Una carta de una joven cubana a un joven sirio

bbeeedeb-b36e-4d99-aabb-a4b50f9e7fedLa joven bloguera cubana Scarlett Lee, publicó en su bitácora digital “Santiago arde” esta carta, dedicada a los millones de jóvenes sirios que se han tenido que refugiar a causa de la guerra en su país. Mi carta a un joven sirio.

Amigo:

No voy a hablarte de política, ni siquiera te diré por qué apoyo a tu Presidente Bashar al-Assad, quiero invitarte a venir a mi casa, a que te “refugies” en una casa de campo en Cuba, para que no tengas que lanzarte al mar Egeo y correr el riesgo de morir en una playa turca. Solo debes traer contigo la disposición de darle espacio a una cultura muy diferente a la tuya.

La mía es un casa de campo modesta, entre lomas y trillos -la carretera queda un poco lejos- pero allí estarás rodeado de gente buena y alegre que te brindará café en las mañanas, que compartirán contigo lo mismo guarapo de caña, yuca con mojo, arroz blanco y potaje de frijoles negros, una buena ayaca o un vaso de caldoza. Gente trabajadora que lo mismo te hablará de la necesidad de poner fin al bloqueo económico que EE.UU ha impuesto a Cuba, lo mala que está la “cosa”, de la guerra civil en tu país, del genocidio en Gaza, del estado del tiempo, de los deportes…en fin.

Allí encontrarás a mis padres, prestos a quererte y a continuar educándote. Ellos te inculcarán valores como a sus propios hijos: mi hermano de 21 años y esta servidora, de 25. Pero también, sin miramientos, te darán un tirón de orejas cuando consideren lo merezcas. Mi mamá, ama de casa, te hablará de escritores, poetas, política, de América Latina, de la Revolución Cubana.

Mi padre, un obrero, te contará cómo de pequeño tuvo que trabajar para ayudar a mi abuelo a mantener a sus 10 hermanos. Intentará convencerte de los beneficios de labrar la tierra y te enseñará tantas décimas campesinas como a mí. Te hará levantar todos los domingos para que le acompañes a su campito, a años luz de la casa. Con él comprenderás que la pobreza pasa, pero la deshonra, no.

Me tendrás a mí para conversar sobre lo que desees; para las charlas larguísimas convenciéndote de que la visión cubana del mundo es la más acertada; para llevarte los fines de semana a la feria del pueblo, ver televisión en casa, visitar amigos ¡y luchar con el transporte público!, ir de campismo y de vez en vez, cuando el presupuesto lo permita, ir a bailar y a tomar cerveza. Quizás, hasta te sorprenda el amor por estos lares.

Nos tendrás a todos para apoyarte (a pesar de las barreras del idioma, la religión, las costumbres), buscaremos juntos la manera de que estudies o encuentres un oficio y te vayas formando como un hombre que sirva para vivir…y soñarás y lucharás por esos sueños. Regresarás a casa sintiendo el deber de ayudar a los tuyos.

Esta es mi humilde propuesta: vente a Cuba, a una casa sencilla con gente sencilla, que aprendió de Martí la necesidad de creer en la utilidad de la virtud y en el mejoramiento humano. Quiero darte la posibilidad de conocer a Cuba, a la verdadera, la que todos se llevan en el corazón al despedirse de ella y los hace suspirar mientras piensan en volver tan pronto como sea posible.

Estoy segura de que cuando el conflicto en tu país termine y decidas partir de mi rincón, no podrás desprenderte de tantas experiencias maravillosas, habrás crecido como ser humano y estarás decidido a luchar por construir en tu Patria una sociedad mejor.

Ven, llégate a la mayor de Las Antillas, al lugar de hombres y mujeres sinceros, a ese pedacito de la geografía donde crecen las palmas.

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