Tomado del blog: Segunda Cita
Por Jorge Gómez Barata
Cuba
no necesitó prepararse para la pandemia de coronavirus porque estaba
preparada, y sólo necesitó contextualizar la situación, poner a punto
mecanismos concretos y protocolos específicos para hacer lo que hace
todos los días: proteger al sano y curar al enfermo. Llegar al punto
donde hoy se encuentra le ha tomado medio siglo de denodados esfuerzos.
El
sistema de salud cubano cubre a toda la población, se extiende por todo
el país, cuenta con especialistas en todas las áreas, es solvente para
tratar todas las enfermedades y, aunque cuesta caro, es gratis y emana
humanismo por todos sus poros. En Cuba todos los días, alrededor del
diez por ciento de la población, alrededor de un millón de personas,
interactúa de algún modo con el sistema de salud.
La
fortaleza del sistema de salud pública cubana, es resultado del proceso
político vivido en los últimos sesenta años y suele atribuirse al
socialismo, lo cual me parece inexacto. Socialismo había en una decena
de países que, aunque contaron con un desarrollo económico razonable, no
fueron potencias médicas.
El
mérito por la creación del sistema de salud en Cuba pertenece a Fidel
Castro, quien consagró a ese cometido sus energías, su capacidad de
convocatoria y su poderosa inteligencia. Obviamente, no lo hizo solo,
sino que fue acompañado por una pléyade de competentes y consagrados
médicos científicos a quienes reconoció y distinguió, pero nunca
privilegió inculcándole con su ejemplo un devoto sentido del deber.
El
eje de la arquitectura de la salud pública en Cuba es el sistema de
atención primaria cuyo núcleo está formado por el programa del médico y
la enfermera de la familia, implantado en 1984 y que involucra a unos
30,000 médicos y alrededor de 15,000 consultorios.
Del
sistema integral forman parte varios programas, entre ellos: materno
infantil, enfermedades crónicas no transmisibles, enfermedades
transmisibles, atención al adulto mayor, transplante de órganos y otros.
A ellos se suman: atención estomatológica, servicios de óptica y el
sistema de urgencias médicas. Al conjunto se añaden: rehabilitación,
estadísticas de salud, información científico-técnica, promoción de
salud, tecnología médica, incluyendo electro medicina, medicina nuclear,
red de droguerías, farmacias y ópticas.
Un
elemento clave es una poderosa industria farmacéutica formada por
centros de alto nivel científico donde se investiga y se produce y que
es capaz de fabricar alrededor del 80 por ciento de los medicamentos del
formulario nacional, vacunas y otros fármacos avanzados. No puede
omitirse el esfuerzo para el desarrollo de la medicina natural y
tradicional.
De
la infraestructura médica cubana forman parte 284 hospitales, entre
ellos clínico quirúrgicos, maternidad, pediátricos, así como las más
importantes especialidades, con alrededor de 90,000 camas y casi 100
unidades de cuidados intensivos. El sistema se completa con 426
policlínicos, 166 clínicas estomatológicas, 27 bancos de sangre, 27
hogares maternos y 197 hogares de ancianos. Hay Centro de Higiene y
Epidemiología en todas las provincias y municipios.
El
director general de la Organización Mundial de la Salud, doctor Tedros
Adhanom Ghebreyesus, ha dicho “No puedo más que agradecerle a Cuba por
el sistema de salud modelo que tiene, que lo hace situarse entre los
mejores del mundo” y la doctora Clarissa Etienne, directora de la
Organización Panamericana de la Salud, señaló: “El empeño del sistema de
salud del país y sus autoridades para lograr, no sólo la calidad de
vida de los cubanos, sino la de millones más en otras partes del mundo
es digno de reconocimiento”.
La
joya de la corona de la salud pública cubana son sus 100,000 médicos,
enfermeras y técnicos y directivos que, en conjunto, además de cubrir
holgadamente las necesidades nacionales, en 60 años han participado en
miles de misiones médicas y actualmente colaboran en más de 60 países,
en algunos casos, en condiciones de alto riesgo.
Médicos formados en Cuba, ya sea porque cumplen contratos, son misioneros o emigraron, prestan servicios en todo el mundo.
La
salud pública cubana no es perfecta ni impoluta y debe superarse a sí
misma cada día. Ella sola no derrotará a la pandemia de coronavirus,
aunque sí puede hacer un aporte sustancial. Quienes han querido enlodar
su reputación, en esta hora, cuando todo se pone a prueba, deberán
callar.