Tag: Poesía

Gente que no se rinde

tomado del blog: Un pedacito de Mar

Yo tengo un amigo (de nítida fe) que vive enamorado del amor. Cada vez que empieza una relación “ella es…” y vive, como Ted, enamorándose cada 5 minutos.

Mi amigo, que conste, es un tipo espectacular. De esos que leen poesía y hacen grandes gestos románticos… lindo también (bonus). Sin embargo, a mi lo que me impresiona es su capacidad de creer aún en el amor. Ese amor eterno que te vende Hollywood con columpios en portales y dos viejitos mirando el atarceder. Él todavía cree y busca… y si no le sale, busca de nuevo. Siempre con la misma fucking esperanza, con la misma ilusión.

Yo lo admiro. Yo, que he dicho te amo sin sentirlo demasiado y me he enamorado realmente pocas veces, envidio su esperanza. No con la envidia esa que necesita que el otro fracase, mi envidia es del tipo que quiere que el otro triunfe y así de paso, aprende a triunfar por una misma.

Nada, eso… que quería dejarles saber que aún hay gente espectacular regada en este mundo.

Roque Dalton: la inexplicable muerte de un poeta

Tomado del blog: Cuba La Isla Infinita

Quizás por la intensa agenda que tenía mientras cubría como corresponsal en las elecciones presidenciales en El Salvador, en 2013, no reparé demasiado en un detalle que ahora martilla mis recuerdos.
En más de una oportunidad coincidí en algún lugar con los presuntos asesinos del bardo y revolucionario salvadoreño Roque Dalton, que este 10 de mayo cumple 45 años de ser asesinado por sus propios compañeros de guerrilla.
Es inexplicable la muerte de un poeta, y mucho más cuando el bardo asesinado tenía la talla humana de Roque Dalton. Mientras, sus verdugos siguen campantes, deambulando las calles de San Salvador o de Londres, con la conciencia manchada por uno de los más execrables crímenes cometidos en la era moderna.
Quedan demasiadas incógnitas por despejar alrededor de la muerte del autor de El turno del ofendido (1962), Taberna y otros lugares (1969) y Las historias prohibidas del pulgarcito (1974), entre una larga lista de títulos que hoy iluminan la literatura salvadoreña y latinoamericana.
Sus hipotéticas discrepancias ideológicas con la comandancia del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) nunca fueron buenas razones para arrancarle la vida, sin siquiera dejar rastro de sus huesos, y por eso se inventaron razones para justificar el crimen.

Acusar a Dalton de ser agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) tenía tanto de risible, como de abominable. El poeta-guerrillero tenía bien definido su compromiso con las causas más justas de Latinoamérica, había conocido y amado la Revolución cubana, y había forjado su conciencia política en el epicentro revolucionario de los sueños de una nueva sociedad más justa y equitativa.

Juan José y Jorge, los hijos del poeta, no han cejado en el empeño de buscar justicia y limpiar la memoria de su padre. Ellos apuntan con su dedo índice, resueltamente, contra los excomandantes guerrilleros del ERP Jorge Meléndez y Joaquín Villalobos, a pesar de los incomprensibles esfuerzos del poder judicial salvadoreño por sobreseer la causa “por considerar que el crimen había prescrito según las leyes locales”.
Apenas faltaban cuatro días para que el autor de “Pobrecito poeta que era yo…”, cumpliera 40 años, cuando sus compañeros de guerrilla le arrancaron la vida impunemente, sin recordar, como decía un poeta cubano que conoció a Roque, que «es bellísima la muerte de un poeta/ porque la muerte es una celada del amor terrestre».

ALTA HORA DE LA NOCHE    Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre porque se detendrá la muerte y el reposo.
Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos, sería el tenue faro buscado por mi niebla.
Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas. Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.
No dejes que tus labios hallen mis once letras. Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.
No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto desde la oscura tierra vendría por tu voz.
No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre, cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.
Roque Dalton (1935-1975)

La gaviota

tomado del blog Segunda Cita

Silvio Rodríguez

Corrían los días de fines de guerra,
había un soldado regresando intacto;
intacto del frío mortal de la tierra,
intacto de flores de horror en su cuarto. Elevó los ojos, respiró profundo,
la palabra cielo se hizo en su boca
y, como si no hubiera más en el mundo,
por el firmamento pasó una gaviota. Gaviota, gaviota, vals del equilibrio,
cadencia increíble, llamada en el hombro;
gaviota, gaviota, blancura de lirio,
aire y bailarina, gaviota de asombro. ¿A dónde te marchas, canción de la brisa,
tan rápida, tan detenida?
Disparo en la sien y metralla en la risa.
Gaviota que pasa y se lleva la vida. Corrían los días de fines de guerra,
pasó una gaviota volando, volando
lento, como un tiempo de amor que se cierra,
imperio de ala, de cielo y de cuándo. Gaviota, gaviota, vals del equilibrio,
cadencia increíble, llamada en el hombro;
gaviota, gaviota, blancura de lirio,
aire y bailarina, gaviota de asombro. Corrían los días de fines de guerra.
Pasó una gaviota volando.
Y el que anduvo intacto rodó por la tierra
huérfano, desnudo, herido, sangrando. 1976

Poemas de Don Nicolás

tomado del bolg: Turquinauta

Problemas del subdesarrollo
Monsieur Dupont te llama inculto,
porque ignoras cuál era el nieto
preferido de Víctor Hugo.

Herr Müller se ha puesto a gritar,
porque no sabes el día
(exacto) en que murió Bismark.

Tu amigo Mr. Smith,
inglés o yanqui, yo no lo sé,
se subleva cuando escribes shell.
(Parece que ahorras una ele,
y que además pronuncias chel.)

Bueno ¿y qué?
Cuando te toque a ti,
mándales decir cacarajícara,
y que donde está el Aconcagua,
y que quién era Sucre,
y que en qué lugar de este planeta
murió Martí.

La Muralla
Para hacer esta muralla,
tráiganme todas las manos:
Los negros, su manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Ay,
una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte.

—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—Una rosa y un clavel…
—¡Abre la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—El sable del coronel…
—¡Cierra la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—La paloma y el laurel…
—¡Abre la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—El alacrán y el ciempiés…
—¡Cierra la muralla!

Al corazón del amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la yerbabuena,
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor,
abre la muralla…

Alcemos una muralla
juntando todas las manos;
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte…

Martí
¡Ah, no penséis que su voz
es un suspiro! Que tiene
manos de sombra, y que es
su mirada lenta gota
lunar temblando de frío
sobre una rosa.

Su voz
abre la piedra, y sus manos
parten el hierro. Sus ojos
llegan ardiendo a los bosques
nocturnos; los negros bosques.
Tocadle: Veréis que os quema.
Dadle la mano: Veréis
su mano abierta en que cabe
Cuba como un encendido
tomeguín de alas seguras
en la tormenta. Miradlo:
Veréis que su luz os ciega.
Pero seguidlo en la noche:
¡Oh, por qué claros caminos
su luz en la noche os lleva!

Guitarra

A Francisco Guillén

Tendida en la madrugada,
la firme guitarra espera:
Voz de profunda madera
desesperada.

Su clamorosa cintura,
en la que el pueblo suspira,
preñada de son, estira
la carne dura.

Arde la guitarra sola,
mientras la luna se acaba;
arde libre de su esclava
bata de cola.

Dejó al borracho en su coche,
dejó el cabaret sombrío,
donde se muere de frío,
noche tras noche,

y alzó la cabeza fina,
universal y cubana,
sin opio, ni mariguana,
ni cocaína.

¡Venga la guitarra vieja,
nueva otra vez al castigo
con que la espera el amigo,
que no la deja!

Alta siempre, no caída,
traiga su risa y su llanto,
clave las uñas de amianto
sobre la vida.

Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.

El son del querer maduro,
tu son entero;
el del abierto futuro,
tu son entero;
el del pie por sobre el muro,
tu son entero. . .

Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.

Palma Sola
La palma que está en el patio
nació sola;
creció sin que yo la viera,
creció sola;
bajo la luna y el sol,
vive sola.

Con su largo cuerpo fijo,
palma sola;
sola en el patio sellado,
siempre sola,
guardián del atardecer,
sueña sola.

La palma sola soñando,
palma sola,
que va libre por el viento,
libre y sola,
suelta de raíz y tierra,
suelta y sola,
cazadora de las nubes,
palma sola,
palma sola,
palma.

Homenaje a Nicolás Guillén en el 30 aniversario de su desaparición física

La Fundación Nicolás Guillén, adscrita a la UNEAC, ha preparado en La Habana un programa de actividades del 10 al 16 de julio, cuando se cumplen 30 años de la desaparición física del poeta nacional.

El homenaje comenzará el miércoles 10 a las 10 de la mañana en la Alameda de Paula, cuando el Dr. Eusebio Leal, Historiador de La Habana, dejará inaugurada una estatua y una tarja conmemorativa al destacado poeta e intelectual cubano en ese emblemático lugar de la ciudad. Durante la tarde, en la calle de la poesía (frente a la Fragua Martiana), habrá lectura de poemas y venta de libros de la colección “Palma sola”, de Ediciones Sensemayá.

El jueves 11 de julio será el Centro Dulce María Loynaz el encargado del homenaje, en su espacio “Gentes y lugares de La Habana” el presentador Ciro Bianchi tendrá como invitada a Nancy Morejón y se declamarán poemas de Guillén en las interpretaciones de los actores Obelia Blanco y Alden Knight.

En el “Sábado del libro” del 13 de julio, a las 10 de la mañana, el escritor y ensayista Virgilio López Lemus presentará en la Calle de Madera de la Plaza de Armas el libro “SóngoroCosongo” y el lunes 15 a las 9:30am se desarrollará en la UNEAC el coloquio “Cultura y Revolución”, que contará en el panel con los destacados escritores Keith Ellis (de Jamaica), Abel Prieto, Nancy Morejón y Luis Álvarez Álvarez.

A las 2 de la tarde, la galería Villa Manuela de esa institución abrirá la exposición fotográfica “Iba yo por un camino…” y a las 5 pm Abel Prieto presentará el libro de Luis Álvarez titulado “Cuando la luz del mundo crece. Sesquicentenario de la Asamblea de Guáimaro”.

El programa de homenajes al poeta culminará el martes 16 de julio a las 10 de la mañana, con una peregrinación al panteón de las FAR en el cementerio de Colón, donde el Ministro de Cultura Alpidio Alonso tendrá a su cargo las palabras de recordación. A las 4 de la tarde de ese mismo día, la calle de madera de La Habana Vieja acogerá el final del programa para presentar su trascendental poemario “Una paloma de vuelo popular”.