Tag: economía cubana

Pensando como país

tomado del blog Segunda Cita

Por Rolando López del Amo
Uno de los mayores gastos en las importaciones cubanas es el combustible. El gobierno cubano, acertadamente, busca el desarrollo de otras fuentes renovables de energía: solar, eólica, hidráulica. También la biomasa, con el empleo como combustible del bagazo de la caña de azúcar y el marabú y se promueven los biodigestores para la obtención de gas.

El uso de la tracción animal para el laboreo de la tierra y el transporte es otra opción que se promueve. Sin embargo, olvidamos un medio muy utilizado durante la década de los noventa, que es también muy utilizado en Europa en países muy desarrollados, como Holanda. Me refiero a la bicicleta. En pueblos y ciudades pequeñas la bicicleta es sumamente práctica como transporte personal y como transporte de cargas no muy pesadas. Creo que su venta debe estimularse por todos los medios posibles con precios asequibles al cubano medio.

Las motos eléctricas también parecen ser una buena solución para ciudades grandes, como La Habana. Y el resto del transporte eléctrico, Además, no contamina la ciudad. El equipamiento automotor que circula por nuestras calles está, por regla general, muy envejecido y es alto consumidor de combustible. Y es muy contaminante. NO SÉ SI LOS MOTORES QUE FUNCIONAN CON ETANOL SON MÁS EFICIENTES O NO Y CUÁNTO CONTAMINAN. Nunca escuché una explicación convincente para que no produjéramos etanol en grandes cantidades cuando disponíamos de 160 fábricas de azúcar y otros derivados importantísimos, desde los alcoholes, tableros de bagazo, papel gaceta, alimento animal. Felizmente, parece existir una nueva política gubernamental encaminada hacia la recuperación cañera.

Pero regresando a los medios de transporte, ¿no sería altamente beneficioso proceder a la renovación del transporte público y privado más allá de los autobuses Yutong y las gacelas rusas? Con autos que hacen 20 kilómetros por litro de gasolina, ahorraríamos la mitad del combustible actual. Y los carros viejos se utilizarían como chatarra para nuestra industria o para exportar. Hoy, en la calle, un Lada viejo se vende por 30,000 CUC o más, al igual que los almendrones. Tal vez una de las ofertas que podrían completar las más recientes medidas sobre el comercio de piezas de repuesto y equipos eléctrodomésticos podría ser la venta, a personas naturales propietarias de vehículos viejos, autos nuevos de bajo consumo a precio normal con la condición de entregar el vehículo viejo. ESO ES LO QUE GANARÍA el Estado en lugar de impuesto en metálico.

Lamentablemente seguimos aplicando el 10%% de gravamen al cambio de dólares físicos en las CADECAS, lo que hace que la gente los cambie con particulares  que no lo gravan así. Se pierde el banco ese dinero.

El gobierno ha manifestado preocupación con los especuladores que quiran acaparar para revender. Esto me recuerda lo que el padre de la exitosa reforma económica china, seguida después por VIETNAM, decía en los años 80 del siglo pasado: estabilizar el mercado es asunto primordial. Supongamos que un especulador quiere aprovecharse de nuestras nuevas medidas y compra cien motos eléctricas.  Si al día siguiente la tienda dispone de otras cien y así día tras día, de modo que la mercancía no se agote, el especulador se auto liquida. La clave está en mantener la oferta. EL MERCADO SIGUE SIENDO VÁLIDO EN EL SOCIALISMO, SÓLO QUE MEJORADO CON LA JUSTICIA SOCIAL.

El reajuste de horarios de trabajo   y demás medidas evidencia la potencial reserva existente. Todo empleado de ministerios  sabe que las 8 horas oficiales de trabajo se reducen a 5 en la práctica debido a la girovagancia y el palique ambulatorio como calificó el Canciller Raúl Roa García a este mal oficinesco. Las bodegas de barrió resolverían  su cometido con un horario corrido más breve en lugar de los dos turnos actuales.

De lo que se trata es de hacer las cosas bien con el mayor ahorro posible con la seguridad de que si todos hacemos lo mejor, todos tendremos lo mejor. 

Cuba: El aumento salarial todos contentos menos los Melchoras

Tomado del blog PostCuba

Por: Marco Velázquez Cristo.

El anuncio del aumento salarial para el sector presupuestado ha disparado la creatividad de determinados personajes que, al quedarse sin argumentos para poder criticar la medida, teorizan mejor fantasean sobre las posibles implicaciones de la misma.

No me voy a adentrar  en los detalles técnicos del tema que ya es objeto de análisis y debates en las redes sociales, sino en la conducta de los “inconformes de siempre” de esos que, varita mágica en mano y bola de cristal delante, ajustan, deforman o manipulan la realidad a su antojo para presentar “salvadoras soluciones” para los problemas de nuestro país.

Cuando no estaban creadas las condiciones para  implementar una medida de ese alcance e impacto en la sociedad y la economía cubana, abogaban por su aplicación. Cualquier argumento que se les presentara no lo consideraban valido, para ellos era el ahora o nunca sin importar las posibles implicaciones.

Paradójicamente ahora les “preocupan” las que consideran potenciales consecuencias negativas que pudiera tener la decisión de aumentar los salarios al sector presupuestado sobre la situación del país, algo que revela la hipocresía, la falta de seriedad y el grado de irracionalidad que encerraban y encierran sus propuestas.

Lo cierto es que, las vinculadas al tema salarial como otras que lanzaban al espacio mediático, carecían del respaldo de los resultados de estudios serios, ejecutados con información confiable y por lo tanto estaban planteadas sobre bases subjetivas y especulativas, amén de la mala intencionalidad que escondían las medidas complementarias que sugerían para apuntalarlas.

En sus análisis obvian intencionalmente que, Cuba es un país socialistas donde los principales actores con capacidad de influencia en la vida económica del país están en manos del Estado por lo tanto este tiene su control (que está ejerciendo con rigor) y puede determinar su comportamiento.

Son unos Rupertos que, como el popular personaje humorístico de la TV cubana tienen un andar trastabillante y pretenden vivir del cuento interneniano. Vaya que se comportan como Melchoras que de todas formas lloran.

Es evidente que la dirección del país no está improvisando; las intervenciones del Presidente, ministros y otros funcionarios del Estado demuestran que, la mencionada decisión  se ha tomado luego de  haberse valorado a profundidad todos los factores que pudieran incidir en el comportamiento posterior de la economía y definida la estrategia para su control. Pudiéramos decir que se ha actuado  siguiendo una de las tantas enseñanzas de Fidel de que, las cosas deben hacerse cuando hay que hacerlas nunca antes ni después del momento exacto.

Por eso cuando veo: El empeño de la dirección del país por encontrar fórmulas realistas para solucionar los problemas que afectan a la nación, a nuestros campesinos y obreros luchar por aumentar sus producciones a pesar de los obstáculos y limitaciones que enfrentan, a mi pueblo que, ni se amedrenta, ni se arrodilla ante el imperio que pretende rendirlo por hambre mediante un cruel bloqueo;  y lo contrasto con la conducta de los que, desde posiciones que intentan disfrazar de revolucionarias tratan de sembrar el desaliento, la desconfianza y la incertidumbre siento que con esos no puedo entenderme.

Comprendo que para poder enfrentar la hostilidad del norte revuelto y brutal que nos desprecia es cardinal la unidad. La unidad tal y como la concebía Martí,  no a partir de una subordinación del pensamiento sino como una búsqueda de aquellos elementos que nos unen, que nos pueden llevar a un proyecto común. La que Fidel construyó de acuerdo con esa concepción martiana de la misma y que nosotros tenemos la obligación de mantener y fortalecer.

Entonces  en consonancia con ese precepto bienvenida la unidad con los que no pugnan por reinstaurar el capitalismo en nuestra nación, con los honestos que con matices conciben como viable y justo el rumbo socialista de Cuba, con nuestros emigrados dignos y patriotas que quieren el bien común y lo mejor para la patria; pero con seudorevolucionarios no, porque no piensan como país, sino que  piensan como el país de enfrente y eso hace que no tengamos ningún proyecto común.

A los que consideren que esta posición puede ser sectaria y fomenta la desunión, vale recordarles que hasta en la biblia se rechaza la falsa unidad, una cita, “…¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?…”, Apóstol Pablo (2 Cor. 6:14-18)

Para luchar contra los demonios, no queda más remedio que ser otro demonio

tomado de Segunda Cita

Por Esteban Morales
Los demonios no creen en cruces, oraciones, lamentos ni lágrimas.
Yo alerto en un artículo mío publicado por IPS internacional hace unos días. Que a pesar de que nadie está de acuerdo, ni Europa, ni todos los aliados de Estados Unidos, en la aplicación del título III de la Helms-Burton; ni en todas las medidas que ahora han comenzado a ponerse en práctica, ya todos se preparan para contrarrestar la escalada que está ejecutando Trump. 
¿De dónde vienen esas medidas de Trump?
No queda más remedio que entender que la razón de que ellos crean que ahora tienen una oportunidad de triunfar con esa política que siguen contra nuestro país, se la hemos dado nosotros mismos. Desde la declaración del Cro.  Raul en la reciente Asamblea Nacional, de que en los meses que vienen la situación económica se pondrá difícil para Cuba. Hasta de que nuestro PIB del 2019 será si acaso como el del 2019. Dicho por nuestro ministro Gil; y también que a lo más que podemos aspirar es a no decrecer. Sin poder dar plazos de hasta cuando durará esa situación. No podemos demeritar la posibilidad, de que también hayan llegado a sus oídos las múltiples críticas que internamente se escuchan sobre la necesidad de variar el rumbo de la política económica. El cúmulo de críticas que se hicieron en el proceso de debate de nuestra constitución. Y en general, las opiniones de nuestra población sobre situaciones de larga data que no se solucionan, como la insuficiencia de los salarios, los precios que no dejan de aumentar, la falta de algunas medicinas, etc.  
Las escaseces y las medidas “nerviosas” que se adoptan ahora con la distribución de los productos de consumo de primera necesidad, etc. Los múltiples accidentes que hemos tenido a partir del avión rentado que se cayó, el tornado que nos afectó y otros accidentes de tránsito, así como la agudeza adoptada por la corrupción. Que se expresa claramente en los desfalcos recientemente anunciados y el robo de la gasolina que no se soluciona aún. Que alimentan preocupaciones y daños no resueltos. Lo que da una imagen de dificultades que no se solucionan. Y que ponen de manifiesto una realidad interna que se nos complica.
Desde los años 90 en que construí un “modelo para el análisis de la  confrontación Cuba-Estados Unidos”, dije que la variable determinante de ese Modelo, es la “Dinámica Interna de la sociedad cubana” y dentro de ella, de manera especialmente determinante, como se comporta nuestra economía. Por tanto, si creemos otra cosa, estamos equivocados. Ahora se justifica que Trump crea que este es el momento propicio para hacernos daño. Además, porque el pensamiento dominante en nuestro pueblo, y su estado de ánimo, también dominante, es que nos acercamos a un nuevo Periodo Especial. Eso lo decimos nosotros y ellos lo escuchan y adoptan como una señal de que este es el momento propicio para irnos con todo encima, con todo lo que puedan utilizar. Fíjense la escalada de medidas contra nosotros; esas medidas no son aisladas. Continuarán incrementándose, hasta que quienes la aplican logren ver sus efectos.
Estamos cogidos en una trampa. No nos queda más remedio que informar y alertar al pueblo de las dificultades, que ya están o se aproximan aún más. Mientras que, al mismo tiempo, esos anuncios sirven para que nuestros enemigos se afilen los dientes. Y consideren que no hay mejor momento para estrechar el cerco sobre nosotros, que este de ahora.
¿Qué podemos hacer nosotros? Creo que todo lo que muchos hemos estado diciendo, por largo tiempo ya, y que no acabamos de hacer, o de lo contrario, puede ocurrir lo imprevisiblemente negativo.
Luego entonces, ya no valen preocupaciones ideológicas, ni miedos, ni preocupaciones de hacia dónde nos pueden llevar las medidas a adoptar. Ya se trata de que o enrumbamos el camino de la recuperación económica, o tal vez otros vengan a hacerlo por nosotros y no precisamente para beneficio de nuestro pueblo.
El tiempo ya se acabó. Anduvimos muy lentos y hemos esperado demasiado. Ahora lo más que podemos hacer es tomar la guía de cambios que tenemos elaborada y comenzar a aplicarla de verdad. Con el acicate de que o sobrepasamos exitosamente la coyuntura en que nos encontramos, o no vamos a sobrevivir para contar la historia. 
Junio 4 del 2019.

¿Clase burgesa en Cuba?

Por Camilo Rodríguez Noriega

Tomado del Blog Cuba Economía

¿Clase burguesa en Cuba?: comentario a propósito del post ¿Capitalismo en el socialismo? ¿Regresa la explotación?

Por: Camilo Rodríguez Noriega.(Dr.C Filosóficas y profesor titular de la Escuela Sperior del Partido Ñico López)

De un “módulo” temático, publicados por el profesor y bloguero Dr. Carlos García Valdés y que sugiero leer, me he atrevido a aislar, relativamente, el referido en el título de este trabajo, donde el autor afirma:

“La plusvalía del empresario nacional privado no es una ley económica, es simplemente una forma del plus valor que producen sus empleados que a la vez son propietarios asociados de los medios fundamentales de producción y en consecuencia reciben lo que le corresponde de la realización de la propiedad socialista de todo el pueblo. No son explotados, son doblemente beneficiados: por su trabajo en una entidad privada y por la propiedad estatal socialista y los beneficios de una sociedad que es regida por leyes económicas y jurídicas que nada tienen que ver con las del capitalismo. En consecuencia ni los propietarios son capitalistas, ni lo empleados son explotados. Es una realidad compleja pero hay que analizarla, precisamente desde la complejidad y la dialéctica” .

Su invitación al análisis anima la reflexión que continúa. No es que se apunten aquí cuestiones que en el post de referencia no se lean o entrevean. En todo caso, lo que se comenta agradece tanto las respuestas que el mismo ofrece como las preguntas que estimula. Con más precisión: el post ha sido una motivación, a partir del respeto que profeso a su autor, para ordenar unos puntos de vistas al respecto, cargados de incertidumbre en relación a una conclusión sobre el tema.
El asunto referido a la producción de plusvalía dentro de las fronteras nacionales tampoco es ya novedoso en Cuba, ni como realidad ni como reflexión: las empresas mixtas lo plantearon desde sus inicios. Pero sus características y la objetiva compartimentación relativa de su realidad e influjo en relación al resto de la sociedad le otorgaron otro matiz y diferente significado a sus condicionamientos y efectos nacionales. Eso explica, entre otras razones, por qué desde ese momento no surgió la pregunta acerca de la formación de una clase burguesa nacional.

Por empresarios privados nacionales estoy entendiendo a los propietarios privados de medios de producción tales que superan la capacidad de su fuerza de trabajo para emplearlos productivamente y tienen que recurrir a la contratación de mano de obra ajena.

Considero que son explotadores si tales dueños, después de saldar sus deudas con el fisco, se apropian gratuitamente cuando menos del fruto del trabajo adicional de los trabajadores que emplean. Téngase en cuenta que la responsabilidad económica social que corre a cuenta de sus ingresos se sintetiza esencialmente en el binomio pago de salarios (¿siempre por el trabajo necesario?) (1) y tributos.

Pueden ser esos empresarios “el dueño de siete almendrones”, “el propietario de un par de hostales con una veintena de habitaciones”, el de “la paladar mejor establecida” o el de “una cadena de distribución de pizzas con una decena de motos”.(2) Si tales empresarios privados nacionales no producen plusvalía ¿cuál es la base económica de su acumulación empresarial? Otra cosa es que la producción de plusvalía no sea la base económica de producción y reproducción del tipo de sociedad que existe en Cuba hoy.

Por tanto, mi presupuesto de partida es el de que la producción de plusvalía por el empresario nacional privado no es una ley económica que rige objetivamente a nivel societal en Cuba, pero lo es a nivel de cada uno de sus procesos específicos de producción (aunque ni práctica, ni teóricamente agoten el proceso social de producción de plusvalía). Por demás, ¿estaremos ausente de cierta expresión suya en las posibles y reales relaciones económicas, legales o no, entre esos empresarios a través de la re-distribución de ganancias y la posible conformación de una tasa media a nivel sectorial al menos? La situación de este proceso, si es sensato planteárselo, parece importante considerarla en la reproducción de este tipo de relaciones económicas y de todos los actores principales asociados.

De cualquier manera, el estado actual de cosas, aún cuando no sea más que por su novedad y posible repercusión entre nosotros, invita a indagar. Otra cuestión son las fuentes disponibles para esa indagación, cuya limitación sirve para escamotear una información que debiéramos tener en tiempo oportuno. Si algún mensaje político nos recalca Lenin en su obra “Una gran iniciativa” (aquella de donde hemos tomado lo que identificamos como su definición de clases sociales) es la importancia de atender al brote de “lo nuevo” (categoría que, por cierto, no tiene fundamentos ideológicos, como a veces parece, sino ontológicos).

¿Por qué debemos estar atentos en Cuba hoy a los brotes de una clase burguesa?

¿Por qué debemos estar atentos en Cuba hoy a los brotes de una clase burguesa? Porque necesitamos que, aun cuando surja, no se produzca en su plenitud capitalista. Por tanto, tenemos que lograr desde temprano que, sin poder dejar de ser lo que es, se integre orgánicamente, hasta dónde eso sea posible, a nuestra transición socialista. Por eso me parece bien pensar sobre este asunto comenzado por la cuestión de la producción de plusvalía en esas empresas privadas cubanas.

En el contexto nacional las consecuencias de este proceso específico de producción de plusvalía se realizan apocadamente a nivel social dado los conocidos “amortiguadores socialistas” existentes. Parece claro que las desconexiones sociales que sufre dicho proceso a causa de aquellos “amortiguadores socialistas” dificultan la conexión orgánica societal de las relaciones económicas propias de estos espacios empresariales como para que se deslinden socialmente de modo epidérmico y sea posible calar su alcance real. Situación esta que lejos de ser una dispensa para subestimarlas nos conmina a despertar como sensibilidad epistémica esa relación de tránsito entre lo que ahora es y lo que está siendo, de lo cual solo sabremos explícitamente después.

En mi criterio, de lo que se trata es de indagar y develar cómo en una sociedad como la cubana se metaforsea socialmente el proceso empresarial privado de producción de plusvalía y cómo pesa tal metamorfosis en la acumulación o des-acumulación social socialista, planteada en un sentido integral y no solo económico. Y cuánto va ello o no de la mano de la conformación de nuevas relaciones de clases.

Pero cualquiera que sea la metamorfosis, en el contexto cubano actual aquellas relaciones económicas se cuelan en el tejido social con tal fuerza contaminante (precisamente por ser Cuba) que se trasladan también, de algún modo, (por ocurrir en y desde cualquier barrio de vecinos en un contexto de justicia social para todos) a la calidad de las relaciones sociales dominantes a través de las subjetividades y comportamientos que estimulan.

No puede pasar inadvertida la larga distancia económica ¿y social? entre el dueño de siete almendrones y el trabajador que requiere recurrir todos los días, sin alternativas recurrentes, al transporte público; entre el titular de la paladar mejor establecida y la familia que puede hacer ahorros para ir allí un vez al año a celebrar un aniversario significativo; entre el propietario de un par de hostales con una veintena de habitaciones y el trabajador que tiene o aspira a un modesto apartamento; entre el dueño de una cadena de distribución de pizzas con una decena de motos y aquel ciudadano que no renuncia al pan de la bodega. Eso, en Cuba, es un dato de realidad altamente sensible. Son brechas de inequidad no socialista.

Al respecto no es ocioso constatar empíricamente que los cambios en la percepción corriente de movilidad social ascendente en una parte de la población cubana parecen estar creando la representación de que el resultado positivo del proceso de actualización pasa por el arribo a una especie de clase media (¿burguesa?) con la que se llega a identificar el sentido (¿burgués?) de prosperidad, cuya abrupta irrupción en nuestro discurso político se acompañó de una pobre construcción ideológica socialista previa y de un apócrifo sabor de novedad práctica que echaba descuidadamente por tierra, aún como contrasentido, más de 50 años de su propia creación nacional a nivel popular masivo.

Por otra parte, la “apropiación gananciosa” por esos empresarios de las bondades de nuestra justicia social produce cierto efecto desgastante en el sentido socialista, en tanto aquellas les liberan de presiones directas de sus trabajadores, los que, aun siendo explotados o discriminados, pueden sentirse felices. Se crea la apariencia de que el bienestar viene del lado privado cuando en realidad el mismo parasita relativamente en las generosidades del otro – el socialista ahora posible- cuya ausencia en otras realidades sociales se transfiere como peso de necesidades que presionan sobre los empresarios privados, pues es el salario que pagan a los trabajadores que emplean la fuente única para saldarlas en los que les sea posible. Si esto es así ¿no estarán también las seguridades socialistas tributando al proceso de acumulación de esos empresarios privados? Incluyo en mi respuesta afirmativa a esta pregunta los iguales beneficios socialistas que ellos mismos reciben, incluida la estabilidad social.

Como decía Fidel, en la idea que cita García Valdés, frente a la introducción de estos elementos de capitalismo lo decisivo es cuidar el poder. Pero si esos empresarios emplean formas encubiertas (pero públicas) de explotación y discriminación asociadas a la propiedad privada ¿no se está dañando el poder del pueblo? ¿Cómo se traduce o traducirá en términos de poder político la creciente acumulación del empresariado privado en Cuba?

Las respuestas a estas preguntas, entre otras muchas posibles, parecen parte importante en el análisis acerca de la posible constitución de una clase burguesa en Cuba hoy (también acerca de la posible constitución de un nuevo sector social de la clase obrera cubana). En todo caso, lo que ocurre es propio de la naturaleza de la transición socialista al tiempo que esta debe poner su impronta. ¿Será, o deberá ser, una burguesía “capitalista”, en el entendido habitual de su naturaleza íntegra? (¿será, o deberá ser, una clase obrera al estilo capitalista tercermundista?). Las bases de reproducción de esa posible clase en formación no son netamente capitalistas; múltiples son sus condicionamientos con origen en las ventajas socialistas. Se trata pues de una posible burguesía cubana, donde la carga semántica del gentilicio trasciende la alusión a una pertenencia nacional y lo de burguesía ¿sería correcto? Pero no es solo, ni en esencia, una discusión de términos, pero también estos son importantes.

¿Deberá dejarse la respuesta sobre la formación o no de esta clase social al curso objetivo y espontáneo de los procesos para enterarnos después? ¿No debiera construirse el “nuevo pacto social” más allá de lo que lo hacen y harán las leyes y ciertos mecanismos económicos? ¿Es este o no un asunto público que compete a la conciencia nacional?

Claro que ser rico no es igual a ser burgueses. Tampoco la inorganicidad burguesa de los nuevos ricos significa que la búsqueda de organicidad como clase no esté en marcha, con más o menos intención colocada en el asunto. La estructuración de una clase excede el ámbito particular de las relaciones de propiedad y, en general, el económico.

¿Acaso no se va conformando una esfera superestructural que la nutre, aunque no sea dominante, en nuestra sociedad? ¿Es que entre tales empresarios no se va creando fácticamente cierto “pacto social” aun cuando no se auto-visibilicen explícitamente como una nueva clase social? (¿es que ya no empiezan a hacerlo?). Al respecto debe ser estimada hasta esa suerte de “solidaridad” que crece entre tales empresarios (más que competencia hasta ahora) como expresión de conciencia de compartir una práctica diferente y novedosa en nuestro contexto.

¿Es que el modo de vida pequeño-burgués no va anidando en ciertos lares, incluso desde el manto de lo legal o semi-legal y al amparo de la política económica dominante? ¿No vemos surgir, abriendo trinchera en terreno popular, una identidad que va limándose en los nuevos patrones de interacción social que acompañan nuevas prácticas de poder, saber, deseos y discursos? Sería bueno revisar componentes de la vida cotidiana como vida familiar y empleo de tiempo libre, más allá del trabajo en ese empresariado privado nacional.

De cualquier modo, la discusión pasa ahora por la realidad de la conformación o no de una clase burguesa (importando, por cierto, su magnitud en términos de concentración de propiedad y riquezas: ¿pequeña?, ¿mediana?, ya que grande parece estar descartada), lo que de por sí no es un hecho menor en nuestro contexto. Y no lo es no precisamente porque no encaje con una determinada noción de lo que debe ser el socialismo, si no por lo que la desregulación posible del estado de cosas puede desencajar objetivamente el socialismo ahora posible. Pero lo esencial del asunto es ¿cómo hacer que eso ocurra, si es necesario, sin menoscabo del poder del pueblo en Cuba?

Subrayo, y coloco como premisa primaria del análisis, ese “si es necesario” en relación a la existencia o no de una clase burguesa, porque es de lo que debemos estar suficientemente seguros para proyectar cualquier examen que sobrepase la resbaladiza apoyatura emocional de lo deseado y lo indeseado. Por eso considero muy útil aquella confesión con que Engels comienza su artículo Clases sociales: las necesarias y las superfluas: “Muchas veces me he preguntado en qué medida son útiles, o incluso necesarias, las diferentes clases de la sociedad…”. (4)

Su lectura nos invita a plantearnos la problemática de la función económica necesaria o no de cada clase, real o posible. En nuestro caso convendría también valorar, sin voluntarismo alguno, la función social y política de cada componente de la diversidad socio-clasista. Una incorrecta apropiación de esta cuestión en su totalidad puede ser muy riesgosa en Cuba hoy. De ahí la legitimidad de la pregunta: ¿es necesaria o superflua la formación de una clase burguesa en Cuba hoy? En el fondo está la cuestión de la objetividad histórica o no del argumento que es menester sopesar.

A veces este tema adquiere el tono de si es o no “querido” el advenimiento de esa clase, viniendo de otros presupuestos que participan de cierta disputa: ¿debemos, porque nos es posible, restringir al punto máximo el paso a formas privadas o hemos de mudar rápidamente hacia ese tipo todo lo que ahora sintamos ineficiente? A propósito, la adjudicación del carácter eficiente o no a cada tipo de propiedad, que es uno de los argumentos mundanos casi apriorísticos que circulan en la discusión corriente de la cuestión, no debiera omitir por ingenuidad, ni por maldad, la variable “responsabilidad económica social diferenciada entre empresa privada y empresa estatal socialista”, como bien lo hace notar el doctor Carlos García. Asimismo, la diseminación de actores económicos que surge asociada al proceso posible de estructuración de esa clase burguesa debe ser también objeto de profundo examen, incluso desde y para la función preventiva de la normativa política y jurídica.

En todo caso, si la diversidad estructural es consustancial a la actualidad de la transición socialista cubana, parece ser que eficiencia económica socialista, legalidad flexible -controlada y respetada- para viabilizar la necesidad histórica, formación ideo-cultural de subjetividades anticapitalistas, aseguramiento de reproducción del acumulado socialista existente en el desarrollo de las nuevas identidades socio-clasistas y la re-forja conceptual y práctica de una plataforma axiológica de valores humanistas compartidos deben ser, entre otros, antídotos esenciales en los que hemos de empeñarnos con conciencia clara del momento actual. Pero solo podrá fructificar si somos consecuente con aquella idea fundante de Fidel: “…todo lo que la Revolución realice, tiene que ser realidad primero en la conciencia del pueblo. Eso es lo verdaderamente democrático, ya que esta es una Revolución de mayorías, y por eso es una revolución democrática… “.(5) La alianza estratégica entre política, ciencia y conciencia popular es sustancial.

Estamos por tanto frente a un asunto académico y político, pero la matriz es política, porque la cuestión económica es también una cuestión política de suma actualidad. Claro que la variable mediadora es el problema del poder político, porque como bien recuerda el Dr. Carlos Valdés citando a Fidel: “… ¿Quién tiene el poder? Esa es la clave… ” .(6) Nadie crea que escondemos esta verdad, ni que nos sonroja reconocerla. Ese el leitmotiv de nuestra lucha. De él depende lo demás. Solo que debemos entender cada vez mejor ¿qué es tener el poder?

Notas:
(1) A propósito ¿cómo se calcula en Cuba el trabajo necesario en estas empresas?
(2) Me aprovecho de referencias que aparecen en el trabajo de Ariel Terrero: La riqueza pendiente. (3) En: Economía con Tinta. Suplemento del periódico Granma, 30 de junio de 2017; p. 2
(4) Ver artículo en: Revista Marx Ahora no.40/2015; pp. 162-165. Palabras citadas en p.162.
(5) Castro Fidel. Discurso pronunciado en la Universidad de La Habana, el 27 de noviembre de 1959.
(6) Fidel Castro. Discurso pronunciado el 15 de enero de 1960.