre: “La Gran Combinación”.
El 1 de octubre de 2016, el Centro Provincial de la Música en Santiago de Cuba informó superficialmente que la orquesta debía recesar por la mala comercialización de su producto; según algunos funcionarios, no conseguía vender su obra. La comunicación de la decisión se produjo vía telefónica.
A partir de esa fecha, Pachango lo apostó todo a la guaracha, siguiendo la picaresca de Faustino Oramas, Ñico Saquito y se convirtió en el guarachero insignia de este pueblo, defendiendo su creación con el Grupo Taburete, del cual es director. 
A ritmo de contingente  El contingente Juan Marinello surgió el 1 de octubre de 2001 en Contramaestre, por indicación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura. Asesoró metodológicamente al Movimiento de Artistas Aficionados. De sus canteras surgieron la mayoría de los músicos profesionales de Contramaestre.
El 27 de enero de 2008, su líder, Pachango, creó el “Encuentro de Contingentes” de las cinco provincias orientales. El 2 de febrero se realizó el gran evento regional, en el que participaron todas las manifestaciones artísticas de la cultura.
Por sus destacados resultados, el Contingente Juan Marinello fue declarado “Referencia Nacional”, el 5 de febrero de 2008 por el Ministerio de Cultura.
Bajo la dirección de Pachango, el Contingente realizó 9 ediciones del encuentro. En 2016 desaparece por falta de apoyo gubernamental.  
Entre Teclas y Armonías (Primera edición)  La Jornada Entre Teclas y Armonías empezó como una locura, según algunos funcionarios, que no admitían una temporada de música, donde se integrarán las raíces fundacionales que dieron lugar, a lo que hoy pudiera llamarse, “Cultura musical de este pueblo”.

Su primera edición corrobora que Contramaestre necesita muchos Pachango, con ganas, ideas y colaboradores inteligentes que apoyen sus proyectos, bien aterrizados y no tan idealistas como piensan sus detractores. Entre Teclas y Armonías lo confirmó.
Nunca antes en la historia de este municipio oriental, se habían unido folklor, tradición, religión, historia e identidad local, como componentes básicos del “Ser espiritual de Contramaestre”.
“La Ruta de los artistas” en el Cementerio de Maffo, fue otro de sus grandes aciertos. Saber nombres olvidados de esta parte de la geografía cubana, como Melba Mondejar, José Cañete, José Gutiérrez González (Cheo Pipito), Félix Griñan Berroa, Alicio Cárdena Despaigne, Rosa Gutiérrez González, Reinaldo Santana, Orlando Concepción Pérez, tiene un inmenso valor para la conservación de la memoria vinculada al patrimonio intangible.
La peregrinación desde el lugar donde nació Contramaestre el 5 de febrero de 1913 como asentamiento poblacional, es un hecho que también debe reconocerse.
Un gran acierto fue la ubicación de los conversatorios en la esquina del parque Jesús Rabí, donde todos los días se dan cita los personajes que más saben de hechos vinculados al surgimiento y evolución de Contramaestre como pueblo.
Incluir el componente religioso en el programa, con un altar de la Virgen de la Candelaria en la antigua Casa de la Trova, donde un antropólogo especializado en estudios de este tipo, disertaría ampliamente sobre la misma y su simbolismo en Contramaestre, fue una feliz genialidad de Pachango, porque no se puede negar esa raíz identitaria que nos acompaña; finalmente no pudo concretase por razones de organización.
Visitar en la comunidad El Manguito a Orlando Fajardo Fornaris, uno de los fundadores de la primera Banda de Concierto, fundada el 24 de diciembre de 1952, por el maestro, Miguel Milanés, arrancó lágrimas al vecindario de allí que no podía creer en un homenaje muy tardío, pero tan merecido, a un hombre que pertenece a la historia musical de este pueblo oriental.
La presentación cada noche en el parque Jesús Rabí de agrupaciones de primer nivel de Contramaestre, como Los Astros, Orbita 1, Bachata de Oriente, Taburete y Tradison, es una de esas pachangadas que merecen ovacionarse largamente, porque posiciona en el lugar más céntrico de la ciudad, lo genuinamente local.
Entre Teclas y Armonías (Convocatoria)  El domingo 14 de julio de 2019 se lanzó la convocatoria a la II Jornada Entre Teclas y Armonías. Su comité organizador acordó desarrollar este evento que privilegia la cultura e historia musical local, en el mes de julio de cada año; siempre dedicado a una figura del patrimonio intangible de Contramaestre.
También se hizo el lanzamiento del concurso “Cheo Gutiérrez in Memorian”, que premiará la mejor composición, arreglo musical e interpretación, de la música popular cubana.
Clonar muchos Pachangos es una urgencia
En la actualidad Pachango trabaja como promotor del sistema de casas de cultura en Contramaestre.
Entre sus méritos fundamentales sobresale la distinción de “Laureado por la Cultura Cubana” y la medalla Raúl Gómez García.
No logro explicarme, en la conclusión de este texto, como una persona como Alfonso Gutiérrez González no ha sido merecedor del Premio Memoria Viva. ¿Qué necesita para alcanzarlo?
La cultura en municipios como Contramaestre ganaría en calidad e impacto, si los funcionarios de la política cultural tuvieran la habilidad de clonar muchos Pachango y no dejar que la modorra localista niegue lo que con gracia, talento y liderazgo, pueden hacer personas como él.

Fidel y la UNEAC

Tomado del blog: Dialogar, dialogar

Elier Ramírez Cañedo

En momentos en que se celebra el  IX Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), es imposible no tener presente a Fidel; su vínculo con esta organización fue íntimo, emotivo, intenso y sistemático durante décadas. El 30 de junio de 1961, reunido con escritores y artistas del país en la Biblioteca Nacional, el líder de la Revolución pronunció lo que pasaría a la historia como Palabras a los Intelectuales. No se puede hablar del origen y nacimiento de la UNEAC sin referirse a estas reuniones de junio de 1961. Pero lo cierto es que habrían muchas otras palabras a los intelectuales de Fidel, prácticamente en todos los congresos y reuniones de la UNEAC, y es que Fidel inauguró un método, una práctica de diálogo  con la vanguardia artística e intelectual cubana que trascendió al tiempo y las circunstancias. Ello permitió que se salvaguardara la unidad entre los artistas y escritores cubanos, al tiempo que se potenciaba la democratización de la cultura por todo el cuerpo social de la Isla. Fidel entendió desde el inicio que era imposible una verdadera y perdurable Revolución en Cuba, sino se producía una profunda revolución cultural. Siempre visionario, no solo se preocupó por mejorar las condiciones para que los escritores, artistas e intelectuales pudieran desplegar todas sus potencialidades en un ambiente de amplia libertad de creación, sino por lograr que lo mejor de nuestra cultura llegara al corazón mismo del pueblo. En los momentos más difíciles no dudó en señalar que lo primero que había que salvar era la cultura. Sus ideas hoy siguen convocándonos a poner lo mejor del arte y el pensamiento humanista en función del pueblo y de las causas más nobles de la humanidad.

El pueblo es la meta principal

“El pueblo es la meta principal.  En el pueblo hay que pensar primero que en nosotros mismos.  Y esa es la única actitud que puede definirse como una actitud verdaderamente revolucionaria.

(…)

La Revolución no les puede dar armas a unos contra otros, la Revolución no les debe dar armas a unos contra otros.  Nosotros creemos que los escritores y artistas deben tener todos oportunidad de manifestarse; nosotros creemos que los escritores y artistas, a través de su asociación, deben tener un magazine cultural amplio, al que todos tengan acceso.

¿No les parece que eso sería una cosa justa?

La Revolución puede poner esos recursos, no en manos de un grupo: la Revolución puede y debe poner esos recursos de manera que puedan ser ampliamente utilizados por todos los escritores y artistas.

Ustedes van a constituir pronto la Asociación de Artistas, van a concurrir a un congreso.  (…) y una de las cosas que nosotros proponemos es que la Asociación de Artistas, adonde deben acudir todos con espíritu verdaderamente constructivo…  Porque si alguien piensa que se le quiere eliminar, porque si alguien piensa que se le quiere ahogar, nosotros podemos asegurarle que está absolutamente equivocado.  Por eso debe celebrarse ese congreso con espíritu verdaderamente constructivo, y puede celebrarse.  Y creemos que ustedes son capaces de celebrar en ese espíritu ese congreso. Que se organice una fuerte asociación de artistas y de escritores —y ya era hora—, y que ustedes organizadamente contribuyan con todo su entusiasmo a las tareas que les corresponden en la Revolución.  Y que sea un organismo amplio, de todos los artistas y escritores.

Creemos que esa sería una fórmula para que cuando nos volvamos a reunir —y creemos que debemos volvernos a reunir (APLAUSOS)…  Por lo menos nosotros no debemos privarnos voluntariamente del placer y de la utilidad de estas reuniones, que para nosotros han constituido también un motivo de atención sobre todos estos problemas.  Tenemos que volvernos a reunir.  ¿Qué significa eso?  Pues que tenemos que seguir discutiendo estos problemas.  Es decir, que va a haber algo que debe ser motivo de tranquilidad para todos, y es conocer el interés que tiene el gobierno por los problemas y, al mismo tiempo, la oportunidad esta de discutir en una asamblea amplia todas estas cuestiones.

Nos parece que eso debe ser un motivo de satisfacción para los escritores y para los artistas.  Y con eso nosotros también seguiremos tomando información y adquiriendo mejores conocimientos por nuestra parte.

El Consejo Nacional debe tener también otro órgano de divulgación.  Creo que eso va situando las cosas en su lugar.  Y eso no se puede llamar cultura dirigida ni asfixia al espíritu creador artístico.  ¿A quién que tenga los cinco sentidos y además sea artista de verdad le puede preocupar que esto constituya asfixia al espíritu creador?   La Revolución quiere que los artistas pongan el máximo esfuerzo en favor del pueblo, quiere que pongan el máximo de interés y de esfuerzo en la obra revolucionaria.  Y creemos que es una aspiración justa de la Revolución.

(Del discurso pronunciado por el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, como conclusión de las reuniones con artistas y escritores cubanos, efectuadas en la Biblioteca Nacional, los días 16, 23 y 30 de junio)

Semillas de la patria de mañana

“Lo más importante a nuestro entender es el espíritu con que el Congreso se ha llevado adelante.  Para el pueblo era un acontecimiento enteramente nuevo.  Primero con el manifiesto, después con la diaria información, el pueblo ha estado conociendo de que se estaba efectuando este congreso de escritores y artistas cubanos.

Algunos, posiblemente los que todavía no son capaces de ver lo que es la Revolución —y hay que estar bien ciego a estas horas, o irremisiblemente ciego— hayan estado intrigados sobre este congreso, ¿de qué se va a tratar en ese congreso?  No faltarían quienes pensaran que este congreso tenía por fin amordazar el espíritu artístico, que tendría por fin coaccionar a los escritores y artistas.

Hay muchas personas a quienes un insalvable prejuicio les impide penetrar profundamente en las grandes verdades de la Revolución; tienden a tergiversarlo todo, y lo ven a través del cristal de su pesimismo crónico.

Este congreso de escritores y artistas se ha caracterizado precisamente por dos cosas:  por su espíritu fraternal y por su espíritu democrático.

Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que los escritores y artistas que se iban a reunir en este congreso, eran los escritores y artistas que, casi al cumplirse tres años de la Revolución, han permanecido en Cuba y no se han marchado de su país (APLAUSOS).  Eran, antes que nada, escritores y artistas que han permanecido en el seno de la patria, que están produciendo y están trabajando en nuestro país.

(…)

A todos nosotros, sin excepción, nos corresponde el papel de enseñar; a todos nosotros, sin excepción, nos corresponde el papel de maestros.  La tarea más importante de todos nosotros es preparar el porvenir; nosotros somos, en esta hora de la patria, el puñado de semillas que se siembra en el surco de la Revolución para hacer el porvenir.

Nosotros tenemos que considerarnos principalmente como eso.  ¿Cuál es nuestra obra?, ¿cuál es la obra de todos nosotros?  La obra de todos nosotros es el porvenir.  Y el porvenir es mucho más importante que el presente, y los frutos de ese porvenir serán mucho más importantes que nosotros (APLAUSOS), lo que nosotros estamos haciendo vale mucho más que nosotros mismos (APLAUSOS).

Con ese espíritu —porque ya hace rato que consciente o inconscientemente estamos actuando así— se ha reunido este congreso.  Y se reunió con profundo espíritu democrático y con verdadero espíritu fraternal, porque la unión que aquí ha prevalecido —unión tan firme y tan honda, tan espontánea y tan sincera entre los escritores y artistas; unión que ha hecho que en vez de “Asociación” el organismo se llame “Unión” (APLAUSOS)— es el producto de ese espíritu de que hablábamos, ese espíritu de entrega a la causa revolucionaria, esa conciencia del valor de la tarea que a cada cual le corresponde, ese renunciamiento de pasiones, ese renunciamiento de egoísmos, de personalismos y de ambiciones.

Esa unión es la mejor prueba, porque ¿habría sido posible en otras circunstancias tan estrecha unión?, ¿se habría podido producir jamás un congreso semejante, una hermandad semejante, una comprensión semejante?  No, para ello era necesario, primero que nada, la gran depuración que la Revolución ha significado en todos los órdenes; y, en segundo lugar, el espíritu generoso y desprendido que la Revolución ha inculcado a los verdaderos patriotas, a los verdaderos creadores, a los verdaderos y dignos ciudadanos de este país (APLAUSOS).

Y es para todos nosotros un motivo de verdadero regocijo, un motivo de verdadero optimismo, el saber cómo se ha desarrollado el congreso y cómo ha concluido el congreso; la impresión que ha quedado en todos nosotros de lo que eso significa para la Revolución y de lo mucho que ha avanzado la conciencia revolucionaria, y la impresión que ha de quedar en ustedes de la importancia tan grande de la misión que les corresponde, la impresión que ha de quedar en ustedes de la oportunidad extraordinaria que se les ofrece para trabajar, de la impresión consciente y clara que ha de quedar en ustedes y la alegría del privilegio que significa ser escritor o ser artista, ser creador, en una hora de creación como esta (APLAUSOS), en esta hora en que todo el pueblo se entrega a la tarea de crear una vida nueva, en que de la sociedad vieja surge una sociedad nueva, en que la historia de nuestro país crea una de sus páginas más hermosas, en que culmina el esfuerzo de generaciones y generaciones de cubanos, en que culminan los sueños de nuestro pueblo, desde que empezó a tener conciencia de sí mismos el privilegio de ser creador en esta hora, en que todo lo creado por el esfuerzo de nuestra nación surge como hermosa realidad, en todos los órdenes; cuando, al fin, somos dueños de nuestros destinos; cuando, al fin, podemos dedicarnos a trabajar como estamos trabajando.

Ese espíritu de unión, ese espíritu de libertad, ese espíritu de responsabilidad, es el que ha prevalecido, y nuestro pueblo recogerá sus frutos.

Nosotros no tenemos que decirles a ustedes lo que han de hacer; de la realidad misma, surgen las tareas que ustedes tienen delante.  Lo evidente es que ustedes cuentan hoy con las condiciones ideales, con las mejores condiciones para trabajar; y la realidad es que el intelectual, el escritor y el artista cobra en esta hora revolucionaria todo su valor y toda su importancia; el valor y la importancia que solo la Revolución podía darles; el valor y la importancia que solo las clases humildes, liberadas, de nuestro pueblo, podían darles; la importancia que jamás habrían podido darles, el valor que jamás habrían podido concederles las clases explotadoras.

Cuando la explotación ha desaparecido en nuestro país como sistema o como base del sistema social, se presenta por primera vez la oportunidad a los escritores y artistas de trabajar no para una minoría explotadora, sino para una mayoría del pueblo, es decir, de trabajar para el pueblo (APLAUSOS).

(…)

Hoy nos reunimos con ustedes, los escritores y los artistas, para finalizar este congreso.  Ustedes también son trabajadores (APLAUSOS), ustedes también tienen que producir, ustedes también tienen que crear riquezas, y ustedes también son acreedores a la infinita felicidad de los que producen, de los que crean.

(…)

Y así están organizados los obreros, las mujeres, los jóvenes, los niños; así está organizado el pueblo, todo el pueblo está organizado, y ahora podemos decir que los artistas y escritores también están organizados (APLAUSOS), y están organizados para trabajar, están organizados para propender a todo lo que contribuya a la creación artística, están organizados para crear, sin que esto signifique que tenga su forma de organización que chocar con alguna otra forma de organización.

La Unión de Escritores y Artistas se forma, fundamentalmente, para los fines de creación, independientemente de la organización sindical, que tiene otros fines:  todo lo que se refiera a los problemas del trabajo.  Hay muchos que no pertenecen a la unión y pertenecen al sindicato.  Y aquí está representado también el esfuerzo de muchos que no pertenecían al sindicato, que no estaban agrupados en el sindicato, y están agrupados en la unión.

(…)

Tenemos que ir a enseñar a los campos, tenemos que ir a enseñar a los campesinos, y, después, sacaremos de los campesinos, de los jóvenes campesinos, lo mejor, lo que más vocación tenga, y entonces en el futuro organizaremos…  (APLAUSOS) Vamos a sacar el coro de los campos.  Recuerden que nosotros somos semillas, que tenemos que sembrarnos para producir una cosecha grande (APLAUSOS).  Y ustedes, los instructores, son semillas que tienen que ir a sembrarse allí, de donde vinieron, para que de cada uno de ustedes surjan incontables artistas (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE:  “¡Cumpliremosl”).  Ustedes tienen que ir a escoger a los niños y a las niñas que irán a la Escuela Nacional de Arte que ya la Revolución está construyendo, y que comenzará a funcionar para el próximo año, a principios del próximo año (APLAUSOS) y que tendrá capacidad para 3 000 jóvenes, algunos de los cuales irán allí a estudiar desde los ocho años y pasarán allí, en la escuela, todo el tiempo necesario recibiendo una educación integral (APLAUSOS).

Nosotros tenemos que sacrificarnos, recuerden que lo más importante es el porvenir, y este pensamiento debemos llevarlo todos con nosotros, todos, los futuros instructores, los actuales escritores, y los actuales artistas, para que en los congresos venideros podamos ver siempre en sus labios la sonrisa de los obreros de ayer (APLAUSOS), la sonrisa de los creadores, en cada congreso.

(…)

Los felicitamos a todos calurosamente; les deseamos que pronto puedan cosechar los frutos del esfuerzo que han hecho; les deseamos que siempre puedan mantener esa ejemplar unión, y que cada día sea más fraternal y más estrecha; les deseamos el mayor éxito como escritores, como artistas, es decir, como creadores, pero sobre todo, como semillas de la patria de mañana (APLAUSOS).

(Del discurso pronunciado por el Comandante en Jefe, en la Clausura del Primer Congreso de Escritores y Artistas, efectuada en el Teatro “Chaplin”, el 22 de agosto de 1961)

Ser optimista es bueno para la salud #FelizAñoNuevo #Cuba

Cambiar de actitud ante los problemas que se van presentando es una buena estrategia. Así que no dejes que los problemas cotidianos consuman tu energía del día, recuerda que conservar una actitud optimista puede ser una gran herramienta para enfrentar los obstáculos que te puedan aparecer en el trabajo, la escuela, la casa, la calle …; en fin, en cualquier lugar, y así ayudar a que tus niveles de estrés bajen.

En esta vida existen gente negativa y gente positiva. Las dos clases de personas, aparentemente, son semejantes en todo, tienen familia, trabajo, escuela, vida social, etc., quizá unos tengan mas y otros menos, pero lo que más los distingue es su manera de ver la vida y las circunstancias que la rodean.

El rumbo que puede tomar cada situación cotidiana, dependerá totalmente de nuestras decisiones, y una de ellas es, definitivamente, la actitud que tomemos ante las dificultades.

José Martí escribió: El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan mas que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz. Con esta frase le ejemplifico que todo depende de nuestra forma de ver las cosas, de las decisiones que tomemos, y definitivamente, la actitud que asumamos.

Se trata de un ejercicio diario, es decir, como todas las virtudes, hay que ponerlas en práctica y repetirlas constantemente para que se afiancen y se conviertan en parte de la persona.

Ver el lado bueno de cualquier situación ayuda a mantener la salud física y espiritual, evita caer en depresión y auxilia a mantener el equilibrio emocional en quien lo ejerce. Por supuesto, habrá ocasiones en que parecerá imposible mantenerse optimista, pero hay que hacer el esfuerzo por encontrar el lado positivo a todos los eventos.

Se puede sacar un sentido incluso del sufrimiento”. Todo lo que nos ocurre, bueno o malo, tiene una razón de ser. Seguro a todos nos ha pasado que en el instante en que sucede determinada situación, no caemos en cuenta de que está pasando por algo; es a la larga, viendo en retrospectiva, que comenzamos a entender para qué suceden las cosas. Por eso, insisto, actuemos como dice el refrán, “al mal tiempo, buena cara”, teniendo la certeza de que, todo lo que acontece en nuestra existencia, tiene un propósito.

Es por eso que te ofrecemos algunas recomendaciones, para que logres mantenerte enfocado en una actitud positiva:

  • Organizar tus actividades por días y horarios, esto te permitirá dedicarle el tiempo adecuado a cada tarea sin que te estés abrumado todos los días con tus pendientes.
  • Cada vez que te surja un imprevisto, debes preguntarte de qué manera le puedes sacar provecho a las circunstancias.
  • Cuando no estés de acuerdo con alguien, toma sólo lo que te sirva de lo que dice, desecha lo demás y no te centres en lo negativo.
  • Date tiempo para concentrarte en cada tarea, no intentes hacer todo al mismo tiempo.
  • Desde que te despiertas en las mañanas, piensa en que va a ser un buen día y recuerda las cosas buenas que tienes en tu vida.
  • No vivas en el pasado, ni en el futuro, lo único que está en tus manos es el presente.
  • Cuando te enfrentes a un problema cotidiano enfócate en cómo lo puedes resolver y después OLVÍDALO, sigue con tu día sin estar pensando en lo malo que te pasó.
  • Si tienes un problema fuerte, recuerda que estar pensando todo el día en él, no te servirá de nada; concéntrate en lo que estás haciendo en el momento, así podrás ser mucho más productivo.
  • Van a existir muchas circunstancias que no dependan de ti, debes aprender a detectarlas y pensar en lo que puedes aprender de ellas sin cambiarlas.

También cosas tan sencillas como: escuchar música alegre que sea de tu agrado, hacer ejercicio, comer saludablemente y dormir 8 horas al día, pueden ser factores que aumenten tu capacidad de mantenerte optimista durante el día.

En resumen, los obstáculos y problemas son parte inherente de la existencia humana, pero afrontarlos de la mejor manera posible y aprender de ellos está en tus manos.

Recuerda que para poder disfrutar de la satisfacción y la plenitud, que son metas y partes esenciales en nuestro paso por este mundo, el optimismo, así como la valoración de las cosas más simples y pequeñas, son parte clave dentro de la ecuación que llamamos vida.