Un liderazgo en construcción

 

La noticia inundó las redes: “Ya no hay Castros en el gobierno”, decían los más reaccionarios; otros preferían mantenerse al margen de los compromisos e intentaban analizar desde una aparente objetividad lo que sucedía. Díaz-Canel se volvió tendencia mundial en Twitter, la red social más política de todas. El mundo mira a Cuba, y esta pequeña Isla, anónima antes de 1959, una vez más se roba los titulares.Pasó, finalmente llegó el tan esperado por muchos, cambio de dirección, que no es más que la continuidad de de la Revolución, del proceso social que defendemos desde 1959. Sin embargo, lo que no dicen los medios de prensa internacionales es que pasó solo porque quisimos los cubanos y no para ceder al chantaje de potencia alguna. Les toca ahora a los hijos de la Revolución continuar la obra de sus padres, que contra viento y marea nos trajeron hasta acá.

Mike Pence, vicepresidente de los Estados Unidos, poco después de reunirse en Lima con la contrarrevolución disfrazada de sociedad civil, declaró que su gobierno no reconocería este proceso eleccionario porque el presidente no había sido electo en un proceso democrático. Más de los mismo. Olvida el mister que Trump no ganó el voto popular y su contrincante le sacó tres millones de votos. Demuestra, una vez más, que el problema no eran “los Castro”, sino un país que hace rato decidió ser dueño de su destino.

Obviamente no reconocen un genuino proceso democrático porque rompe los cánones de la democracia burguesa, no se explican cómo es posible que dos hombres de pueblo, salidos literalmente de la base, puedan llegar a ser el un-dos de este país. Parafraseando a Fidel, no nos imaginemos que en lo adelante todo será más fácil, quizá todo sea más difícil.

Qué retos entraña para la “Isla de la libertad” el hecho histórico que acabamos de presenciar. Asume el poder una generación que por mucho trabajo que tenga en su haber, no cuenta con el peso de la Historia. El liderazgo tendrán que formarlo, como lo han hecho hasta ahora, a base de mucho trabajo y resultados palpables, de contacto con el pueblo que siempre será el mejor de los guías, un elemento imprescindible para mantener el consenso vigente hasta hoy y la unidad en torno al Partido, necesario para enfrentar lo que viene.

Hay muchos desafíos, en materia económica, por ejemplo, a pesar del bloqueo que no es cosa de juego, tendremos que seguir apostando a dinamizar nuestra economía, exterminar la dualidad monetaria y cambiaria, diversificar las producciones internas y mejorar su calidad, consolidar la inversión extranjera como una vía para obtener financiamiento fresco y que permita incrementar la infraestructura obligatoria para soñar con un socialismo próspero y sostenible.

En materia legal reformar la Constitución de la República es, quizá, la tarea más estratégica de la nueva legislatura. Urge actualizarla sin que pierda sus esencias y blindar el proceso revolucionario de quienes hoy apuestan a un sistema diferente como la solución para los problemas de Cuba.

La generación que nos trajo hasta aquí supo preparar a los que vendrían después. Estos tendrán que hacerlo también en condiciones mucho más difíciles, con retos en lo ideológico, mucho más complejos y con el referente histórico de la necesidad de una revolución que transformara el país un poco distante. La historia es demasiado clara como para dejarnos confundir. En garantizar la continuidad sin dejar espacio a quienes pretenden minarnos desde adentro, nos va la vida.

La batalla está planteada, siempre lo ha estado, y persistirá mientras sigamos en el empeño de construir una alternativa, imperfecta pero perfectible, enfrentados a la mayor potencia del mundo actual. A quienes no entiendan aún lo que sucede en Cuba y por qué pasó tan naturalmente, sin imposiciones de nadie y sin ceder en principios, los remito al capítulo 26 del libro Cien Horas con Fidel, él hace más de 12 años nos daba las claves para continuar. No podemos quedar mal con Céspedes, Agramonte, Maceo, Gómez, Martí, Baliño, Mella, Villena, Blas, Lázaro, Marinello, Fidel, Raúl, y cuantos han defendido, aun sin saberlo, la continuidad de este fenómeno mundial llamado Cuba.

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